viernes, 28 de marzo de 2014

28 y 29 de Marzo "EL PERDÓN QUE NOS DA EL SEÑOR SE DEBE FESTEJAR"


Hoy viernes 28, y mañana sábado 29 de Marzo,  se tendrá un "especial momento penitencial" en la basílica de San Pedro y en muchas iglesias de Roma y en el mundo, llamado "24 horas con el Señor".
  Lo anunció el mismo Papa Francisco después del Ángelus de hoy con los fieles en la plaza de san Pedro. "Iniciará- explicó el pontífice- con la celebración en la basílica de San Pedro, el viernes por la tarde, luego en la tarde y en la noche en algunas iglesias del centro de Roma, estarán abiertas para la oración y las confesiones. Será la fiesta del perdón, que se realizará también en muchas diócesis y parroquias del mundo".


"El perdón que nos da el señor- agregó- se debe festejar, como hizo el padre de la Parábola del hijo pródigo, que cuando volvió se hizo fiesta, sin recordar todo lo que había hecho".

Es justamente al perdón, a la misericordia y a "las necesidades espirituales más verdaderas fue dedicada la meditación del papa antes del Ángelus, tomando iniciativa del Evangelio de la misa de hoy, que presenta el encuentro de Jesús con la samaritana (Jn.4,5-42), junto al pozo de Jacob, "donde la mujer iba cada día a buscar agua".

"Aquel día- continuó el Papa- se encontró Jesús, sentado, "cansado por el viaje" (Jn. 4,6). Él inmediatamente: "Dame de beber" (v.7). En este modo supera las barreras de hostilidad que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en relación con las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un diálogo sencillo, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas tradicionales y sociales, no tendría que ni siquiera dirigir la palabra. Jesús la pone delante de la situación, no juzgándola sino haciéndola sentirse considerada, reconocida y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana".  

"La de Jesús -agregó- era sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma endurecida, Jesús tenía necesidad de encontrar a la Samaritana para abrirle el corazón: le pide que le dé de beber, para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda fascinada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas profundas preguntas que todos tenemos, pero que a menudo olvidamos o ignoramos. También nosotros tenemos tantas preguntas que hacer, pero ¡no encontramos el coraje para dirigirle a Jesús! 
La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarnos hacia adentro, hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos, y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la Samaritana nos invita a expresarnos así: "Jesús, dame de aquella agua que me sacará la sed eternamente".

"El Evangelio dice que los discípulos se quedaron maravillados que su Maestro hablase con aquella mujer. Pero el Señor es más grande de los prejuicios, por esto no tuvo temor de quedarse con la Samaritana. La misericordia es más grande que el prejuicio. Esto lo debemos aprender de bien y Jesús es tan misericordioso. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue trasformada: "dejó su ánfora" (v.28) y corrió a su pueblo para contar su experiencia extraordinaria. "Encontré a un hombre que me dijo todo lo que he hecho. ¿No será el Mesías?". Había ido a buscar agua al pozo y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que brota para la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que siempre ha buscado siempre! Corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le cambió la vida".

"En este Evangelio- concluyó- encontramos también nosotros el estímulo para "dejar nuestra ánfora", símbolo de todo aquello que aparentemente es importante, pero que pierde de valor frente al "amor de Dios". Todos tenemos una y quizás más de una. Yo me pregunto y les pregunto a ustedes: ¿Cuál es tu ánfora interior, que te aleja de Dios? Y con el corazón sentimos la voz de Dios que nos dona otra agua. Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el Bautismo y, como la Samaritana, testimoniar a nuestros hermanos la alegría del encuentro con Jesús y las maravillas que su amor cumple en nuestra existencia". Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida y nos llena de alegría interior".

Seguido al Ángelus, el pontífice volvió a lo que dijo antes y dirigiéndose a las decenas de miles de peregrinos en la plaza de san Pedro, dijo: "Recordemos las dos frases: Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida; cada encuentro con Jesús no llena de alegría. Repitamos juntos". Y la gente lo repite con él.



La Confesión no es un tribunal de condena, sino experiencia de perdón y misericordia

VATICANO, 28 Mar. 14 / 09:42 am (ACI).- El Papa Francisco recibió esta mañana en el Aula de las Bendiciones a 600 participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría Apostólica. Desde hace 25 años ese dicasterio ofrece, sobre todo a los sacerdotes recién ordenados y diáconos, este curso para contribuir a la formación de buenos confesores.

En su discurso el Santo Padre ha invitado a los presentes a atesorar la experiencia adquirida para ayudar cada vez más a la Iglesia y a los confesores a desempeñar “el ministerio de la misericordia, que es tan importante” y ha reflexionado con ellos sobre tres puntos claves de la confesión.

