El amó al mundo hasta el extremo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos.
El amor y la misericordia de Dios son incondicionales. A pesar de nuestras reiteradas infidelidades, Él nos da el perdón y la salvación.
La
Palabra de Dios nos exhorta a buscar a Dios, a caminar con El y a ser sus
testigos.
San Juan
nos presenta a Cristo como el Mediador entre Dios y los seres humanos. El salvó
al mundo muriendo en la cruz para resucitar después. Los que creemos en Cristo
tendremos con Él la vida eterna.
Miles de peregrinos se han desplazado esta mediodía hasta la Plaza de San Pedro, en Roma, para rezar el Ángelus con el Papa Francisco en este IV Domingo de Cuaresma, también llamado Laetare, término latino que significa alegría, porque nos acercamos al Misterio de la Pascua, que es la Salvación.
Durante su alocución, el Pontifice reflexionó sobre el Pasaje de la visita que hizo el magistrado del Sanedrín, Nicodemo, a Cristo y que se proclama en el Evangelio de este día. Tras el Ángelus, el Santo Padre tuvo un recuerdo para los cristianos que han sido asesinados en Pakistán.
Queridos hermanos y hermanas,
El Evangelio de hoy nos propone las palabras pronunciadas por Jesús a Nicodemo: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16). Escuchando esta palabra, volvemos nuestros corazones a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y nos ama tanto! Esta es la expresión más simple que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites.
Este amor Dios lo demuestra sobretodo en la creación, como proclama la liturgia, en la Plegaria Eucarística IV: "Ha dado origen al universo para derramar su amor sobre todas las criaturas y alegrarla con el esplendor de su luz." En el origen del mundo hay sólo el amor libre y gratuito del Padre. San Ireneo escribe: "Dios no creó a Adán porque necesitaba del hombre, sino para tener a alguien a quien donar sus beneficios" (Adversus haereses, IV, 14, 1).
Así continúa la Plegaria Eucarística IV: " Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos”. Al igual que en la creación, incluso en las etapas sucesivas de la historia de salvación se destaca el amor gratuito de Dios: el Señor escoge a su pueblo, no porque se lo merecen, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos. Y cuando fue “la plenitud de los tiempos", aunque si los hombres habían roto en varias ocasiones la alianza, Dios, en lugar de abandonarlos, ha establecido con ellos un vínculo nuevo, en la sangre de Jesús - el vínculo de la alianza nueva y eterna - una vínculo que nada podrá romper.
San Pablo nos recuerda: " Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo " (Ef 2,4). La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado "hasta el extremo" (Jn 13,1), es decir, no sólo hasta el último momento de su vida terrena, sino al extremo límite del amor. Si en la creación el Padre ha dado pruebas de su inmenso amor al darnos la vida, en la pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: él vino a sufrir y morir por nosotros.
Después de la muerte y resurrección de Jesús, "el amor de Dios - siempre dice San Pablo - ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom 5,5). El Espíritu Santo obra en la Iglesia y a través de ella asegura la memoria viva de Cristo, y funciona en todas partes, incluso fuera de la Iglesia, acrecentando los valores de la auténtica humanidad. El Espíritu de amor nos permite capaz de amar a Dios y al prójimo. El Signo más santo y más eficaz de este amor es la Eucaristía, el memorial de la Pascua de Jesús: cada vez que la celebramos nosotros revivimos el evento del Calvario, cumbre de la historia de amor de Dios con la humanidad.
María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. No esté cerca en momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro camino cuaresmal sea experiencia de perdón, de aceptación y de caridad.
DESPUÉS DEL ANGELUS
Queridos hermanos y hermanas, con dolor, con mucho dolor me enteré de los actos terroríficos de hoy contra dos iglesias de la ciudad de Lahore en Pakistán que han provocado numerosos muertos y heridos. Son iglesias cristianas, los cristianos son perseguidos, nuestros hermanos versan la sangre sólo porque son cristianos.
Mientras aseguro mis plegarias por las víctimas y sus familias, pido al Señor, imploro all Señor, fuente de todo bien el don de la paz y la concordia para este país. Y que esta persecución contra los cristianos que el mundo trata de esconder termine y haya paz.
Dirijo un cordial saludo a usted fieles de Roma y a todos los que vinieron de tantas partes del mundo.
Saludo a los peregrinos de Granada y Málaga, España; así como los de Mannheim, Alemania.
