domingo, 22 de marzo de 2015

Ángelus del papa Francisco del V domingo de Cuaresma, 22 de marzo: “Llevar el evangelio, el crucifijo y el testimonio”.


A tan sólo siete días de la Semana Santa, los cristianos nos encontramos cara a cara con el misterio de la cruz. 

Cristo Jesús llegada la hora de su glorificación, al morir como el grano de trigo que cae en tierra, da el fruto de la nueva alianza en su sangre para el perdón de los pecados, como profetizó Jeremías y por la penosa obediencia de su Pasión, una vez constituido Señor, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en Él. 

Como el grano de trigo, la muerte de Cristo será el principio de la vida.  


Ha llegado la "hora" de que sea glorificado el Hijo del hombre, dice Él de sí mismo. 
En el Evangelio de Juan la glorificación de Cristo significa su pasión muerte y resurrección, que Él mismo nos explicará. La breve parábola del grano de trigo se centra en la fecundidad del mismo: "Si no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto".


Nápoles, 22 de marzo de 2015)
El curioso prodigio de la licuefacción de la sangre de San Genaro, que tiene lugar sólo en tres fechas fijas cada año, se produjo el sábado 21 de marzo, cuando el Papa Francisco impartió la bendición con la reliquia del obispo martirizado en el año 305 y venerado por los napolitanos como muy pocos santos en todo el planeta.
Al término del encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas en la catedral de Nápoles el Papa Francisco dio la bendición con la reliquia.
Cuando la recibió, la sangre estaba sólida, en un lado de la ampolla de vidrio. Al devolver el relicario al cardinal Crescenzio Sepe, el arzobispo de Nápoles lo miró y dijo: "Se ve que San Genaro ama al Papa, pues la sangre se ha licuado a medias"
Por su parte, el Papa Francisco quiso restar importancia a este hecho y comentó: "se ve que el Santo nos quiere solo a medias. Tenemos que convertirnos más", palabras que fueron acogidas con las risas de los que allí se encontraban.
El fenómeno suele requerir varios minutos antes de que la masa rojiza reseca adherida a un lado de la ampolla se convierta en sangre completamente líquida que cubre todo el vidrio. La última vez que ocurrió el milagro fuera de las fechas estipuladas fue con el Papa Pío IX.
El curioso fenómeno, que se percibe al girar la reliquia y observar las manchas en el cristal, se produce sólo tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre, fiesta de San Genaro, y el 16 de diciembre.
Fuera de esas fechas, el fenómeno no tiene lugar por mucho que se haga girar el relicario. Sucedió solo una vez, en 1848, cuando el Papa Pío IX, forzado a huir de Roma por una revuelta popular, se refugió en Nápoles y fue a la catedral a venerar las reliquias del santo patrón de la ciudad.
Desde entonces, en más de siglo y medio, no había vuelto a ocurrir. Ni siquiera durante las siguientes visitas de los Papas, la de san Juan Pablo II el 21 de octubre de 1979, y la de Benedicto XVI el 21 de octubre del 2007.












Después de la breve e intensa visita apostólica del sábado a Nápoles y a Pompeya, este domingo el Santo Padre se asomó a la ventana del Palacio Apostólico Pontificio para rezar junto a los miles de fieles y peregrinos llegados de diversas parte del mundo, la oración mariana del Ángelus dominical, en el V domingo de Cuaresma.
En la alocución que precede al rezo a la Madre Dios, Papa Francisco reflexionando sobre el Evangelio del día centra nuestra atención en un particular: el evangelista Juan narra que algunos griegos, judíos, se dirigen al apóstol Felipe pidiéndole ver a Jesús (Jn 12:21).
Así pues, explica que estas palabras van más allá de un determinado episodio, porque expresan algo universal: se revela un deseo que atraviesa todas las épocas y las culturas, un deseo presente en los corazones de muchas personas que han oído hablar de Jesucristo pero que no lo han encontrado aún.
“Jesús – dijo el Papa – respondiendo al pedido de poderlo ver, pronuncia una profecía que devela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: «Ha llegado la hora que el hijo del hombre sea glorificado» (Jn 12,23)”.
“La hora de la Cruz, la más oscura de la historia es también la fuente de salvación para cuantos creen en Él”, nos dice Francisco, porque es “una fuente inagotable de vida nueva que lleva en sí misma la fuerza regeneradora del amor de Dios”.
De ahí que el romano Pontífice, Padre y Pastor de la Iglesia Universal, haya exhortado a todos los cristianos a ofrecer a las personas que quieren conocer a Jesús tres cosas: el Evangelio, en donde podemos encontrar a Jesús, escucharlo y conocerlo; el crucifijo, signo del amor de Jesús que se ha entregado por nosotros, y nuestro testimonio de fe, pobre pero sincera, que se traduce en simples gestos de caridad fraterna.




