"Rosario"
significa "corona de rosas", y así se le considera, como la
"rosa de las devociones", la principal. Es una oración muy apreciada
por los santos y por gran parte de la Iglesia. A través del permanente saludo
del Ángel (el Avemaría) el Rosario nos permite reflexionar sobre los
principales episodios de la vida de Cristo llamados "Misterios"
(gozosos, dolorosos, luminosos y gloriosos). Por ello al Rosario se le conoce
como "Compendio del Evangelio".
Entre todas las devociones que hay dedicadas a la Virgen María, el
rezo del Rosario es la que más identifica y une a los católicos. Es una
magnífica oración que nos encamina a vivir los misterios del Evangelio, a
recordar y meditar en los momentos más significativos del Salvador. El Rosario
es una oración evangélica, que necesita de la meditación; nos enseña que, con
Cristo, a través del gozo y el dolor se consigue la gloria.
El Rosario consta de varios elementos:
La contemplación: al recordar cada misterio del Rosario en los que recorremos los momentos más importantes del Evangelio, meditamos con María los misterios de la Vida de Jesús.
La contemplación: al recordar cada misterio del Rosario en los que recorremos los momentos más importantes del Evangelio, meditamos con María los misterios de la Vida de Jesús.
El Padre Nuestro: la oración cristiana por excelencia,
enseñada por Jesús; es de fundamental valor para todo cristiano.
El Ave María: oración compuesta por el saludo del ángel a la
Virgen y el anuncio de su maternidad; la alabanza de santa Isabel al recibir la
visita de María y la súplica de la Iglesia por su intercesión.
El Gloria: es la glorificación a Dios, Uno y Trino
Historia.
El "Salterio de la Virgen María", como antiguamente se le llamaba, era la "herramienta" que utilizaban las personas sencillas que no sabían leer o que no tenían libros, para reemplazar el rezo del Salterio, es decir, los 150 Salmos de la Biblia que los religiosos tenían que rezar cada semana. Quienes no podían rezar los 150 Salmos de la Biblia, los reemplazaban por otras 150 oraciones, como por ejemplo: Padrenuestros, Credos, Ave María, etc.
El "Salterio de la Virgen María", como antiguamente se le llamaba, era la "herramienta" que utilizaban las personas sencillas que no sabían leer o que no tenían libros, para reemplazar el rezo del Salterio, es decir, los 150 Salmos de la Biblia que los religiosos tenían que rezar cada semana. Quienes no podían rezar los 150 Salmos de la Biblia, los reemplazaban por otras 150 oraciones, como por ejemplo: Padrenuestros, Credos, Ave María, etc.
Para poder llevar de una mejor manera la cuenta de las oraciones
que se rezaban, hacían nudos en una cuerda o ensartaban en ella pequeñas
pepitas y allí iban contando. En tumbas muy antiguas se han encontrado estas
cuentas o sartas de piedrecitas. Muchos enfermos murieron rezando, y en sus
manos dejaron sus familiares aquello con lo cual iban contando las oraciones
que enviaban al cielo.
El Rosario se compone de 59 pepitas o cuentas repartidas de la
siguiente manera: cinco cuentas al principio, desde el crucifijo hasta donde
empiezan las decenas, quizás en honor de las llagas de Cristo o de los cinco
misterios que se van a meditar. Cinco grupos de 10 cuentas, cada una para
contar las 10 Avemarías de cada misterio; y entre una decena y otra, una cuenta
para rezar el Padrenuestro que va al principio de cada Misterio.
La devoción del Rosario tiene ya ochocientos años de vida en la
Iglesia. Un papel importante en su origen se atribuye a Santo Domingo de Guzmán
(† 1221) quien recomendaba mucho a las personas que repitieran
frecuentemente a la Santísima Virgen el "Ave María", pensando en los
Misterios de la Vida, Pasión y Resurrección de Nuestro Señor. Él y otros padres
dominicos, dedicaron su vida a propagar entre las gentes la costumbre de
rezarle a la Santísima Virgen lo que antes se llamaba "Salterio de la
Santísima Virgen", y que desde entonces empezó a llamarse "Rosario de
Nuestra Señora".
La tradición cuenta que en el año 1208, María, la Madre de Dios,
enseñó personalmente a Santo Domingo, a través de una visión, cómo rezar el
Rosario y le dijo que propagara esta devoción a todas las naciones y la
utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
Nombres del Rosario.
Al Rosario de María se le llama de muchas maneras y se le compara con muchas cosas. Su estructura externa y la riqueza de su contenido dan pie a lo siguiente:
Al Rosario de María se le llama de muchas maneras y se le compara con muchas cosas. Su estructura externa y la riqueza de su contenido dan pie a lo siguiente:
Es un Río de Rosas formado por las
cincuenta Avemaría y las otras oraciones y jaculatorias, que fluye desde los
hombres hasta el cielo para pedir la intercesión de la Virgen.
