martes, 7 de mayo de 2013

CAMINEMOS A LUJAN...


Historia de la Peregrinación Juvenil


El 25 de Octubre de 1975 se realizó la 1° Peregrinación Juvenil a Luján, organizada por aquel entonces por un reducido grupo de capellanes dispuestos a acercar la Iglesia a la juventud del pais. Las primeras charlas se llevaron a cabo en el Colegio Episcopal en Devoto dónde el principal planteo era resolver la cuestión de lograr que los jóvenes sintieran ganas y deseos de realizar la peregrinación como un acto de fe. La propuesta recibió el apoyo del entonces Mons. Guillermo Leaden. Se organizaron tres comisiones: Marcha, Contenidos, y Medios de Comunicación y recursos. Una vez en marcha los engranajes, la ciudad de Buenos Aires fue empapelada con afiches así también como la difusión que se hizo por radio y T.V.. Sin embargo, no todos recibieron bien la noticia, ya que no faltó quienes acusaran de comunistas a los párrocos que intentaban reunir a los jóvenes en peregrinación. 



De todos modos llegó el día y grandes columnas de gente emprendieron la marcha, todos mezclados y unidos sin importar de dónde habían asistido: de Recoleta, de Belgrano, y Lomas de Zamora, de todas las Villas de Bs. As.. Gente joven y mayor, matrimonios con chicos . universitarios y trabajadores. Tampoco faltaron los vendedores ambulantes y heladeros con su carrito, sumando un total de 40.000 según dijeron las periódicos el lunes siguiente, aunque nunca se sabrá la cantidad exacta.


Bien se podría decir que la organización de aquella primera marcha, en comparación a las actuales, fue algo precaria ya que no hubo demasiada previsión en cuanto al servicio sanitario, la disposición de agua para los peregrinos y otras cuestiones de logísticas inexistentes debido a la inexperiencia de los organizadores. Hacia las nueve de la mañana del día siguinte llegó la cabecera a las puertas de la basílica y hubo de ser parada a la fuerza ya que desbordaba el entusiasmo. La basílica se llenó de gente de golpe y practicamente no cabía una sola alma más en su interior. El Obispo Leaden presidió la concelebración y la comunión pudo apenas darse a todo el mundo.

Mientras tanto, fuera de la basílica comenzó a llover y la gente que no logró entrar a la misa hubo de refugiarse en las recovas, en los bares, y muchos ya habían emprendido el regreso. Al terminar el oficio religioso se leyó un mensaje por micrófono que salió por los altoparlantes a la plaza. Finalmente se cerró el acto con la liberación de dos palomas blancas. Y así concluyó aquella primera Peregrinación Juvenil, sentando las bases de las que hasta hoy llegan cada primero de octubre hasta los pies de la Basílica de Lujan. 



Desde el año 1975 hasta la fecha, cada 1° de Octubre se realiza la Peregrinación Juvenil a Luján que parte desde Liniers y por ex Ruta 7 recorriendo un circuito de poco menos de 60 km que concentra a miles de jóvenes durante más de 15hs de caminata continua, siendo para algunos un acto de fe mientras otros  lo consideran una prueba de resistencia física de alta exigencia. 

  El encuentro es cada año en el mismo lugar, Av. Rivadavia y Gral. Paz, por la mañana. Personas de todos los barrios de Buenos Aires, e incluso más allá, de otras provincias, acuden al encuentro para emprender el desafío.



El trayecto tiene varias etapas donde hay puntos de asistencia a los peregrinos, pero también los mismos vecinos del camino ofrecen sus casas y patios para los caminantes así como agua y baños también. Dado que año a año la peregrinación se hace cada vez más concurrida podría decirse que tal vez sea el evento de concentración masiva más grande del país que atrae incluso a extranjeros de todas partes del mundo. 
 

