“El Adviento es un tiempo de preparación para la navidad, donde se recuerda a los
hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen
las mentes, mediante este recuerdo y esta espera a la segunda venida de Cristo,
que tendrá lugar al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39)
“El Adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y
actualización del nacimiento de Jesucristo; presente, en la medida en que Jesús
sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia
celebraremos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en
espera de la segunda y definitiva venida del Señor”.
Comenzamos
el Adviento y el Año litúrgico. En este tiempo, cada acontecimiento de la vida
de Cristo que celebramos cultualmente se actualiza por la fe en el marco de la
comunidad cristiana. Es una actualización sacramental, pero real, y constituye un encuentro vivo, comunitario y personal con el Señor en cada paso de su vida y misterio. El culto litúrgico cuenta con tres elementos básicos: la asamblea, la Palabra y los signos de la fe que son los sacramentos, estando Cristo presente para hacer efectiva su obra salvadora aquí y ahora.
La primera etapa del Año Litúrgico es el Adviento
con sus tres facetas:
* la
celebración de la Primera
Venida histórica de Cristo
en carne mortal,
*su última Venida en poder y gloria,
y las continuas venidas de Dios en los
acontecimientos diarios de la historia personal y comunitaria.
El
último día de la historia, el final de los tiempos, se ha descrito en muchas
ocasiones como un día trágico y ha dado lugar a una
literatura que llamamos "apocalíptica".
El
cristiano debe vivir sin temor, preocupado por vivir fielmente el día a día,
pero también siendo consciente de la responsabilidad de cada uno de sus actos.
Por tanto, no hay que descuidarse y sí estar preparados, con alegría, para el
encuentro definitivo con Dios.
Jesucristo
anunció que vendría de nuevo a la tierra, y que esa venida sería definitiva.
Pero, ¿cómo debe preparase un cristiano? Vamos a considerar dos tipos de
"esperas".
La primera es parecida a la de un soldado, agazapado en su trinchera, esperando con verdadero miedo el ataque del enemigo. Su única ilusión es que ese momento nunca llegue, porque sabe que puede acabar mal. Es la actitud del que ve el final pensando que va a condenarse por sus pecados. Tiembla, pero tampoco pone remedio.
La primera es parecida a la de un soldado, agazapado en su trinchera, esperando con verdadero miedo el ataque del enemigo. Su única ilusión es que ese momento nunca llegue, porque sabe que puede acabar mal. Es la actitud del que ve el final pensando que va a condenarse por sus pecados. Tiembla, pero tampoco pone remedio.
La
segunda espera es la de la esposa que aguarda a su marido, ausente durante
mucho tiempo del hogar. Por ejemplo, la esposa de un marinero, que sueña el día
en que volverá a estrechar entre sus brazos al amor de su vida. Y cuando se
acerca el día, se prepara, se viste, se perfuma y se dispone a recibirle con
toda la ilusión del mundo.
PRIMERA LECTURA:
Lectura
del libro de Isaías (2,1-5):
Esta Lectura está tomada del libro del profeta Isaías. El profeta ve que
todos los pueblos vendrán a Sión, que simboliza la Iglesia actual, para que
escuchen las enseñanzas del Señor y obedezcan su palabra. Si caminamos a la luz
del Señor, nos realizaremos como fruto del Señor y habrá paz universal.
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los
días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán
pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del
Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.» Será el
árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán
arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no
se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del
Señor.
Palabra de Dios
Palabra de Dios
Te alabamos Señor.
SALMO: Sal 121
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
SEGUNDA LECTURA:
Lectura
de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (13,11-14):
Nosotros
los cristianos vivimos una vida de tensiones; vivimos en la presente vida de pecado y
oscuridad y también en la nueva época de gracia y luz. San Pablo, en su carta a
los romanos, nos exhorta a despertar del sueño porque nuestra salvación está
más cerca que cuando empezamos a creer.
Daos
cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque
ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche
está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas
y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con
dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada
de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios
Palabra de Dios
Te alabamos Señor.
Lectura
del Santo Evangelio según San Mateo (24,37-44):
El Evangelio está tomado del discurso escatológico de San Mateo. El
momento del juicio final es desconocido. El final vendrá súbitamente como vino
el diluvio en tiempo de Noé. Cristo nos advierte que debemos estar preparados
para su llegada en todo momento.
"En aquel
tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará
como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba,
hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el
diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del
hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo
dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la
dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro
Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene
el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso,
estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el
Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
Palabra del Señor
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.
El tema
central del texto evangélico es la invitación a la vigilancia: “Estad en
vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”. “Estad también
vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del
Hombre”. Es una llamada urgente, es un toque de atención a sacudir todo lo
que pueda haber de rutina y costumbre: ¡otra vez el Adviento, lo de siempre! De
aquí que hemos de preguntarnos que es lo que estamos descuidando en nuestra
vida, qué es lo que hemos de cambiar, a qué hemos de dedicar más atención y más
tiempo.
En el susurro de la brisa es donde se manifiesta Dios a Elías como leemos en 1Re 19,11. La venida de Dios no es espectacular ni ruidosa. Será en la sencillez y pobreza de Belén, en lo cotidiano de la vida, y al final en poder y gloria, no como sinónimos de grandeza, sino de completar la obra de salvación desde el amor. Por eso la insistencia de Jesús: “estad en vela”, “estad preparados”. La brisa se nos puede escapar.
Por otra parte el Adviento es una nueva oportunidad para actualizar, en nuestra vida cristiana, la realidad de que la salvación, ya iniciada por Dios, todavía no la poseemos en plenitud. El Adviento es tiempo de esperanza, que es un estilo de vida cristiana en proceso permanente de liberación siempre en marcha hacia Dios, hacia los hermanos y hacia el mundo como lugar teológico de la presencia y acción salvadora de Dios.
