domingo, 15 de septiembre de 2013

Ángelus del Papa Francisco,domingo 15 septiembre 2013, 24 Domingo Tiempo Ordinario C



VATICANO, 15 Sep. 13 / 11:45 am (ACI/EWTN Noticias)
 Después del fenómeno que generó la beatificación del cura José Gabriel Brochero, el papa Francisco ocupó hoy un tramo del Ángelus dominical celebrado en Roma para recordar al "cura gaucho", y para pedir que se "multipliquen los sacerdotes que entreguen su vida al servicio de la evangelización".
En castellano, la única lengua distinta al italiano en la que habló hoy durante el Ángelus, el papa recordó que este sábado fue beatificado Brochero, sacerdote de la Diócesis de Córdoba.
En una lluviosa mañana en el Vaticano y ante numerosos fieles que lo escuchaban bajo sus paraguas, el Papa Francisco recordó las parábolas de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo, durante sus palabras previas al rezo del Ángelus, y aseguró que “la alegría de Dios es perdonar”.


 Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En la Liturgia de hoy se lee el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, que contiene las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y después la más amplia de todas las parábolas, típica de san Lucas, la del padre de los dos hijos, el hijo “pródigo” y el hijo que se cree justo. Que se cree santo.



Todas estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios. Dios es gozoso, es interesante esto, Dios es gozoso, y ¿cuál es la alegría de Dios? La alegría de Dios es perdonar, ¡la alegría de Dios es perdonar! Es la alegría de un pastor que encuentra a su ovejita; la alegría de una mujer que encuentra su moneda; es la alegría de un padre que vuelve a recibir en casa al hijo que se había perdido, que estaba como muerto y ha vuelto a la vida. Ha vuelto a casa. ¡Aquí está todo el Evangelio, aquí, eh, aquí está todo el Evangelio, está el Cristianismo! ¡Pero miren que no es sentimiento, no es “ostentación de buenos sentimientos”!
Al contrario, la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto. Y ésta es la alegría de Dios.
 Jesús es todo misericordia, Jesús es todo amor: es Dios hecho hombre. Cada uno de nosotros, cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida, cada uno de nosotros es ese hijo que ha desperdiciado su propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo.
Pero Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona jamás. Pero es un Padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel.
 Y cuando volvemos a Él, nos acoge como hijos, en su casa, porque no deja jamás, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor. Y su corazón está de fiesta por cada hijo que vuelve. Está de fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros, pecadores, va a Él y pide su perdón.
¿Cuál es el peligro? Es que nosotros presumimos que somos justos, y juzgamos a los demás. Juzgamos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores, condenarlos a muerte, en lugar de perdonar. ¡Entonces sí que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre! Como ese hermano mayor de la parábola, que en lugar de estar contento porque su hermano ha vuelto, se enoja con el padre que lo ha recibido y hace fiesta. Si en nuestro corazón no hay misericordia, la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios, incluso si observamos todos los preceptos, porque es el amor el que salva, no la sola práctica de los preceptos. Es el amor por Dios y por el prójimo lo que da cumplimiento a todos los mandamientos. Y esto es el amor de Dios, su alegría, perdonar. Nos espera siempre. Quizá alguien tiene en su corazón algo grave, pero he hecho esto, he hecho aquello, Él te espera, Él es Padre. Siempre nos espera.
Si nosotros vivimos según la ley del “ojo por ojo, diente por diente”, jamás salimos de la espiral del mal. El Maligno es astuto, y nos hace creer que con nuestra justicia humana podemos salvarnos y salvar al mundo.
En realidad, ¡sólo la justicia de Dios nos puede salvar! Y la justicia de Dios se ha revelado en la Cruz:
 la Cruz es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre este mundo. ¿Pero cómo nos juzga Dios? ¡Dando la vida por nosotros! He aquí el acto supremo de justicia que ha vencido de una vez para siempre al Príncipe de este mundo; y este acto supremo de justicia es precisamente también el acto supremo de misericordia. Jesús nos llama a todos a seguir este camino: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
Yo les pido una cosa ahora. En silencio, todos, pensemos, cada uno piense, en una persona con la que no estamos bien, con la cual estamos enojados y que no la queremos. Pensemos en esa persona y en silencio en este momento oremos por esta persona. Y seamos misericordiosos con esta persona.


Palabras del Papa tras el rezo mariano

Tras el rezo mariano del Ángelus, el Obispo de Roma ha recordado que ayer fue proclamado beato en Argentina, José Gabriel Brochero, sacerdote de la diócesis de Córdoba. “Llevado por el amor de Cristo se dedicó por entero a su rebaño, para llevar a todos el Reino de Dios, con inmensa misericordia y celo por las almas”, ha dicho el Papa. 
“Caminaba kilómetros y kilómetros cabalgando por las montañas, con su mula que se llamaba “mala cara” porque no era bonita (dijo el Papa)… e iba también bajo la lluvia, porque era valiente, como ustedes que están bajo esta lluvia... Al final de su vida este beato era ciego y leproso, pero lleno de alegría, la alegría del buen pastor, del Pastor misericordioso”. 

“Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando, casa por casa, las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios. Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo Beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al Cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el crucifijo, como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios”.
Luego, Francisco ha mandado un saludado especial a los participantes que hoy concluyen, en Turín, la Semana Social de los católicos italianos, sobre el tema "La familia, esperanza y un futuro para la empresa italiana". 

“Acojo con satisfacción -ha dicho- el firme compromiso que existe en la Iglesia en Italia con las familias y para las familias, que es un fuerte estímulo para las instituciones y para todo el país ¡Continúen por este camino!”

























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