El ADVIENTO es el comienzo del AÑO LITÚRGICO, empieza el domingo siguiente a CRISTO REY y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a
la NAVIDAD y forma una unidad con la NAVIDAD y la EPIFANÍA.
El término ADVIENTO viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la Liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado.
El término ADVIENTO viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la Liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado.
La palabra Adviento significa
“llegada” y claramente indica el espíritu de vigilia y preparación que los
cristianos debemos vivir esperando a Jesús con:
Anhelo - Admiración
- Conversión - Alegría - Esperanza -
Amor
EL ADVIENTO EN UN DECÁLOGO
1.-
Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”.
2.-
Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a
la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.
3.- El Adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y
conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del
Señor.
4.- El Adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos
invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.
5.- El Adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es
memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor
de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El Adviento es
historia viva.
6.- El Adviento es llamada vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y
a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con
nosotros, por nosotros. El Adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes,
caminando por los caminos del Señor en el justicia y en el amor. El Adviento es
presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza
la encarnación y la natividad de Jesucristo.
7.- El Adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda
y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá
como Señor y como Juez. El Adviento nos hace proclamar la fe en su venida
gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. El Adviento es vida futura, es
Reino, es escatología.
8.- El Adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de
Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. El Adviento es
tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.
9.- El Adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo
y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada
uno de las personas- de cada día y de cada afán.
10.- El Adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la Palabra
de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador
de mundo.
Sobre el
origen del Adviento es preciso remontarse al siglo IV. “El Concilio de Zaragoza
(año 380) habla de un tiempo preparatorio a la navidad, que comprende desde el
17 de diciembre, es decir, ocho días antes de la gran fiesta del nacimiento de
Jesús, y obliga a los cristianos a asistir todos los días a las reuniones
eclesiales hasta en día 6 de enero.
En
Francia, San Gregorio de Tours, menciona un período de ayuno a celebrar a
partir del 11 de diciembre, lo que confirió al Adviento un carácter marcadamente
penitencial… Nos consta en la Iglesia de Roma en el siglo IV una gran
celebración de la fiesta de la Navidad… Progresivamente, según se va
enriqueciendo de contenido teológico el memorial de la <nativitas
domini>, así se va diseñando el Adviento como una auténtica Liturgia.
San León
magno, Obispo de Roma en el siglo V, piensa el misterio de la navidad como una
preparación para la pascua: el pesebre es premonición de la cruz y la llegada
del Mesías asumiendo la humanidad es evocación de la segunda venida del Señor,
revestido de poder y gloria.
De ahí
que, con el paso del tiempo, el Adviento en Roma revistiera esa doble
perspectiva y que se mantiene hasta el día de hoy: celebración de la parusía
del Señor que ha de venir y también celebración de aquel misterio de Cristo, su
salvífica encarnación, que culmina en el misterio pascual, realizado por la
muerte y resurrección del Señor. Así, pues, Adviento que en cuanto vocablo
pagano no significa más que venida o llegada, o aniversario de una venida,
asume un nuevo valor semántico: el de espera y el de preparación”.
CONTENIDOS
Y ACTITUDES DEL ADVIENTO
1.- El Adviento es, en primer término, tiempo de preparación a la Navidad, donde se
recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios.
2.- Es
asimismo tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta
espera, a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los
tiempos.
3.- Por
ello, el Adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo,
celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo en la historia;
presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y
a través de la liturgia celebramos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en
preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor.
4.- El Adviento es, ya en su mismo término o vocablo, <presencia> y
<espera>. Es tiempo, no tanto de penitencia como la cuaresma, sino de
esperanza gozosa y espiritual, de gozo, de espera gozosa. Toda la liturgia de
este tiempo persigue la finalidad concreta de despertar en nosotros
sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante.
5.- El Adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir
el adviento cristiano es revivir poco a poco aquel gran esperanza de los
grandes pobres de Israel desde Abraham a Isabel, desde Moisés a Juan el
Bautista… Vivir el adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas
sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección… La vida es
siempre adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y
definitivamente.
6.-
Durante este tiempo del Adviento se han de intensificar actitudes fundamentales
de la vida cristiana como la espera atenta, la vigilancia constante, la
fidelidad obsequiosa en el trabajo, la sensibilidad precisa para descubrir y
discernir los signos de los tiempos, como manifestaciones del Dios Salvador,
que está viniendo con gloria.
7.- A lo
largo de las cuatro semanas del Adviento debemos esforzarnos por descubrir y
desear eficazmente las promesas mesiánicas: la paz, la justicia, la relación
fraternal, el compromiso en pro del nacimiento de un nuevo mundo desde la raíz.
8.- El Adviento nos dice que la perspectiva de la vida humana está de cara al futuro,
con la esperanza puesta en la garantía del Dios de las promesas.
