domingo, 30 de junio de 2013

ÁNGELUS DEL PAPA: "debemos escuchar nuestra conciencia"

                         VATICANO, 30 Jun. 13 / 10:06 am (ACI/EWTN Noticias).-
 En sus palabras previas al rezo del Ángelus, frente a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco subrayó la importancia de aprender a escuchar a nuestra conciencia, pues el espacio “de la escucha de Dios”.
 Hoy 30 de junio, un día después de haber celebrado la fiesta de san Pedro y san Pablo, junto a los miles de peregrinos que colmaban la plaza de San Pedro que soportaban un fuerte calor el Papa Francisco ha rezado el Angelus. Antes del rezo ha tenido unas palabras en las que dijo que "debemos escuchar nuestra conciencia". La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien y de Dios.

 El Santo Padre indicó que “debemos aprender a escuchar más a nuestra conciencia. Pero ¡atención! Esto no significa seguir el propio yo, hacer aquello que me interesa, que me conviene, que me gusta... ¡No es esto!”.

“La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien, de la escucha de Dios; es el lugar interior de mi relación con Él, que habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a comprender el camino que debo recorrer, y una vez tomada la decisión, a ir adelante, a permanecer fiel”.

“Desde aquel momento, luego de aquella ‘firme decisión’, Jesús apunta directamente hacia a la meta, y también a las personas que encuentra y que le piden seguirlo, dice claramente cuáles son las condiciones: no tener una morada fija; saberse despegar de los afectos humanos; no ceder a la nostalgia del pasado”.
El Papa señaló que “el Evangelio de este domingo muestra un pasaje muy importante en la vida de Cristo: el momento en que – como escribe san Lucas ‘Jesús tomó la firme decisión de ponerse en camino hacia Jerusalén’. Jerusalén es la meta final, donde Jesús, en su última Pascua, debe morir y resucitar, y así llevar a cumplimiento su misión de salvación”.
Sin embargo, apuntó el Santo Padre, “Jesús también les dice a sus discípulos, encargados de precederlo en el camino hacia Jerusalén para anunciar su paso, que no impongan nada: si no encontrarán disponibilidad a recibirlo, continúen, vayan adelante. Pero Jesús no impone jamás, Jesús es humilde, Jesús invita. Si tú quieres ven. Y la humildad de Jesús es así. Él nos invita siempre. No impone”.

Todo esto nos hace pensar, dijo el Papa, particularmente en “la importancia que, también para Jesús, tuvo la conciencia: el escuchar en su corazón la voz del Padre y seguirla”.

“Jesús, en su existencia terrenal, no estaba, por así decirlo, condicionado por un ‘control remoto’: era el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, y a un cierto punto tomó la firme decisión de subir a Jerusalén por última vez; una decisión tomada en su conciencia, pero no solo: con el Padre, en plena unión con Él!”.

Jesús, indicó el Santo Padre, “ha decidido en obediencia al Padre, en escucha profunda, intima de su voluntad. Y por esto la decisión era firme, porque fue tomada con el Padre. En el Padre, Jesús encontraba la fuerza y la luz para su camino”.

Y Jesús era libre. En aquella decisión era libre. Jesús a nosotros los cristianos nos quiere libres como Él. Con aquella libertad que viene de este diálogo con el Padre, de este diálogo con Dios”.

Francisco remarcó que “Jesús no quiere cristianos egoístas, que sigan el propio ‘yo’, que no hablan con Dios, ni cristianos débiles, cristianos que no tienen voluntad, cristianos a control remoto, incapaces de creatividad, que buscan siempre conectarse con la voluntad de otro, y no son libres. ¡Jesús nos quiere libres!”.

“Y ¿dónde se consigue esta libertad? En el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, no sabe escuchar a Dios en su propia conciencia no es libre”
.


Francisco señaló que recientemente “hemos tenido un ejemplo maravilloso de cómo es esta relación con Dios en la propia conciencia. Un reciente ejemplo maravilloso, el Papa Benedicto XVI nos ha dado este gran ejemplo”.
“Cuando el Señor en la oración, le ha hecho comprender cuál era el paso que debía dar. Ha seguido, con gran sentido de discernimiento y valor, su conciencia, o sea la voluntad de Dios que hablaba a su corazón. Y este ejemplo de nuestro Padre nos hace mucho bien a todos nosotros, como un ejemplo que debemos seguir”.

