Año de la Fe
Que la fe sea compañera de vida, compromiso a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.
Quiero anunciar en esta Celebración Eucarística que he decidido convocar un «Año de la Fe» que ilustraré con una carta apostólica especial. Este Año de la Fe comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo(Homilía de Benedicto XVI en la santa Misa para la nueva evangelización, 16 octubre 2011).
” PADRE CREO, PERO AUMENTA MI FE ”
Padre, creo pero aumenta mi fe
Padre, de todos los beneficios que
Jesús nos adquirió con sus sufrimientos,
el mayor de todos es que tú seas mi Padre.
Dios mío, fuente de toda vida y fuente de
mi vida, creo que eres mi Padre y que soy
tu hijo. Creo que tú me amas con un amor
sin límites y que por amor me has atraído a ti.
¡Creo, Padre, pero fortalece mi fe,
mi esperanza y mi amor!
Padre,
cuando la tormenta entenebrece
mi alma y acongoja mi corazón, tanto
más siento la urgencia de decirte:
¡Creo, Padre, en tu amor para conmigo!
Creo que de noche y de día velas por
mí y que ni siquiera un cabello de mi
cabeza se perderá, si tú no lo permites.
mi alma y acongoja mi corazón, tanto
más siento la urgencia de decirte:
¡Creo, Padre, en tu amor para conmigo!
Creo que de noche y de día velas por
mí y que ni siquiera un cabello de mi
cabeza se perderá, si tú no lo permites.
Creo que eres infinitamente sabio y
que conoces mejor que yo cuanto me conviene.
Creo que eres infinitamente poderoso y que
del mal puedes sacar bienes.
Creo que eres infinitamente bueno y que
haces que todo ceda en bien de los que te aman.
¡Creo, Padre, pero aumenta mi fe,
mi esperanza y mi amor!
Enséñame a descubrir tu amor de
Padre a través de todas las personas
y cosas que encuentre en mi vida.
Enséñame a dejarme conducir por
tu incomparable Providencia,
como un hijo que en la noche
sujeta la mano de su Padre.
Creo, Padre, pero aumenta mi fe,
mi esperanza y mí amor.
Amen.
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