domingo, 11 de mayo de 2014

Homilía del Papa Francisco para el IV Domingo de Pascua: "Aquí quiero detenerme y pedirles por amor de Jesucristo, nunca se cansen de ser misericordiosos".

En el IV Domingo de Pascua celebramos la Fiesta del Buen Pastor, que S.S. Pablo VI designó para orar por las vocaciones a la vida consagrada, con el institución de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

El Papa Pablo VI, considerando la inmensa cantidad de hombres y mujeres en el mundo que aún no han recibido el mensaje de salvación que ofrece el Evangelio, agobiados por el vacío de una existencia sin sentido, experimentó la misma impresión que sintió Jesús en su tiempo: “Viendo a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas sin pastor. Entonces dice a sus discípulos: ‘La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos; rogad, pues, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha’” (Mt 9,36-38). 
El domingo 4º de Pascua es siempre el del Buen Pastor, se lee Juan 10 dividido, según los ciclos. Este año, la primera parte: la referida a Cristo como puerta: "Tenemos entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús; contamos con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea de su carne" (Hb 10.19; Mt 27. 51). Es, pues, la misma humanidad pascual de Cristo la que se ha convertido en puerta de acceso al "santuario", a los bienes de la salvación, a "los pastos", a "la vida abundante". 
 
-«Yo soy la puerta» «Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor; he visto claro que por esta puerta hemos de entrar», escribía desenfadada Santa Teresa de Jesús. No hay otro camino que Cristo para llegar a Dios. Su humanidad es la puerta del templo. Cristo-Puerta. La puerta es una imagen entrañable y familiar; es una invitación a la relación y al encuentro; es signo de apertura. Cristo es, en primer lugar, puerta de Dios, porque nos facilita el acceso al Padre. «Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor» (Santa Teresa). 


Este IV domingo de pascua, celebramos en la Iglesia La Jornada Mundial de Oración por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.
El Papa Francisco presidió este domingo, 11 de mayo, la Santa Misa en la basílica de san Pedro la Santa Misa con la ordenación presbiteral de 13 diáconos. Entre ellos un venezolano, un chileno, un ecuatoriano y un brasileño, todos ellos del Colegio diocesano Redemptoris Mater. El Pontífice concelebra la eucaristía con el vicario di Roma cardenal Agostino Vallini y con los obispos auxiliares de la diócesis.
Es una 'homilía ritual' porque está en el misal, y las partes aquí puestas en negrita han sido añadidas por el Santo Padre:
Queridos hermanos, estos nuestros hermanos han sido llamados al Orden del Presbiterato

Como ustedes bien saben, el Señor Jesús es el solo sacerdote del Nuevo Testamento, pero él y todo el pueblo santo de Dios que fue constituido pueblo sacerdotal. No lo es menos para todos discípulos, y el Señor Jesús quiere discernir algunos particulares, porque ejercitando públicamente en la Iglesia en su nombre su ministerio sacerdotal a favor de todos los hombres, continuaran su personal misión de maestro, sacerdote y pastor.
Después de una atenta reflexión nosotros estamos por elevar al orden del presbiterado a estos nuestros hermanos, porque a (imagen) de Cristo maestro, sacerdote y pastor, cubran las necesidades del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, el pueblo de Dios y el templo santo del Espíritu.
Estos serán de hecho configurados a Cristo, sumo y eterno sacerdote, o sea come herederos sacerdotes del Nuevo Testamento, y este título que (fieles) al sacerdocio nel su obispo, serán predicadores del evangelio, pastores del pueblo de Dios, y presidirán las acciones de culto especialmente en la celebración del Sacrificio del Señor.
En cuanto ustedes, hermanos e hijos dilectísimos, que están por ser promovidos al Orden del presbiterio, consideren que ejercitando el ministerio de la Sagrada Doctrina, serán partícipes de la misión de Cristo, único maestro. Dispensen a todos aquella palabra que ustedes mismos recibieron con alegría de vuestras mamás y de vuestros catequistas. Lean y mediten asiduamente la palabra del Señor para que decir aquello que han leído, enseñar lo que han aprendido en la fe, para vivir aquello que han enseñado. Sea por lo tanto nutrición para el pueblo de Dios vuestra doctrina, que no es vuestra y ustedes no son dueños de la doctrina, es la doctrina del Señor y ustedes tiene que ser fieles a la doctrina del Señor.
Sea por lo tanto nutrición al pueblo de Dios vuestra doctrina. Alegría y apoyo a los fieles de Cristo y perfume de vuestra vida, para que con la palabra y el ejemplo edifiquen la casa de Dios y la Iglesia. Y así ustedes continuarán la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro ministerio el sacrificio ritual de los fieles vuelve hecho perfecto, porque adjunto al sacrificio de Cristo que por vuestras manos y en nombre de toda la Iglesia se ofrece en modo incruento en el altar en la celebración de los santos misterios, reconozcan por lo tanto lo que hacen, imiten lo que celebran porque participando al misterio de la muerte y resurrección del Señor lleven la muerte de Cristo en sus miembros y caminen en con él en unidad de vida.
Con el bautismo añadirán nuevos fieles al pueblo de Dios. Con el sacramento de la Penitencia perdonarán los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia.
Aquí quiero detenerme y pedirles por amor de Jesucristo, nunca se cansen de ser misericordiosos, por favor. Tengan esa capacidad de perdón que ha tenido el Señor, que no vino a condenar pero a perdonar. Tengan misericordia, tanta, y si les viene el escrúpulo de ser demasiado perdonadores, piensen en aquel santo cura del que les hablé, que iba delante del tabernáculo y decía: 'Señor, perdóname si he perdonado demasiado, pero eres tú que me has dado el mal ejemplo'. Es así. Y les digo de verdad, me da tanto dolor cuando encuentro gente que no va más a confesarse porque fue apaleada, mal retada, han sentido que las puertas de las iglesias se le cerraban en la cara. Por favor no hagan esto, misericordia, misericordia.
El Buen Pastor entra por la puerta, y la puerta de la misericordia son las llagas del Señor, y si ustedes no entran en vuestro ministerio por las llagas del Señor, no serán buenos pastores.
Con el oleo Santo darán alivio a los enfermos, celebrando los sacros ritos y elevando en los diversos horas del día la oración de alabanza y súplica, se harán voz del pueblo de Dios y de toda la humanidad.
Siendo conscientes de haber sido elegidos entre los hombres y constituidos en su favor para atender las cosas de Dios, ejerciten en letizia y caridad sinceridad la obra sacerdotal de Cristo, únicamente con la intención de agradar a Dios y no a ustedes mismos.
Y piensen a lo que decía san Agustín a los pastores que buscaban de gustarse a sí mismos: que usaban a las ovejas del señor como comida, para vestirse y para endosar la majestad de un ministerio que no se sabía si era de Dios.
Para concluir, participando a la misión de Cristo hecho pastor en comunión filial con vuestro Obispo, empéñense a unir a los fieles en una única familia, para conducirlos a Dios Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Tengan siempre adelante de sus ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, pero para servir y para intentar salvar aquello que estaba perdido.




 

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