El Papa también recordó que “la Virgen, con gran simplicidad, escuchaba y meditaba en lo más íntimo de sí misma la Palabra de Dios y aquello que sucedía a Jesús. Siguió a su Hijo con íntima convicción, con firme esperanza”.


“Que María nos ayude a convertirnos cada vez más en hombres y mujeres de conciencia - con conciencia libre, porque en la conciencia tiene lugar el diálogo con Dios – hombres y mujeres capaces de escuchar la voz de Dios y de seguirla con decisión”, concluyó.





 

sábado, 29 de junio de 2013

29 de Junio: Dia del Papa

VATICANO, 29 Jun. 13 / 09:15 am (ACI/EWTN Noticias).- 
Al celebrarse hoy el “Día del Papa”, la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Papa Francisco destacó que el Obispo de Roma está llamado a confirmar en la fe, el amor y la unidad.
En la Misa presidida en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre destacó la presencia de obispos de todo el mundo -entre ellos los 34 arzobispos que recibieron el palio arzobispal esta mañana- lo que le da “un tono de mayor alegría” y “es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de Pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una sola familia”.


 Celebramos la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de todo el mundo. 
Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de Pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una sola familia.

 Saludo cordialmente y con gratitud a la delegación del Patriarcado de Constantinopla, guiada por el Metropolita Ioannis. Agradezco al Patriarca ecuménico Bartolomé I por este Nuevo gesto de fraternidad. Saludo a los señores embajadores y a las autoridades civiles. Un gracias especial al Thomanerchor, el coro de la Thomaskirche, de Lipsia, la iglesia de Bach, que anima la liturgia y que constituye una ulterior presencia ecuménica.
Tres ideas sobre el ministerio petrino, guiadas por el verbo «confirmar».
 ¿Qué está llamado a confirmar el Obispo de Roma?


1. Ante todo, confirmar en la fe. El Evangelio habla de la confesión de Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt, 16,16), una confesión que no viene de él, sino del Padre celestial. Y, a raíz de esta confesión, Jesús le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (v. 18). El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo, en virtud de una gracia donada de lo alto. En la segunda parte del Evangelio de hoy vemos el peligro de pensar de manera mundana. Cuando Jesús habla de su muerte y resurrección, del camino de Dios, que no se corresponde con el camino humano del poder, afloran en Pedro la carne y la sangre: «Se puso a increparlo: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor!”» (16,22). Y Jesús tiene palabras duras con él: «Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo» (v. 23). Cuando dejamos que prevalezcan nuestras Ideas, nuestros sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo. La fe en Cristo es la luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia.
2. Confirmar en el amor. En la Segunda Lectura hemos escuchado las palabras conmovedoras de san Pablo: «He luchado el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe» (2 Tm 4,7). ¿De qué combate se trata? No el de las armas humanas, que por desgracia todavía ensangrientan el mundo; sino el combate del martirio. San Pablo sólo tiene un arma: el mensaje de Cristo y la entrega de toda su vida por Cristo y por los demás. Y es precisamente su exponerse en primera persona, su dejarse consumar por el evangelio, el hacerse todo para todos, sin reservas, lo que lo ha hecho creíble y ha edificado la Iglesia. El Obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este amor a Jesús y a todos sin distinción, límites o barreras.
3. Confirmar en la unidad. Aquí me refiero al gesto que hemos realizado. El palio es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, «principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión» (Lumen gentium, 18). Y vuestra presencia hoy, queridos hermanos, es el signo de que la comunión de la Iglesia no significa uniformidad. El Vaticano II, refiriéndose a la estructura jerárquica de la Iglesia, afirma que el Señor «con estos apóstoles formó una especie de Colegio o grupo estable, y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él» (ibíd. 19). Y prosigue: «Este Colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la unidad del Pueblo de Dios» (ibíd. 22). La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las teselas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre cualquier conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias: éste es el camino de Jesús. El palio, siendo signo de la comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia universal, supone también para cada uno de vosotros el compromiso de ser instrumentos de comunión.
Confesar al Señor dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad. 
Queridos hermanos en el episcopado, estas son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano.