Texto completo de las palabras del Papa antes de rezar el Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,
 En este quinto domingo de Cuaresma, el evangelista Juan nos llama la atención con un detalle curioso: algunos "griegos", judíos, llegaron a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, que gire al apóstol Felipe, y dicen: "Queremos ver a Jesús "(Jn 12:21). En la ciudad santa, donde Jesús ha ido a la última vez, hay mucha gente. No son pequeñas y sencillas, que acogió con satisfacción el profeta de Nazaret reconociéndolo como el ángel del Señor. Ahí están los jefes de los sacerdotes y líderes de las personas, que quieren eliminar porque consideran herético y peligroso. También hay personas, como esos "griegos", que son la curiosidad de ver y aprender más acerca de su persona y lo creado, el último de los cuales - la resurrección de Lázaro - ha hecho un gran revuelo.



"Queremos ver a Jesús": estas palabras, al igual que muchos otros en los Evangelios, van más allá de determinado episodio y expresan algo universal; revelar un deseo que a través de épocas y culturas, un deseo en los corazones de muchas personas que han oído hablar de Cristo, pero aún no han cumplido. "Quiero ver a Jesús", por lo que siente el corazón de este pueblo.



Respondiendo indirectamente, proféticamente, que exigió a verlo, Jesús pronuncia una profecía que revela su identidad y muestra la manera de hacerle saber de verdad: "Es tiempo '' s que el Hijo del Hombre sea glorificado" (Jn 12, , 23). Es la hora de la cruz! Es el momento de la derrota de Satanás, el príncipe del mal, y el triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios Cristo declara que será "levantado de la tierra", una expresión de la doble significado. (V 32).: "Levantado" porque crucificado, y "levantado" porque exaltado por el Padre en la resurrección, para atraer a todos a sí mismo y reconciliar a los hombres con Dios y entre sí. La hora de la Cruz, la hora más oscura de la historia, es también la fuente de salvación para todos los que creen en Él.



Continuando en la profecía acerca de su inminente Pascua, Jesús usa una imagen sencilla y evocadora, la del "grano de trigo" que cae en la tierra, muere para dar fruto (cf. v. 24). En esto nos encontramos con otro aspecto de la Cruz de Cristo: el de la fertilidad. La cruz de Cristo es fructífera. La muerte de Jesús, de hecho, es una fuente inagotable de vida nueva, que lleva en sí el poder regenerador del amor de Dios. Inmerso en este amor por el Bautismo, los cristianos pueden convertirse en "granos" y dar mucho fruto si Al igual que Jesús, "perder la vida" por el amor de Dios y al prójimo (cf. v. 25).



Por esta razón, los que aún hoy en día "Queremos ver a Jesús", a los que buscan el rostro de Dios; que recibieron una catequesis por pequeña y luego no lo hizo la fe más profunda y tal vez perdido; a muchos de los que aún no han conocido a Jesús personalmente ...; toda esta gente podemos ofrecer tres cosas: el Evangelio; el crucifijo y el testimonio de nuestra fe, pobre, pero sincero. El Evangelio: ahí podemos encontrar a Jesús, escucharle, le conocen. El crucificado: un signo de Jesús, que se entregó por nosotros. Y entonces una fe que se traduce en gestos simples de la caridad fraterna. Pero sobre todo en la coherencia de vida entre lo que decimos y lo que vivimos, la coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, entre nuestras palabras y nuestras acciones. Evangelio, crucifijo, testigo. Que la Virgen nos ayude a llevar estas tres cosas.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,
a pesar del tiempo que ha estado en tantos, felicitaciones. Fuiste muy valiente, incluso maratonistas son valientes, los saludan con afecto. Ayer estuve en Nápoles, en vista pastoral, quiero darle las gracias por la cálida bienvenida todos los napolitanos, todo bien. Muchas gracias!


Hoy es el Día Mundial del Agua, patrocinado por las Naciones Unidas. El agua es el elemento más esencial para la vida, y nuestra capacidad para guardarla y compartirla depende el futuro de la humanidad. Por tanto, animo a la comunidad internacional para asegurar que las aguas del planeta estén adecuadamente protegidos y que nadie sea excluido o discriminado en el uso de este derecho, que es un par bien común excelencia. Con San Francisco de Asís dice: "Alabado sea" yo "Señor, por la hermana agua, / que es muy útil y humilde y preciosa y casta" (Cántico del Hermano Sol).



Saludo a todos los peregrinos presentes, especialmente el coro de "Conservatorio Profesional de Música" de Orihuela (España), los jóvenes del Colegio Saint-Jean de Passy París, los fieles de Hungría, y las bandas del Cantón Ticino (Suiza) . Agita la Orden Franciscana de Cremona, UNITALSI de Lombardía, el grupo se dirigió al obispo mártir Oscar Romero, que pronto será beatificado Seglar; así como los fieles de Fiumicino, los Hijos de la Primera Comunión Sambuceto, los chicos de Rávena, Milán y Florencia, que ha recibido recientemente o están a punto de recibir la Confirmación.