Saludo a los grupos parroquiales de Perugia, Pordenone, Pavía, San Giuseppe all'Aurelio en Roma y de la diócesis de Piacenza-Bobbio.
Un saludo especial a los chicos de Serravalle Scrivia, Rosolina y Zingonia Verdellino-que se preparan para recibir la Confirmación; a los de la diócesis de Lodi y el decanato romano-Vittoria en Milan que hacen en Roma la "promesa" de seguir a Jesús. Saludo también a los ministrantes de Besana in Brianza.
Saludo a los diversos grupos de voluntarios que se unidos en el compromiso de solidaridad, participan en el evento "Juntos por el bien común."
Estoy cerca a la población de Vanuatu, en el Océano Pacífico, golpeada por un fuerte ciclón. Rezo por los difuntos, los heridos y los que quedaron sin hogar. Doy las gracias a todos aquellos que enseguida se movilizaron para llevar alivio y ayuda.
Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. Buena almuerzo y adiós!
El Papa Francisco anunció este viernes 13 de marzo en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario. Este Jubileo comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
El Pontífice anunció el Año Santo así: “queridos hermanos y hermanas, he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: 'Seamos misericordiosos como el Padre'”.
“Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino”.
El anuncio, que coincide con el segundo aniversario de su elección como Sucesor de San Pedro, lo realizó el Santo Padre durante la homilía que pronunció en la celebración penitencial con la que dio inicio a la iniciativa “24 horas para el Señor”, alentada y a cargo del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización.
La iniciativa ha sido acogida en todo el mundo con el fin de promover la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.
El Jubileo de la Misericordia busca resaltar además la importancia y la continuidad del Concilio Vaticano II, que concluyó hace 50 años.
La misericordia es uno de los temas más importantes en el pontificado del Papa Francisco quien ya como obispo escogió como lema propio “miserando atque eligendo”, que puede traducirse como “Lo miró con misericordia y lo eligió” o “Amándolo lo eligió”.
El desarrollo de este Año se hará notar en numerosos aspectos. Las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio de Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia”.
Este apelativo al evangelista que no conoció en persona a Cristo viene dado por ser el único que relata algunas de las parábolas más emblemáticas, como la del hijo pródigo, la del buen samaritano o la oveja perdida.
En el Domingo de la Divina Misericordia -fiesta instituida por San Juan Pablo II, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua- se leerá y publicará la bula del Año Santo junto a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 1
CREO EN DIOS
III Dios, "El que es", es verdad y amor
214 Dios, "El que es", se reveló a Israel como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy gracias a tu Nombre por tu amor y tu verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). Él es la Verdad, porque "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1,5); él es "Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4,8).
Dios es Amor
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO TERCERO
LA SALVACIÓN DE DIOS:
LA LEY Y LA GRACIA
ARTÍCULO 1
LA LEY MORAL
«¿Dónde, pues, están inscritas [estas normas] sino en el libro de esa luz que se llama la Verdad? Allí está escrita toda ley justa, de allí pasa al corazón del hombre que cumple la justicia; no que ella emigre a él, sino que en él pone su impronta a la manera de un sello que de un anillo pasa a la cera, pero sin dejar el anillo» (San Agustín, De Trinitate, 14, 15, 21).
La ley natural «no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta ley, Dios la ha dado al hombre en la creación. (Santo Tomás de Aquino, In duo pracepta caritatis et in decem Legis praecepta expositio, c. 1).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
CAPÍTULO SEGUNDO
«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
ARTÍCULO 8
EL OCTAVO MANDAMIENTO
I. Vivir en la verdad
2465 El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Pr 8, 7; 2 S 7, 28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). “Tu verdad, de edad en edad” (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el “Veraz” (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30).
2466 En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. “Lleno de gracia y de verdad” (Jn 1, 14), él es la “luz del mundo” (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, “permanece en su palabra”, para conocer “la verdad que hace libre” (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del “Espíritu de verdad” (Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf Jn 14, 26) y que conduce “a la verdad completa” (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: «Sea vuestro lenguaje: “sí, sí”; “no, no”» (Mt 5, 37).
2467 El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas [...], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2).
2468 La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.
2469 “Los hombres [...] no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En justicia, “un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3).
2470 El discípulo de Cristo acepta “vivir en la verdad”, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad” (1 Jn 1, 6).
Miles de peregrinos se han desplazado esta mediodía hasta la Plaza de San Pedro, en Roma, para rezar el Ángelus con el Papa Francisco en este IV Domingo de Cuaresma, también llamado Laetare, término latino que significa alegría, porque nos acercamos al Misterio de la Pascua, que es la Salvación.
