viernes, 14 de diciembre de 2012

3º domingo de Adviento

                                
                  


Lectura del santo Evangelio según san Lucas: 3, 10-18

     
                        
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: "¿Qué debemos hacer?". Él contestó: "Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo".
También acudían a él los publicanos para que los bautice, y le preguntaban:"Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?". Él les decía: "No cobren más de lo establecido". Unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?". Él les dijo: "No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario".
Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: "Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. El los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue". Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.

                                              Palabra del Señor. 
                                          Gloria a ti, Señor Jesús




LA CONVERSIÓN DE LAS ACTITUDES

 La alegría es siempre gratuita y sorprendente. Es verdad. Pero requiere como fondo la paz del corazón. Y esa paz sólo se consigue por medio de la conversión. Los hermanos de la comunidad de Bose han escrito que la alegría cristiana no se puede confundir con el humor y el sentimiento. Refleja la relación con el Señor y tiene un precio: la conversión.
La conversión es lo que exige Juan el Bautista a todos los que bajan a escucharle a las orillas del Jordán. Pero tampoco la conversión puede identificarse con un sentimiento íntimo e incontrastable. Requiere un comportamiento público, que Juan resume en tres actitudes concretas, aplicables a las gentes de su tiempo y del nuestro:
• Compartir los vestidos y los alimentos con quienes no los tengan. Esos elementos hacen posible la vida y protegen la dignidad de la persona.
• No exigir a los demás más de lo establecido. Ese límite refleja el respeto a la justicia, que ha de hacer posible la armonía en la comunidad.
• No hacer extorsión a nadie. Esta prohibición condena la frecuente altanería de los prepotentes de todos los tiempos que humillan y explotan a los humildes.
 EL ANUNCIO DEL MESÍAS
 Sin embargo, no podemos olvidar que nadie revisa su vida por nada. Todos necesitamos un motivo fuerte para cambiar nuestras actitudes.  Juan el Bautista no era un predicador moral. Su misión era anunciar la llegada del Mesías. Ese era el motivo para la conversión.
• “Viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de su sandalias”. Juan no tenía la clave de la salvación: anunciaba al Salvador. Él mismo se consideraba como un esclavo al servicio del Señor.
• “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Juan bautizaba con agua, pero anunciaba un bautismo de viento y de fuego. Esos elementos, que suelen destruir lo que encuentran a su paso, serían en los tiempos mesiánicos el origen de una nueva vida.
• “Él tiene en la mano el bieldo”. Juan no tenía la clave para discernir el bien y el mal. El Mesías traería en su mano el bieldo con el que el labrador separa el trigo de la paja, lo valioso de lo deleznable. Sólo Él podría realizar un juicio sobre las realizaciones humanas.






En el AÑO DE LA FE…    
Que nos dice el CATIC 

del SACRAMENTO DEL BAUTISMO?
  
                   SEGUNDA PARTE 
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
SEGUNDA SECCIÓN:
LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

ARTÍCULO 1
EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO


1275 La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación, que es su afianzamiento; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en Él.

1276 "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28,19-20).

1277 El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo.

1278 El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su cabeza, pronunciando la invocación de la Santísima Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1279 El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo.

1280 El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf DS 1609 y 1624).

1281 Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, pueden salvarse aunque no hayan recibido el Bautismo (cf LG 16).
1282 Desde los tiempos más antiguos, el Bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de Dios que no suponen méritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. La entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad.

1283 En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación.

1284 En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza del candidato diciendo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".


                               QUE NOS DICE JESUS...?



Déjame llenar tu alma con mi Gracia.
Déjame llenarte de Alegría y Paz.






“Mi Señor,  haz que enderece lo torcido en mi alma,  haz que cambie lo que me aleja de Ti,
bautízame con el Fuego de Tu Santo Espíritu,
para que renovada mi alma con Tu Espíritu siga adelante por los caminos
y montañas por los que Tu me lleves y pueda sentir desde el fondo de mi alma el Fuego de Tu Amor”
Amén.




















                                                         

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