jueves, 1 de agosto de 2013

SAN CAYETANO - 7 AGOSTO





San Cayetano -

 Patrono del Trabajo






Historia de San Cayetano
San Cayetano nació en Vicenza (Venecia) en el año 1480 en el seno de una familia noble, su padre era el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto, su padre fallece cuando sus hijos eran pequeños.
Estudió Teología y Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Padua en 1504 y en 1506 se trasladó a Roma para realizar estudios sacerdotales, siendo nombrado secretario privado del Papa Julio II, quien muere en 1513 lo que decide a Cayetano abandonar el cargo y estudiar durante 3 años para ser sacerdote.
Funda en Roma una asociación de clérigos denominada Cofradía del Amor Divino y posteriormente regresa a Vicenza donde ingresa al oratorio de San Jerónimo para trabajar con las personas menos favorecidas, como los pobres y enfermos incurables del hospital. Lo mismo realizó en Venecia a la que se traslada en 1520, donde debido a que era un hombre de fortuna la cual compartía con los pobres, fue considerado fundador del hospital.
Debido al momento histórico que el pueblo cristiano estaba atravesando, como eran la corrupción en el seno de la Iglesia y la posterior aparición del protestantismo y la Reforma, Cayetano se dirige a Roma junto con el Obispo de Teato, Giampietro Caraffa, Bonifacio Colli y Pablo Consiglieri, con quienes funda una orden de clérigos regulares llamada la "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos que se da a los miembros de esa congregación , viene de Chieti, la teate Marrucinorum de los latinos, uno de los episcopados de Giampietro Caraffa), que tenía como finalidad principal la renovación del clero, la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos, siendo aprobada la creación de la orden por Clemente VII.
Luego de mucho esfuerzo y trabajo, Cayetano cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero".
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.

Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires en la fiesta de San Cayetano (Santuario de San Cayetano, Liniers, 7 de agosto de 2012) 
“Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo:
«No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron:
«Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”
(Mt 14, 13-21).
San Cayetano, bendecí nuestra Patria con pan y trabajo para todos 


Como todos los años, estamos de nuevo hoy aquí, para tener nuestro encuentro con el Santo amigo de Jesús y de su pueblo. Un encuentro de cercanía, de agradecimiento, de petición… ¡tantas cosas que traemos en el corazón! Y la petición que hacemos juntos este año es algo especial. No pedimos directamente “por favor, danos pan y trabajo”, sino “bendecinos con estos dones”. El pedido principal es una bendición: San Cayetano, bendecí nuestra Patria con pan y trabajo para todos.

A alguno quizá le parezca poca cosa hacer una cola tan larga para pedir sólo una bendición; y más todavía si el pedido es que nos bendiga con pan y trabajo. Es verdad que el trabajo está duro, cuesta conseguirlo; y el pan está caro (el más barato como a $7 el kilo). Pero hay algo más: si se fijan bien la bendición se agranda al comienzo y al final del pedido: donde decimos “nuestra patria” y “para todos”.

Así que venimos con un encargo importante, venimos en representación de todos a pedir la bendición grande que necesita nuestra patria. Hay gente que maldice “este país” o porque no le gustan algunas cosas o algunos de sus compatriotas. Nosotros no maldecimos. Puede ser que protestemos o que discutamos, pero no sólo no maldecimos sino que, como sentimos que nuestra bendición no basta, venimos a pedir la bendición de Dios: que bendiga nuestra Patria, en todos sus habitantes, en toda su historia y su geografía. Y a San Cayetano, que la bendiga con la bendición tan necesaria para una vida digna: con la bendición del pan y del trabajo para todos. 



Para todos…El evangelio dice que Jesús alzó los ojos al Cielo, bendijo los cinco pancitos y los pescados, los partió, los repartieron y “todos comieron hasta saciarse”. Que el Padre nos dé el pan nuestro y el trabajo de cada día es una bendición. Pero no sólo es una bendición cuando lo tenemos en la mano; ya desearlo para todos es una bendición. Abrir el corazón y sentir presentes a todos, como hermanos, es una bendición.

Indignarnos contra la injusticia de que el pan y el trabajo no lleguen a todos es una parte de la bendición. Colaborar con otros, partiendo y repartiendo nuestro pan, es la otra parte de la bendición que pedimos.

San Cayetano, bendecí nuestra Patria con pan y trabajo para todos. ¿Y saben por qué es una bendición desear y luchar para que haya pan y trabajo para todos? ¿Saben por qué? Porque este buen deseo y esta lucha le hacen bien al corazón, lo alegran, lo ensanchan, lo hacen latir con felicidad. Jesús lo decía así: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.

