En su Catequesis de hoy miércoles 29 de enero, el Papa Francisco, ante miles de
fieles y peregrinos Francisco dedicó la audiencia al Sacramento de la
Confirmación.
El Papa Francisco recordó que este sacramento ratifica la gracia
bautismal, nos une más firmemente a Cristo: afianza nuestra relación con la
Iglesia y nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para defender la
fe y confesar el nombre de Cristo sin avergonzarnos de su Cruz.
“La
Confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada
a imagen de su Hijo, de hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su
Espíritu Santo. Este Espíritu no cesa de actuar con su fuerza en nosotros, en
toda la persona y durante toda la vida”, precisó el Obispo de Roma.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En esta
tercera catequesis sobre los sacramentos, nos centramos en la Confirmación, que
debe ser entendida en continuidad con el Bautismo, al que está vinculada de
manera inseparable. Estos dos Sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen
un único evento salvador que se llama: la "iniciación cristiana", en
el que somos insertados en Cristo Jesús muerto y resucitado, y nos convertimos
en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia.
Es por ello que en su origen
estos tres Sacramentos se celebraban en un solo momento, al final del camino
catecumenal, que era por lo general en la Vigilia de Pascua. Así venía sellado
el camino de formación y de progresiva inserción en la comunidad cristiana que
podía durar unos cuantos años. Se hacía paso a paso, ¿no?, para llegar al
Bautismo, después a la Confirmación y a la Eucaristía.
Comúnmente
hablamos del sacramento de la "Confirmación", una palabra que
significa " unción". Y, de hecho, a través del óleo, llamado
"sagrado crisma" venimos formamos, en la potencia del Espíritu, a
Jesucristo, que es el único verdadero "ungido ", el " Mesías",
el Santo de Dios. Hemos escuchado en el Evangelio como Jesús lee aquello de
Isaías, lo vemos más adelante, es el ungido: "yo soy enviado y ungido para
esta misión."
El
término "Confirmación" nos recuerda que este Sacramento confiere un
crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; completa
nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del Espíritu
Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para
no sentir jamás vergüenza de su cruz (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n.
1303). Y por esta razón es importante tener cuidado de que nuestros niños,
nuestros muchachos tengan este sacramento.
Todos nos preocupamos de que estén
bautizados y esto es bueno, ¿eh? Pero tal vez no tengamos tanto cuidado de que
reciban la Confirmación: quedan a mitad de camino y no reciben el Espíritu
Santo, ¡eh!, ¡que es muy importante en la vida cristiana, porque nos da la
fuerza para seguir adelante!
Pensemos un poco, cada uno de nosotros: ¿estamos,
de verdad, preocupados de que nuestros niños y muchachos reciban la
Confirmación? Es importante esto: es importante. Y si ustedes tienen niños o
muchachos en casa que todavía no la han recibido y tienen la edad suficiente
para recibirla, hagan todo lo posible para acabar esta iniciación cristiana
para que ellos reciban la fuerza del Espíritu Santo. ¡Es importante!
Por
supuesto, es importante ofrecer a los que reciben la Confirmación una buena
preparación, que debe tener como objetivo conducirlos a una adhesión personal a
la fe en Cristo y despertar en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia.
La
Confirmación, como todo Sacramento, no es la obra de los hombres, sino de Dios,
que cuida de nuestras vidas para moldearnos a la imagen de su Hijo, para que
podamos amar como Él.
Y hace esto infundiendo en nosotros su Espíritu Santo,
cuya acción impregna a toda la persona y durante toda la vida, como se refleja
en los siete dones que la Tradición, a la luz de la Sagrada Escritura, siempre
ha evidenciado.
De estos siete dones… no quiero preguntarles si se acuerdan de
los siete dones, no. Tal vez muchos lo dirán, pero que no es necesario, no.