   
Que la santa Madre de Dios nos guíe y acompañe siempre con su intercesión: Reina de los apóstoles, reza por nosotros. Amén. 



Cuida Jesús
a nuestro Santo Padre,
el Papa Francisco,
ilumina su inteligencia,
fortalece su espíritu,
defiéndelo de toda maldad.
Concédenos que junto a él,
 la Iglesia Católica se
conserve unida,
firme en la Fe y en el Amor,
y sea así Casa de Dios
en el mundo entero.
                                                     Amén.


miércoles, 26 de junio de 2013

Catequesis del Papa: "¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia?"

                                  VATICANO, 26 Jun. 13 / 10:12 am (ACI/EWTN Noticias).- 
El Papa Francisco dedicó su catequesis de hoy a reflexionar sobre la Iglesia como el Espíritu Santo y cuestionó a todos: "¿somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decirlo, piedras cansadas, aburridas, indiferentes?"

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo hoy hablar sobre otra imagen que nos ayuda a ilustrar el misterio de la Iglesia, la imagen del templo. La palabra templo hace pensar en un edificio, en una construcción; recuerda el gran Templo de Salomón, lugar donde el pueblo de Israel se encontraba con Dios; imagen que por la fuerza del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia como “casa de Dios”, lugar de su presencia. 
Si aquel antiguo templo fue edificado por los hombres, Dios, por la encarnación de su Hijo, “construye su casa” para habitar en medio de nosotros.

 Así, Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su “casa espiritual”, no hecha de piedras materiales, sino de “piedras vivas”, que somos nosotros. 




¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? ¿Nos abrimos a la acción del Espíritu Santo para ser parte activa de nuestra comunidad o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: “tengo tantas otras cosas que hacer, y no es mi obligación”?

* * *

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Bolivia, Colombia, México y los demás países latinoamericanos. 




Pidamos al Señor que, animados por su Espíritu, seamos siempre piedras vivas de su Iglesia.
 Muchas gracias.


martes, 25 de junio de 2013


<<MOVERSE>>    
Las primeras generaciones cristianas nunca olvidaron que ser cristiano es «seguir» a Jesús y vivir como él. Así de claro y sencillo. A Jesús no se le puede seguir buscando seguridad, pues él «no tiene donde reclinar la cabeza». Para seguir a Jesús, hay que olvidarse de otras obligaciones pues lo primero es «anunciar el reino de Dios». A Jesús no se le puede seguir «mirando hacia atrás» pues quien le sigue así, «no vale para el reino de Dios».

«Seguir» a Jesús es una metáfora que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. Para ellos significa en concreto: no perder de vista a Jesús; no quedarse parados lejos de él; caminar, moverse y dar pasos tras él. «Seguir» a Jesús exige una dinámica de movimiento. Por eso, el inmovilismo dentro de la Iglesia es una enfermedad mortal: mata la pasión por seguir a Jesús compartiendo su vida, su causa y su destino.

PRIMERA LECTURA. Libro primero de los Reyes 19, 16b. 19-21.

La vocación de Eliseo.
El Libro de los Reyes narra la vocación de Eliseo como profeta por medio de Elías: El Señor dijo a Elías: Unge como profeta sucesor a Eliseo. Elías salió al encuentro de Eliseo que estaba trabajando con doce yuntas de bueyes, pasó a su lado y le echó encima su manto. Hecho simbólico que significa la llamada de Dios.
Eliseo respondió sí al instante, se despidió de sus padres y de su gente, se desprendió de su trabajo y dejándolo todo, siguió a Elías y se puso a sus órdenes, viviendo pobremente en el desierto.

Salmo  15,1-2a.5.7-8.9-10.11

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

SEGUNDA LECTURA. Gálatas 5, 1. 13-18.



Seguir a Cristo nos hace libres.
Cristo nos da la libertad con su pasión y muerte porque nos libera de la esclavitud del pecado. Es la libertad de los hijos de Dios, fruto de la gracia santificante. Por lo tanto, hemos de ser fuertes para perseverar en el bien y en la gracia, poniendo los medios sobrenaturales para ello. Entonces, somos libres.







