domingo, 23 de junio de 2013

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará” (Lc 9, 24).

Hoy 23 de junio, XII Domingo del Tiempo Ordinario el Papa Francisco rezó en Angelus junto a los miles de peregrinos que colmaban la plaza de San Pedro. “El que pierda la propia vida por mi causa, la salvará” fue el versículo del evangelio elegido por el Obispo de Roma.


        Palabras del Papa Francisco antes del rezo del Angelus
 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará” (Lc 9, 24).
Aquí hay una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresada con una paradoja muy eficaz, que nos hace conocer su modo de hablar, casi nos hace sentir su voz…
Pero, ¿qué significa “perder la vida por causa de Jesús”? Esto puede suceder de dos maneras explícitamente confesando la fe, o implícitamente defendiendo la verdad. Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado su vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo son tantos, tantos, más que en los primeros siglos, tantos mártires que dan su vida por Cristo. Que son llevados a la muerte por no renegar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia, hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un “perder la vida” por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del sacrificio. Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los minusválidos, a los ancianos…! ¡También estos son mártires, mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad!
 Y después hay tantas personas, cristianos y no cristianos, que “pierden su propia vida” por la verdad. Y Cristo ha dicho “YO SOY LA VERDAD”, por tanto, quien sirve a la verdad sirve a Cristo. Una de estas personas, que ha dado su vida por la verdad es JUAN BAUTISTA: precisamente mañana, 24 de junio, es su fiesta grande, la solemnidad de su nacimiento. 
 Juan fue elegido por Dios para ir delante de Jesús a preparar su camino, y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Cfr. Jn 1, 29). Juan se consagró completamente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero al final, ¿qué sucedió?, murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y de Herodías. ¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! ¡Cuántos hombres rectos prefieren ir contracorriente, con tal de no renegar la voz de la conciencia, la voz de la verdad! Personas rectas que no tienen miedo de ir contracorriente, y nosotros no debemos tener miedo. Entre ustedes hay tantos jóvenes. Pero a ustedes jóvenes les digo no tengan miedo de ir contracorriente. Cuando te quieren robar la esperanza, cuando te proponen estos valores que son valores descompuestos, valores como la comida descompuesta, cuando un alimento está mal nos hace mal. Estos valores nos hacen mal por eso debemos ir contracorriente. Y ustedes jóvenes son los primeros que deben ir contracorriente. Y tener esta dignidad de ir precisamente contracorriente. ¡Adelante, sean valientes y vayan contracorriente! Y estén orgullosos de hacerlo.
Queridos amigos, recibamos con alegría esta palabra de Jesús. Es una regla de vida propuesta a todos. Y que san Juan Bautista nos ayude a ponerla en práctica.
Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María Santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio.
Después del ángelus, el Papa dijo:
Y recuerden bien: no tengan miedo de ir contracorriente, sean valientes y así como nosotros no queremos comer una comida que se ha descompuesto no llevemos con nosotros estos valores que están descompuestos y que arruinan la vida y quitan la esperanza. ¡Adelante!
Los saludo con afecto; a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones, a las escuelas. Saludo a los alumnos del Liceo diocesano de Vipàva en Eslovenia; a la comunidad polaca de Ascoli Piceno; a la UNITALSI de Ischia de Castro; a los chicos del Oratorio de Urgnano, veo aquí su bandera, ¡muy bien, ustedes son muy buenos!; a los fieles de Pordenone; a las religiosas y operadores del Hospital “Miulli” de Acquaviva delle Fonti y un grupo de delegados sindicales del Véneto.
¡Les deseo a todos un feliz domingo! Recen por mí. ¡Buen almuerzo!
Fuente: radiovaticana




jueves, 20 de junio de 2013

24 DE JUNIO: SAN JUAN BAUTISTA

"Juan es el don divino que sus padres, Zacarías e Isabel habían invocado durante mucho tiempo, un gran don, humanamente inesperado, porque ambos eran de edad avanzada e Isabel era estéril, "pero es nada imposible para Dios".
El anuncio de este nacimiento se produce precisamente en el lugar de la oración, en el templo de Jerusalén, es más sucede cuando a Zacarías le toca el gran privilegio de entrar en el lugar más sagrado del templo para hacer la ofrenda del incienso al Señor.
"También el nacimiento del Bautista está marcado por la oración: el canto de alegría, de alabanza y de agradecimiento que Zacarías eleva al Señor y que rezamos todas las mañanas en los Laudes, el ‘Benedictus’, exalta la acción de Dios en la historia e indica proféticamente la misión del hijo Juan: preceder al Hijo de Dios hecho carne para prepararle los caminos".
 "Toda la existencia del Precursor de Jesús está alimentada por la relación con Dios, en particular, el período transcurrido en regiones desiertas, regiones desiertas que son lugar de la tentación, pero también lugar en el que el hombre siente su propia pobreza porque está privado de los apoyos y las seguridades materiales, y comprende que el único punto de referencia sólido es Dios mismo".
"Pero Juan Bautista no es sólo hombre de oración, de contacto permanente con Dios, sino también una guía hacia esta relación con Dios. El Evangelista Lucas refiriendo la oración que Jesús enseña a los discípulos, el ‘Padrenuestro’, anota que la petición es formulada con estas palabras: ‘Señor enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’".
 Que "San Juan Bautista interceda por nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre la primacía de Dios en nuestra vida".
 (Benedicto XVI - VATICANO, 29 Ago. 12 / 10:24 am -ACI)



Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 
           (Cap. 1, 57-66. 80)
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: "No. Su nombre será Juan". Ellos le decían: "Pero si ninguno de tus parientes se llama así".
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre". Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: "¿Qué va a ser de este niño?" Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel.

PALABRA DE DIOS.
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.



Como Juan el Bautista, que yo Señor, también te anuncie…

Por mis senderos y mis propias calles
Llevando a los que me rodean a tu CAMINO
Y te conozcan y te amen
Al igual que yo lo hago contigo.
Que en medio de tantos desiertos
De los que te buscan y no te encuentran,
De los que andan perdidos y no quieren dar contigo
De los que te conocieron y te olvidaron.
Nunca me eché atrás, oh Señor,
Y sigo siendo heraldo de tu Evangelio,
Pregonero de tus gracias y de tu presencia
Altavoz de tus verdades grandes y ciertas.

QUE  YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Con mis palabras, pero sobre todo con mi vida.
Con mi alegría, pero ante todo, con mi corazón.
Con mi fuerza, pero siempre con tu Espíritu.
Con mi convencimiento, pero con tu auxilio.
QUE YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Que sea profeta en este mundo incierto
En el que sobra la palabrería
Y echamos en falta palabras de amor y de consuelo.
Que sea un pequeño profeta, oh Señor,
Y como, Juan Bautista comunique tu llegada,
Que hoy y aquí, sigues vivo entre nosotros
Empujando y sosteniendo a tu Iglesia,
Alimentando las esperanzas de tu pueblo,
Dando testimonio de que, Tú eres el Hijo de Dios.
Tú, Cordero de Dios que vienes a salvarnos.
Bendícenos con tu mano siempre abierta
Y que lejos de fatigarnos,
Nos des la fuerza del Espíritu Santo
Para seguir siendo voz de tu Reino.
Amén.




Catequesis del Papa sobre la Iglesia como Cuerpo de Cristo

VATICANO, 19 Jun. 13 / 09:47 am (ACI).-
El Papa Francisco dedicó su catequesis de este miércoles 19 de junio a reflexionar sobre la naturaleza de la Iglesia como cuerpo de Cristo y explicó que las divisiones entre los cristianos generan conflicto y lo que los fieles deben buscar incesantemente es la unidad. 
 El Papa Francisco alentó a nunca decir chismes sobre otros, que hacen tanto daño a la Iglesia, y pidió en cambio trabajar por la unidad para superar los conflictos entre los fieles. Así lo indicó en su catequesis de hoy ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.


Hoy me centraré en otra expresión con la que el Concilio Vaticano II indica la naturaleza de la Iglesia: la del cuerpo; el Concilio dice que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo (cf. Lumen Gentium,7).
 Quisiera partir de un texto de los Hechos de los Apóstoles, que conocemos bien: la conversión de Saulo, que luego se llamará Pablo, uno de los más grandes evangelizadores (cf. Hch 9,4-5). 

Saulo era un perseguidor de los cristianos, pero mientras recorre el camino que conduce a la ciudad de Damasco, de repente una luz lo envuelve, cae a tierra y oye una voz que le dice: ¿"Saulo, Saulo, por qué me persigues? Él pregunta: ¿"Quién eres, Señor?", y la voz responde: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues" (v. 3-5).
Esta experiencia de San Pablo nos cuenta la profundidad de la unión entre los cristianos y el mismo Cristo. Cuando Jesús ascendió al cielo, no nos dejó huérfanos, sino con el don del Espíritu Santo, la unión con Él se ha vuelto aún más intensa. El Concilio Vaticano II afirma que Jesús "comunicando su Espíritu, constituye místicamente como su cuerpo a sus hermanos, llamados de todos los pueblos" (Constitución Dogmática. Lumen Gentium, 7).

