Miles de
peregrinos han asistido a la Audiencia del Papa Francisco esta mañana en la
Plaza de San Pedro como cada miércoles. El Santo Padre, que acaba de regresar
de su estancia en los Santos Lugares, ha reflexionado sobre lo que ha supuesto
para él este viaje a la Tierra de Jesús, en su catequesis, pidiendo
especialmente por la paz. Finalmente ha hecho un breve resumen en los principales
idiomas, saludando a todos los presentes e impartiendo su Bendición Apostólica,
extensiva especialmente a los enfermos y también a todos los objetos que
portaban los presentes para tal fin.
En su
catequesis de hoy miércoles 28 de mayo, el Papa Francisco dijo que en
su peregrinación a Tierra Santa fue una verdadera gracia del Señor, "he
querido llevar una palabra de esperanza ¡pero también la he recibido a su vez!
La he recibido de hermanos y hermanas que 'esperan contra toda esperanza' (Rm.4,
18), a pesar de tantos sufrimientos", como aquel de los que han tenido que
huir de su país y el de los discriminados y despreciados a causa de su fe.
El
Sucesor de Pedro llamó "tierra bendita", a la que "ha visto la
presencia histórica de Jesús y donde se han verificado los eventos fundamentales
para el Hebraísmo, el Cristianismo y el Islam", y recordó los tres
objetivos de su peregrinación. Primero: conmemorar con el Patriarca Bartolomeo
el 50 aniversario del histórico encuentro entre Pablo VI y el Patriarca
Atenágoras, también en Tierra Santa. Segundo: animar el proceso de paz en
Oriente Medio, invitando en nombre de Dios y de los hombres a ser artesanos del
Paz; agradeciendo a las autoridades los esfuerzos en favor de los refugiados y
su compromiso por apaciguar los conflictos. El Pontífice recordó también su
invitación a los presidentes de Israel y Palestina a venir al Vaticano para
rezar juntos por la paz. Y explicó que el tercer propósito fue confirmar en la
fe a las comunidades cristianas que sufren tanto, y expresarles la gratitud de
la Iglesia por su valiente presencia en Oriente Medio y su impagable testimonio
de esperanza y caridad.
El
Vicario de Cristo insistió a la multitud de fieles y peregrinos reunidos en la
Plaza del Santuario de San Pedro en Roma para la catequesis, con su pedido de
oración por los cristianos de Tierra Santa, por la paz en Medio Oriente y por
la unidad de los cristianos.
Texto
completo de la Catequesis del Papa en español
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
En los
últimos días, como ustedes saben, peregriné a Tierra Santa. Ha sido un gran Don
para la Iglesia, y le doy gracias a Dios.
Él me guió en aquella Tierra bendita,
¡tierra bendita! que vio la presencia histórica de Jesús y donde se han
verificado eventos fundamentales para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam.
Deseo renovar mi cordial agradecimiento a Su Beatitud el Patriarca Fouad Twal,
a los obispos de los diversos ritos, a los sacerdotes, a los franciscanos de la
Custodia de Tierra Santa. ¡Pero estos franciscanos son buenos! El trabajo de
ellos, los que ellos hacen es buenísimo. Mi gratitud se dirige también a la
Autoridades de Jordania, de Israel y Palestina, que me acogieron con tanta
cortesía, diría también con amistad, así como a todos los que han colaborado
para lograr la visita.
1). El
propósito principal de esta peregrinación fue conmemorar el 50 aniversario del
histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Aquella
fue la primera vez que un sucesor de Pedro visitó Tierra Santa: Pablo VI
inauguraba así, durante el Concilio Vaticano II, los viajes extra italianos de
los Papas en la época contemporánea.
Ese gesto profético del Obispo de Roma y
del Patriarca de Constantinopla marcó un hito en el camino sufrido pero
prometedor para la unidad de todos los cristianos, que desde entonces ha
logrado avances significativos. Por esto es que mi encuentro con Su Santidad
Bartolomé, amado hermano en Cristo, ha representado el punto culminante de la
visita. Juntos rezamos en el Sepulcro de Jesús, y con nosotros estaban el Patriarca
Greco-Ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III y el Patriarca Armenio Apostólico
Nourhan, así como arzobispos y obispos de diferentes iglesias y comunidades,
autoridades civiles y muchos de los fieles. En aquel lugar donde resonó el
anuncio de la Resurrección, sentimos toda la amargura y el sufrimiento de las
divisiones que aún existen entre los discípulos de Cristo. Y de verdad esto
hace tanto mal, mal al corazón ¡estamos todavía divididos! En aquel lugar donde
precisamente ha resonado el anuncio de la Resurrección, donde Jesús nos da la
vida, ¡todavía nosotros estamos un poco divididos!