Es un Ramillete de Rosas dedicado a la
Virgen: "Venid gentes y coged las rosas de estos misterios"
(Liturgia: Himno de la fiesta)
Es también como una Corona de Rosas tejida con flores de la más variada belleza y del más exquisito
perfume: -los misterios de la vida de Cristo, las reflexiones y oraciones- que
despiertan en nosotros sensaciones de dolor, de gloria o de alegría.
Es asimismo un Salterio, con ciento cincuenta salutaciones a la Virgen.
Es el Breviario de los
Fieles, algo así como lo que es para lo clérigos el rezo oficial
litúrgico.
Los Papas, a partir de Pío XII, lo llaman Compendio del Evangelio, pues recuerda los hechos
más destacados de la vida de Jesús y María, y a la vez nos invitan a vivirlos
al poner a nuestra consideración, los misterios que se ocultan tras cada uno de
esos hechos que recuerda.
Valor e importancia del Rosario.
El Rosario es considerado como la oración perfecta, porque junto con él, esta aunada la majestuosa historia de nuestra salvación. Es una oración simple, humilde como María; es una oración que podemos hacer con Ella. Al rezar el Avemaría, invitamos a nuestra Madre a que rece con nosotros y una su oración a la nuestra. Es una verdadera colección de "rosas de alabanza" que obsequiamos a la más bondadosa de todas las madres, a la más bendecida de todas las mujeres. Es la oración de los sencillos y de los grandes. Es tan simple que está al alcance de todos; se puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora.
El Rosario es considerado como la oración perfecta, porque junto con él, esta aunada la majestuosa historia de nuestra salvación. Es una oración simple, humilde como María; es una oración que podemos hacer con Ella. Al rezar el Avemaría, invitamos a nuestra Madre a que rece con nosotros y una su oración a la nuestra. Es una verdadera colección de "rosas de alabanza" que obsequiamos a la más bondadosa de todas las madres, a la más bendecida de todas las mujeres. Es la oración de los sencillos y de los grandes. Es tan simple que está al alcance de todos; se puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora.
¿Te has fijado que en los momentos de mayor dificultad, lo primero
que se nos ocurre es rezar un Rosario?, y después de rezarlo, ¿has
experimentado la paz y confianza que se siente? Has la prueba, rezar el Rosario es como un
bálsamo que te permite afrontar a vida desde otro punto de vista. El Rosario ha
sido la devoción más efectiva para mantener viva en las mentes y en los
corazones de los fieles el amor de Dios, la fe en el Señor Jesucristo, el
conocimiento de las verdades básicas de la doctrina cristiana y la conciencia
de pertenencia a la Iglesia.
El Rosario nos enseña a unirnos con María a Cristo en todo momento.
Precisamente en eso consiste toda nuestra santificación: en configurarnos con
Cristo, el hombre perfecto, el único "Camino, Verdad y Vida". Jesús
vino al mundo por María; el hombre llegará a Dios por María. El Rosario es la
oración inspirada por la Virgen, con él se presenta en sus dos últimas
apariciones: en Lourdes y en Fátima, fue aquí en donde ella misma se identificó
con el título de "La Señora del Rosario", invitándonos a rezarlo como
una arma poderosa en contra del maligno.
Las 15 Promesas de Nuestra Señora
1) A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi
protección especial y muy grandes gracias.
2) El que persevere en el rezo de mi Rosario recibirá alguna gracia
insigne.
3) El Rosario será una defensa muy poderosa contra el infierno;
destruirá los vicios, librará del pecado, disipará las herejías.
4) El Rosario hará florecer las virtudes y las buenas obras y
obtendrá a las almas las más abundantes misericordias divinas; sustituirá en
los corazones el amor del mundo con el amor de Dios y los elevará al deseo de
los bienes celestiales y eternos. ¡Cuántas almas se santificarán por este
medio!
5) El que se confíe en mí con el Rosario no perecerá.
6) El que rece devotamente mi Rosario, meditando sus misterios, no
se verá oprimido por la desgracia. Si es pecador, se convertirá; si es justo,
crecerá en gracia y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7) Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos
de la Iglesia.
8) Los que recen mi Rosario encontrarán durante su vida y en la
hora de la muerte la luz de Dios, la plenitud de sus gracias y participarán de
los méritos de los bienaventurados.
9) Libraré muy prontamente del purgatorio a las almas devotas de mi
Rosario.
10) Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán de una gran gloria
en el cielo.
11) Lo que pidáis mediante mi Rosario, lo obtendréis.
12) Los que propaguen mi Rosario serán socorridos por mí en todas
sus necesidades.
13) He obtenido de mi Hijo que todos los miembros de la Cofradía
del Rosario tengan por hermanos durante la vida y en la hora de la muerte a los
santos del cielo.
14) Los que rezan fielmente mi Rosario son todos mis hijos muy
amados, hermanos y hermanas de Jesucristo.
15) La devoción a mi Rosario es una gran señal de predestinación.
