domingo, 14 de junio de 2015

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO DEL DOMINGO 14 DE JUNIO: “El amor de Dios hará brotar y crecer cada semilla de bien presente en la tierra”.



Domingo XI del Tiempo Ordinario. 
Atrás hemos dejado las grandes solemnidades del Tiempo Pascual y también las dos grandes fiestas que abren el Tiempo Ordinario: la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Iremos siguiendo a Cristo es su vida pública durante todos estos domingos. Se nos irá relatando la biografía de Jesús, domingo a domingo para que aprendamos a conocerle mejor, para que su enseñanza jalone nuestro recto camino de buenos cristianos.
 Hoy el Señor Jesús nos va a relatar las parábolas de las semillas. Una semilla es pequeña y mientras permanece en tierra el labrador no se apercibe de su crecimiento. Y así es la Palabra de Dios, cae en el corazón humano y con la ayuda del Espíritu Santo se fecunda, crece y da mucho fruto. La pequeñez primera de una semilla es la promesa de muchos y grandes frutos.


San Marcos reúne en el texto de su evangelio dos parábolas referidas a las semillas. Describe el Señor Jesús el camino de crecimiento de las mismas, a veces sin que el agricultor sepa bien como, para convertirse en árboles donde pueden anidar las aves. Así es la Palabra de Dios, que depositada como semilla en nuestros corazones va creciendo y creciendo hasta convertirse en un árbol firme.

A mediodía el Papa se asomó a la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, para rezar el Ángelus con los miles de peregrinos asistentes.
Previo al ángelus, el Papa comentó el Evangelio del domingo.
Al finalizar el sumo pontífice anunció que el próximo jueves se hará pública su encíclica sobre el cuidado de la creación.
- El Santo Padre recordó que el Evangelio del XI domingo del tiempo ordinario contiene dos breves parábolas: la de la semilla que germina y crece sola, y la del granito de mostaza. Se trata de imágenes del mundo rural – explicó Francisco – mediante las cuales Jesús presenta la eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nuestra esperanza y de nuestro compromiso en la historia.
También afirmó que la primera parábola destaca la confianza del campesino en el poder de la semilla y en la fertilidad de la tierra. Y tras recordar que en el lenguaje evangélico, la semilla es símbolo de la Palabra de Dios, el Obispo de Roma explicó que la segunda parábola nos muestra cómo es el Reino de Dios, a saber: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante que implica que seamos pobres y humildes de corazón y que más que en nuestras propias capacidades confiemos sólo en el poder del amor de Dios.
Porque como dijo el Papa, cuando vivimos así, a través nuestro irrumpe la fuerza de Cristo que transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hacer fermentar la entera masa del mundo y de la historia.
Además, Francisco reafirmó que de estas dos parábolas surge una enseñanza importante, que el Reino de Dios requiere nuestra colaboración, y, sobre todo, que es iniciativa y don del Señor, puesto que si ponemos nuestra débil obra frente a la complejidad de los problemas del mundo en la obra de Dios no debemos tener miedo de las dificultades, dado que la victoria del Señor es segura.
Después de recordar que el amor de Dios hará brotar y crecer cada semilla de bien presente en la tierra, lo que nos abre a la confianza y al optimismo, a pesar de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos, el Santo Padre invocó a la Santísima Virgen María, que ha escuchado como “tierra fecunda” la semilla de la divina Palabra, para que nos sostenga en esta esperanza.