9.-
Adviento es el camino hacia la luz. El camino del creyente y del pueblo que
caminaban entre tinieblas y encuentran la gran luz en la explosión de la luz
del alumbramiento de Jesucristo, luz de los pueblos.
10.- La
esperanza es la virtud del Adviento. Y la esperanza es el arte de caminar
gritando nuestros deseos: ¡Ven, Señor Jesús!
LOS PERSONAJES DEL ADVIENTO:
Cuatro
son los grandes personajes del adviento en espera, en preparación y anuncio del
Dios que llega, del Señor que se acerca. El primero de ellos es el profeta
Isaías. En el Nuevo Testamento destacan María de Nazaret y su esposo José y
Juan el Bautista, auténtico prototipo del Adviento.
“El gran
pedagogo del Adviento es Isaías. Habría que leerle con una gran paz interior,
dejando que sacuda nuestras conciencias dormidas, aliente a la esperanza, anime
a la conversión, promueva gestos claros de paz y de reconciliación entre los
hombres y entre los pueblos… Adviento es también el mes de María; es litúrgicamente
más mariano que ninguno otro a lo largo del año. El icono de María gestante, o
de la expectación, personifica a la Iglesia madre que está llena de Cristo y lo
pone como luz en el mundo, para que el resto de sus hermanos habiten tranquilos
hasta los confines de la tierra, pues él será nuestra paz -Miqueas, 5,2-5-”
“María de
Nazaret es la estrella del adviento… Ella llevó en su vientre con inefable amor
de madre a Jesucristo… Ella vivió un adviento de nueve meses en su regazo
materno y virginal, en su mente y en su corazón… ¡Qué largo y hermoso
adviento!… Ella es la “mater spei”, el modelo de la espera y de la esperanza.
Supo, como nadie, preparar un sitio al Señor, el Hijo que florecía en sus
entrañas… En Ella se realizó la promesa de Israel, la esperanza, después, ahora
y ya para siempre, de la Iglesia… ¿No debería ser, pues, diciembre el mes de
María?”. (José Manuel Puente)
Palabras del Cardenal Joseph Ratzinger sobre el Adviento
LOS
LUGARES Y LOS SÍMBOLOS DEL ADVIENTO
1.- El
desierto, el ámbito donde clama la voz del Señor a la conversión, donde mejor
escuchar sus designios, el lugar inhóspito que se convertirá en vergel, que
florecerá como la flor del narciso.
2.- El
camino, signo por excelencia del Adviento, camino que lleva a Belén. Camino a
recorrer y camino a preparar al Señor. Que lo torcido se enderece y que lo
escabroso se iguale.
3.- La
colina, símbolo del orgullo, la prepotencia, la vanidad y la “grandeza” de
nuestros cálculos y categorías humanas, que son precisos abajar para la llegada
del Señor.
4.- El
valle, símbolo de nuestro esfuerzo por elevar la esperanza y mantener siempre
la confianza en el Señor. ¡Qué los valles se levanten para que puedan
contemplar al Señor!
5.- El
renuevo, el vástago, que florecerá de su raíz y sobre el que se posará el
Espíritu del Señor.
6.- La
pradera, donde habitarán y pacerán el lobo con el cordero, la pantera con el
cabrito, el novillo y león, mientras los pastoreará un muchacho pequeño.
7.- El
silencio, en el silencio de la noche siempre se manifestó Dios. En el silencio
de la noche resonó para siempre la Palabra de Dios hecha carne. En el silencio
de las noche y de los días del adviento, nos hablará, de nuevo, la Palabra.
8.- El
gozo, sentimiento hondo de alegría, el gozo por el Señor que viene, por el Dios
que se acerca. El gozo de salvarnos salvados. El gozo “porque la vara del
opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro” son quebrantados como en
el día de Madían; el gozo y la alegría “como gozan al segar, como se alegran al
repartirse el botín”.
9.- La
luz, del pueblo del caminaba en tinieblas, que habitaba en tierras de sombras,
y se vio envuelto en la gran luz del alumbramiento del Señor. Esa luz expresada
hoy día en los símbolos catequéticos y litúrgicos en la corona de adviento, que
cada semana del adviento ve incrementada una luz mientras se aproxima la venida
del Señor.
10.- La
paz, la paz que es el don de los dones del Señor, la plenitud de las promesas y
profecías mesiánicas, el anuncio y certeza de que Quien viene es el Príncipe de
la paz, el arbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. “De las
espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas”. “¡Qué en sus días florezca
la justicia y la paz abunde eternamente!”
Todos
estos lugares, todos estos símbolos, conducirán, como un peregrinar, al pesebre
de Belén, la gran realidad y la gran metáfora del Adviento.
Luz del Adviento,
despiértanos del sueño.
Encamínanos por la
senda de la sencillez, el compromiso.
Buscaré también
despertar suavemente a quienes hayan estado dormidos como yo, para que todos
nos beneficiemos preparando la llegada del Señor.
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