Es el tiempo más antiguo de la organización del año cristiano. Y además, ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay.
El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario.
Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento.
Celebramos la fiesta de la SANTÍSIMA TRINIDAD, fiesta que nos viene a recordar que nuestro Dios, en su misterio más íntimo y en su revelación más honda, no es soledad, sino FAMILIA. Dios es comunicación y comunicación de Amor; Amor que nos crea como hijos, Amor que nos une como hermanos y Amor que nos envía con su Espíritu por todo el mundo.
Miles de peregrinos han estado presentes esta mediodía en la Plaza de San Pedro de Roma para asistir al rezo del Ángelus del Papa Francisco en este Domingo siguiente a Pentecostés, en que se celebra la Solemnidad de la Santísima Trinidad, y también se vive la Jornada Pro- Orantibus para pedir por los religiosos de vida contemplativa. En este primer Ángelus, después de que en Pascua se rezase el Regina Coeli como se prescribe, el Santo Padre ha pedido especialmente por la paz en Iraq y ha anunciado un viaje el 15 de septiembre a Albania.
"En el nombre del Padre,
del Hijo
y del Espíritu Santo"
Silencio y escucha. Hoy la liturgia pone ante nosotros el misterio de Dios,
misterio que nos envuelve y arrastra y nos da vida y amor. Hemos recorrido
la mitad de este año litúrgico, Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y culmina
con nuestra profesión de fe: Creo en un solo Dios y este Dios es Trino y lo
llamamos Padre, Hijo, Espíritu Santo, nuestra fiesta de la Santa Trinidad, el
Dios que confesamos, en quien vivimos, en el que permanecemos para siempre. De
este modo nos revela la unidad en la pluralidad trinitaria y nosotros vivimos
nuestra diversidad en unidad y comunidad.En nuestro universo encontramos la diversidad del otro y sentimos esa tendencia insaciable de unidad y de superar de ese modo la soledad y la diversidad para crear unidad, familia, el pueblo o reino de Dios.
Nos dice san Irineo que la gloria de Dios es que el hombre viva. Nosotros podemos decir que la gloria del hombre es que Dios viva donde se encuentra el hombre.
Tantas veces decimos el nombre del Padre, acompañamos nuestras palabras signándonos ¿Sabemos y sentimos qué decimos? Estamos en la presencia, en el ser de Dios y conscientes de esta realidad mía realizo esta acción. Recordamos las palabras del Papa Francisco: "siempre estamos en Dios, cuando hacemos el bien estamos en él, y cuando hacemos el mal también estamos en él". Qué bello es cuando hoy se enseña y se vive por tantas personas que Dios quiere ser ayudado por nosotros en su tarea de crear y mantener su Reino en este universo nuestro, porque él verdaderamente tiene necesidad de nuestra ayuda. Es parte de nuestro misterio. ¡Qué desconocido es Dios para nosotros! No le oímos, no le escuchamos. Y él se manifiesta. Todo el universo es obra de sus manos (salmo 66), el hombre hecho a su imagen y semejanza, Jesucristo, la comunidad solidaria, la comunidad cristiana, la iglesia, el universo mundo. "Aclame al Señor la tierra entera, canten la gloria de su Nombre, tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: ¡qué admirables son tus obras" (Salmo 66). Tantos signos y posibilidades, como nos dice San Pablo: "En efecto, partiendo de la creación del universo, la razón humana puede llegar a descubrir, a través de las cosas creadas, las perfecciones invisibles de Dios: su eterno poder y su divinidad. (Rm,1,21 )
Buscamos a Dios con la razón y lo encontramos en el amor.
Ante este Dios m pregunto: cómo oro, cómo busco, cómo amo. Cual es mi dimensión y proyección en el proyecto del reino de Dios, cómo vivo y entiendo quien es Dios para mí, quien soy yo para Dios. Dios es UNO en TRES, es Origen, Conocimiento, Amor. Yo soy uno multiplicado por muchos y diversos unos para ser comunidad en el servicio, en el amor, en el Reino de Dios. "Te pido que todos vivan unidos, Padre, como tú estás en mi y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros" (Jn 17,21).
Dejemos que de nuestro ser brote el amor y la gratitud hacia nuestro Dios Trino. Lo vivimos en nuestro ser de cada día y lo hacemos presente en nuestro amar y orar y en nuestro anuncio "Viva Dios Uno y Trino en los corazones de todos los hombres" (Arnoldo Janssen)
Cuando hablamos de Dios no nos quedemos en imágenes o en conceptos. El es Padre con el hijo en el Espíritu y quien comunica a todo el universo su existencia. ¡Padre, venga a nosotros tu Reino!
Hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que presenta a nuestra contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: una vida de comunión profunda y de amor perfecto, origen y meta de todo el universo y de toda criatura. En la Trinidad reconocemos también el modelo de la Iglesia, a la que hemos sido llamados a amarnos como Jesús nos amó. Es el amor el signo concreto que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el amor el distintivo del cristiano, como nos dijo Jesús: “Por esto sabrán que sois mis discípulos: si tenéis amor los unos por los otros” (Jn 13, 35). Es una contradicción pensar en cristianos que se odian ¡es una contradicción! Esto es lo que busca siempre el diablo, que nos odiemos, porque él pretende siempre sembrar la cizaña del odio. Él no conoce el amor. El amor es de Dios.