La justicia es la que alegra el corazón: cuando hay para todos, cuando uno ve que hay igualdad, equidad, cuando cada uno tiene lo suyo. Cuando uno ve que alcanza para todos, si es bien nacido, siente unafelicidad especial en el corazón. Ahí se agranda el corazón de cada uno y se funde con el de los otros y nos hace sentir la Patria. La Patria florece cuando vemos “en el trono a la noble igualdad”, como bien dice nuestro himno nacional. La injusticia en cambio lo ensombrece todo. Qué triste es cuando uno ve que podría alcanzar perfectamente para todos y resulta que no.

Nuestro pueblo tiene en el corazón esta bendición del todo, que es la que nos hace patria. Esa bendición se ve incluso en la humildad para mantener el todo aunque sea en un restito, como cuando decimos “si no alcanza para todos, al menos que alcance para todos los chicos” y colaboramos en el comedor infantil… Decir “todos los chicos” es decir todo el futuro. Decir “todos los jubilados” es decir toda nuestra historia. Nuestro pueblo sabe que el todo es mayor que las partes y por eso pedimos “pan y trabajo para todos”. Qué despreciable en cambio el que atesora sólo para su hoy, el que tiene un corazón chiquito de egoísmo y sólo piensa en manotear esa tajada que no se llevará cuando se muera. Porque nadie se lleva nada. Nunca ví un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre. Mi abuela nos decía: “la mortaja no tiene bolsillos”.

Jesús nos enseñó que cuando no nos sacamos el problema de encima y mandamos a cada uno a su casa, como querían los Apóstoles, sino que invitamos a que se sienten todos y partimos nuestro pan, nuestro Padre del cielo siempre nos bendice con el milagro de la multiplicación y alcanza para todos. Por eso venimos a pedir hoy esta bendición tan especial para nuestra patria. La necesitamos porque en la vida hay muchos que tiran cada uno para su lado, como si uno pudiera tener una bendición para él solo o para un grupo. Eso no es una bendición sino una maldición. Y fíjense qué curioso, el que tira para su lado y no para el bien común suele ser una persona que maldice: que maldice a los otros y que mal-dice las cosas: las dice mal, miente, inventa, dice la mitad…

Mientras caminamos en la fila, ensanchemos el alma con esta petición: “para todos”. Abramos el corazón para pedirla cuando toquemos al Santo y nos hagamos la señal de la cruz. Que San Cayetano nos convierta en personas que desean el bien para todos, personas que luchan y colaboran con Jesús para que esta bendición se haga realidad. Como los apóstoles, que se animaron a ensanchar el corazón cuando al principio querían que cada uno se fuera a su casa, y después colaboraron con el Señor en la tarea de repartir el pan y juntar lo que sobraba.

Le agradecemos a Jesús el haber traído esta bendición a nuestra tierra: él fue el primero en “desear el bien para todos”, sin exclusión de nadie. Fue el primero y asoció a muchos que hoy son nuestros santos, como San Cayetano, como nuestro Cura Brochero, santos porque no recortaron la bendición, gente de esa que “hace sentarse a todos” y “bendice y parte y reparte”. Que linda imagen: ser personas que bendicen y que parten y reparten. Y no ser de los que maldicen y juntan y juntan, y después no se van a poder llevar nada. Solamente nos llevamos lo que dimos, lo que repartimos, lo que compartimos.

San Cayetano, bendice nuestra patria con pan y trabajo para todos 



Se lo pedimos a nuestro Padre del Cielo: Padre, danos hoy a todos nuestro pan de cada día y que todos aceptemos la invitación a trabajar en esta viña tuya que es nuestra querida Patria Argentina. 
¡Oh glorioso San Cayetano Padre de la Providencia!,

no permitas que en mi casa me falte la subsistencia

y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal y humano.

¡Oh glorioso San Cayetano!,

Providencia, Providencia, Providencia.

(Aquí se pide la gracia que se desea conseguir)

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jaculatoria. Glorioso San Cayetano,
interceded por nosotros ante la Divina Providencia.



Dios de todo consuelo, Padre Misericordioso, que ves en los secretos y conoces nuestras necesidades, y alimentas a los pájaros del cielo y vistes los lirios del campo; te pedimos por intercesión de San Cayetano, que nos des fuerzas para arrepentirnos de nuestros pecados de modo que, viviendo en amistad con Dios y con todos nuestros hermanos, no nos falte el pan y el trabajo de cada día.Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.Amén


No hay comentarios:

Publicar un comentario