Texto completo del Ángelus: El papa Francisco explica las parábolas del grano de trigo y de la semilla de mostaza

«Queridos hermanos y hermanas, 
¡buenos días!
 El Evangelio de hoy está formado por dos parábolas muy breves: la de la semilla que germina y crece por sí, y la del grano de mostaza (cfr Mc 4,26–34).
A través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia de la palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nuestra esperanza y de nuestro empeño en la historia.
En la primera parábola centra atención sobre el hecho que la semilla echada en la tierra, prende y se desarrolla por sí misma, sea que el campesino duerma o esté despierto. Él confía en la potencia interna de la misma semilla y en la fertilidad del terreno.
En el lenguaje evangélico la semilla es símbolo de la palabra de Dios, cuya fecundidad es invocada por esta parábola. Así como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra obra con la potencia de Dios en el corazón de quien la escucha. Dios ha confiado su Palabra a nuestra tierra, o sea a cada uno de nosotros, con nuestra concreta humanidad.
Podemos tener confianza, porque la palabra de Dios es palabra creadora, destinada a volverse 'el grano lleno en la espiga'. Esta parábola si es acogida, trae seguramente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través de caminos que no siempre podemos verificar y de una manera que no conocemos. Y de una manera que no sabemos.
Todo esto nos hace entender que es siempre Dios, que es siempre Dios quien hace crecer su Reino. Por esto rezamos tanto, 'Qué venga tu Reino'. Es él quien lo hace crecer, el hombre es su humilde colaborador, que contempla y se alegra de la acción creadora divina y espera con paciencia los frutos.
La palabra de Dios hace crecer, da vida. Y aquí quiero recordarles la importancia de tener el Evangelio, la Biblia al alcance de mano. El Evangelio pequeño en la cartera, en el bolsillo, de nutrirnos cada día con esta palabra viva de Dios. Leer cada día un párrafo del Evangelio o un párrafo de la Biblia. Por favor no se olviden nunca de esto, porque esta es la fuerza que hace germinar en nosotros la vida del Reino de Dios.
La segunda parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas está lleno de vida y crece hasta volverse 'más grande que todas las plantas de huerto'.
Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes.
Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia.
De estas dos parábolas nos viene una enseñanza importante: el Reino de Dios pide nuestra colaboración, si bien es sobretodo iniciativa y un don del Señor. Nuestra débil obra aparentemente pequeña delante de los problemas del mundo, si se inserta en la de Dios y no tiene miedo de las dificultades.
La victoria del Señor es segura, su amor hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y al optimismo a pesar de los dramas, las injusticias, y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque lo hace madurar el amor misericordioso de Dios.
La Virgen santa, que ha acogido como 'tierra fecunda' la semilla de la divina Palabra, nos sostenga en esta esperanza que nunca nos desilusiona».


El papa Francisco ha rezado el ángelus y después ha dicho las siguientes palabras
«Queridos hermanos y hermanas,
 hoy es la Jornada mundial de los donantes de sangre. Millones de personas contribuyen de manera silenciosa para ayudar a los hermanos en dificultad. A todos los donantes les expreso mi aprecio e invito a los jóvenes a que sigan su ejemplo.
Saludo a todos ustedes, queridos romanos y peregrinos: grupos parroquiales, familias y asociaciones. En particular saludo a los fieles que llegaron desde Debrecen (Hungheria), de Malta, de Houston (Estados Unidos) y de Panamá. Y de Italia a los files de Altamura, Angri, Treviso y Osimo. Un pensamiento especial a la comunidad de los rumanos católicos que viven en Roma y a los jóvenes de la confirmación de Cerea.
Saludo al grupo de recuerda a todas las personas que han desaparecido y les aseguro mi oración. Y estoy además cercano a todos los trabajadores que defienden de manera solidaria el derecho al trabajo, que es un derecho a la dignidad.
 Como ya ha sido anunciado, el jueves próximo será publicada una Carta Encíclica sobre la defensa de lo creado”, e invitó “a acompañar este evento con una renovada atención a la situación del degrado ambiental, pero también de recuperación de los propios territorios.
Esta encíclica está dirigida a todos. Recemos para que todos puedan recibir su mensaje y crecer en la responsabilidad hacia la casa común que Dios nos ha confiado».
Y a todos ustedes les deseo un buen domingo, y por favor no se olviden de rezar por mi. Y concluyó con su “buon pranzo e arrivederci”.


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