Lo que dice el Papa Juan Pablo II, a cerca del rosario.
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el Sumo Pontífice San Pío V en su "Bula" de 1569. Dice así:
"El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo entre cada diez Avemarías un Padrenuestro, y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el Sumo Pontífice San Pío V en su "Bula" de 1569. Dice así:
"El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo entre cada diez Avemarías un Padrenuestro, y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".
Juan Pablo II dice: "El Rosario es mi oración mariana
predilecta. ¡ Plegaria maravillosa! En su sencillez y en su profundidad. En esa
plegaria repetimos muchas veces las palabras que la virgen oyó del Arcángel y
de su prima Isabel . Y en el trasfondo de las Avemarías, pasan ante los ojos
del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en su
conjunto consta de los Misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y
Luminosos, y nos pone en comunión vital con Jesucristo a través del corazón de
su madre".
Quisiera recordar la
importancia y la belleza de la oración del santo Rosario. Rezando el Ave María,
somos conducidos a contemplar los misterios de Jesús, es decir a reflexionar
sobre los momentos centrales de su vida, para que, cómo para María y para san
José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de
nuestras acciones. ¡Sería hermoso si, sobre todo en este mes de octubre, se
rezase juntos en familia, con los amigos, en Parroquia, el santo Rosario o
alguna oración a Jesús y a la Virgen María! La oración en conjunto es un
momento precioso para hacer aún más sólida la vida familiar, la amistad! ¡Aprendamos a rezar cada vez más en familia y
como familia!
Cuento
Había una señora muy sencilla que vendía
verduras en los barrios.
Cierto día, tía Joana, como era conocida por todos, fue a vender sus verduras a casa de un protestante y perdió su Rosario en el jardín de la casa.
Cierto día, tía Joana, como era conocida por todos, fue a vender sus verduras a casa de un protestante y perdió su Rosario en el jardín de la casa.
Pasados algunos días, Joana volvió
nuevamente a aquella casa a fin de ver si encontraba ahí su querido
Rosario. El protestante la vio y le dijo en tono sarcástico:
¿Has perdido a tu Dios?
Ella humildemente respondió:
" ¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!".
Ella humildemente respondió:
" ¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!".
El protestante tomó el Rosario y dijo:
“¿Este no es tu Dios?".
A lo que ella respondió: "Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas gracias."
A lo que ella respondió: "Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas gracias."
Y él le dijo: "¿Por qué no cambias esa
cadena de semillas baratas por la Biblia?"
A lo que ella le dijo: "Porque
la Biblia no la sé leer, y con el Rosario yo medito toda la Palabra
de Dios y la guardo en mi corazón."
Él le pregunta: “¿Medita la palabra de Dios? ¿Cómo es eso? ¿Me lo puede explicar?"
Él le pregunta: “¿Medita la palabra de Dios? ¿Cómo es eso? ¿Me lo puede explicar?"
Acariciando su Rosario, la tía Joana
respondió:
Primero tomo la cruz, y recuerdo que el
Hijo de Dios dio toda su sangre clavado en una cruz para salvar a la humanidad.
Esta primera cuenta gruesa, me recuerda que
hay un Dios Todopoderoso.
Estas tres cuentas pequeñas representan las
Tres Personas de la Santísima Trinidad:
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Esta otra cuenta gruesa me recuerda la
oración que el mismo Jesús, nuestro Señor, nos enseñó: el Padre Nuestro.
El Rosario tiene 5 misterios que me
recuerdan las 5 llagas de Jesucristo clavado en la cruz, y en cada misterio
rezamos 10 Ave-Marías, que me recuerdan los Diez
Mandamientos que Dios mismo entregó a Moisés.
El Rosario de Nuestra Señora tiene 15
Misterios que son: 5 gozosos, 5 dolorosos y 5 gloriosos.
De mañana, cuando me levanto para iniciar
la lucha del día rezo los gozosos, pensando en los pobres y en la sencilla y
humilde vida de Jesús, María y José.
Al mediodía, en medio de mi gran cansancio,
mi fatiga por el trabajo, pensando en lo que
me falta para terminar el día y poder
descansar, rezo los misterios dolorosos, que me recuerdan la dura caminata de
mi Señor Jesucristo hacia el Calvario, con tanto dolor y tanto
cansancio.
Cuando llega el fin del día, con los retos
superados y las metas cumplidas, rezo los misterios gloriosos, que me recuerdan
que Jesús venció a la muerte por amor, para traer la salvación a toda la
humanidad.
“Ahora, dígame usted, ¿Dónde está la idolatría?"
“Ahora, dígame usted, ¿Dónde está la idolatría?"
El protestante, después de escuchar todo
esto, simplemente dijo: " Yo no sabía todo eso. ¡Por favor, enséñame a
rezar el Rosario!”
--El Santo Papa Juan Pablo II, acrecentó el
piadoso rezo del Rosario con los “Misterios de la Luz”
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