“En primer lugar el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El Perdón que el Sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu… Por lo tanto, están llamados a ser siempre ‘hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor’”.

El Santo Padre los ha invitado a acoger a los penitentes “no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios... El corazón del sacerdote es un corazón que se conmueve...Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a curar y como juez a absolver”.

“Si la Reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal -ha explicado el Papa abordando el segundo aspecto- vuestra tarea es entonces la de darla generosamente a los fieles. Un sacerdote que no se dedica a esta parte de su ministerio... es como un pastor que no se preocupa por las ovejas que se han perdido”.

“¡La misericordia es el corazón del Evangelio¡ Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios”.

Por eso, continuó el Papa Francico, “es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”.

Por último, Francisco, se ha referido a las dificultades que, con frecuencia, encuentra la confesión. “Las razones son tantas, sea históricas como espirituales. Sin embargo, sabemos que el Señor quiso regalar este don inmenso a su Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre”.

Por eso, concluyó el Papa, es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este Sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuándo pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos”.



En Cuaresma hacer el esfuerzo de             abrirnos al amor de Dios


VATICANO, 27 Mar. 14 / 10:39 am (ACI).- En la Basílica de San Pedro y ante más de 490 parlamentarios italianos, los presidentes del Senado y la Cámara y nueve ministros de Italia, el Papa Francisco reflexionó sobre la necesidad que tiene cada persona, en Cuaresma, de abrirse al amor y la salvación de Dios para no terminar siendo un corrupto o un “sepulcro blanqueado”.

En la primera lectura, tomada del libro de Jeremías, el profeta presenta el “lamento de Dios” por una generación que, señala el Papa, no acogió a sus mensajeros y que, en lugar de ello, se justifica por sus pecados. “Me dieron la espalda”, citó el Papa Francisco, añadiendo luego que: “Éste es el dolor del Señor, el dolor de Dios”. Esta realidad está presente también en el Evangelio del día, la de una ceguera hacia Dios, sobre todo de los líderes del pueblo.

“Con el tiempo, el corazón de esta gente, de este grupito se había endurecido tanto, tanto, tanto, que le era imposible oír la voz del Señor. Y de pecadores que eran, precipitaron hasta volverse corruptos”.

El Santo Padre dijo luego que “es tan difícil que un corrupto pueda volver atrás. El pecador sí, porque el Señor es misericordioso y nos espera a todos. Pero el corrupto se fija en sus asuntos, y estos eran corruptos. Y por ello se justifican a sí mismos, porque Jesús –con su sencillez, pero con su fuerza de Dios– los fastidiaba”.

“Personas que tomaron un camino equivocado y que opusieron resistencia a la salvación de amor del Señor, y así han caído de la fe, de una teología de fe a una teología del deber”.

El Papa Francisco indicó asimismo que “ellos rechazaron el amor del Señor y este rechazo los hizo tomar una senda que no era la de la dialéctica de la libertad que ofrecía al Señor, sino que era la de la lógica de la necesidad, donde no hay lugar para el Señor. ¡En la dialéctica de la libertad está el Señor bueno, que nos ama, nos ama tanto!”
 “En cambio, en la lógica de la necesidad no hay lugar para Dios: se debe hacer, se debe hacer, se debe... Se han vuelto hombres de buenas maneras, pero con malos hábitos. Jesús los llama, a ellos, ‘sepulcros blanqueados’”.

El Santo Padre señaló además que “en este camino de la Cuaresma nos hará bien, a todos nosotros, pensar en esta invitación del Señor al amor, a esta dialéctica de la libertad donde hay amor, y a preguntarnos todos: Pero, ¿estoy en este camino? ¿Corro el riesgo de justificarme y de ir por otro camino? Un camino coyuntural, porque no lleva a ninguna promesa”.

“Y roguemos al Señor, para que nos dé la gracia de ir siempre por el camino de la salvación, de abrirnos a la salvación que sólo viene de Dios, de la fe, no de lo que proponían estos ‘doctores del deber’, que habían perdido la fe y que regentaban al pueblo con esta teología pastoral del deber”.

Para concluir, el Papa exhortó a pedir “nosotros esta gracia: Dame Señor la gracia de abrirme a tu salvación. La Cuaresma es para esto. Dios nos ama a todos. ¡Nos ama a todos! Hacer el esfuerzo de abrirnos: solo esto nos pide: ‘Ábreme la puerta. El resto lo hago yo’. Dejemos que Él entre en nosotros, nos acaricie y nos dé la salvación. Que así sea”.




No hay comentarios:

Publicar un comentario