La Palabra de Dios hoy nos hablará cómo desde el principio de la creación el Dios creador y liberador tuvo un plan de salvación y de felicidad para hombres y mujeres. Pero el ser humano pecó y prefirió vivir al margen del Dios salvador y tuvo que pagar las consecuencias de haber asumido tal actitud.
Que este tiempo nos fortalezca para que seamos capaces de reconocer nuestro pecado personal y social y fortalecernos en contra de las tentaciones que quieren alejarnos de los caminos del Dios vivo.
Después de su Bautismo, y antes de iniciar su vida pública, Jesús es conducido por el Espíritu al desierto para prepararse para su misión. En esa ocasión es tentado por el diablo sobre las tentaciones más frecuentes del ser humano: el poder, la vida fácil, el sensacionalismo y el afán desmedido de posesiones y riquezas. Jesús sabe rechazar cada una de las tentaciones y es fiel al Proyecto y a la misión que se le ha encomendado en medio de su pueblo.
Miles de personas han estado en la Plaza de San Pedro para escuchar las palabras del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus como cada jornada dominical, en este I Domingo de Cuaresma, a punto de que el Pontífice empiece los Ejercicios Espirituales con la Curia Vaticana, como es costumbre en los primeros momentos de este tiempo de conversión por excelencia.
Durante su alocución el Papa se ha querido centrar en el Pasaje de las tentaciones que tuvo Cristo nada más ser bautizado por Juan en el Jordán. El Espíritu Santo el empuja a ir al desierto para orar y ayunar antes de empezar su ministerio y como culmen de esos cuarenta días el Diablo se acerca a tentarle. Francisco explica cómo el duelo entre Cristo y Satanás se basa en citas y momentos del Antiguo Testamento. Cristo los rebate y vence. de esta forma rehuye cualqueir atadura con la lógica del pecado y del mundo. Su victoria se basa en que se apoya en la Palabra de Dios, ejemplo que debemos seguir nosotros.
Por otro lado, Francisco establece la diferencia entre Cristo y Eva. Cristo le vence porque no dialoga con el maligno, mientras Eva mantiene un cauce de escucha al espíritu del mal y sucumbe a la tentación. El Papa resalta que las tentaciones en el desierto no son distintas a las que el hombre de hoy puede experimentar.
El Pontífice ha advertido del peligro que tienen las vanidades del mundo que nos apartan de Dios y de la senda de la vida, teniendo en cuenta que Dios quiere el desarrollo humano del hombre, pero no quedarse meramente en esto ya que se termina por anular la dignidad espiritual y humana de la persona. Por eso Cristo al rechazar las tentaciones y seguir la senda del Padre culmina su entrega en la Cruz. Francisco ha terminado subrayando que esto nos enseña a vivir con más intensidad este tiempo de conversión con la ayuda de María.
Texto completo de la alocución del Papa antes de la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio del primer domingo de Cuaresma presenta cada año el episodio de las tentaciones de Jesús, cuando el Espíritu Santo, que descendió sobre Él después del Bautismo en el Jordán, lo impulsó a afrontar abiertamente a Satanás en el desierto, durante cuarenta días, antes de iniciar su misión pública.
El tentador trata de apartar a Jesús del proyecto del Padre, o sea de la vía del sacrificio, del amor que ofrece a sí mismo en expiación, para hacerle tomar un camino fácil, de éxito y poder. El duelo entre Jesús y Satanás se produce a golpe de citas de la Sagrada Escritura. En efecto, el diablo para alejar a Jesús de la vía de la cruz, le presenta las falsas esperanzas mesiánicas: el bienestar económico, indicado por la posibilidad de transformar las piedras en pan; el estilo espectacular y milagrero, con la idea de arrojarse desde el punto más alto del templo de Jerusalén y hacerse salvar por los ángeles y, en fin, el atajo del poder y del dominio, a cambio de un acto de adoración a Satanás.
Son los tres grupos de tentaciones, también nosotros los conocemos bien.