Evangelio Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-62):







Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»




La libertad de Jesús.
Jesús, libremente, se dirige hacia Jerusalén para dar cumplimiento al designio del Padre: “cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”
Es el tiempo del cumplimiento de la voluntad del Padre: que Cristo tenía que morir por nosotros los hombres y por nuestra salvación. El tiempo de la obediencia hasta la muerte.
Es el tiempo de la manifestación del amor y de la misericordia: Nadie tiene amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos (Cf. Jo.15, 13).
Tiempo del gran perdón. Es la plenitud de los tiempos (Cf. Gal. 4,4). Es la plenitud del amor y la misericordia.
 El seguimiento de Jesús.
Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré a donde vayas. Jesús responde que para seguirlo, hay que ser libres como Él que no tiene donde reclinar la cabeza. Seguir a Cristo supone quedar liberado de la esclavitud de los bienes de este mundo y ordenarlos rectamente.
Jesús dijo a otro discípulo: sígueme. Jesús llama y exige un seguimiento incondicional, libres de condicionamientos humanos y afectivos. Jesús es lo primero y está por encima de todo.


 Nuestro seguimiento de Jesús.
Jesús, por propia iniciativa, nos ha llamado a la vida cristiana por el sacramento del Bautismo que hemos recibido en la Iglesia. Nosotros respondemos sí, día a día, según nuestro estado de vida. Tratamos de hacer de nuestra vida un sí para Cristo en la Iglesia, ante el mundo. El seguimiento de Jesús en la Iglesia es anterior y superior a todo amor e interés humanos, incluso a nuestra propia vida.




Autor: Padre Diego Millan García
CUENTO:    LA DIRECCIÓN EQUIVOCADA
Un hombre iba sentado en mi mismo departamento en el tren. En cada estación se ponía de pie y miraba fuera de la ventanilla con ansiedad. Luego se sentaba y suspiraba refunfuñando en voz alta el nombre de la estación que acababa de pasar. Después de cuatro o cinco estaciones, el vecino de asiento le preguntó preocupado:
- ¿Le pasa algo?. Me parece tan tremendamente angustiado.
El hombre lo  miró y respondió:
- Ciertamente habría debido cambiar de tren hace ya un buen rato, porque voy en la dirección contraria….Pero aquí se está tan a gusto y tan calientito.

 ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Buscamos una y mil maneras para sentirnos bien, para olvidarnos de los problemas; ponemos todos los remedios que sanen nuestras enfermedades modernas. Damos por muerto aquello que pueda recordarnos que la felicidad no está ahí. Queremos enterrar cuanto antes la conciencia de nuestra insolidaridad que provoca tanta miseria y sufrimiento a otros. Ocultamos la cara oscura de nuestro bienestar y dejamos ya de preocuparnos de aquello que contamina nuestra alma y nuestro corazón.
 ¿La fe? ¿Qué es eso? ¿Para qué preocuparse de cosas que no se pueden demostrar o que en la práctica no sirven para nada?. Gastemos el tiempo y el dinero en cosas más productivas y relajantes, olvidemos esas tonterías del alma, del espíritu, de la interioridad. Las vacaciones son para disfrutarlas a tope y con intensidad, que son cuatro días los que vivimos.
Y sin embargo en el Evangelio Cristo nos sigue llamando a una vida de esfuerzo, no a un cristianismo fácil. Queremos seguir a Cristo pero sin dejar atrás tantas cosas que nos atan. Ponemos la mano en el arado de la fe y del compromiso pero sin entregarnos del todo. Y de vez en cuando echamos una ojeada a lo que hemos dejado atrás. Ser cristianos, sí, pero no demasiado, que Cristo es demasiado exigente y exagerado.
 Nos pasa lo que al del cuento, que incluso no nos damos cuenta de que vamos en la dirección equivocada, que estamos viviendo los valores contrarios al evangelio, pero no queremos cambiar de tren, preferimos este cristianismo cómodo y fácil, y estamos tan a gusto y calientitos así.
Cristo es claro: seguirle de verdad a él, desde la vida clerical a la laical, es no encontrar seguridades, es estar dispuestos a renunciar al camino fácil.
Y eso nos cuesta en esta sociedad tan acomodada y aburguesada que valora el tener muchas cosas, y no el ser más personas.
 Más que nunca es necesario escuchar a Jesús: “Sígueme”. No pongas tu felicidad en las cosas, no gastes inútilmente en productos que sólo te provocarán vacío y necesidad de seguir consumiendo, no te postres ante el dios dinero, no entregues tu vida en el altar del materialismo. No creas en el espejismo de una felicidad barata conseguida sin esfuerzo. No hagas caso a quienes te dicen que no vale la pena intentar ser mejor, ser solidario o buscar a Dios. Las cosas más importantes de la vida son gratuitas: la fe, el amor, la amistad, la familia, el compartir, la alegría de la entrega, la lucha por la justicia y la paz.
 Acércate a Jesús, toca su manto, experimenta la fuerza de su amor y de su poder. Insiste, no te quedes paralizado por el miedo ni por los consejos desalentadores de otros. Hemos sido creados para una felicidad mayor y más duradera, para un amor eterno que es fuente de alegría y de paz. Y luego, sí, disfruta de unas vacaciones o de un tiempo para ti y para quienes amas. La playa, el campo, el turismo, el coche último modelo, la casita a orillas del mar, la buena comida o la reparadora siesta no serán la fuente de tu felicidad, aunque ayudarán a tu bienestar. La felicidad es otra cosa, está más adentro, tiene su fuente en Dios.



