El Bautismo del Señor en el rio Jordán, inaugura el tiempo nuevo.
Hoy es el primer domingo del Tiempo Ordinario. Para Jesús supuso el fin de su vida de silencio y el inicio de su actividad misionera. En el Jordán Jesús fue investido como Mesías ante el pueblo allí reunido y que había ido hasta allí, para recibir el bautismo de Juan. Esta investidura estaba prefigurada en la vocación profética del ¨Siervo de Yahvé¨. El promoverá el derecho y la justicia, curará y liberará.
Jesús, el Ungido por el Espíritu, pasó haciendo el bien.
Lectura
del Santo Evangelio
según San Mateo (3,13-17):
"En aquel
tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo
bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: «Soy yo el que necesito
que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios
quiere.»
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua;
se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se
posaba sobre él. y vino una voz del cielo que decía:
«Éste es mi Hijo, el
amado, mi predilecto."
Palabra del Señor
Palabra del Señor
GLORIA A
TI SEÑOR JESUS.
Hoy
domingo 12 de enero, el Papa Francisco ha celebradado la fiesta del bautismo
del Señor en la Capilla Sixtina del Vaticano.
Durante la Santa Misa han
recibido el Bautismo 32 niños recién nacidos, o de pocos meses, normalmente
hijos de empleados vaticanos. Un abrazo ideal a todos los niños del mundo, que
iluminó la solemnidad de la Capilla Sixtina, repleta de padres, padrinos y
otros invitados, quienes saludaron y presentaron sus bebés al Santo Padre.
La Fiesta
de hoy, con la que concluye el Tiempo navideño, nos brinda la oportunidad de ir
a las orillas del Jordán, para participar en el Bautismo de Jesús por parte de
Juan Bautista. “Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado
Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo
descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz
del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección».
Jesús no
tenía necesidad de ser bautizado, pero los primeros teólogos dicen que con su
cuerpo, con su divinidad, con su bautismo bendijo todas las aguas para que las
aguas tuvieran este poder de dar el bautismo. Después, antes de subir al cielo,
Jesús nos ha dicho de ir por todo el mundo a bautizar.
Desde
aquel día hasta el día de hoy esto ha sido una cadena ininterrumpida, se
bautizan a los hijos, y a los hijos, y a los hijos y esta cadena continúa. Estos
niños son el anillo de una cadena. Ustedes traen a estos chicos para el
bautizo, después de unos años, ellos traerán un hijo, o un sobrino a bautizar y
esta es la cadena de la fe.
Yo
quisiera solamente decirles esto: ustedes son trasmisores de la fe, tienen el
deber de trasmitir esta fe a estos niños. Es la mejor herencia que les deja la
fe. Lleven a sus casas este pensamiento, nosotros debemos ser trasmisores de la
fe, piensen esto, piensen siempre como trasmitir la fe a los niños.
Acá está
el coro, pero el mejor coro es el de estos niños que quizás lloran porque tiene
hambre, y si tiene hambre por favor las mamás les dan de comer. Con este
pensamiento que debemos ser trasmisores de la fe, continuamos la celebración
del bautismo.
Una mañana nublada y fría en Roma, que no ha sido obstáculo para que
miles de peregrinos llegaran a la Plaza de San Pedro de Roma para escuchar al
Papa Francisco durante la hora de la oración mariana del Ángelus Domini este
domingo 12 de enero, festividad del Bautismo del Señor.
El Santo Padre ha agradecido a los presentes “por cada vida nueva, cada
niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada niño que es bautizado es
un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios”, dijo el Papa
introduciendo el rezo a la Madre de Dios.
Queridos
hermanos y hermanas
Hoy es la
fiesta del Bautismo del Señor, y esta mañana he bautizado a treinta y dos
recién nacidos. Agradezco con ustedes al Señor por estas criaturas y por cada
nueva vida. Cada niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada niño
que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.
La página
del Evangelio de hoy subraya que cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el
río Jordán, “se abrieron para Él los cielos” (Mt 3,16). Esto realiza las
profecías. De hecho, hay un invocación que la liturgia nos hace repetir en el
tiempo de Adviento: “ ¡Si tú abrieras el cielo y descendieras!” (Is 63,19). Si
los cielos quedan cerrados, nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro,
sin esperanza.
En cambio, celebrando la Navidad, la fe, una vez más, nos ha
dado la certeza de que los cielos se han abierto con la venida de Jesús. Y en
el día del Bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos. La
manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo del gran tiempo
de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos, elevando
como una barrera entre el ser humano y su Creador.
