domingo, 21 de septiembre de 2014

ANGELUS del domingo 21 de Septiembre: “Jóvenes, decid sí al encuentro y la solidaridad”



Este domingo el Señor se nos presentará como el Dueño de la Viña que a todas horas sale a buscarnos. Que recorre las calles todas las horas del día a ver si tiene suerte de encontrarnos, porque quiere dársenos sin medida.

El Evangelio de este Domingo, Jesús nos propone el ejemplo de un hombre rico que va en busca de aquellos que no tienen nada que hacer y pierden su tiempo, porque según ellos nadie les quiere contratar.
Dios sale una y otra vez en nuestra búsqueda a contrartarnos para trabajar en su viña, a cualquier hora de nuestra vida, esta siempre ahí para darnos una oportunidad de ocuparnos en la salvación de nuestra vida. Nadie podrá decir que no sirve para nada, ni de nunca haber sido llamado a trabajar en la tarea de extender este reino de vida.
Esta parábola nos muestra la generosidad de Dios para hacer el llamado, a unos les llama en la mañana, a otros al medio día y a otros ya bien entrada la tarde.
La paga final que nos dice el Evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta que no es la cantidad de servicio lo que cuenta, sino el amor con el que se hace. Todo lo que Dios nos da por su gracia, sin nosotros merecerlo. Lo que da no es paga, sino regalo; no es un salario, es una gracia santificante, que debe de animarnos a ser más fieles y mas santos.
El cristiano no debe de ir buscando un salario sino que debe de trabajar en la alegría de servir a Dios y a sus semejantes. No hay para el trabajo evangelizador que pensar en términos de compensaciones. Todos tenemos que aprender de la bondad de Dios. Trabajar por el evangelio es un honor. Es un honor sentirse llamado a participar en la aventura de acercarse a los demás a la presencia de Dios, aunque esto represente soportar el peso del día.



El papa Francisco al concluir la misa este domingo 21 en la Plaza Madre Teresa, en Tirana, la capital de Albania, rezó el ángelus y dirigió las siguientes palabras a los varios miles de personas allí presentes.
 Antes de terminar la liturgia dominical, Francisco saludó a todos los presentes venidos de Albania y de otros países vecinos para darles las gracias por su presencia y testimonio de fe. Pero quiso hablar de modo especial a los jóvenes. ''Dicen que Albania es el país más joven de Europa'', comentó sonriendo el Papa, para invitarlos a ''cimentar su existencia en Jesucristo''.
''Quien pone su fundamento en Cristo -afirmó- edifica sobre roca, porque Él siempre permanece fiel, incluso aunque nosotros seamos infieles Jesús nos conoce mejor que nadie; cuando nos equivocamos, no nos condena, sino que nos dice: ''Anda, y en adelante no peques más''. Queridos jóvenes, vosotros sois la nueva generación de Albania, el futuro de la patria. Con la fuerza del Evangelio y el ejemplo de vuestros antepasados y de los mártires, decid no a la idolatría del dinero, no a la engañosa libertad individualista, no a las dependencias y a la violencia; y decid sí, en cambio, a la cultura del encuentro y de la solidaridad, sí a la belleza inseparable del bien y de la verdad; sí a la vida entregada con magnanimidad y fidelidad en las pequeñas cosas. Así construiréis una Albania y un mundo mejor, siguiendo las huellas de vuestros antepasados, también de los que hoy sacan adelante a Albania.''
  Y antes de rezar el ángelus el Papa invocó a la Virgen Madre, venerada en Albania sobre todo con el título de “Nuestra Señora del Buen Consejo”. ''Me acerco espiritualmente a su Santuario de Escútari, al que tanta devoción tenéis -dijo-y pongo en sus manos toda la Iglesia en Albania y todo el pueblo albanés, particularmente las familias, los niños y los ancianos, que son la memoria viva del pueblo. La Virgen María os lleve, “juntos con Dios, hacia la esperanza que no defrauda”. 


Queridos hermanos y hermanas,

Antes de que acabe esta celebración, me gustaría dirigir un saludo a todos ustedes, venidos de Albania y de otros países vecinos. Les agradezco su presencia y el testimonio que dan de su fe.
En especial a ustedes, jóvenes, los invito a cimentar su existencia en Jesucristo: quien pone su fundamento en Cristo edifica sobre roca, porque Él siempre permanece fiel, incluso aunque nosotros seamos infieles (cf. 2 Tm 2,13). Jesús nos conoce mejor que nadie; cuando nos equivocamos, no nos condena, sino que nos dice: «Anda, y en adelante no peques más» (Jn 8,11).

  Queridos jóvenes, ustedes son la nueva generación de Albania. Con la fuerza del Evangelio y el ejemplo de los mártires, digan no a la idolatría del dinero, no a la engañosa libertad individualista, no a las dependencias y a la violencia; y digan sí, en cambio, a la cultura del encuentro y de la solidaridad, sí a la belleza inseparable del bien y de la verdad; sí a la vida entregada con magnanimidad y fidelidad en las pequeñas cosas. Así construirán una Albania y un mundo mejor.
Dirijámonos ahora a la Virgen Madre, que veneran sobre todo con el título de “Nuestra Señora del Buen Consejo”. Me acerco espiritualmente a su Santuario de Escútari, al que tanta devoción tienen, y pongo en sus manos toda la Iglesia en Albania y todo el pueblo albanés, particularmente las familias, los niños y los ancianos. La Virgen María los lleve, “juntos con Dios, hacia la esperanza que no defrauda”.





PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"

Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO



El anuncio del Reino de Dios
543 Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10, 5-7), este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8, 11; 28, 19). Para entrar en él, es necesario acoger la palabra de Jesús:
«La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (LG 5).
544 El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para "anunciar la Buena Nueva a los pobres" (Lc 4, 18; cf. Lc 7, 22). Los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5, 3); a los "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11, 25). Jesús, desde el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc 2, 23-26; Mt 21,18), la sed (cf. Jn 4,6-7; 19,28) y la privación (cf. Lc 9, 58). Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino (cf. Mt 25, 31-46).
545 Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: "No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Mc 2, 17; cf. 1 Tim 1, 15). Les invita a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos (cf. Lc 15, 11-32) y la inmensa "alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta" (Lc 15, 7). La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida "para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).
546 Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino (cf. Mt 22, 1-14), pero exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13, 44-45); las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21, 28-32). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cf. Mt 13, 3-9)? ¿Qué hace con los talentos recibidos (cf. Mt 25, 14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para "conocer los Misterios del Reino de los cielos" (Mt 13, 11). Para los que están "fuera" (Mc 4, 11), la enseñanza de las parábolas es algo enigmático (cf. Mt 13, 10-15).

TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU

CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

ARTÍCULO 2
NUESTRA VOCACIÓN A LA BIENAVENTURANZA

I. Las bienaventuranzas
1716 Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.


(Mt 5,3-12)
1723 La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor:
«El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad [...] Todo esto se debe a la convicción [...] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro [...] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración» (Juan Enrique Newman, Discourses addresed to Mixed Congregations, 5 [Saintliness the Standard of Christian Principle]).
1724 El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día, sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (cf la parábola del sembrador: Mt 13, 3-23).





No hay comentarios:

Publicar un comentario