Jesús rechaza decididamente todas estas tentaciones y reafirma la firme voluntad de seguir la vía establecida por el Padre, sin ningún compromiso con el pecado y con la lógica del mundo. Noten bien cómo responde Jesús: Él no dialoga con Satanás como había hecho Eva en el paraíso terrenal. Jesús sabe bien que con Satanás no se puede dialogar porque, ¡es tan astuto! Por eso Jesús en vez de dialogar, como hizo Eva, elige de refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra. Recordemos esto en el momento de las tentaciones, de nuestras tentaciones: ningún argumento con Satanás, sino siempre defendidos por la palabra de Dios, ¡y esto nos salvará! En sus respuestas a Satanás, el Señor nos recuerda ante todo que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4; Cfr. Dt 8, 3); y esto nos da fuerza, nos sostiene en la lucha contra la mentalidad mundana que abaja al hombre al nivel de las necesidades primarias, haciéndole perder el hambre de lo que es verdadero, bueno y bello, el hambre de Dios y de su amor.
Recuerda además que también está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios” (v. 7), porque el camino de la fe pasa también a través de la oscuridad, la duda, y se nutre de paciencia y de espera perseverante. Recuerda, en fin, Jesús, que está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto” (v. 10); o sea, debemos deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas, y construir nuestra vida sobre lo esencial.
Estas palabras de Jesús encuentran después una confirmación concreta en sus acciones. Su absoluta fidelidad al designio del amor del Padre lo conducirá, después de casi tres años, a la rendición final de cuentas con el “príncipe de este mundo” (Jn 16, 11), en la hora de la pasión y de la cruz, y allí Jesús traerá su victoria definitiva, ¡la victoria del amor!
Queridos hermanos, el tiempo de la Cuaresma es ocasión propicia para todos nosotros para realizar un camino de conversión, confrontándonos sinceramente con esta página del Evangelio.
Renovemos las promesas de nuestro Bautismo: renunciemos a Satanás y a todas sus obras y seducciones, porque es un seductor él, ¿eh? Para caminar por los senderos de Dios y “llegar a la Pascua en la alegría del Espíritu” (Oración colecta del I Domingo de Cuaresma, Año A).
Dirijo un cordial saludo a los fieles de Roma y a todos los peregrinos. Saludo a los grupos parroquiales provenientes de Biella y Vercelli, de Laura di Paestum, San Marzano, Aosta, Latina, Avellino y Pachino.
Saludo al Colegio “Santa María” de Elche, España.
Un pensamiento especial dirijo a los jóvenes de Rosolina que el próximo domingo recibirán la Confirmación, a aquellos de Toscana que hacen en Roma la “promesa” de seguir a Jesús, y a aquellos de Paderno Dugnano, Seregno, Bellaria y Curno. Saludo también a los padres y los niños de Cabiate.
Durante esta Cuaresma tengamos presente la invitación de Caritas Internacional en su campaña contra el hambre en el mundo.
Deseo a todos que el camino cuaresmal que ha apenas iniciado sea rico de frutos; y pido un recuerdo en la oración por mi y por los colaboradores de la Curia Romana, que esta tarde iniciaremos la semana de Ejercicios espirituales. Gracias. Feliz domingo y buen almuerzo. ¡Hasta pronto!
Fuente:
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
III. Los misterios de la
vida pública de Jesús
Las tentaciones de Jesús538 Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente después de su bautismo por Juan: "Impulsado por el Espíritu" al desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los animales y los ángeles le servían (cf. Mc 1, 12-13). Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las de Israel en el desierto, y el diablo se aleja de él "hasta el tiempo determinado" (Lc 4, 13).
539 Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto (cf. Sal 95, 10), Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él ha "atado al hombre fuerte" para despojarle de lo que se había apropiado (Mc 3, 27). La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre.
540 La tentación de Jesús manifiesta la manera que tiene de ser Mesías el Hijo de Dios, en oposición a la que le propone Satanás y a la que los hombres (cf Mt 16, 21-23) le quieren atribuir. Por eso Cristo ha vencido al Tentador en beneficio nuestro: "Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado" (Hb 4, 15). La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto.
SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
SEGUNDA SECCIÓN:
LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
CAPÍTULO SEGUNDO
LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN
ARTÍCULO 4
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÓN
V. Diversas formas de
penitencia en la vida cristiana
1438 Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883).
1439 El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es "el padre misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.
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