¡Con el nacimiento de Jesús
los cielos se abren! Dios nos dá en Cristo la garantía de un amor
indestructible. Desde cuando el Verbo es hizo carne es pues posible ver los
cielos abiertos. Ha sido posible para los pastores de Belén, para los Magos de
Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para San Esteban, el
primer mártir, que exclamó: “¡Contemplo los cielos abiertos!” (At 7,56). Y es
posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor
de Dios, que nos es donado la primera vez en el Bautismo, por medio del
Espíritu Santo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Este el gran tiempo de
la misericordia! ¡No nos olvidemos!
Cuando
Jesús recibió el Bautismo de penitencia de Juan el Bautista, solidarizando con
el pueblo penitente – Él sin pecado y sin necesidad de conversión - Dios Padre
hizo sentir su voz en el cielo: “¡Éste es mi Hijo amado en quien me complazco!
(v 17). Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que ha lo enviado
justamente para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza.
Compartir es el verdadero modo de amar. Jesús no se separa de nosotros, nos
considera hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto con Él,
de Dios Padre. Ésta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es
el gran tiempo de la misericordia.
¿No les
parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de comunión
fraterna y de amor? ¿No les parece que todos tenemos necesidad de un suplemento
de caridad? No aquella que se conforma de la ayuda improvisada que no
involucra, no pone en juego, sino de aquella caridad que comparte, que se hace
cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Cuál sabor adquiere la vida,
cuando se deja inundar por el amor de Dios!
Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo.
Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo.
Después
del Ángelus el Santo Padre dirigió un saludo a todos los presentes y dedicó
unas palabras a los padres que bautizan a sus hijos y dijo que este sacramento
ayude a los progenitores a “redescubrir la belleza de la fe y a volver en modo
nuevo a los Sacramentos y a la comunidad”.
Queridos
hermanos y hermanas,
Dirijo a
todos ustedes mi saludo cordial, en particular a las familias y a los fieles
venidos de diversas parroquias de Italia y de otros países, como también a las
asociaciones y a los varios grupos.
Hoy
querría dirigir un pensamiento especial a los padres que han llevado a su hijo
al bautizo el Bautizo de sus hijos. Me uno a la alegría de estas familias,
agradezco con ellos al Señor, y rezo para que el Bautizo de los niños, ayude a
los mismos padres a redescubrir la belleza de la fe y a volver en modo nuevo a
los Sacramentos y a la comunidad.
De los demás nuevos electores en caso de cónclave para elegir a un nuevo pontífice, cuatro serán italianos, dos europeos (un alemán y un británico), un norteamericano (Canadá), dos africanos (Costa de Marfil, Burkina Faso) y dos asiáticos (Corea del Sur y Filipinas).
El anuncio fue hecho al término del ángelus dominical desde la ventana del palacio apostólico ante los miles de peregrinos que asistían en la plaza de San Pedro.
En total el papa argentino designó 19 nuevos purpurados --hay tres nombrados más sin derecho a voto, de más de 80 años--, los primeros de su pontificado, los cuales recibirán el título cardenalicio el próximo 22 de febrero.
De los 16 con derecho a voto en el cónclave, doce son arzobispos a cargo de ciudades grandes y sólo cuatro trabajan en la Curia Romana, la administración central.
El papa argentino, que defiende una iglesia pobre para los pobres, designó a personalidades que provienen de comunidades olvidadas y "periféricas" como el mismo las define, entre ellos los arzobispos de Haití, Costa de Marfil y Burkina Faso.
Los nuevos purpurados latinoamericanos serán el nicaragüense Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua, el brasileño Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río de Janeiro, el argentino Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y su sucesor a la cabeza de la iglesia de su país, el chileno Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Santiago de Chile y el haitiano Chibly Langlois, obispo de Les Cayes.
Entre los tres eméritos nombrados, que no podrán votar en el cónclave por superar la edad de 80 años, figura el español Fernando Sebastián Aguilar, emérito de Pamplona y una de las figuras más progresistas de la iglesia española, ejemplo de religioso fuera de los juegos de poder dentro de la Iglesia.
Junto a él recibirá el título de cardenal quien fuera el secretario personal de Juan XXIII: Loris Capovila.
Entre los nuevos elegidos con derecho a voto figuran el italiano Pietro Parolin, exnuncio en Venezuela, actual Secretario de Estado, es decir número dos, el guardián del dogma, el conservador alemán Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe y el italiano Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, hombre de confianza de Francisco, quien prepara las grandes asambleas de obispos que se celebrarán en 2014 y 2015 , las cuales deberán cambiar el rostro de la institución.
Otro italiano, Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero también recibirá la birreta cardenalicia.
Con las nuevas creaciones, el número de miembros del Sagrado Colegio se eleva a 218, de los cuales 122 son "electores" en caso de elección del Papa.
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