domingo, 16 de noviembre de 2014

Ángelus del Papa Francisco del domingo 16 de noviembre de 2014: Talentos, Jesús no pide que conservemos su gracia en una caja fuerte.



Hoy 16 de noviembre es el penúltimo domingo del Tiempo Ordinario. Tenemos ya muy cerca el Adviento, tiempo de espera y de esperanza. Jesús de Nazaret nos relata hoy, mediante el texto de San Mateo, la parábola de los talentos. Es un relato importante, fuerte, llamativo. El conservadurismo y la falta de acción de uno de los siervos es juzgado con severidad por Jesús.
 Es un mensaje que nos debe a incitar a hacer balance de los frutos que el Señor nos ha dado y de cómo los hemos administrado.
 

A todos según nuestras capacidades, Dios nos dio cualidades y aptitudes, son dones, ‘talentos’ de todo tipo para que construyamos su Reino en beneficio de toda la humanidad.
El campo para desarrollarlos es la vida: el hogar, el trabajo, el barrio, la comunidad, la escuela. Allí están nuestros hermanos, allí está Jesús identificándose  con ellos, nuestra respuesta tiene que ser un  amor activo manifestado en esfuerzo, para que aquellos dones den sus frutos.

En el Evangelio, Jesús nos invita a no cruzar los brazos, sino a reconocer y desarrollar los dones que hemos recibido. No podemos esconder nuestra vida, debemos darla. 
La parábola que Jesús no explica hoy –nos la narra San Mateo—es también finalista y propia de los últimos días del tiempo ordinario. 
El premio por los resultados de los dones que hemos recibido del señor –por los talentos—forma parte de ese resultado postrero de servicio a los hermanos. 
Los réditos que el Señor quiere son obras para los hermanos. Jesús como el domingo anterior nos pide que estemos atentos y que trabajemos en paz, que nunca estaremos ociosos esperando acontecimientos.



Este domingo al mediodía en durante el rezo del Ángelus ante miles de fieles y peregrinos, el Papa se refirió al Evangelio de hoy:  la parábola de los talentos.  Mientras en el lenguaje común el término “talento” indica una resaltante calidad individual – por ejemplo en la música, en el deporte, etcétera –,  en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos fructificar. El pozo cavado en el terreno por el «servidor malo y perezoso» indica el  temor del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte, sino que quiere que la usemos  para provecho de los demás. Es como si nos dijese: “He aquí mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y  úsalos abundantemente”.



Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este domingo es la Parábola de los talentos, tomada de san Mateo (25,14-30). Narra de un hombre que, antes de partir para un viaje, convoca a sus servidores y les confía su patrimonio en talentos, monedas antiguas de un gran valor. Ese hombre confía al primer servidor cinco talentos, al segundo dos, al tercero uno. Durante la ausencia del hombre, los tres servidores deben hacer fructificar este patrimonio. El primer y el segundo servidor duplican cada uno el capital inicial; el tercero, en cambio, por miedo a perder todo, entierra en un pozo el talento recibido. Al regreso del señor, los primeros dos reciben felicitaciones y la recompensa, mientras el tercero, que devuelve solamente la moneda recibida, es reprendido y castigado.
El significado de esto es claro. El hombre de la parábola representa a Jesús, los servidores somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el Patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celeste, su perdón… en resumen, tantas cosas, sus más preciosos bienes. Este es el patrimonio que Él nos confía. No solamente para custodiar, sino para multiplicar. Mientras en el lenguaje común el término “talento” indica una resaltante cualidad individual – por ejemplo un talento en la música, en el deporte, etcétera –,  en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos fructificar. 
El pozo cavado en el terreno por el «servidor malo y perezoso» (v. 26) indica el  temor del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo de los riesgos en el amor nos bloquea. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte. Jesus no nos pide esto, sino que quiere que la usemos para provecho de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así se multiplican. Es como si nos dijese: “He aquí mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y  úsalos abundantemente”. Y nosotros ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos “contagiado” con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien formularnos. Cualquier ambiente, también el más lejano y árido, puede convertirse en un lugar donde hacer fructificar los talentos. No existen situaciones o lugares excluidos a la presencia y al testimonio cristiano. El testimono que Jesús nos pide no es cerrado, es abierto, depende de nosotros.
Esta parábola nos empuja a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que pone en crisis, que purifica, que renueva. Así como también el perdón, que el Señor nos dona especialmente en el Sacramento de la Reconciliación: no lo tengamos encerrado en nosotros mismos, sino dejémoslo que desate su fuerza, que haga caer los muros que nuestro egoísmo ha levantado, que nos haga dar el primer paso en las relaciones bloqueadas, retomar el diálogo donde no hay más comunicación… Hacer que estos talentos, estos regalos, estos dones que el Señor nos ha dado, sean para los demás, crezcan, den fruto con nuestro testimonio.
Creo que hoy sería una cosa buena que cada uno en casa tomase el Evangelio, el Evangelio de San Mateo, capítulo 25, versículos del 14 al 30, Mateo 25, 14-30, leer esto y meditarlo un poco: "los talentos, las riquezas, todo aquello que Dios me ha dado de espiritual, de bondad, la Palabra de Dios. ¿Cómo hago para que crezcan en los demas? ¿O solamente los custodio en una caja fuerte?". 
Además el Señor no da a todos las mismas cosas y de la misma manera: nos conoce personalmente y nos confía aquello que es justo para nosotros; pero en todos, en todos hay algo de igual: la misma, inmensa confianza. Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en nosotros. Esto es igual para todos ¡No lo defraudemos! ¡No nos dejemos engañar por el miedo, sino intercambiemos confianza con confianza! 
La Virgen María encarna esta actitud de la forma más bella y más plena. Ella ha recibido y acogido el don más sublime, Jesús en persona, y a su vez lo ha ofrecido a la humanidad con corazón generoso. Pidámosle ayudarnos a ser “servidores buenos y fieles”, para participar  “de la alegría de nuestro Señor”.