Durante su alocución, el Pontifice reflexionó sobre el Pasaje de la visita que hizo el magistrado del Sanedrín, Nicodemo, a Cristo y que se proclama en el Evangelio de este día. Tras el Ángelus, el Santo Padre tuvo un recuerdo para los cristianos que han sido asesinados en Pakistán.
Queridos hermanos y hermanas,
El Evangelio de hoy nos propone las palabras pronunciadas por Jesús a Nicodemo: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16). Escuchando esta palabra, volvemos nuestros corazones a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y nos ama tanto! Esta es la expresión más simple que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites.
Este amor Dios lo demuestra sobretodo en la creación, como proclama la liturgia, en la Plegaria Eucarística IV: "Ha dado origen al universo para derramar su amor sobre todas las criaturas y alegrarla con el esplendor de su luz." En el origen del mundo hay sólo el amor libre y gratuito del Padre. San Ireneo escribe: "Dios no creó a Adán porque necesitaba del hombre, sino para tener a alguien a quien donar sus beneficios" (Adversus haereses, IV, 14, 1).
Así continúa la Plegaria Eucarística IV: " Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos”. Al igual que en la creación, incluso en las etapas sucesivas de la historia de salvación se destaca el amor gratuito de Dios: el Señor escoge a su pueblo, no porque se lo merecen, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos. Y cuando fue “la plenitud de los tiempos", aunque si los hombres habían roto en varias ocasiones la alianza, Dios, en lugar de abandonarlos, ha establecido con ellos un vínculo nuevo, en la sangre de Jesús - el vínculo de la alianza nueva y eterna - una vínculo que nada podrá romper.
San Pablo nos recuerda: " Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo " (Ef 2,4). La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado "hasta el extremo" (Jn 13,1), es decir, no sólo hasta el último momento de su vida terrena, sino al extremo límite del amor. Si en la creación el Padre ha dado pruebas de su inmenso amor al darnos la vida, en la pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: él vino a sufrir y morir por nosotros.
Después de la muerte y resurrección de Jesús, "el amor de Dios - siempre dice San Pablo - ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom 5,5). El Espíritu Santo obra en la Iglesia y a través de ella asegura la memoria viva de Cristo, y funciona en todas partes, incluso fuera de la Iglesia, acrecentando los valores de la auténtica humanidad. El Espíritu de amor nos permite capaz de amar a Dios y al prójimo. El Signo más santo y más eficaz de este amor es la Eucaristía, el memorial de la Pascua de Jesús: cada vez que la celebramos nosotros revivimos el evento del Calvario, cumbre de la historia de amor de Dios con la humanidad.
María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. No esté cerca en momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro camino cuaresmal sea experiencia de perdón, de aceptación y de caridad.
DESPUÉS DEL ANGELUS
Además
saludó a diversos grupos de peregrinos como a los fieles de Granada y Málaga de
España, presentes en la plaza.
También a diversos grupos de voluntariado
que, “unidos en el empeño de la solidaridad, participan en la manifestación
‘Juntos por el bien común’”.
Queridos hermanos y hermanas,Queridos hermanos y hermanas, con dolor, con mucho dolor me enteré de los actos terroríficos de hoy contra dos iglesias de la ciudad de Lahore en Pakistán que han provocado numerosos muertos y heridos. Son iglesias cristianas, los cristianos son perseguidos, nuestros hermanos versan la sangre sólo porque son cristianos.
Mientras aseguro mis plegarias por las víctimas y sus familias, pido al Señor, imploro all Señor, fuente de todo bien el don de la paz y la concordia para este país. Y que esta persecución contra los cristianos que el mundo trata de esconder termine y haya paz.
Dirijo un cordial saludo a usted fieles de Roma y a todos los que vinieron de tantas partes del mundo.
Saludo a los peregrinos de Granada y Málaga, España; así como los de Mannheim, Alemania.
Saludo a los grupos parroquiales de Perugia, Pordenone, Pavía, San Giuseppe all'Aurelio en Roma y de la diócesis de Piacenza-Bobbio.
Un saludo especial a los chicos de Serravalle Scrivia, Rosolina y Zingonia Verdellino-que se preparan para recibir la Confirmación; a los de la diócesis de Lodi y el decanato romano-Vittoria en Milan que hacen en Roma la "promesa" de seguir a Jesús. Saludo también a los ministrantes de Besana in Brianza.
