miércoles, 1 de enero de 2014

PRIMER ANGELUS DEL PAPA FRANCISCO DEL 2014: "SANTA MARIA MADRE DE DIOS"



Hoy, la Iglesia contempla agradecida la maternidad de la Madre de Dios, modelo de su propia maternidad para con todos nosotros. Lucas nos presenta el “encuentro” de los pastores “con el Niño”, el cual está acompañado de María, su Madre, y de José. La discreta presencia de José sugiere la importante misión de ser custodio del gran misterio del Hijo de Dios. Todos juntos, pastores, María y José, «con el Niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16) son como una imagen preciosa de la Iglesia en adoración.

“El pesebre”: Jesús ya está ahí puesto, en una velada alusión a la Eucaristía. ¡Es María quien lo ha puesto! Lucas habla de un “encuentro”, de un encuentro de los pastores con Jesús. En efecto, sin la experiencia de un “encuentro” personal con el Señor no se da la fe. Sólo este “encuentro”, el cual ha comportado un “ver con los propios ojos”, y en cierta manera un “tocar”, hace capaces a los pastores de llegar a ser testigos de la Buena Nueva, verdaderos evangelizadores que pueden dar «a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño» (Lc 2,17).

Se nos señala aquí un primer fruto del “encuentro” con Cristo: «Todos los que lo oyeron se maravillaban» (Lc 2,18). Hemos de pedir la gracia de saber suscitar este “maravillamiento”, esta admiración en aquellos a quienes anunciamos el Evangelio.

Hay todavía un segundo fruto de este encuentro: «Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). La adoración del Niño les llena el corazón de entusiasmo por comunicar lo que han visto y oído, y la comunicación de lo que han visto y oído los conduce hasta la plegaria de alabanza y de acción de gracias, a la glorificación del Señor.

María, maestra de contemplación —«guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19)— nos da Jesús, cuyo nombre significa “Dios salva”. Su nombre es también nuestra Paz. ¡Acojamos en el corazón este sagrado y dulcísimo Nombre y tengámoslo frecuentemente en nuestros labios!

                      
                                         PALABRA DE DIOS

                                 GLORIA A TI SEÑOR JESUS.



Hoy 1 de enero, primer día de este nuevo año 2014, tras concluir la Santa Misa de la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro. El Obispo de Roma dirigió sus más cordiales felicitaciones al inicio del nuevo año, con sus deseos de paz y de todo bien.
 Deseo, dijo, que es el de la Iglesia y de todo cristiano, y que no está ligado a ese sentido un poco mágico y fatalista de un nuevo ciclo que comienza, porque sabemos que la historia tiene un centro que es Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado, y tiene un fin, el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor, con la fuerza del Espíritu Santo.
El Santo Padre destacó que desde cada rincón de la tierra, hoy los creyentes elevan su oración para pedir al Señor el don de la paz y la capacidad de llevarla a cada ambiente. Por esta razón formuló votos para que en este primer día del año, el Señor nos ayude a encaminarnos con más decisión por los caminos de la justicia y de la paz; que el Espíritu Santo obre en los corazones, disuelva las cerrazones y las durezas y nos conceda que nos enternezcamos ante la debilidad del Niño Jesús. Puesto que, como dijo, el Papa “la paz, en efecto, requiere la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta de la verdad y del amor”.
Antes de rezar a la Madre de Dios, el Pontífice pidió que pongamos en las manos de María nuestras esperanzas con confianza filial. Y afirmó que a ella, que extiende su maternidad a todos los hombres, le encomendamos el grito de paz de las poblaciones oprimidas por la guerra y por la violencia, para que el coraje del diálogo y de la reconciliación prevalezca sobre las tentaciones de venganza, prepotencia y corrupción.
“A Ella le pedimos que el Evangelio de la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, hable a cada conciencia y derrumbe los muros que impiden a los enemigos reconocerse hermanos”, dijo Francisco al concluir.


Queridos hermanos y hermanas, 

Al principio del año nuevo un llamamiento a todos de lo más cordial, un saludo de paz y bien. Mi deseo es el de la iglesia, y el de los cristianos. No está vinculado a la magia o al fatalismo del comienzo un nuevo ciclo. Sabemos que la historia tiene un centro: Jesús Cristo, encarnado, muerte y resurrección; tiene un propósito: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor. Tiene una fuerza que se mueve hacia ese fin: el Espíritu Santo, este espíritu que es el poder del amor que ha fecundado en el útero de la Virgen María; y es el mismo que anima y trabaja en los proyectos en pro de la Paz.

 Dos caminos que se cruzan hoy en día, la fiesta de María madre de Dios y el Día Mundial de la paz. Hace ocho días el anuncio angelical se hizo eco: "Gloria a Dios y paz a los hombres"; Hoy damos la bienvenida a la madre de Jesús, quien "mantuvo todas estas cosas y las reflexionó en su corazón" (LC 2,19), para hacer nuestros esfuerzos a lo largo del año que se abre. 

 El tema de esta Jornada Mundial por la Paz es «Fundación para la paz y fraternidad». A raíz de mis predecesores, a partir de Pablo VI, se ha desarrollado el tema en un mensaje, que ya se ha extendido. En la base hay la creencia de que todos somos hijos de un padre celestial, nosotros somos parte de la misma familia humana y compartimos un destino común. Por lo tanto, cada uno tiene la responsabilidad de operar para que el mundo se convierta en una comunidad de hermanos que se respeten unos a otros, acepten en su diversidad y se preocupen por los demás. También estamos llamados a cuenta de la violencia y las injusticias presentes en muchas partes del mundo y que no pueden dejarnos indiferentes: necesitamos el compromiso de todos para construir realmente una sociedad más justa y solidaria.

