domingo, 27 de abril de 2014

El “Regina Caeli” para terminar la fiesta de la fe



  Después de la solemne concelebración Eucarística, durante la cual se invocaron entre los santos, por primera vez, a San Juan XXIII y San Juan Pablo II, el Papa Francisco, tras agradecer la presencia de tantos fieles y autoridades, invitó a rezar a la Madre de Dios a través de la oración del Regina Caeli que sustituye el Ángelus en este tiempo pascual. Antes del rezo, el Papa pronunció unas breves palabras como conclusión de lo que llamó la “fiesta de la fe”, en las que agradeció la presencia de tantos fieles así como de los cardenales, obispos y dignatarios de tantos países que se habían unido al acto Igualmente agradeció la presencia de los peregrinos de Bérgamo y Cracovia a los que invitó a honrar la memoria de los nuevos santos siguiendo fielmente sus enseñanzas. 
Por qué rezamos el Regina Coeli y no el Ángelus en tiempo Pascual?



Durante el tiempo pascual, la Iglesia Universal se une en la oración del Regina Coeli o Reina del Cielo por la alegría, junto a la Madre de Dios, por la resurrección de su Hijo Jesucristo, hecho que marca el misterio más grande de la fe católica.
El rezo de la antífona de Regina Coeli fue establecida por el Papa Benedicto XIV en 1742 y reemplaza durante el tiempo pascual, desde la celebración de la resurrección hasta el día de Pentecostés, al rezo del Ángelus cuya meditación se centra en el misterio de la Encarnación.
De la misma manera que el Ángelus, el Regina Coeli se reza tres veces al día, al amanecer, al mediodía y al atardecer como una manera de consagrar su día a Dios y la Virgen María.
No se conoce el autor de esta composición litúrgica que se remonta al siglo XII y era repetido por los Frailes menores Franciscanos después de las completas en la primera mitad del siguiente siglo popularizándola y extendiéndose por todo el mundo cristiano.













 
Texto completo de la alocución del Papa Francisco antes de rezar el Regina Caeli 


“Queridos hermanos y hermanas, 


antes de concluir esta fiesta de la fe, ¡deseo saludar y darles las gracias a todos ustedes! Agradezco a los hermanos Cardenales y a los numerosísimos Obispos y sacerdotes de todas partes del mundo. Mi reconocimiento va a las Delegaciones oficiales de tantos países, venidas para rendir homenaje a dos Pontífices que han contribuido de manera indeleble a la causa del desarrollo de los pueblos y de la paz. Un agradecimiento especial va a las Autoridades italianas por su preciosa colaboración. ¡Con gran afecto saludo a los peregrinos de la Diócesis de Bérgamo y de Cracovia! Amadísimos, honren la memoria de dos Santos Papas siguiendo fielmente sus enseñanzas. Agradezco a todos los que, con gran generosidad han preparado estas jornadas memorables: a la Diócesis de Roma, con el Cardenal Vallini; al Ayuntamiento de Roma, con el Alcalde Ignazio Marino; a las fuerzas del orden y a las diversas Organizaciones; a las Asociaciones y a los numerosos voluntarios. ¡Gracias a todos! Mi saludo va a todos los peregrinos – aquí en la Plaza de San Pedro, en las calles adyacentes y en otros lugares de Roma –; así como también a cuantos están unidos a nosotros mediante la radio y la televisión; y gracias a los dirigentes y a los agentes de los media, que han dado a tantas personas la posibilidad de participar.  A los enfermos y a los ancianos, hacia los cuales los nuevos Santos estaban cerca de modo especial, llegue mi saludo especial. Y ahora nos dirigimos en oración a la Virgen María, que San Juan XXIII y San Juan Pablo II han amado como verdaderos hijos suyos”.
























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