miércoles, 30 de abril de 2014

CATEQUESIS DEL PAPA DEL 30 de Abril: EL DON DEL ENTENDIMIENTO "Invito a todos a dejar al Espíritu Santo rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro corazón, para hacer de nosotros verdaderos creyentes".





Un miércoles más el papa Francisco ha salido a la Plaza de San Pedro para compartir la mañana con los participantes en la audiencia general. El tiempo de primavera ha acompañado y la plaza podía verse repleta de peregrinos que con alegría y entusiasmo han recibido al Santo Padre a su llegada. Eran las 9.45 cuando Francisco ha cruzado el Arco de las Campanas subido al jeep descubierto.



En una soleada plaza de San Pedro repleta de fieles de diversas partes del mundo, muchos de los cuales terminan recién hoy su peregrinación por las recientes canonizaciones de san Juan XXII y san Juan Pablo II.

Durante los 20 minutos que ha pasado recorriendo la plaza, ha saludado a los fieles que gritaban y coreaban ¡Francisco, Francisco! agitando sus manos para saludarle. Todavía se podían ver muchas banderas polacas entre la multitud, de los peregrinos que han acudido a Roma para asistir a la canonización de su compatriota, san Juan Pablo II, del domingo 27 de abril.
A ellos les ha dicho, en el saludo en polaco al finalizar la catequesis que  "el testimonio de la fe" de Juan Pablo II "de la esperanza, de la caridad y de la confianza a la Divina Misericordia permanece en nosotros particularmente viva en estos días. Su intercesión sostenga la vida y las buenas intenciones de cada uno de vosotros, las preocupaciones y las alegrías de vuestros seres queridos, el desarrollo y el futuro sereno de la Iglesia en Polonia y de toda vuestra Patria".
Como ya es habitual, los niños son los absolutos protagonistas durante el recorrido de Francisco en papamóvil por la Plaza de San Pedro. En brazos de los hombres de seguridad del Papa, los más pequeños reciben una bendición especial del papa Francisco. Aunque, si el niño llora, Francisco pide que por favor no se lo acerquen, que se quede en brazos de sus padres y lo bendice desde ahí.

 En la Catequesis sobre los dones del Espíritu de Dios, el Obispo de Roma afrontó el don de inteligencia, explicando que no se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad intelectual de la cual podemos ser más o menos dotados. Sino que se trata "de una gracia que solo el Espíritu puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar la profanidad del pensamiento de Dios y de su designio de salvación". Aquello que ningún ojo vio, ni ningún oído escucho que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman, según el decir de san Pablo.
No es que uno tenga conocimiento pleno de Dios, explicó el Sucesor de Pedro, pero sí somos introducidos en la intimidad de Dios, para percibir todas las cosas como un don de su amor con nosotros.
El vicario de Cristo concluyó con un enérgico pedido:

"Invito a todos a dejar al Espíritu Santo rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro corazón, para hacer de nosotros verdaderos creyentes, capaces de gustar cuanto el Señor nos revela en su Palabra y de alegrarnos con su designio de amor en nuestras vidas. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas Gracias".




Texto completo

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
 Después de haber analizado la Sabiduría, como el primero de los siete dones del Espíritu Santo, hoy quisiera llamar la atención sobre el segundo don, la Inteligencia.