Es también, el Adviento, iniciativa constante de Dios que viene a nosotros y nos encomienda la tarea de la construcción del mundo y del hombre nuevos. Es realidad presente y esperanza futura, es razón para vivir, amar y esperar a pesar del desencanto y cansancio de la vida. San Pablo, en la segunda lectura, no exhorta: “Daos cuenta del momento en que vivís: ya es hora de espabilarse, porque vuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer… Dejémonos de las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz” (Rom 13, 11-12).
Nada de temor, nada de sentirse sorprendidos, sí saber que todos tenemos unos momentos transcendentales de encuentro con el Señor que se acerca en su Hijo no para condenar, sino para salvar (cfr. Jn 3, 17-28), porque estamos llamados a vivir en el amor de Dios, es decir, a vivir en la Luz, apartándonos de los obras de las tinieblas.
En el susurro de la brisa es donde se manifiesta Dios a Elías como leemos en 1Re 19,11. La venida de Dios no es espectacular ni ruidosa. Será en la sencillez y pobreza de Belén, en lo cotidiano de la vida, y al final en poder y gloria, no como sinónimos de grandeza, sino de completar la obra de salvación desde el amor. Por eso la insistencia de Jesús: “estad en vela”, “estad preparados”. La brisa se nos puede escapar.
Por otra parte el Adviento es una nueva oportunidad para actualizar, en nuestra vida cristiana, la realidad de que la salvación, ya iniciada por Dios, todavía no la poseemos en plenitud. El Adviento es tiempo de esperanza, que es un estilo de vida cristiana en proceso permanente de liberación siempre en marcha hacia Dios, hacia los hermanos y hacia el mundo como lugar teológico de la presencia y acción salvadora de Dios.
Es también, el Adviento, iniciativa constante de Dios que viene a nosotros y nos encomienda la tarea de la construcción del mundo y del hombre nuevos. Es realidad presente y esperanza futura, es razón para vivir, amar y esperar a pesar del desencanto y cansancio de la vida. San Pablo, en la segunda lectura, no exhorta: “Daos cuenta del momento en que vivís: ya es hora de espabilarse, porque vuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer… Dejémonos de las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz” (Rom 13, 11-12).
Nada de temor, nada de sentirse sorprendidos, sí saber que todos tenemos unos momentos transcendentales de encuentro con el Señor que se acerca en su Hijo no para condenar, sino para salvar (cfr. Jn 3, 17-28), porque estamos llamados a vivir en el amor de Dios, es decir, a vivir en la Luz, apartándonos de los obras de las tinieblas.
“¡Velad!”, “¡Estad despiertos!” (Mt 24,42), es la
nota aguda del anuncio de Jesús en el evangelio de hoy.
Pero hay otra “vigilancia” que es sustancialmente
diferente, que no es a la defensiva porque no parte del “terror”, del “miedo” o
de la “amenaza”, sino de la dulce expectativa de quien espera la llegada
imprevista del ser amado, aquél que llega para colmar nuestros deseos más
profundos, aquél de quien nuestra vida necesita.
Esta es la “vigilancia” que nos enseña el evangelio
y que durante este tiempo del ADVIENTO –que hoy comenzamos- vamos a ejercitar
continuamente guiados por la santa Palabra.
¿De dónde viene la palabra
“vigilar”?
Las “vigilias” eran –en el mundo romano- las tres
partes en las cuales se dividía la noche. Así se le llamaba a los turnos de los
centinelas y de los militares. De por sí significa pasar parte de la
noche –o quizás la noche entera- levantados y en actitud de alerta frente a un
eventual peligro o simplemente para atender al que llega.
La vigilancia era una actitud de oficio. Hoy no nos
es difícil entenderla cuando vemos -por ejemplo- los turnos de trabajo nocturno
de una enfermera, del personal asociado a la vigilancia de nuestros barrios o
edificios. También hay otros casos que son por puro amor, como la vigilia de
una madre angustiada por la llegada nocturna de su hijo que ha salido a una
fiesta.
En la vigilancia se expresa el corazón. Se renuncia
a sí mismo, se sale de sí mismo y es otro quien concentra nuestra atención. En
la expectativa de la llegada se ejercita el amor.
.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
II. Los
misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús
Los preparativos
522 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan
inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y
símbolos de la "Primera Alianza"(Hb 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo;
anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además,
despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.
523 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato
del Señor, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). "Profeta del
Altísimo" (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que
es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22;
Lc 16,16);
desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra
su alegría en ser "el amigo del esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29). Precediendo a Jesús
"con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1, 17), da testimonio de él mediante
su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc
6, 17-29).
524 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia
actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la
primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda
Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la
Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya"
(Jn 3, 30).
SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
PRIMERA SECCIÓN:
LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
CAPÍTULO PRIMERO:
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
ARTÍCULO 1:
LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
1095 Por eso la Iglesia, especialmente durante los
tiempos de Adviento, Cuaresma y sobre todo en la noche de Pascua, relee y revive
todos estos acontecimientos de la historia de la salvación en el "hoy" de su
Liturgia. Pero esto exige también que la catequesis ayude a los fieles a abrirse
a esta inteligencia "espiritual" de la economía de la salvación, tal como la
liturgia de la Iglesia la manifiesta y nos la hace vivir.
Luz del Adviento,
despiértanos del sueño.
Encamínanos por la
senda de la sencillez, el compromiso.
Buscaré también
despertar suavemente a quienes hayan estado dormidos como yo, para que todos
nos beneficiemos preparando la llegada del Señor.
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