 La imagen del cuerpo nos ayuda a comprender este profundo vínculo Iglesia-Cristo, que San Pablo ha desarrollado sobre todo en la primera Carta a los Corintios (cf. cap. 12). En primer lugar, el cuerpo nos llama a una realidad viva. La Iglesia no es una asociación benéfica, cultural o política, sino que es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo sostiene.
Este es un punto que quiero destacar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona no puede sobrevivir. 

Así es en la Iglesia: debemos permanecer unidos cada vez más profundamente a Jesús: Pero no sólo eso: como en un cuerpo, es importante que corra la savia vital para que viva, así debemos permitir que Jesús obre en nosotros, que su Palabra nos guíe, que su presencia en la Eucaristía nos alimente, nos anime, que su amor dé fuerza a nuestro amar al prójimo.
¡Y esto siempre, siempre, siempre! Queridos hermanos y hermanas, estemos unidos a Jesús, confiemos en Él, orientemos nuestra vida según el Evangelio, alimentémonos con la oración cotidiana, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos.
Y aquí vengo a un segundo aspecto de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. San Pablo dice que como los miembros del cuerpo humano, aunque diferentes y numerosos, forman un solo cuerpo, así nosotros fuimos todos bautizados mediante un solo Espíritu en un solo cuerpo (cf. 1 Cor 12:12-13). 
En la Iglesia, por lo tanto, hay una gran variedad, una diversidad de tareas y funciones; no hay la monótona uniformidad, sino la riqueza de los dones que el Espíritu Santo otorga. Pero hay la comunión y la unidad: todos están en relación unos con otros y todos participan en la formación de un solo cuerpo vital, profundamente unido a Cristo.

Recordemos bien: ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, significa permanecer unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de unidad y de comunión, y también significa aprender a superar personalismos y divisiones, entenderse mejor, armonizar la variedad y las riquezas de cada uno; en una palabra: a querer más a Dios y a las personas que están junto a nosotros, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones. 

¡Cuerpo y extremidades para vivir deben estar unidos! La unidad es superior a los conflictos, siempre.
 Los conflictos, si no se superan bien, nos separan, nos separan de Dios. El conflicto puede ayudarnos a crecer, pero también nos puede dividir. Nosotros no vamos por el camino de las divisiones, de la lucha entre nosotros, ¡no! Todos unidos, todos unidos con nuestras diferencias, pero unidos, unidos siempre, ¡que ese es el camino de Jesús! 
 La unidad es superior a los conflictos, la unidad es una gracia que debemos pedir al Señor para que nos salve de las tentaciones, de las divisiones, de las luchas entre nosotros y del egoísmo, de los chismes, ¡eh! ¡Cuánto daño hacen los chismes: cuánto daño, eh! Cuánto daño. Nunca chismes sobre los otros: nunca.¡Cuánto daño causa a la Iglesia las divisiones entre los cristianos, los partidismos, los intereses mezquinos!
Las divisiones entre nosotros, pero también las divisiones entre las comunidades: cristianos evangélicos, cristianos ortodoxos, cristianos católicos... pero ¿por qué divididos? Debemos tratar de lograr la unidad. Pero, les explico una cosa. Hoy, antes de salir de la casa, estuve unos 40 minutos, más o menos, media hora, con un pastor evangélico, y rezamos juntos, ¿eh? Buscando la unidad.
 Pero tenemos que orar entre nosotros, católicos, y también con los cristianos, orar para que el Señor nos dé la unidad: ¡la unidad entre nosotros! Pero, como tendremos la unidad entre los cristianos, si no somos capaces de tenerla entre nosotros los católicos, de tenerla en la familia -¡cuántas familias luchan y se dividen! Busquen la unidad que es la unidad que hace la Iglesia y la unidad que viene de Jesucristo. Él nos envía el Espíritu Santo para hacer la unidad.
 Queridos hermanos y hermanas, pidamos a Dios: ayúdanos a ser miembros del Cuerpo de la Iglesia siempre profundamente unidos a Cristo; ayúdanos a no hacer sufrir el Cuerpo de la Iglesia con nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos; ayúdanos a ser miembros vivos vinculados entre sí por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rom 5,5). Gracias.