Desde todos los rincones de la tierra, los creyentes de hoy elevan su oración para pedir al Señor el don de la paz y la capacidad de tenerla en cualquier ambiente. En este primer día del año, que el Señor nos ayude a tomar todo con más decisión por el camino de la justicia y la paz. De hecho, la paz requiere la fuerza de la mansedumbre, la violenta fuerza de la verdad y el amor.

 En las manos de María, Madre del Redentor, estamos afiliados con confianza en nuestras esperanzas. Con ella, extendiendo su maternidad a todos los hombres, entregamos el grito de paz de los pueblos oprimidos por la guerra y la violencia, porque el valor del diálogo y la reconciliación prevalecen sobre las tentaciones de venganza, de intimidación, de la corrupción. La demanda del Evangelio de la fraternidad, anunciada y atestiguada por la iglesia, puede hablar con toda conciencia y derribar los muros que impiden reconocer a los enemigos como a hermanos.

Después del rezo mariano del Ángelus, el Obispo de Roma agradeció al Presidente de la República Italiana los buenos deseos que le dirigió ayer por la noche, durante su mensaje a la nación. El Papa de corazón, ha invocado la bendición de Dios sobre el pueblo italiano para que, con la contribución responsable y solidaria de todos se pueda mirar al futuro con confianza y esperanza. Luego, el Papa saludó con gratitud las numerosas iniciativas de oración y de compromiso con la paz que tienen lugar en todas las partes del mundo con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz. Ha recordado, en particular, la Marcha Nacional, que tuvo lugar ayer por la noche en Campobasso, organizado por el CEI , Caritas y Pax Christi.
También saludó a los participantes del evento "Paz en todas las tierras", promovido en Roma y en muchos países por la Comunidad de San Egidio; así como a las familias del Movimiento de Amor de la familia, que han velado esta noche en la plaza de San Pedro. 
El Santo Padre dirigió un cordial saludo a todos los peregrinos presentes, a las familias, a los grupos de jóvenes. Un pensamiento especial lo dedicó el Pontífice a los "Cantores de la Estrella": los niños y jóvenes que en Alemania y Austria llevan la bendición de Jesús en los hogares y recoger las ofrendas para los niños que carecen de las necesidades de lo necesario. Gracias por su compromiso! El Papa deseó a todos un año de paz en la gracia de Dios y con la protección maternal de María.


PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"

Párrafo 2
“... CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO,
NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN”



II ... nació de la Virgen María
487 Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.


La predestinación de María
488 "Dios envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
«El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (LG 56; cf. 61).
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 2
“Y EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR”

I. Jesús
430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc 2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

Todo comienzo de algo (también el del año civil) debe remitirnos a este comienzo: al de la Alianza Nueva y Eterna... (la que no pasará jamás, y por ende radicalmente diversa de lo que no permanece, lo que es pasajero, transitorio (tiempo; apariencias; exterioridades)... Éste es el fundamento de nuestra Paz, cuya Jornada mundial cada año celebramos precisamente hoy.

+ Volvamos a mirar las cosas que nos rodean, pero con esta perspectiva: pensemos en las cosas que se fueron con el año y los años que pasaron... y pongámoslas en manos Dios. Pero sepamos que todo lo que hayamos hecho con amor, y por amor tiene un valor que permanece, y está “eternizado” en la presencia del Señor.

Todo lo hecho por amor, aunque pequeño, aunque los demás no lo noten, ha sido tomado en cuenta por Dios, y lo encontraremos renovado en Él.
También las personas que se han ido... Y así, nuestros lazos de amor, lejos de perderse, serán renovados y glorificados en la Resurrección.

"Nada se pierde, todo se transforma..." también en el orden espiritual.

Frente al año viejo, y al nuevo, tengamos una mirada de Fe: evaluemos desde el amor que hemos puesto y hemos de poner para hacer las cosas.
El tiempo pasa, pero el amor permanece; y allí debemos encontrar el motivo de nuestra alegría: en el amor vivido y en el "por vivir".
"En el atardecer de la vida se juzgará el Amor”, nos recuerda San Juan de la Cruz.
Un nuevo año ha “atardecido”...
Un año más de vida... y un año menos para llegar al cielo.
Un año con sus alegrías... y sus amarguras.
En vista a los acontecimientos de la vida de cada uno de Uds., quiero hoy recordarles nuevamente que con todos sus engaños, trampas y sueños rotos, éste sigue siendo mundo hermoso, que vale la pena vivir como camino al Cielo.

En este valle de lágrimas, la alegría que da el Espíritu Santo es más fuerte que cualquier pena... Esa alegría profunda, serena, misteriosa, radiante... (quien la conoce, entiende lo que estoy diciendo... y a quien no la conoce, le repito con el salmo 33: "prueben y vean qué bueno es el Señor...").

Pongamos hoy nuevamente nuestra vida en manos de María Santísima: Ella pondrá el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza en manos del Hijo Providente... ella que es Soberana de los Ángeles, pero mucho más aún es nuestra: sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.





P. Juan Pablo Esquivel












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