jueves, 20 de junio de 2013

24 DE JUNIO: SAN JUAN BAUTISTA

"Juan es el don divino que sus padres, Zacarías e Isabel habían invocado durante mucho tiempo, un gran don, humanamente inesperado, porque ambos eran de edad avanzada e Isabel era estéril, "pero es nada imposible para Dios".
El anuncio de este nacimiento se produce precisamente en el lugar de la oración, en el templo de Jerusalén, es más sucede cuando a Zacarías le toca el gran privilegio de entrar en el lugar más sagrado del templo para hacer la ofrenda del incienso al Señor.
"También el nacimiento del Bautista está marcado por la oración: el canto de alegría, de alabanza y de agradecimiento que Zacarías eleva al Señor y que rezamos todas las mañanas en los Laudes, el ‘Benedictus’, exalta la acción de Dios en la historia e indica proféticamente la misión del hijo Juan: preceder al Hijo de Dios hecho carne para prepararle los caminos".
 "Toda la existencia del Precursor de Jesús está alimentada por la relación con Dios, en particular, el período transcurrido en regiones desiertas, regiones desiertas que son lugar de la tentación, pero también lugar en el que el hombre siente su propia pobreza porque está privado de los apoyos y las seguridades materiales, y comprende que el único punto de referencia sólido es Dios mismo".
"Pero Juan Bautista no es sólo hombre de oración, de contacto permanente con Dios, sino también una guía hacia esta relación con Dios. El Evangelista Lucas refiriendo la oración que Jesús enseña a los discípulos, el ‘Padrenuestro’, anota que la petición es formulada con estas palabras: ‘Señor enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’".
 Que "San Juan Bautista interceda por nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre la primacía de Dios en nuestra vida".
 (Benedicto XVI - VATICANO, 29 Ago. 12 / 10:24 am -ACI)



Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 
           (Cap. 1, 57-66. 80)
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: "No. Su nombre será Juan". Ellos le decían: "Pero si ninguno de tus parientes se llama así".
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre". Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: "¿Qué va a ser de este niño?" Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel.

PALABRA DE DIOS.
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.



Como Juan el Bautista, que yo Señor, también te anuncie…

Por mis senderos y mis propias calles
Llevando a los que me rodean a tu CAMINO
Y te conozcan y te amen
Al igual que yo lo hago contigo.
Que en medio de tantos desiertos
De los que te buscan y no te encuentran,
De los que andan perdidos y no quieren dar contigo
De los que te conocieron y te olvidaron.
Nunca me eché atrás, oh Señor,
Y sigo siendo heraldo de tu Evangelio,
Pregonero de tus gracias y de tu presencia
Altavoz de tus verdades grandes y ciertas.

QUE  YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Con mis palabras, pero sobre todo con mi vida.
Con mi alegría, pero ante todo, con mi corazón.
Con mi fuerza, pero siempre con tu Espíritu.
Con mi convencimiento, pero con tu auxilio.
QUE YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Que sea profeta en este mundo incierto
En el que sobra la palabrería
Y echamos en falta palabras de amor y de consuelo.
Que sea un pequeño profeta, oh Señor,
Y como, Juan Bautista comunique tu llegada,
Que hoy y aquí, sigues vivo entre nosotros
Empujando y sosteniendo a tu Iglesia,
Alimentando las esperanzas de tu pueblo,
Dando testimonio de que, Tú eres el Hijo de Dios.
Tú, Cordero de Dios que vienes a salvarnos.
Bendícenos con tu mano siempre abierta
Y que lejos de fatigarnos,
Nos des la fuerza del Espíritu Santo
Para seguir siendo voz de tu Reino.
Amén.




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