 No se trata en este caso de inteligencia humana, es decir de la capacidad intelectual de la que podamos estar más o menos dotados. Es un gracia que solo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su diseño de salvación.
El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los efectos de este don, ¿Qué hace este dpon del intelecto en nosotros? Pablo dice esto: "Lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni entraron en el corazón del hombre, Dios las ha preparado para los que le aman. Pero a nosotros Dios nos las ha revelado por medio del Espíritu" (1 Cor 2, 9-10). Esto, obviamente no significa que el cristiano pueda comprender cada cosa y tenga un conocimiento pleno del diseño de Dios: todo esto permanece a la espera de manifestarse con toda claridad cuando nos encontremos ante Dios y seamos verdaderamente una cosa sola con Él. Pero, como sugiere la misma palabra, el intelecto permite "intus legere", leer el interior. Este don nos hace entender las cosas como las hace Dios, como las entiende Dios, con la inteligencia de Dios. Uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia y va bien, pero entender una situación en profundidad como lo hace Dios es el efecto de este don. Jesús quiso enviarnos el Espíritu Santo para que tuviéramos este don, para que todos nosotros podamos entender las cosas como Dios lo hace, con la inteligencia de Dios. Es un buen regalo el que Dios nos ha hecho a todos nosotros. Es el don con el que el Espíritu santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del diseño de amor que Él tiene para nosotros.
Está claro que el don del intelecto está estrechamente conectado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor nos ha dicho y ha realizado. El mismo Jesús dijo a sus discípulos: "Os enviaré el Espíritu Santo y Él os hará entender lo que yo os he enseñado" Entender las enseñanzas de Jesús, entender la Palabra, el Evangelio, entender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo podemos entender con profundidad la Palabra de Dios y esto es un gran don, un gran don que debemos pedir y pedir juntos: dános Señor el don del intelecto.

Hay un episodio del Evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este don. Tras haber asistido a la muerte en cruz y a la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, desilusionados y afligidos, se van de Jerusalén y se vuelven a su pueblo de nombre Emaús. Mientras están en camino, Jesús resucitado se pone a su lado y empieza a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no son capaces de reconocerlo. Jesús camina con ellos, pero ellos están tan tristes y desesperados que no lo reconocen.
Cuando el Señor les explicas las Escrituras, para que comprendan que Él debía sufrir y morir para después resucitar, sus mentes se abren y en sus corazones vuelve a encenderse la esperanza (cfr Lc 24,13-27). Esto es precisamente lo que el Espíritu Santo opera en nosotros, nos abre la mente, nos la abre para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas. Importante el don del intelecto para nuestra vida cristiana. Pidamos al Señor que nos dé este don a todos nosotros, para entender, como Él lo hace, las cosas que nos suceden y para entender sobre todo las palabras del Evangelio ¡Gracias!



En el resumen que Francisco hace de la Catequesis en lengua española ha indicado:

"Queridos hermanos y hermanas 



 En esta Catequesis les hablaré del don del entendimiento (intelecto). No se trata de una cualidad intelectual natural, sino de una gracia que el Espíritu Santo infunde en nosotros y que nos hace capaces de escrutar el pensamiento de Dios y su plan de salvación. San Pablo dice que, por medio del Espíritu Santo, Dios nos revela lo que ha preparado para los que le aman. ¿Qué significa esto? No es que uno tenga conocimiento pleno de Dios, pero sí que el Espíritu nos va introduciendo en su intimidad, haciéndonos partícipes del designio de amor con el que teje nuestra historia. En perfecta unión con la virtud de la fe, el entendimiento nos permite comprender cada vez más las palabras y acciones del Señor y percibir todas las cosas como un don de su amor para nuestra salvación. 
Como Jesús a los discípulos de Emaús, el Espíritu Santo, con este don, abre nuestros ojos, incapaces por sí solos de reconocerlo, dando de este modo una nueva luz de esperanza a nuestra existencia".

A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española,  
"en particular a los grupos venidos de España, Honduras, México, Uruguay, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dejar al Espíritu Santo rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro corazón, para hacer de nosotros verdaderos creyentes, capaces de gustar cuanto el Señor nos revela en su Palabra y de alegrarnos con su designio de amor en nuestras vidas. 
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas Gracias".
Al concluir todos los saludos en todos las lenguas, el Santo Padre ha dirigido un pensamiento especial "a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados". El Pontífice ha recordado que ayer hemos celebrado la fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa. Por eso ha pedido "queridos jóvenes, aprended de ella a vivir con la conciencia recta de quien no cede a los compromisos humanos". A los enfermos les ha pedido "inspiraos en su ejemplo de fortaleza en los momentos de mayor dolor". Y finalmente, a los recién casados les ha exhortado a imitar "la fuerza de la fe de quien se fía de Dios".






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