Todos estamos llamados a testificar y a anunciar el mensaje de que “Dios es amor”, que Dios no está lejos o es insensible a nuestros asuntos humanos. Él está cerca, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas. Nos ama hasta tal punto que se hizo carne, que se ha hecho hombre, vino al mundo no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por medio de Jesús (cfr. Jn 3, 16-17). Este es el amor de Dios en Jesús. Este amor que es tan difícil de entender, pero que nosotros los sentimos cuando nos acercamos a Jesús y él nos perdona siempre, nos espera siempre, nos ama tanto. Este amor de Jesús que nosotros sentimos es el Amor de Dios.
El Espíritu Santo, don de Jesús Resucitado, nos comunica la vida divina y así nos hace entrar en el dinamismo de la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio recíproco, de compartir. Una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia que se ama y se ayuda, los unos a los otros, es reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quieren mucho y se comparten los bienes espirituales y materiales es un reflejo de la Trinidad.
El amor verdadero no tiene límites, pero sabe limitarse, para ir hacia el otro, para respetar la libertad del otro. Todos los domingos vamos a Misa celebramos la Eucaristía juntos. La Eucaristía es como la “zarza ardiente” en la que humildemente habita y se comunica la Trinidad; por esto la Iglesia ha puesto la fiesta del Corpus Domini después de la de la Trinidad.
El próximo Jueves, según la tradición romana, celebraremos la Santa Misa en San Juan de Letrán y después haremos la procesión con el Santísimo Sacramento. Invito a los romanos y a los peregrinos a participar para expresar nuestro deseo de ser un pueblo “unido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (San Cipriano).
Que la Virgen María, criatura perfecta de la Trinidad, nos ayude a hacer de toda nuestra vida, en los pequeños gestos y en las elecciones más importantes, un himno de alabanza a Dios Amor.
Tras el rezo del Ángelus, el papa Franciso manifestó este domigno (15.06.2014) su profunda preocupación por los acontecimientos bélicos en Irak. "Estoy siguiendo con verdadera preocupación los hechos de los últimos días en Irak. Les insto a todos ustedes a que se unan en mis oraciones por la querida nación de Irak, especialmente por las víctimas y por esos que sufren con el recrudecimiento de la violencia, particularmente la gente, muchos de ellos cristianos, que ha tenido que abandonar sus hogares".
"Deseo paz y seguridad a toda la población y un futuro de reconciliación y justicia donde todos los iraquíes, sin importar de la religión que sean, puedan construir juntos su nación, convirtiéndola en un ejemplo de convivencia", dijo el pontífice.
En los últimos días en Irak miles de personas han abandonado el país al agravarse la situación con el avance de fuerzas yihadistas hacia Bagdad. El país está inmerso además desde hace meses en una lucha por el poder entre sunitas y chiitas.
Estoy siguiendo con mucha preocupación los sucesos de estos últimos días en Irak. Os invito a todos a uniros a mi oración por la querida nación iraquí, sobre todo por las víctimas y por los que sufren mayormente las consecuencias del aumento de la violencia, en especial por las muchas personas, entre los cuales muchos cristianos, que han tenido que dejar su propia casa. Deseo, para toda la población, la seguridad y la paz y un futuro de reconciliación y de justicia donde todos los iraquíes, sea cual sea su pertenencia religiosa, puedan reconstruir juntos su patria, haciendo de ella un modelo de convivencia. Recemos a la madre, todos juntos por el pueblo iraquí. Ave Maria...(Rezo del Papa Francisco)
Estoy muy contento de anunciar que, aceptando la invitación de los obispos y de las autoridades civiles albanesas, pretendo ir a Tirana el próximo domingo 21 de septiembre. Con este breve viaje deseo confirmar en la fe a la Iglesia de Albania y expresar mi aliento a un país que ha sufrido largamente las consecuencias de las ideologías del pasado.
Ahora os saludo a todos vosotros, queridos peregrinos presentes hoy: grupos parroquiales, familias y asociaciones. En especial saludo a los militares de Colombia, a los fieles venidos de Taiwan y Hong Kong, de Ávila y La Rioja (España=, de Venado Tuerto (Argentina), de Cagliari, Albino, Vignola, Lucca y Battipaglia.
Saludo al Movimiento Pro Sanctitate, en el centenario de nacimiento del fundador, el Siervo de Dios, Guglielmo Giaquinta: queridos amigos, os animo a llevar adelante con alegría el apostolado de la santidad. Saludo a los jóvenes de Casaleone que han recibido la Confirmación y a los trabajadores del Grupo IDI Sanidad de Roma.
Un pensamiento especial dirijo a las colaboradoras domésticas y cuidadoras, que provienen de muchas partes del mundo y que desarrollan un servicio precioso en las familias, especialmente apoyando a los ancianos y a las personas discapacitadas. No valoramos con justicia la gran labor que llevan a cabo con la familia. Gracias a todos.