Para la seguridad de quienes sopasan la posibilidad de realizar la peregrinación los organizadores aconsejan: 


1. Para caminar llevá el calzado que más cómodo te resulte. Son preferibles las zapatillas, pero si no estás acostumbrado a usarlas, no te las pongas. Las medias deben ser de algodón y/o hilo, bien ajustadas al pié. No te pongas medias de nylon o que pudieran correrse al caminar, porque hay peligro de ampollas.
2. Este consejo nos lo han dado varios maratonistas: ungirse los pies con vaselina evita las ampollas.
3. La ropa debe ser suelta y liviana. Evitá ponerte pantalones ajustados, especialmente si son de jean.
4. Es bueno llevar en una mochila un par de medias alternativo para cambiarte en las paradas; un pullover y una campera para la noche. Un gorrito para protegerse del sol nunca está demás.
5. Es muy importante que camines con alguien que conozcas. Es bueno tener en quien apoyarse.
6. Nunca te alejes de la ruta. Si lo hacés, que tu compañero se quede en un lugar seguro y mirando donde estás. Cualquier inconveniente que tengas dirigite al puesto sanitario más cercano. Los puestos autorizados tienen un cartel con el Nro. de puesto en rojo y una figura de la Virgen de Luján en celeste similar a este:
7. Para contrarrestar el calor o la sed, tomá agua sin gas y fresca. NUNCA ingieras bebidas alcohólicas. El esfuerzo a veces es grande y esto combinado con el alcohol es muy peligroso. Lleva en tu mochila frutas como bananas, manzanas y naranjas. Caramelos y alfajores son bienvenidos.
8. Para ir al baño jamás cruces "del otro lado de la vía". Acercate a alguna casa de familia: son muchos los hermanos solidarios.



  Por último: la Peregrinación es una metáfora de la vida. Muchos te ayudarán a llegar a tu destino. Allí te espera Nuestro Señor Jesucristo y nuestra Madre del Cielo que te reciben en su casa. Llevá en tu corazón los pedidos, agradecimientos, pedidos de perdón o alabanzas no sólo tuyos, sino también los de aquellos que no pueden acercarse hasta Luján. Especialmente rezamos por nuestra Patria.








Desgrabación de la Homilía del Sr. Arzobispo de Buenos Aires cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j. con motivo de la 38ª Peregrinación Juvenil a Luján.

 


“Madre enséñanos a trabajar por la Justicia”

Del Evangelio Según San Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.


 Hoy terminamos esta peregrinación a la Casa de la Virgen y como hacemos en cada visita, nos quedamos en silencio ante su Imagen. La tenemos cerca, nos recibe en la entrada de su Casa este año, ésta Casa que están terminando de poner linda. Por eso estamos tan agradecidos a todos aquellos que han puesto su esfuerzo para esto. Pero lo más importante es que tenemos esta necesidad de rezar y contarle a nuestra Madre todo lo que compartimos en nuestra vida, y lo que compartimos con tantos peregrinos en el camino. Ahora, al escuchar el Evangelio que nos cuenta ese momento sagrado en el que Jesús nos deja a su Madre para que nos proteja, miramos la cruz y nos aferramos a su compañía, la compañía de la Virgen y la de Jesús. Nuestros caminos están protegidos por ellos dos. Nuestra fe está en ellos, nuestra fe está aquí, esta es la Casa de la fe de nuestra Patria! Por eso ahora rezamos y sentimos como late nuestro corazón porque estamos en la Casa de nuestra Madre, en la Casa de la fe de nuestra Patria. 