Recemos con el Papa Francisco




El cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.I., arzobispo de Buenos Aires (Argentina), Ordinario para los fieles de Rito Oriental residentes en Argentina y desprovistos de Ordinario del propio rito, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Estudió y se diplomó como Técnico Químico, para después escoger el camino del sacerdocio y entrar en el seminario de Villa Devoto.

El 11 de marzo de 1958 ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús, realizó estudios humanísticos en Chile, y en 1963, de regreso a Buenos Aires, se licenció en Filosofía en la Facultad de Filosofía del Colegio «San José» de San Miguel.

De 1964 a 1965 fue profesor de Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, y en 1966 enseñó la misma materia en el colegio de El Salvador de Buenos Aires.

De 1967 a 1970 estudió Teología en la Facultad de Teología del Colegio «San José», en San Miguel, donde se licenció.

El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote.

En el curso 1970-71, terminó la tercera probación en Alcalá de Henares (España) y el 22 de abril de 1973 hizo la profesión perpetua.

Fue maestro de novicios en Villa Barilari, en San Miguel (1972-1973), profesor de la Facultad de Teología, Consultor de la Provincia y Rector del Colegio Massimo. El 31 de julio de 1973 fue elegido Provincial de Argentina, cargo que ejerció durante seis años.

Entre 1980 y 1986, fue rector del Colegio Massimo y de la Facultad de Filosofía y Teología de la misma casa y párroco de la parroquia del Patriarca San José, en la diócesis de San Miguel.

En marzo de 1986, se trasladó a Alemania para concluir su tesis doctoral, y sus superiores lo destinaron al colegio de El Salvador, y después a la iglesia de la Compañía de Jesús, en la ciudad de Coórdoba, como director espiritual y confesor.

El 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio del mismo año recibió en la catedral de Buenos Aires la ordenación episcopal de manos del cardenal Antonio Quarracino, del Nuncio Apostólico Monseñor Ubaldo Calabresi y del obispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich.

El 13 de junio de 1997 fue nombrado arzobispo coadjutor de Buenos Aires, y el 28 de febrero de 1998, arzobispo de Buenos Aires por sucesión, a la muerte del cardenal Quarracino.

Es autor de los siguientes libros: «Meditaciones para religiosos» de 1982, «Reflexiones sobre la vida apostólica» de 1986, y «Reflexiones de esperanza» de 1992.

Es ordinario para los fieles de rito oriental residentes en Argentina que no cuentan con un ordinario de su rito.

Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina.

Relator General Adjunto en la 10ª Asamblea General Ordinaria del Sinodo de los Obispos de octubre de 2001.

Desde noviembre de 2005 a noviembre de 2011 fue Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

Juan Pablo II le ha creado y publicado cardenal en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, titular de San Roberto Bellarmino.

