domingo, 18 de mayo de 2014

REGINA COELI DEL V DOMINGO DE PASCUA: "La envidia y la murmuración no traerán nunca la paz".

Seguimos caminando en la Pascua.
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, éste es el mensaje central de hoy. Unas palabras que deben sonar con fuerza entre nosotros. Porque muchas personas viven sin camino: viven girando en torno a sí mismas y a sus pequeños intereses. Su vida es pura repetición: van añadiendo años a su vida, pero no saben infundir vida a sus años. Su existencia transcurre sin dirección ni horizonte: no tienen la experiencia de saberse guiados, sostenidos y orientados; su vida se reduce a andar y desandar…



Tenemos que descubrir que Cristo es un CAMINO que hay que recorrer, el único camino acertado para vivir intensamente, para buscar nuestra propia VERDAD, para acoger la VIDA hasta su última plenitud.
El Evangelio de hoy nos presentará un Jesús que se autocalifica como Camino, Verdad y Vida, y nos invita a seguir esa senda que es él mismo. La eucaristía celebrada entre hermanos es la realización más clara y concreta de ese ser camino, verdad y vida que Jesús es, y, al mismo tiempo, de aceptar esa realidad de Jesús por parte nuestra. Que nosotros nos reunamos para celebrar la memoria de la cena de Jesús con sus amigos el Jueves Santo significa que queremos seguir el camino-Jesús.
¿Cómo podemos saber el camino? Es la pregunta de Felipe a Jesús, en el texto evangélico de hoy y puede ser la misma pregunta de nosotros. Jesús le responde a Felipe y a nosotros con dos respuestas para la historia; la primera: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” y la segunda: “Quien me conoce a mí, conoce al Padre”. Jesús es la verdad y la vida, porque es el camino hacia el Padre, que es la Vida.


Miles de peregrinos procedentes de todo el mundo han estado esta mañana en la Plaza de San Pedro para rezar el Regina Coeli con el Papa Francisco, en este Domingo V de Pascua. Después de rezar esta oración mariana de este Tiempo glorioso por excelencia, Francisco ha querido saludar a todos los asistentes, con un recuerdo especial por las víctimas de las inundaciones en Los Balcanes.
 El papa Francisco expresó hoy su "pesar" por los damnificados en las inundaciones en Serbia, Bosnia-Herzegovina y Croacia que dejaron al menos 25 muertos, en lo que fue su último mensaje dominical en el Vaticano antes de su viaje a Tierra Santa.
"Mientras confío al Señor las víctimas de este desastre, les expreso mi cercanía personal a aquellos que están experimentando horas de angustia", señaló el pontífice sobre la crecida del agua que está afectando los Balcanes, la peor en un siglo.
"Quiero manifestar mi pesar a quienes viven estos momentos tan difíciles. Pedimos a la Virgen por estos hermanos y hermanas que se encuentran en dificultad", agregó en el mensaje previo al Regina Coeli, que sustituye al Ángelus dominical en tiempo de Pascua.
El papa visitará Amman (Jordania), Belén (Cisjordania) y Jerusalén (Israel) entre el 24 y el 26 de mayo en un viaje interreligioso que unirá a representes católicos, judíos y musulmanes.
Este será el segundo viaje internacional de Jorge Bergoglio como líder de la Iglesia Católica, después del de Brasil en julio del año pasado.



Texto completo en español de las palabras del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy la Lectura de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver cómo en la Iglesia de los orígenes también aparecen las primeras tensiones y desacuerdos. En la vida, los conflictos existen, el problema es cómo los afrontamos.

 Hasta ese momento la unidad de la comunidad cristiana se basaba en la pertenencia a una única etnia y cultura: la judía. Pero cuando el cristianismo, por voluntad de Jesús, se abre a todos los pueblos, se abre también al ámbito cultural griego, comienza a faltar esta homogeneidad y surgen las primeras dificultades. Aparece el descontento, hay quejas, comienzan los favoritismos y la disparidad en el trato. ¡Esto también sucede en nuestras parroquias! La ayuda de la comunidad a las personas necesitadas, viudas, huérfanos y pobres en general, parece privilegiar a los cristianos de origen judío en detrimento de los demás.

Entonces los Apóstoles sopesan la situación: convocan una reunión en la que participan también los discípulos y debaten juntos la cuestión. Los problemas, de hecho, no se resuelven disimulando que no existen. Es bella esta confrontación entre los pastores y el resto de los fieles. Se llega, por tanto, a una subdivisión de deberes. Los Apóstoles hacen una propuesta que es acogida por todos: ellos se dedicarán a la oración y al ministerio de la Palabra, mientras que siete hombres, los diáconos, se encargarán de los pobres. Estos siete no son elegidos porque son expertos en estos temas, sino por ser hombres honestos y de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría; y son constituidos para este servicio mediante la imposición de las manos por parte de los Apóstoles.

Y así, de ese descontento, de esas quejas, de esos favoritismos y disparidad en el trato se llega a una solución: confrontándose, discutiendo y rezando. Así se resuelven los conflictos en la Iglesia. Confrontando, discutiendo y rezando. Con la convicción de que las murmuraciones, los celos, las envidias no podrán traernos nunca la concordia, la armonía o la paz. Ha sido el Espíritu Santo el que terminó esta empresa, y esto nos hace entender que cuando dejamos al Espíritu Santo la guía, Él nos lleva a la armonía, la unidad y al respeto de los distintos dones y talentos ¿Habéis entendido bien? Nada de murmuraciones, nada de envidias ni de celos.


Que la Virgen María nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos estimarnos los unos a los otros y convergir cada vez más profundamente en la fe y en la caridad, teniendo el corazón abierto a la necesidad de los hermanos.

FUENTE: 




PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

PRIMERA SECCIÓN
«CREO»-«CREEMOS»

CAPÍTULO TERCERO
LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS



Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios
151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, «su Hijo amado», en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Señor mismo dice a sus discípulos: «Creed en Dios, creed también en mí» (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado» (Jn 1,18). Porque «ha visto al Padre» (Jn 6,46), él es único en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).

PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO

CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"

Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO

Los rasgos comunes en los Misterios de Jesús
516 Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14, 9), y el Padre: "Este es mi Hijo amado; escuchadle" (Lc 9, 35). Nuestro Señor, al haberse hecho hombre para cumplir la voluntad del Padre (cf. Hb 10,5-7), nos "manifestó el amor que nos tiene" (1 Jn 4,9) con los rasgos más sencillos de sus misterios.

TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO

SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

 CAPÍTULO SEGUNDO

«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
ARTÍCULO 8
EL OCTAVO MANDAMIENTO

«No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20, 16).
«Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos» (Mt 5, 33).
2464 El octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Este precepto moral deriva de la vocación del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral: son infidelidades básicas frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza.
I. Vivir en la verdad
2465 El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Pr 8, 7; 2 S 7, 28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). “Tu verdad, de edad en edad” (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el “Veraz” (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30).
2466 En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. “Lleno de gracia y de verdad” (Jn 1, 14), él es la “luz del mundo” (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, “permanece en su palabra”, para conocer “la verdad que hace libre” (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del “Espíritu de verdad” (Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf Jn 14, 26) y que conduce “a la verdad completa” (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: «Sea vuestro lenguaje: “sí, sí”; “no, no”» (Mt 5, 37).
2467 El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas [...], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2).
2468 La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.
2469 “Los hombres [...] no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En justicia, “un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3).
2470 El discípulo de Cristo acepta “vivir en la verdad”, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad” (1 Jn 1, 6).




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