Pero,
sobre todo, en aquella celebración, cargada de mutua fraternidad, de estima y
de afecto, percibimos, fuerte, la voz del Buen Pastor Resucitado, que quiere
hacer de todas sus ovejas un solo rebaño; sentimos el deseo de sanar las
heridas aún abiertas y proseguir con tenacidad el camino hacia la plena
comunión. Una vez más, como lo han hecho los Papas anteriores, yo pido perdón
por lo que nosotros hemos hecho para favorecer esta división y pido al Espíritu
Santo que nos ayude a sanar las heridas que nosotros hemos provocado a los
otros hermanos. Todos somos hermanos en Cristo y con el Patriarca Bartolomé
somos amigos, hermanos y hemos compartido las ganas de caminar juntos, de hacer
todo lo que desde hoy podemos hacer, rezar juntos, trabajar juntos por el
rebaño de Dios, buscar la paz, custodiar la creación. Tantas cosas que tenemos
en común. Y como hermanos tenemos que seguir adelante.
2). Otro
de los propósitos de esta peregrinación fue el de animar, en aquella región, el
camino hacia la paz, que es al mismo tiempo un don de Dios y compromiso de los
hombres. Lo hice en Jordania, Palestina, e Israel. Y lo hice siempre como
peregrino, en el nombre de Dios y del hombre, llevando en el corazón una gran
compasión por los hijos de aquella Tierra ¡que desde hace demasiado tiempo
conviven con la guerra y que tienen el derecho de conocer finalmente días de
paz!
Por ello
insté a los fieles cristianos a dejarse "ungir" con corazón abierto y
dócil por el Espíritu Santo, para ser cada vez más capaces de gestos de
humildad, de fraternidad y de reconciliación. ¡Humildad, fraternidad,
reconciliación! El Espíritu hace posible tomar estas actitudes en la vida
cotidiana, con personas de diferentes culturas y religiones, para llegar a ser
así "artesanos" de la paz. La paz se construye artesanalmente. No hay
industrias de paz. Se hace cada día artesanalmente y también con el corazón
abierto para que venga el donde Dios. Por esto, he exhortado a los fieles
cristianos a dejarse ungir.
En
Jordania di las gracias a las Autoridades y al pueblo por sus esfuerzos en la
acogida de numerosos refugiados provenientes de las zonas de guerra, un
esfuerzo humanitario que merece y requiere el continuo apoyo de la Comunidad
internacional. He quedado impresionado por la generosidad del pueblo jordano
para recibir a los refugiados, tantos que huyen de la guerra en aquella zona.
Que el Señor bendiga este pueblo acogedor, lo bendiga tanto. Y nosotros tenemos
que rezar para que el Señor bendiga esta acogida y pedir a todas las
instituciones internacionales que ayuden a este pueblo en este trabajo de
acogida que realiza. También durante la peregrinación en otros lugares, animé a
las Autoridades competentes a que continúen sus esfuerzos para aliviar las
tensiones en la zona de Oriente Medio, sobre todo en la martirizada Siria, así
como que prosigan con la búsqueda de una justa solución al conflicto
palestino-israelí. Por eso invité al Presidente de Israel y al Presidente de
Palestina, ambos hombres de paz y constructores de paz, a venir al Vaticano
para rezar conmigo por la paz. Y por favor, les pido a ustedes que no nos dejen
solos: ¡ustedes recen, recen tanto para que el Señor nos de la paz, nos de la
paz en aquella tierra bendita! Cuento con sus oraciones. Recen fuerte en este
tiempo, recen tanto para que llegue la paz.
3). Esta
peregrinación a Tierra Santa ha sido también ocasión para confirmar en la fe a
las comunidades cristianas, que sufren tanto, y expresé la gratitud de toda la
Iglesia por la presencia de los cristianos en aquella zona y en todo el Medio
Oriente.
Estos hermanos nuestros son valientes testigos de esperanza y de
caridad, "sal y luz" en aquella Tierra. Con su vida de fe y de
oración y con la apreciada actividad educativa y asistencial, ellos obran en
favor de la reconciliación y del perdón, contribuyendo al bien común de la
sociedad.
Con esta
peregrinación, que ha sido una verdadera gracia del Señor, he querido llevar
una palabra de esperanza, pero a su vez, ¡también la he recibido! La he
recibido de los hermanos y hermanas que esperan "contra toda
esperanza" (Rm 4,18), a pesar de tantos sufrimientos, como el de aquellos
que han tenido que huir de su propio país a causa de los conflictos; como el de
cuántos en diversas partes del mundo, son discriminados y despreciados a causa
de su fe en Cristo. ¡Continuemos a estarles cerca! Recemos por ellos y por la
paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente. Que la oración de toda la Iglesia
sostenga también el camino hacia la plena unidad entre los cristianos, para que
el mundo crea en el amor de Dios, que en Jesucristo, ha venido a habitar en
medio de nosotros.
Y los invito a todos ahora a rezar juntos, a rezar juntos a
la Virgen, Reina de la Paz, Reina de la unidad entre los cristianos, la mamá de
todos los cristianos: que Ella nos de paz, a todo el mundo, y que Ella nos
acompañe en este camino de unidad. (Ave María)...