Saludo a los diversos grupos de voluntarios que se unidos en el compromiso de solidaridad, participan en el evento "Juntos por el bien común."
Estoy cerca a la población de Vanuatu, en el Océano Pacífico, golpeada por un fuerte ciclón. Rezo por los difuntos, los heridos y los que quedaron sin hogar. Doy las gracias a todos aquellos que enseguida se movilizaron para llevar alivio y ayuda.
Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. Buena almuerzo y adiós!
El Papa Francisco anunció este viernes 13 de marzo en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario. Este Jubileo comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
El Pontífice anunció el Año Santo así: “queridos hermanos y hermanas, he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: 'Seamos misericordiosos como el Padre'”.
“Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino”.
El anuncio, que coincide con el segundo aniversario de su elección como Sucesor de San Pedro, lo realizó el Santo Padre durante la homilía que pronunció en la celebración penitencial con la que dio inicio a la iniciativa “24 horas para el Señor”, alentada y a cargo del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización.
La iniciativa ha sido acogida en todo el mundo con el fin de promover la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.
El Jubileo de la Misericordia busca resaltar además la importancia y la continuidad del Concilio Vaticano II, que concluyó hace 50 años.
La misericordia es uno de los temas más importantes en el pontificado del Papa Francisco quien ya como obispo escogió como lema propio “miserando atque eligendo”, que puede traducirse como “Lo miró con misericordia y lo eligió” o “Amándolo lo eligió”.
El desarrollo de este Año se hará notar en numerosos aspectos. Las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio de Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia”.
Este apelativo al evangelista que no conoció en persona a Cristo viene dado por ser el único que relata algunas de las parábolas más emblemáticas, como la del hijo pródigo, la del buen samaritano o la oveja perdida.
En el Domingo de la Divina Misericordia -fiesta instituida por San Juan Pablo II, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua- se leerá y publicará la bula del Año Santo junto a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 1
CREO EN DIOS
III Dios, "El que es", es verdad y amor
214 Dios, "El que es", se reveló a Israel como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy gracias a tu Nombre por tu amor y tu verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). Él es la Verdad, porque "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1,5); él es "Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4,8).
Dios es Amor
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO TERCERO
LA SALVACIÓN DE DIOS:
LA LEY Y LA GRACIA
ARTÍCULO 1
LA LEY MORAL
I.
La ley moral natural
1955 La ley divina y natural (GS
89) muestra al hombre el camino que debe seguir para practicar el bien y
alcanzar su fin. La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales
que rigen la vida moral. Tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios,
fuente y juez de todo bien, así como el sentido del prójimo en cuanto igual a
sí mismo. Está expuesta, en sus principales preceptos, en el Decálogo. Esta ley
se llama natural no por referencia a la naturaleza de los seres irracionales,
sino porque la razón que la proclama pertenece propiamente a la naturaleza
humana:«¿Dónde, pues, están inscritas [estas normas] sino en el libro de esa luz que se llama la Verdad? Allí está escrita toda ley justa, de allí pasa al corazón del hombre que cumple la justicia; no que ella emigre a él, sino que en él pone su impronta a la manera de un sello que de un anillo pasa a la cera, pero sin dejar el anillo» (San Agustín, De Trinitate, 14, 15, 21).
La ley natural «no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta ley, Dios la ha dado al hombre en la creación. (Santo Tomás de Aquino, In duo pracepta caritatis et in decem Legis praecepta expositio, c. 1).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
CAPÍTULO SEGUNDO
«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
ARTÍCULO 8
EL OCTAVO MANDAMIENTO
I. Vivir en la verdad
2465 El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Pr 8, 7; 2 S 7, 28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). “Tu verdad, de edad en edad” (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el “Veraz” (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119, 30).
2466 En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. “Lleno de gracia y de verdad” (Jn 1, 14), él es la “luz del mundo” (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, “permanece en su palabra”, para conocer “la verdad que hace libre” (cf Jn 8, 31-32) y que santifica (cf Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del “Espíritu de verdad” (Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf Jn 14, 26) y que conduce “a la verdad completa” (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: «Sea vuestro lenguaje: “sí, sí”; “no, no”» (Mt 5, 37).
2467 El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas [...], se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias” (DH 2).
2468 La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.
2469 “Los hombres [...] no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En justicia, “un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3).
2470 El discípulo de Cristo acepta “vivir en la verdad”, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad” (1 Jn 1, 6).
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