Y ahora vamos a repetir un gesto que ya hizo el año pasado: de acuerdo con la antigua tradición de la Iglesia, durante la Cuaresma entregado el evangelio a los que se preparan para el bautismo; así que ahora ofrezco a ti que estás en la Plaza un regalo, un bolsillo Evangelio. No será distribuido gratuitamente por algunas personas sin hogar que viven en Roma. Una vez más, vemos un muy buen gesto, que agrada a Jesús: los más necesitados son los que nos dan la palabra de Dios: Toma, y ​​tráigalo con usted, para leer a menudo, todos los días llevar en el bolso, en el bolsillo y leyó a menudo un paso. cada día. La Palabra de Dios es luz para nuestro camino! Harás bien!



Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olvide de rezar por mí. Buena comida y adiós!


"Según la antigua tradición de la Iglesia, durante la Cuaresma se entrega el Evangelio a quienes se preparan para el Bautismo; así yo hoy lo ofrezco a ustedes que están en la Plaza un Evangelio de bolsillo". En ocasión de la oración dominical del Ángelus y también en varias otras ocasiones, el Papa Francisco ha instado repetidamente a los fieles a llevar siempre consigo un pequeño Evangelio de bolsillo para releer y meditar las palabras y acciones de Jesús, especialmente las mencionadas en la liturgia del día en las que el Papa desarrollado sus reflexiones.
Para ayudar poner en práctica esta invitación, este domingo en la Plaza de San Pedro, con motivo del Ángelus, se distribuyeron gratuitamente a los fieles reunidos en la plaza miles de evangelios tamaño de bolsillo (50,000).
La iniciativa, similar a la de la Misericordina, las Oraciones, y Custodia tu corazón, se hace por voluntad del Papa por la Limosnería Apostólica con la colaboración de un gran número de voluntarios: 300 personas sin hogar, seminaristas de Seminarios romanos, Hermanas de la Madre Teresa y otras religiosas. La Limosnería Apostólica debe ser de hecho el brazo del Papa para la caridad no sólo material, sino también espiritual.
El Evangelio donado por el Papa e impreso por la tipografía del Vaticano, contiene los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, y se abre con la cita de las palabras de Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”; en la cubierta interior contiene las indicaciones para recitar la “Coronilla de la Misericordia”, y en la tercera página de la tapa, contiene la Oración del Beato J. Newman: “Querido Jesús...”, que la Santísima Madre Teresa recomienda a las hermanas rezar cada día". 





PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 4
“JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO”

Párrafo 2
JESÚS MURIÓ CRUCIFICADO

III. Cristo se ofreció a su Padre por nuestros pecados
Toda la vida de Cristo es oblación al Padre
606 El Hijo de Dios "bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado" (Jn 6, 38), "al entrar en este mundo, dice: [...] He aquí que vengo [...] para hacer, oh Dios, tu voluntad [...] En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de salvación en su misión redentora: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra" (Jn 4, 34). El sacrificio de Jesús "por los pecados del mundo entero" (1 Jn 2, 2), es la expresión de su comunión de amor con el Padre: "El Padre me ama porque doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).
607 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús (cf. Lc 12,50; 22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: "¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Jn 12, 27). "El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a beber?" (Jn 18, 11). Y todavía en la cruz antes de que "todo esté cumplido" (Jn 19, 30), dice: "Tengo sed" (Jn 19, 28).
"El cordero que quita el pecado del mundo"
608 Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo de la redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14; cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10, 45).
Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre
609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me quita [la vida]; yo la doy voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).


CAPÍTULO TERCERO
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

ARTÍCULO 8
“CREO EN EL ESPÍRITU SANTO” 

III. El Espíritu y la Palabra de Dios en el tiempo de las promesas

La espera del Mesías y de su Espíritu
715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del "amor y de la fidelidad" (cf. Ez 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamará San Pedro la mañana de Pentecostés (cf. Hch 2, 17-21). Según estas promesas, en los "últimos tiempos", el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz.
716 El Pueblo de los "pobres" (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara para el Señor "un pueblo bien dispuesto" (cf. Lc 1, 17).



TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO

PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU

CAPÍTULO TERCERO
LA SALVACIÓN DE DIOS:
LA LEY Y LA GRACIA

ARTÍCULO 1
LA LEY MORAL


 III. La Ley nueva o Ley evangélica
1972 La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad (cf St 1, 25; 2, 12), porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición del siervo “que ignora lo que hace su señor”, a la de amigo de Cristo, “porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15, 15), o también a la condición de hijo heredero (cf Ga 4, 1-7. 21-31; Rm 8, 15).







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