Después de rezar el Ángelus, siguiendo la actualidad, el Obispo de Roma recordó las tensiones de estos días en la capital italiana entre residentes e inmigrados. De ahí su invitación a las Instituciones a asumir como prioridad lo que ya constituye una emergencia social que corre el riesgo de degenerar cada vez más.
Y al recordar que hoy se celebra la “Jornada mundial de las víctimas de la carretera”, el Pontífice invitó a rezar por cuantos han perdido la vida, deseando el empeño constante en la prevención de los accidentes de circulación.
Saludos del Papa tras el rezo del Ángelus dominical

Queridos hermanos y hermanas,
 En estos días, en Roma, hubo tensiones más bien fuertes entre residentes e inmigrados. Son hechos que suceden en diversas ciudades europeas, especialmente en barrios periféricos marcados por otras necesidades. Invito a las Instituciones, de todos los niveles, a asumir como prioridad lo que ya constituye una emergencia social y que, si no es afrontada lo más pronto posible y de modo adecuado, hace que se corra el riesgo de degenerar cada vez más.
La comunidad cristiana se empeña de modo concreto para que no haya desencuentro, sino encuentro. Ciudadanos e inmigrados, con los representantes de las instituciones, pueden encontrarse, también en una sala de la parroquia, y hablar juntos de la situación. Lo importante es no ceder a la tentación del desencuentro, rechazar toda violencia. Es posible dialogar, escucharse, proyectar juntos, y de este modo superar la sospecha y el prejuicio y construir una convivencia cada vez más segura, pacífica e inclusiva.
Hoy se celebra la “Jornada mundial de las víctimas de la carretera”. Recordamos en la oración a cuantos han perdido la vida, deseando el empeño constante en la prevención de los accidentes de circulación, así como también un comportamiento prudente y respetuoso de las normas por parte de los automovilistas.
Saludo a todos ustedes, familias, parroquias, asociaciones y fieles, que han venido de Italia y de tantas partes del mundo. De manera especial, saludo a los peregrinos procedentes de Murcia, España, Cagliari, Teramo, Gubbio y Lissone; al coro Amadeus de Villafranca, a la asociación de “Acompañantes a los Santuarios Marianos en el Mundo” y a los chicos de la Confirmación de Monte San Savino y de Torano Nuovo. Saludo a los empleados del Hospital Fatebenefratelli de Roma y al grupo de músicos del Teatro de la Opera de Roma.
Y no se olviden, hoy en casa, de tomar el Evangelio de Mateo, San Mateo, capítulo 25, versículo 14, y leerlo. Y hacerse las preguntas que vengan.
A todos deseo bueno domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!




PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 7
“DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS”


 II. «Para juzgar a vivos y muertos»

679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. "Adquirió" este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado "todo juicio al Hijo" (Jn 5, 22; cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).

CAPÍTULO TERCERO
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

ARTÍCULO 12
“CREO EN LA VIDA ETERNA”


VI. La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva
1050 "Todos estos frutos buenos de nuestra naturaleza y de nuestra diligencia, tras haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y según su mandato, los encontraremos después de nuevo, limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal" (GS 39; cf. LG 2). Dios será entonces "todo en todos" (1 Co 15, 22), en la vida eterna:
«La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses illuminandorum 18, 29).



SEGUNDA PARTE 
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO

SEGUNDA SECCIÓN:
LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

CAPÍTULO SEGUNDO
LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN

ARTÍCULO 4
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÓN


IX. Los efectos de este sacramento
1470 En este sacramento, el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al fin de esta vida terrena. Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta (cf 1 Co 5,11; Ga 5,19-21; Ap 22,15). Convirtiéndose a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida "y no incurre en juicio" (Jn 5,24).

TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO

PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU

CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

ARTÍCULO 3
LA LIBERTAD DEL HOMBRE

1730 Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección”(GS 17):
«El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 4, 3).







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