 Y hoy, en la Casa de nuestra Madre le venimos a hacer un pedido: que nos enseñe a trabajar por la justicia. ¿Saben ustedes a quién se le ocurrió hacer este pedido? A ustedes mismos. Sí, porque en las oraciones que escriben cuando visitan Luján fue apareciendo esta oración que hoy es el lema: Madre, enseñanos a trabajar por la justicia”. Es un lema que late en el corazón de los peregrinos de la Virgen y que se ha hecho oración. Peregrinos que somos los hijos de esta querida patria nuestra. 
Luján es la Casa de todos los hijos de la Virgen y por eso estamos haciéndole este pedido: que nos enseñe a trabajar por la justicia,  y que nos enseñe a trabajar por ser personas justas en la vida.
Posiblemente este pedido, hecho aquí en Luján, haya surgido del corazón de tantos peregrinos después de haber sido recibidos y escuchados. Porque aquí en Luján, a cada peregrino se lo recibe y se lo escucha.
 Y ser recibidos y escuchados es un gran acto de justicia; y gracias a esto estamos en paz, rezando y nos brotan cosas muy sinceras en el corazón, en la oración con la Virgen. Y por eso surge esta necesidad de ser más hermanos, ocuparnos más y mejor unos de otros. Esto ya es ser justos. Aquí en Luján aprendemos a ser personas justas, porque con el corazón sereno y perdonado, nos llenamos  del amor de Dios, por eso la mirada es mucho más profunda. Es mirar la vida desde Dios, es mirar la vida con Dios, que es El justo, el gran Justo.

Cuánto bien nos hace venir a Luján para aprender a ser buenos hijos, buenos hermanos, que se ocupan por el bien de los otros. Por eso aquí hacemos este pedido para todos nosotros, para toda nuestra Patria. Es el mejor lugar para hacerlo. Que aprendamos todos a trabajar por la justicia y para esto, que siempre tengamos el corazón abierto, el corazón grande que nos anime a hacer este pedido.

Que a nadie le falte esa actitud del corazón, la de tener que aprender cada día  a ser más justos en la vida. Que se nos enseñe dónde habrá que poner una mirada más abierta y disponible, menos egoísta o interesada, que se nos enseñe a que no hagamos la nuestra, a que no se diga de cada uno de nosotros: “Este hace la suya”, sino hacer una mirada, una gran mirada que nos haga hermanos, que nos preocupemos siempre por los demás.  

¿Y cómo puede ayudar la Virgen a trabajar por la justicia? Lo vamos a pensar juntos durante esta Misa y mirándola a Ella, en la puerta de la Basílica o mirando la Basílica. Ustedes vinieron en peregrinación ofreciendo sus vidas por los otros, rezando por tantas necesidades, las de ustedes o esas que les pidieron que “trajeran” en el corazón hasta aquí los amigos, los vecinos, los familiares… Ya que vas a Lujan, llevá una intención mía, pedile a la Virgen por esto… Al llegar al Santuario vivimos esto tan lindo de ser recibidos, y esto es lo que nos llena el corazón, nos da esperanza y así es como podemos continuar la vida: con la bendición de Jesús y de su Madre.


Y de esta manera, con Jesús y con su Madre, es como podemos trabajar por la justicia. Porque cuando nos reconocemos hijos y hermanos, es cuando en nuestro corazón nace esa actitud generosa por la vida y es cuando buscamos lo mejor y más grande para los otros. Jesús en la Cruz nos entrega su vida y le pide a la Virgen que nos cuide. Jesús llegó a la Cruz para que ese gesto fuera reconciliador, hablara de justicia a todos. ¡El nos hizo justos, El nos justificó con su vida, con su muerte y su resurrección…!  ¡Y si hoy podemos tener la frente alta, la frente de ser bautizados, la frente de decir “somos hijos de Dios” es porque El nos justificó, El nos hizo justos, El no se miró así mismo sino que nos miró a nosotros!. Hagamos lo mismo: miremos a los demás y ayudémonos a crecer por la justicia.


A la Virgen le pedimos fuerza para trabajar por la justicia. Le pedimos serenidad cuando haya dificultades. Le pedimos que seamos hermanos para poder compartir el camino. Y le pedimos a ella, que es Madre, que no nos falte el silencio de la oración: no vamos a poder ser justos si no lo rezamos, que no vamos a poder ser justos si no lo pedimos. Por eso le pedimos que no nos falte el silencio de la oración y las ganas de peregrinar para ofrecer la vida por los otros. Que ella nos conceda ésta gracia.

Que así sea.





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