Era miembro de las siguientes congregaciones: para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; para el Clero; para los Institutos de Vida Consagrada y de la Sociedad de Vida Apostólica; el Pontificio Consejo de la Familia; la Comisión Pontificia para América Latina.
EL ESCUDO

En los rasgos, esenciales, el Papa Francisco ha decidido conservar su escudo anterior, elegido desde su consagración episcopal y caracterizado por una sencillez lineal.
Sobre el escudo, azul, se hallan los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los que deseó el predecesor, Benedicto XVI (mitra entre llaves de oro y plata, entrelazadas por un cordón rojo). En lo alto se refleja el emblema de la Orden de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y llameante con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. Encima de la letra h se halla una cruz; en la punta, los tres clavos en negro.

En la parte inferior se contempla la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, simboliza a la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; la flor de nardo indica a san José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, san José se representa con un ramo de nardo en la mano. Al incluir en su escudo estas imágenes el Papa desea expresar su especial devoción hacia la Virgen Santísima y san José.

EL LEMA

El lema del Santo Padre Francisco procede de las Homilías de san Beda el Venerable, sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme)».

Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina y se reproduce en la Liturgia de las Horas de la fiesta de san Mateo. Reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. En efecto, en la fiesta de san Mateo del año 1953, el joven Jorge Bergoglio experimentó, a la edad de 17 años, de un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después de una confesión, sintió su corazón tocado y advirtió la llegada de la misericordia de Dios, que, con mirada de tierno amor, le llamaba a la vida religiosa a ejemplo de san Ignacio de Loyola.

Una vez elegido obispo, monseñor Bergoglio, en recuerdo de tal acontecimiento, que marcó los inicios de su total consagración a Dios en Su Iglesia, decidió elegir, como lema y programa de vida, la expresión de san Beda miserando atque eligendo, que también ha querido reproducir en su escudo pontificio.



lunes, 24 de junio de 2013

29 de Junio: DIA DEL SUMO PONTIFICE



El 29 de Junio la Iglesia celebra, con toda solemnidad, el día del Papa, y recuerda de manera especialísima, a los santos apóstoles Pedro y Pablo, a San Pedro como fundador de la Iglesia instituida por Cristo y a San Pablo, como incansable propagador del mensaje evangélico, ambos hasta dar la vida en el martirio. 



Desde los primeros tiempos del cristianismo, San Pedro y San Pablo, son venerados como las primeras columnas de la Iglesia cristiana.
Ambos son los fundadores de la Iglesia en Roma, Madre y Maestra de todas las demás comunidades cristianas.




Ellos predicaron con gran fortaleza el mensaje de salvación; y ellos dieron, con su martirio, el supremo testimonio de su fe en Cristo muerto y resucitado.


Pedro fue escogido para ser cabeza de la Iglesia, y ahí en Roma fue el primer obispo y se sentó en la sede para regir y enseñar. Obispo de los obispos, padre y pastor, por eso recibió el nombre de Papa.
Pablo, predicador insigne, viajó incansable durante treinta años por todos los pueblos y ciudades del Mediterráneo, llevando el mensaje de salvación.

Este día, 29 de junio, también es conocido en el mundo católico como el Día del Papa.




En esta Jornada del Papa estamos invitados, de manera especial, a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a orar por él y a contribuir con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad. 

El Romano Pontífice, como Sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Es el Vicario de Cristo. 
Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba insistentemente a Dios por él (cfr. Hc 12, 59). 
Hoy toda la Iglesia tiene el deber de orar por el Papa Francisco. Cuando oramos por el Sucesor de Pedro, que “preside la caridad de todas las Iglesias”, como afirmó San Ignacio de Antioquia, pedimos que la Iglesia se mantenga fiel a su magisterio, para que, como los primeros cristianos, vivamos como hermanos arraigados firmemente en el amor y en la caridad. 
Junto con la oración y el agradecimiento, esta Jornada es una llamada a colaborar con nuestras limosnas y donativos a la colecta especial. A través de ella ayudamos al Papa para que pueda realizar su misión a favor de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra. 


 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
 (16,13-19)

Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?»
Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o Jeremías, o alguno de los profetas.»
Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»
Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»
PALABRA DE DIOS
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.