El Obispo de Roma recordando su viaje a Turquía
dio las claves de su visita en la Audiencia del 3 de diciembre: Apertura a la
libertad de culto y al trabajo por la paz con otros credos, a los Estados y
líderes religiosos y oración con los católicos de diversos ritos y en el
diálogo ecuménico.
El Sucesor de Pedro que viajó con ocasión de la
fiesta de San Andrés Apóstol, para encontrarse con el Patriarca Ecuménico de
Constantinopla recordó que pidió reconocimiento de la libertad de culto; que
expresó el deseo de que cristianos y musulmanes trabajen juntos por la
solidaridad, la paz, la convivencia pacífica; que invocó el Espíritu Santo
junto a pastores y fieles de distintos ritos católicos para que el Pueblo de
Dios crezca en la apertura a su divina acción. Y que encontró al Patriarca
Bartolomé, con quien renovó el compromiso de proseguir el camino hacia la plena
comunión, “conscientes de que la oración es la base de todo diálogo fructífero”.
Finalmente se dirigió a todos los fieles y
peregrinos y también a los oyentes de Radio Vaticana y Centro Televisivo
Vaticano,“que la preparación del nacimiento del Señor, en este tiempo de
Adviento, les haga crecer en el amor a Jesús y en el deseo de comunicarlo a los
demás”.
Texto completo de la Catequesis del
Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Pero, no parece tan buena la jornada ¿eh? Es un
poco feíta. Pero ustedes son valientes y a mal tiempo buena cara ¿eh? ¡Sigamos
adelante!
Esta audiencia se desarrolla en dos lugares
distintos, como hacemos cuando llueve: aquí en la plaza y luego están los
enfermos en el Aula Pablo VI. Yo los he encontrado ya, los he saludado y ellos
siguen la audiencia a través de la pantalla gigante, porque están enfermos y no
pueden estar bajo de la lluvia. ¡Los saludamos desde aquí, con un aplauso,
todos!
Hoy quiero compartir con ustedes algunas cosas de
mi peregrinación en Turquía, desde el viernes pasado hasta el domingo. Como
había pedido prepararlo y acompañarlo con la oración, ahora los invito a dar
gracias al Señor por su realización y para que puedan nacer frutos de diálogo,
ya sea en nuestras relaciones con los hermanos ortodoxos, que en aquellas con
los musulmanes y en el camino hacia la paz entre los pueblos. En primer lugar,
siento el deber de renovar la expresión de mi reconocimiento al Presidente de
la República turca, al Primer Ministro, al Presidente para los Asuntos
Religiosos y a las otras Autoridades, que me han acogido con respeto y han
garantizado el buen orden de los eventos. Y esto da trabajo, ¿no? Y ellos han
hecho este trabajo con gusto. Agradezco fraternalmente a los Obispos de la
Iglesia católica en Turquía, el Presidente de la Conferencia episcopal, tan
bueno, y les agradezco por su compromiso con las comunidades católicas, como
también agradezco al Patriarca Ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, por la
cordial acogida.
El beato Pablo VI y San Juan Pablo II, que visitaron ambos
Turquía, y San Juan XXIII, que fue Delegado Pontificio en aquella nación, han
protegido desde el cielo mi peregrinación, realizada ocho años después de
aquella de mi predecesor Benedicto XVI. Aquella tierra es querida por todo
cristiano, especialmente por haber sido la cuna del apóstol Pablo, por haber
hospedado los primeros siete Concilios y por la presencia, cerca de Éfeso, de
la “casa de María”. La tradición nos dice que allí vivió la Virgen, luego la
venida del Espíritu Santo.
En la primera jornada del viaje apostólico, he
saludado a las Autoridades del país, de gran mayoría musulmán, pero en cuya
constitución se afirma la laicidad del Estado. Y con las Autoridades hemos
hablado de la violencia. Precisamente, es el olvido de Dios y no su
glorificación que genera la violencia. Por esto he insistido sobre la
importancia de que cristianos y musulmanes se comprometan juntos por la
solidaridad, por la paz y la justicia, afirmando que cada Estado debe asegurar
a los ciudadanos y a las comunidades religiosas una real libertad de culto.
Hoy, antes de ir a saludar a los enfermos estuve
con un grupo de cristianos e islámicos, que hicieron una reunión organizada por
el Dicasterio del Diálogo Interreligioso, bajo la guía del cardenal Tauran. Y
también ellos expresaron este deseo de seguir adelante en este diálogo fraterno
entre católicos, cristianos e islámicos.
En el segundo día he visitado algunos
lugares-símbolo de las diversas confesiones religiosas presentes en Turquía. Lo
hice sintiendo en el corazón la invocación al Señor, Dios del cielo y la
tierra, Padre misericordioso de la entera humanidad. Centro de la jornada fue
la Celebración Eucarística que vio reunidos en la Catedral a pastores y fieles
de los diversos Ritos católicos presentes en Turquía. Asistieron también el
Patriarca Ecuménico, el Vicario Patriarcal Armenio Apostólico, el Metropolita
Siro-Ortodoxo y exponentes Protestantes. Juntos hemos invocado al Espíritu
Santo, Aquel que hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la
caridad, unidad en la cohesión interior. El Pueblo de Dios, en la riqueza de
sus tradiciones y articulaciones, está llamado a dejarse guiar por el Espíritu
Santo, en actitud constante de apertura, de docilidad y de obediencia. En
nuestro camino de diálogo ecuménico y de nuestra unidad, de nuestra Iglesia
católica, el que hace todo es el Espíritu Santo. A nosotros nos toca dejarlo
hacer, acogerlo e ir detrás de sus inspiraciones.
