En Plaza de San Pedro -repleta a pesar del frío y la amenaza de lluvia- el Papa argentino comenzó recordando que el Año de la Fe fue convocado por Benedicto XVI.
La apertura del Año de la Fe tuvo lugar el 11 de octubre de 2012 coincidiendo con el 50 aniversario del Concilio Vaticano II y el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y durante este tiempo se han realizado actos, jornadas y seminarios.
Sobre el papa emérito, Francisco expresó su "afecto y reconocimiento" porque "con esa iniciativa providencial, dio la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia".
Con la participación de 1.200 religiosos, entre cardenales, patriarcas de las Iglesias orientales, arzobispos, obispos y sacerdotes, el Papa celebró la misa de clausura del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, a quien recordó "con afecto y reconocimiento".
Antes de
la misa se realizó una colecta para la población de Filipinas afectada
por el tifón Haiyan.
Asimismo, Jorge Bergoglio dijo: "Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras”.
"La pérdida de este centro -agregó - al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo".
A
continuación dirigió "un saludo cordial" a los Patriarcas y
Arzobispos Mayores de las Iglesias orientales católicas, por cuya
situación había expresado preocupación hace pocos días, diciendo: "No nos resignamos a un Oriente
sin cristianos", en referencia a las violencias
y persecuciones de que son objeto en
países donde esa fe es minoritaria.
"El
saludo de paz que nos intercambiaremos quiere expresar sobre todo el reconocimiento del
Obispo de Roma a estas Comunidades, que han confesado el nombre de Cristo con
una fidelidad ejemplar, pagando con frecuencia un alto precio",
dijo Francisco en esta homilía.
Previo a
su mensaje, se leyeron pasajes de la Biblia referidos a la centralidad de
Cristo. "Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia",
sintetizó el Papa.
"La
pérdida de este centro, al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca
daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo",
señaló.
"Además
de ser centro de la creación, y centro de la reconciliación, Cristo es centro
del pueblo de Dios", dijo y agregó que se trata de un Dios
"cercano", que acompaña "al hombre en su camino".
"Cristo
-siguió diciendo- es precisamente el 'hermano' alrededor del cual se constituye
el pueblo, que cuida de su pueblo, de todos nosotros, a precio de su vida. En
él somos uno; unidos a él, participamos de un solo camino, un solo destino.
Solamente en él como centro tenemos la identidad como pueblo".
"Y,
por último, Cristo es el centro de la historia de la humanidad y de
todo hombre. A él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las
tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el
centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y
nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el Evangelio
de hoy", agregó, en referencia al hombre crucificado al lado de Jesús, que
le imploró: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino" y al que Él
respondió: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
"Hoy
todos nosotros podemos pensar en nuestro camino. Este día nos hará bien pensar
en nuestra historia. (...) La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran
esperanza: nos dice que la Gracia de Dios es siempre más abundante que la
plegaria que la ha pedido. El Señor siempre da más de lo que se le pide:
le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino".
En su sermón, el Papa también saludó a los Patriarcas y Arzobispos Mayores
de las Iglesias orientales católicas y su presencia fue una ocasión para que el
pontífice se dirigiera a los cristianos que viven en Tierra Santa, en Siria y
en todo el Oriente y desease "que todos obtengan el don de la paz
y la concordia".
Durante un momento de la misa, Francisco mantuvo en sus manos el relicario
en el que se conservan nueve pequeños fragmentos de los huesos que se dice
pertenecen a San Pedro y que hoy fue expuesto por primera vez en la historia.Junto al altar, en una caja de bronce, algunos restos óseos del apóstol Pedro, la "piedra" sobre la cual Jesús dijo que edificaría su Iglesia.
Ante decenas de miles de fieles, y junto a las reliquias del apóstol Pedro expuestas por primera vez al público, Francisco habló de la centralidad de Jesús en la historia y volvió a pedir por los "muchos perseguidos" por causa de su fe.
Para cerrar con broche de oro el Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI y que termina el próximo 24 de noviembre, el Vaticano ha decidido exponer públicamente las reliquias del Apóstol San Pedro, el primer Papa y Vicario de Cristo en la tierra que murió martirizado
Las reliquias del Apóstol, que fue crucificado de cabeza el 29 de junio del año 67, permanecen en las grutas vaticanas durante las celebraciones
* Una encíclica sobre la fe, ofrece una exposición clara de lo que es la fe y cómo podemos vivirla en un mundo que necesita de la “luz” de Jesucristo.
* Encuentros y ceremonias de reafirmación para los creyentes
* Nuevos santos y beatos evangelizadores
* Se redoblaron los esfuerzos misioneros
* El misterio de la Eucaristía estuvo en el centro
* Ha habido un incremento de las confesiones.
* Muchas personas se acercan de nuevo a la iglesia
* Aumento de iniciativas, en las parroquias y en las diócesis
* Se ha retomado el estudio de los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo
El Año de la Fe fue concebido como una experiencia de nueva evangelización.
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