Jesús acostumbra a presentar la identidad de Dios mediante imágenes que el pueblo entiende con facilidad: es luz que rompe las tinieblas, es padre bueno que acoge al hijo rebelde… Hoy nos habla de Dios bajo la imagen del sembrador y todos los que le escuchan saben de qué habla y qué implica su discurso: como el labriego espera que la semilla sembrada dé su fruto, así es Dios al poner su palabra en el corazón del hombre; puede que alguna semilla se pierda, pero la que da fruto lo da para siempre.
En medio de este periodo estival, miles de peregrinos han acudido esta mediodía a la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus con el Papa Francisco. En este ecuador del mes de julio y domingo XV del Tiempo Ordinario, Francisco se ha centrado en el Pasaje del Evangelio de este día centrado en la Parábola del sembrador. También ha guardado un minuto por la paz en el mundo.
El papa Francisco encabezó el domingo junto con miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro una oración en silencio para que se termine la guerra en Oriente Medio.
El pontífice pidió que haya paz en Tierra Santa durante su aparición dominical desde la ventana de su estudio ante turistas y peregrinos.
Dijo que no considera que hubiese sido "en vano" el encuentro por la paz al que convocó el 8 de junio en el Vaticano a donde acudieron los presidentes israelí y palestino.
Francisco, quien hizo una peregrinación a Oriente Medio en mayo, pidió a las personas evitar que "la violencia y el odio se impongan al diálogo y la reconciliación".
La semana pasada, Israel lanzó una ofensiva militar contra Hamas en la Franja de Gaza, mientras cohetes del grupo miliciano han alcanzado territorio israelí. El papa lamentó los recientes "trágicos sucesos".
La diplomacia internacional está buscando formas de poner fin a este conflicto armado.
El verdadero protagonista es la propia semilla, que produce más o menos fruto según el terreno sobre el que cae, explicó el Papa Francisco en la reflexión previa a la oración dominical del ángelus en la plaza de san Pedro en Roma, con miles de peregrinos que llegaron al mediodía para escucharlo y rezar a la Virgen con el Papa.
Su reflexión se inspiró en el Evangelio del día, de san Mateo, que nos muestra a Jesús que predica a la orilla del lago de Galilea, y como una gran multitud lo circunda, él sube en una barca, se aleja un poco de la orilla y predica desde allí, hablando en parábolas: un lenguaje comprensible para todos, con imágenes de la naturaleza y de la vida cotidiana, como la parábola del sembrador.
En este caso Jesús no se limitó a presentar la parábola, afirmó Francisco. “La semilla que cae sobre el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo acogen; así llega el Maligno y se lo lleva. De hecho el Maligno no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres. Este es la primera comparación. La segunda es aquella de la semilla que cae sobre las piedras: esta representa a las personas que escuchan la Palabra de Dios y la acogen enseguida, pero superficialmente, porque no tiene raíces y son inconstantes; y cuando llegan las dificultades y los tormentos, estas personas caen enseguida. El tercer caso es aquella de la semilla que cae entre las zarzas: Jesús explica que se refiere a las personas que escuchan la Palabra pero, a causa de las preocupaciones mundanas y de las seducciones de la riqueza, permanece sofocada. Finalmente, la semilla que cae en terreno fértil representa a cuantos escuchan la Palabra, la acogen, la cuidan y la comprenden, y esa da fruto. El modelo perfecto de esta tierra es la Virgen María”.
El sucesor de Pedro afirmó: “Esta parábola habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a los oyentes de Jesús dos mil años atrás. No recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor lanza incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué disposición la acogemos? ¿Cómo esta nuestro corazón? ¿A qué terreno se parece: a un camino, a un pedregal, a unas zarzas? Depende de nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, pero formado y cultivado con cuidado, para que pueda dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos”.