El tercer y último día, fiesta de San Andrés Apóstol, ofreció el contexto ideal para consolidar las relaciones fraternales entre el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Sucesor de Andrés, hermano de Simón Pedro que ha fundado esa Iglesia. He renovado con Su Santidad Bartolomé I, el compromiso mutuo de continuar en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos. Juntos suscribimos una declaración conjunta, una etapa ulterior de este camino. Fue particularmente significativo que este acto tuviera lugar al final de la solemne Liturgia de la fiesta de San Andrés, a la que asistí con gran alegría, y a la que siguió la doble bendición impartida por el Patriarca de Constantinopla y por el Obispo de Roma. La oración, de hecho, es la base para cada fructífero diálogo ecuménico bajo la guía del Espíritu Santo, que como dije, es quien hace la unidad.
El tercer y último día, fiesta de San Andrés Apóstol, ofreció el contexto ideal para consolidar las relaciones fraternales entre el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Sucesor de Andrés, hermano de Simón Pedro que ha fundado esa Iglesia. He renovado con Su Santidad Bartolomé I, el compromiso mutuo de continuar en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos. Juntos suscribimos una declaración conjunta, una etapa ulterior de este camino. Fue particularmente significativo que este acto tuviera lugar al final de la solemne Liturgia de la fiesta de San Andrés, a la que asistí con gran alegría, y a la que siguió la doble bendición impartida por el Patriarca de Constantinopla y por el Obispo de Roma. La oración, de hecho, es la base para cada fructífero diálogo ecuménico bajo la guía del Espíritu Santo, que como dije, es quien hace la unidad.
El último encuentro – que ha sido bello y también
doloroso – el último encuentro fue con un grupo de chicos prófugos, huéspedes
de los Salesianos. Era muy importante para mí encontrar a algunos prófugos de
las zonas de guerra del Oriente Medio, tanto para expresarles mi cercanía y la
de la Iglesia, como para poner de relieve el valor de la hospitalidad, en la
que también Turquía se ha comprometido mucho. Agradezco una vez más a Turquía
por esta hospitalidad con tantos prófugos y agradezco de corazón a los
salesianos de Estambul: estos salesianos, trabajan con los prófugos, ¡son
buenos! También he encontrado otros padres, un jesuita alemán y otros que
trabajan con los prófugos; pero ese oratorio salesiano de los prófugos es una
cosa bella y es un trabajo escondido. Agradezco tanto a todas esas personas que
trabajan con los prófugos. Recemos por todos los prófugos y refugiados, y para
que sean removidas las causas de esta herida dolorosa.
Queridos hermanos y hermanas, que Dios
omnipotente y misericordioso siga protegiendo al pueblo turco, a sus
gobernantes y a los representantes de las diferentes religiones. Que puedan
construir juntos un futuro de paz, para que Turquía pueda representar un lugar
de coexistencia pacífica entre las diferentes religiones y culturas. También
rezamos para que por la intercesión de la Virgen María, el Espíritu Santo haga
fecundo este viaje apostólico y favorezca el fervor misionero en la Iglesia,
para anunciar a todos los pueblos, en el respeto y en el diálogo fraterno, que
el Señor Jesús es verdad, paz y amor, sólo Él es el Señor. Gracias.
Texto completo del resumen de la
catequesis del Papa en nuestro idioma
Queridos hermanos y hermanas,
Con alegría, deseo recordar el viaje que realicé
en Turquía, una tierra tan querida por tantos motivos ligados a la historia del
cristianismo. En el encuentro con las autoridades, a las que agradezco la
atención y respeto con el que me han acogido, he tenido la oportunidad de
reafirmar la necesidad de que los Estados reconozcan la relevancia pública de
la fe religiosa y garanticen a todos la libertad de culto.
Al mismo tiempo, he expresado el deseo de que
cristianos y musulmanes trabajen juntos por la solidaridad, la paz y la
convivencia pacífica. Junto con los pastores y fieles de los distintos ritos
católicos, hemos invocado al Espíritu Santo para que el Pueblo de Dios, en la
diversidad de sus tradiciones, crezca en su apertura, docilidad y obediencia a
su divina acción.
En la fiesta del Apóstol san Andrés, he
encontrado al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé I, y
juntos hemos firmado una Declaración, renovando el compromiso de proseguir el
camino para el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y
ortodoxos, conscientes de que la oración es la base para un diálogo ecuménico
fructífero.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en
particular a los provenientes de España, Argentina, México, Paraguay, Bolivia,
Chile y otros países latinoamericanos. Que la preparación del nacimiento del
Señor, en este tiempo de Adviento, les haga crecer en el amor a Jesús y en el
deseo de comunicarlo a todos los demás. Muchas gracias y que Dios los bendiga a
todos.
FUENTE
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