domingo, 4 de agosto de 2013

Papa Francisco, Ángelus domingo 4 agosto 2013



VATICANO, 04 Ago. 13 / 09:54 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante la multitud de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó la “maravillosa etapa” vivida durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro (Brasil), y aseguró que “los jóvenes no siguen al Papa, siguen a Jesucristo, llevando su Cruz”.
 




El pasado domingo estaba en Río de Janeiro. Se concluía la Santa Misa y la Jornada Mundial de la Juventud. Pienso que todos juntos tenemos que dar gracias al Señor por el gran don que ha sido este evento, para el Brasil, para América Latina y para el mundo entero. Ha sido una etapa en la peregrinación de los jóvenes a través de los continentes con la Cruz de Cristo. Nunca tenemos que olvidar que las Jornadas Mundiales de la Juventud no son “fuegos de artificio”, finalizados en sí mismo; son etapas de un largo camino, iniciado en 1985, por iniciativa del Papa Juan Pablo II.
Él confió a los jóvenes la Cruz y dijo: ¡vayan y yo iré con ustedes! Y así fue; y esta peregrinación de los jóvenes continuó con el Papa Benedicto, y gracias a Dios también yo he podido vivir esta maravillosa etapa en Brasil.
Recordemos siempre: los jóvenes no siguen al Papa, siguen a Jesucristo, llevando su Cruz. Y el Papa los guía y acompaña en este camino de fe y de esperanza. Agradezco por esto a todos los jóvenes que han participado, incluso con sacrificios. Y agradezco al Señor también por los otros encuentros que tuve con los Pastores y el pueblo de aquel gran País que es el Brasil, como también con las autoridades y los voluntarios. El Señor recompense a todos aquellos que han trabajado para esta gran fiesta de la fe.
También quiero subrayar mi gratitud; muchas gracias a los brasileños, buena gente la del Brasil, un pueblo de gran corazón, no me olvido de su calurosa bienvenida, de sus saludos, de sus miradas, tanta alegría, un pueblo generoso, pido al Señor los bendiga tanto.
Quisiera pedirles que recen conmigo para que los jóvenes que han participado en la Jornada Mundial de la Juventud puedan traducir esta experiencia en su camino cotidiano, en los comportamientos de todos los días; y que puedan traducirlo también en elecciones importantes de vida, respondiendo a la llamada personal del Señor. 
Hoy en la liturgia resuena la palabra provocante de Qoèlet: «Vanidad de vanidades… todo es vanidad» (1,2). Los jóvenes son particularmente sensibles al vacío de significado y de valores que a menudo los circunda. Y lamentablemente pagan las consecuencias. En cambio, el encuentro con Jesús vivo, en su gran familia que es la Iglesia, llena el corazón de alegría, porque lo llena de vida verdadera, de un bien profundo, que no pasa y no se marchita: lo hemos visto en los rostros de los chicos de Río. Pero esta experiencia tiene que afrontar la vanidad cotidiana, el veneno del vacío que se insinúa en nuestra sociedad basada en el beneficio y en el tener, que ilusionan a los jóvenes con el consumismo.

El Evangelio de este domingo nos advierte justamente sobre el absurdo de basar la propia felicidad sobre el tener. El rico se dice a sí mismo: “Alma mía, tienes bienes almacenados… descansa, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dice: Necio esta misma noche morirás. Y aquello que has acumulado ¿para quién será?” (cfr Lc 12,19-20).
Queridos hermanos y hermanas la verdadera riqueza es el amor de Dios, compartido con los hermanos. Aquel amor que viene de Dios y hace que nosotros lo compartamos con nosotros; y nos ayudemos entre nosotros. El que hace la experiencia no teme la muerte y recibe la paz del corazón. 

Confiemos esta intención, esta intención de recibir el amor de Dios y compartirlo con los hermanos, a la intercesión de la Virgen María. 





Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Cura de Ars, San Juan María Vianney


 
Hoy la Iglesia celebra a San Juan Bautista María Vianney o Cura de Ars, por el nombre del pueblo en Francia donde sirvió durante 41 años. Fue un gran confesor, tenía el don de profecía, recibía ataques físicos del demonio, y vivió entregado a la mortificación y la oración. Es el patrón de los párrocos.
Su gran amor por la salvación de las almas lo llevaba a pasar cerca de 11 horas en el confesionario donde arrebata muchas almas al demonio que molesto lo atacó física y tangible por 35 años.
En febrero de 1818, recibió su traslado a Ars. El Vicario General le dijo: "no hay mucho amor en esa parroquia, tu le infundirás un poco". Cuando llegó por primera vez al lugar dijo una profecía, "la parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí".
Al ser un pueblo muy atraído por lo mundano cuando salía a orar por la pradera hablaba con los habitantes de las cosechas, el tiempo, sus familias, para ganarse la amistad. Se preocupaba por los pobres, tenía la virtud de la humildad.
Era desprendido de las cosas materiales, al punto que dormía en el suelo de su cuarto porque regaló la cama, comía papas y de vez en cuando un huevo hervido, siempre decía que “el demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".
Una vez el demonio hizo temblar su casa por 15 minutos, en otra ocasión quiso sacarlo de la Misa e incendió su cama pero el santo mandó a otras personas apagar el fuego y el no dejó el altar. Por horas hacía ruidos para no dejar dormir al santo, y hasta gritaba debajo de la ventana del santo: "Vianney, Vianney comepapas".
Una de las secuelas de la revolución en Francia, fue la ignorancia religiosa. Para remediarla pasaba noches enteras en la pequeña sacristía componiendo y memorizando sus sermones pero no tenía buena memoria y le costaba retener lo que escribía.
Instruía a los niños en el catecismo y luchó para que la gente no trabajara o estuviera en las tabernas los domingos. En una de sus homilías dijo que "la taberna es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe la armonía familiar”, logrando con el paso del tiempo que la taberna se cierre y la gente santificara el día del Señor.
Su popularidad fue creciendo y llegaban miles de personas al pueblo de todas partes para confesarse con él. En una ocasión cuando querían cambiarlo de pueblo, una señora escribió amenazando con estrangular al Vicario General si lo hacían. El último año de su vida llegaron más de 100 mil personas.
Le concedieron al pueblo el permiso de construir una Iglesia, lo que garantizaría la permanencia de santo. Su tierno amor por la Virgen María llevó a que consagre su Parroquia a la Madre de Dios. Hasta ahora se mantienen en el mismo lugar la estatua de la Virgen que él colocó en la entrada.
A las 2 a.m. del sábado 4 de Agosto de 1859, el Cura de Ars encomendó su alma a Dios. Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars. El 8 de Enero de 1905, el Papa Pío X lo Beatificó y en la fiesta de Pentecostés el 31 de mayo de 1925, el Papa Pío XI declaró a Juan María Bautista Vianney, santo.



VATICANO, 04 Ago. 13 / 10:11 am (ACI/EWTN Noticias).- Al concluir el rezo del Ángelus, el Papa Francisco expresó su saludo a los sacerdotes de todo el mundo, al celebrarse hoy la fiesta de su patrono, San Juan María Vianney.

“Querría garantizar un recuerdo especial a los párrocos y a todos los sacerdotes del mundo, porque hoy se recuerda su patrono, San Juan María Vianney”.

El Santo Padre aseguró a los sacerdotes que junto con él “estamos unidos en la oración y en la caridad pastoral”






(Tras la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)
Queridos hermanos y hermanas.
Los saludo a todos y les agradezco su presencia, a pesar del calor.


Estoy contento de saludarlos, en particular a algunos grupos juveniles: la Juventud Carmelitana de Croacia, los jóvenes de Sandón y Fossò, diócesis de Verona; a los de Mozzanica, diócesis de Cremona; aquellos de Moncalieri, que han hecho parte del camino a pie, y a los de Bérgamo, que han venido en bicicleta. ¡Gracias a todos!
Pero hay tantos jóvenes en la plaza, ¡esto parece Río de Janeiro!
Querría garantizar un recuerdo especial a los párrocos y a todos los sacerdotes del mundo, porque hoy se recuerda su patrono, San Juan María Vianney. Queridos hermanos, estamos unidos en la oración y en la caridad pastoral.
Mañana los romanos recordamos nuestra Madre, la Salus Populi Romani. Pidámosle a ella que nos custodie y ahora todos juntos la saludamos con un Ave María, todos juntos… ¡Vamos, un saludo a nuestra Madre, la Salus Populis Romani!
Me gusta recordar también, la fiesta litúrgica de la Transfiguración, que será pasado mañana, con un pensamiento de profunda gratitud para el Venerable Papa Pablo VI, que dejó este mundo la tarde del 6 de agosto de hace 35 años.
Queridos amigos, les deseo un buen domingo y un buen mes de agosto y buen almuerzo.




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