Todos dirán es éste, éste, ese otro... pero no lo hagan. Yo los digo en su
nombre, ¿eh? ¿Cuáles son los dones? La Sabiduría, el Intelecto, el Consejo, la
Fortaleza, la Ciencia, la Piedad y Temor de Dios. Y estos dones se nos han dado
precisamente con el Espíritu Santo en el Sacramento de la Confirmación. A estos
dones tengo la intención de dedicar las catequesis que seguirán a las de los
Sacramentos.
Cuando
acogemos al Espíritu Santo en nuestros corazones, y lo dejamos actuar, Cristo
se hace presente en nosotros y toma forma en nuestra vida; a través de
nosotros, será Él -oigan bien esto, ¿eh?, a través de nosotros será el mismo
Cristo quien orará, perdonará, infundirá esperanza y consuelo, servirá a los
hermanos, estará cerca de los necesitados y de los últimos, creará comunión y
sembrará la paz.
¡Piensen en lo importante que es esto: que es a través del
Espíritu Santo, que viene Cristo para hacer todo esto en medio de nosotros y
para nosotros! Por esta razón, es importante que los niños y jóvenes reciban
este Sacramento.
¡Queridos
hermanos y hermanas, recordemos que hemos recibido la Confirmación, todos
nosotros! Recordémoslo ante todo para dar las gracias al Señor por este don y
luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos, a caminar
con alegría según el Espíritu Santo que nos fue dado. ¡Está visto, que estos
últimos miércoles, a mitad de la audiencia, nos bendicen desde el Cielo: pero,
ustedes son valientes, adelante!
Palabras
del Papa en español durante la audiencia de hoy:
Queridos
hermanos y hermana,
Hoy nos
centraremos en el Sacramento de la Confirmación. Junto con el Bautismo y la
Eucaristía, forma parte un proceso único de iniciación cristiana, a través del
cual somos insertados gradualmente en Cristo, muerto y resucitado y recibimos
una vida nueva, haciéndonos miembros de la Iglesia.
El término Confirmación
indica que este sacramento ratifica la gracia bautismal, nos une más firmemente
a Cristo: afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza
especial del Espíritu Santo para defender la fe y confesar el nombre de Cristo
sin avergonzarnos de su Cruz.
Como todo sacramento, la Confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su Espíritu Santo. Este Espíritu no cesa de actuar con su fuerza en nosotros, en toda la persona y durante toda la vida. Cuando lo acogemos en nuestro corazón, Cristo mismo se hace presente y toma forma en nuestra vida: es él quien reza, perdona, infunde esperanza, sirve a los hermanos más necesitados, crea comunión y siembra la paz.
Como todo sacramento, la Confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su Espíritu Santo. Este Espíritu no cesa de actuar con su fuerza en nosotros, en toda la persona y durante toda la vida. Cuando lo acogemos en nuestro corazón, Cristo mismo se hace presente y toma forma en nuestra vida: es él quien reza, perdona, infunde esperanza, sirve a los hermanos más necesitados, crea comunión y siembra la paz.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, venidos de España,
Argentina, Chile, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a
recordar que hemos recibido la Confirmación, a dar gracias a Dios por él y a
pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos y a caminar siempre
con alegría, según el Espíritu Santo que hemos recibido.
Muchas
gracias.
Fuente:
SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
SEGUNDA SECCIÓN:
LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
CAPÍTULO PRIMERO
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
ARTÍCULO 2
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
1285 Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf Ritual de la Confirmación, Prenotandos 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma quedan obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf Ritual de la Confirmación, Prenotandos 2):
III. Los efectos de la Confirmación
1302 De la celebración se deduce que el efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.
1303 Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:
— nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" (Rm 8,15).;
— nos une más firmemente a Cristo;
— aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;
— hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (cf LG 11);
— nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz (cf DS 1319; LG 11,12):
«Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu» (San Ambrosio, De mysteriis 7,42).
1304 La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el "carácter" (cf DS 1609), que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (cf Lc 24,48-49).