Tras el rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco se refirió a la dramática situación que está viviendo Tierra Santa, en donde la violencia ha provocado centenares de muertes. El Santo Padre ha recordado la oración conjunta por la paz con el patriarca Bartolomé y los presidentes israelí y palestino, dirigiendo un fuerte llamado a continuar rezando por el cese de toda hostilidad en estas tierras. En el vídeo de debajo de estas líneas se visualiza y escucha el llamado del Santo Padre y la oración por la paz, cuyo texto completo es el siguiente:
Dirijo a todos ustedes un firme llamado a continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la luz de los trágicos eventos de los últimos días. Tengo vivo todavía en la memoria el recuerdo del encuentro del 8 de junio pasado con el Patriarca Bartolomé, el Presidente Peres y el Presidente Abbas, junto a los cuales hemos invocado el don de la paz y escuchado la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia.
Alguien podría pensar que tal encuentro ha tenido lugar en vano. En cambio no, porque la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal ni a resignarnos a que la violencia y el odio predominen sobre el diálogo y la reconciliación.
Exhorto a las partes interesadas y a todos los que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional a no escatimar la oración y cualquier tipo de esfuerzo para hacer cesar toda hostilidad y conseguir la paz deseada para el bien de todos. E invito a todos a unirse en la oración.
«Ahora, Señor: ¡ayúdanos Tú!
¡Dónanos Tú la paz, enséñanos Tú la paz,
guíanos Tú hacia la paz!
Abre nuestros ojos y nuestros corazones
y dónanos el coraje de decir:
“¡nunca más la guerra!”; “¡con la guerra todo está destruido!”.
Infunde en nosotros el coraje de cumplir gestos concretos para construir
la paz.
Haznos disponibles para escuchar el grito de nuestros ciudadanos que nos
piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos
en confianza y nuestras tensiones en perdón.
Amén»
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
PRIMERA SECCIÓN
«CREO»-«CREEMOS»
CAPÍTULO SEGUNDO
DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE
III Cristo Jesús, «mediador y plenitud de toda la Revelación» (DV 2)
Dios ha dicho todo en su Verbo
65 "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. San Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2:
«Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra [...]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo 2,22,3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).
ARTÍCULO 3
LA SAGRADA ESCRITURA
II Inspiración y verdad de la Sagrada
Escritura
108 Sin embargo, la fe cristiana no es una «religión del Libro». El
cristianismo es la religión de la «Palabra» de Dios, «no de un verbo escrito y
mudo, sino del Verbo encarnado y vivo» (San Bernardo de Claraval, Homilia
super missus est, 4,11: PL 183, 86B). Para que las Escrituras no queden en
letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el
Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc
24, 45).TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
ARTÍCULO 2
NUESTRA VOCACIÓN A LA BIENAVENTURANZA
III. La bienaventuranza cristiana
1724 El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día, sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (cf la parábola del sembrador: Mt 13, 3-23).
CUARTA PARTE
LA ORACIÓN CRISTIANA
PRIMERA SECCIÓN
LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO LA TRADICIÓN DE LA ORACIÓN
ARTÍCULO 1
LAS FUENTES DE LA ORACIÓN
2652 El Espíritu Santo es el “agua viva” que, en el corazón orante, “brota para vida eterna” (Jn 4, 14). Él es quien nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo. Pues bien, en la vida cristiana hay manantiales donde Cristo nos espera para darnos a beber el Espíritu Santo.
La Palabra de Dios
2653 La Iglesia «recomienda insistentemente a todos sus fieles [...] la lectura asidua de la Escritura para que adquieran “la ciencia suprema de Jesucristo” (Flp 3,8) [...]. Recuerden que a la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras” (DV 25; cf. San Ambrosio, De officiis ministrorum, 1, 88).
2654 Los Padres espirituales parafraseando Mt 7, 7, resumen así las disposiciones del corazón alimentado por la palabra de Dios en la oración: “Buscad leyendo, y encontraréis meditando; llamad orando, y se os abrirá por la contemplación” (Guido El Cartujano, Scala claustralium, 2, 2).
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