A todos os deseo un buen domingo y una buena comida, No os olvideis de rezar por mi.¡Hasta pronto!
Algunas frases del discurso del Papa
"Celebramos la solemnidad de la Santísiam Trinidad, que presenta la vida divina de comunión y amor perfecto"
"En ella reconocemos también el modelo de la Iglesia"
"El amos es el signo concreto que manifiesta la fe, el distintivo del cristiano"
"Es una contradicción pensar en cristianos que se odian"
"Y esto es lo que busca siempre el diablo: hacernos odiar, porque él siembra siempre la cizaña del odio. Él no conoce el amor. El amor es de Dios"
"Llamados a testimoniar que Dios está siempre a nuestro lado, para compartir nuestras esperanzas y nuestras dificultades"
"Cristo vino al mundo no para juzgarlo"
"Jesús nos perdona siempre, nos espera siempre, nos ama tanto"
"El Espíritu Santo nos comunica la vida divina"
"Una persona que ama a los demás es reflejo de la Trinidad"
"Una familia que se ama es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se comparte es un reflejo de la Trinidad"
"El amor verdadero no tiene límites"
"La Eucaristía es como la zarza ardiente en la que se comunica la Trinidad"
"Invito a los romanos y peregrinos a participar en la misa y en la procesión del próximo jueves del Corpus Christi. Os espero a todos, a las 19 horas"
Y, tras la catequesis, la bendición.
Y, a continuación, los saludos
"Estoy siguiendo con preocupación los acontecimientos en Irak. Oración por este querido país y, sobre todo, por las víctimas. En particular por tanta spersonas, entre ellas, muchos cristianos, que han tenido que abandonar sus casas"
"Recemos a la Virgen, todos juntos, por el pueblo iraquí".
Y reza con los presentes una avemaría
"Quiero anunciar que, acogiendo la invitación de los obispos y de las autoridades iré a Tirana el domingo 21 de septiembre.Con este breve viaje deseo confirmar en la fe a la Iglesia en Albania y testimoniar mi impulso a un país que ha sufrido durante mucho tiempo las consecuencias de las ideologías del pasado"
Saluda, especialmente, a los fieles de Ávila y La Rioja. Y al movimiento Pro Sanctitate.
Saludos a los confirmados.
Un pensamiento especial para las colaboradoras domésticas y realizar un servicio precioso en las familias, especialmene cuidando a ancianos y discapacitados. Muchas gracias.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 2
EL PADRE
I "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"
232 Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium christianorum in Trinitate consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad") (San Cesáreo de Arlés, Expositio symboli [sermo 9]: CCL 103, 48). 233 Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en "los nombres" de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad.
234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47).
235 En este párrafo, se expondrá brevemente de qué manera es revelado el misterio de la Bienaventurada Trinidad (I), cómo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente cómo, por las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo, Dios Padre realiza su "designio amoroso" de creación, de redención, y de santificación (III).
236 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la Theologia y la Oikonomia, designando con el primer término el misterio de la vida íntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Por la Oikonomia nos es revelada la Theologia; pero inversamente, es la Theologia, la que esclarece toda la Oikonomia. Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar.
237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, "que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015). Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
II La revelación de Dios como Trinidad
El Padre revelado por el Hijo
238 La invocación de Dios como "Padre" es conocida en muchas religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como "padre de los dioses y de los hombres". En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la Alianza y del don de la Ley a Israel, su "primogénito" (Ex 4,22). Es llamado también Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente "el Padre de los pobres", del huérfano y de la viuda, que están bajo su protección amorosa (cf. Sal 68,6).
239 Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.
240 Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente sólo es Hijo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27).
241 Por eso los Apóstoles confiesan a Jesús como "el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios" (Jn 1,1), como "la imagen del Dios invisible" (Col 1,15), como "el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia" Hb 1,3).
242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325 en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el Hijo es "consubstancial" al Padre (Símbolo Niceno: DS 125), es decir, un solo Dios con él. El segundo Concilio Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y confesó "al Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150).
El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu
243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.
244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.
245 La fe apostólica relativa al Espíritu fue proclamada por el segundo Concilio Ecuménico en el año 381 en Constantinopla: "Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre" (DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como "la fuente y el origen de toda la divinidad" (Concilio de Toledo VI, año 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del Hijo: "El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y también de la misma naturaleza [...] por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre y del Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (año 381) confiesa: "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (DS 150).
246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del Hijo (Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo [...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-1301).
247 La afirmación del Filioque no figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa san León la había ya confesado dogmáticamente el año 447 (cf. Quam laudabilitier: DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en el concilio de Calcedonia, el símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducción del Filioque en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano por la liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.
248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como "salido del Padre" (Jn 15,26), esa tradición afirma que éste procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice "de manera legítima y razonable" (Concilio de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que "principio sin principio" (Concilio de Florencia 1442: DS 1331), pero también que, en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él "el único principio de que procede el Espíritu Santo" (Concilio de Lyon II, año 1274: DS 850). Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario