miércoles, 17 de diciembre de 2014

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO EN EL DIA DE SU CUMPLEAÑOS: LA FAMILIA DE NAZARET




La palabra "felicidades” fue la que más se oyó este miércoles durante la audiencia general.
 Los peregrinos que abarrotaban la plaza de San Pedro no pasaron por alto el 78 cumpleaños del Papa Francisco. Un grupo de seminaristas de la Legión de Cristo hasta le llevó una tarta. Y el Papa sopló las velas.
 Durante su recorrido, Francisco también besó a muchos bebés y se detuvo a charlar con unos seminaristas que estudian en Roma.
 El Papa centró su Catequesis en la familia. Explicó que es un regalo de Dios y recordó que Cristo eligió hacerse hombre en una familia humana. Francisco pidió que en Navidad los cristianos acojan a Jesús como lo hicieron la Virgen María y San José.

FRANCISCO
"Cada familia cristiana, como hicieron María y José, puede recibir a Jesús, escucharlo, hablar con Él, estar con Él, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio en nuestros corazones y en nuestros días al Señor. Así lo hicieron María y José, y no fue fácil.¡Cuántas dificultades tuvieron que superar!”

También explicó que la familia de Jesús era una familia real, piadosa y trabajadora. Dijo que su ejemplo puede ayudar a otras familias a vivir su día a día.

FRANCISCO
"No era una familia falsa, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos permite redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia”.

Durante la catequesis en español, Francisco saludó especialmente a unos compatriotas. Eran un grupo de bailarines de tango a los que  expresó un curioso deseo.

FRANCISCO
"También cuando hice la recorrida vi varios grupos de tangeros. Les deseo que hoy puedan hacer un buen espectáculo y que sople un poco de viento pampero aquí”.

Pero aunque el ambiente era festivo, el Papa no se olvidó del dolor de las víctimas de los últimos atentados terroristas en Australia, Pakistán y Yemen. Transmitió su consuelo a las familias y pidió a Dios que convierta el corazón de los violentos.

 El papa Francisco cumple 78 años años 
y lo celebra por segunda vez como obispo de Roma.


En el día de su 78 cumpleaños, hoy, Jorge Mario Bergoglio ha sido recibido, desde su llegada en jeep para el habitual saludo a los fieles antes de la Catequesis, por las felicitaciones en italiano, inglés y español. Un grupo de fieles, con una letra cada uno, ha compuesto la frase 'Feliz cumpleaños'. 
Y algunos seminaristas argentinos han llevado al Papa una tarta con los colores blanco y azul de su país de origen así como el tradicional mate argentino, que Bergoglio ha bebido después de haber soplado las velas. 

El limosnero del Papa, el monseñor polaco Konrad Krajewski, ha llevado ocho sin techo a la audiencia, que han regalado al Pontifice algunos girasoles. Por la tarde, llegará desde España un camión con casi una tonelada de aves de corral para los pobres. 

Presentes en la audiencia, con un foulard blanco, los bailarines de tango que, a iniciativa de Cristina Camorani, han llegado a Roma para bailar una milonga en honor del Papa. Jorge Mario Bergoglio ha deseado un “buen espectáculo” para una plaza “dos por cuatro”, como los pasos de la música argentina que él ama tanto (y que bailaba de joven), congratulándose, en español, del hecho que “sopla un poco de viento de la Pampa también aquí”. La música y el baile de más de dos mil personas ha comenzado después de la audiencia en la plaza Pío XII, detrás de la columnata de Bernini.





“Que la proximidad del nacimiento de Jesús avive en todas nuestras familias el deseo de recibirlo con un corazón puro y agradecido”, dijo el Papa Bergoglio el día de su cumpleaños 78. “Cada vez que una familia, en cualquier parte del mundo, recibe este misterio, actúa en ella el misterio del Hijo de Dios que viene a salvar el mundo”, explicó ante miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza del santuario de San Pedro, en una mañana curiosamente soleada del otoño lluvioso de Roma.
“La cercanía de la Navidad enciende sobre el misterio de la familia una gran luz. La Encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer. Y este inicio sucede en el seno de una familia, en Nazaret”, refirió el Obispo de Roma en la primera catequesis de la serie que dedicará a la familia para acompañar el proceso sinodal en curso: “He  decidido reflexionar con ustedes en este año, sobre la familia, este gran don que el Señor hizo al mundo desde el principio, cuando confirió a Adán y Eva la misión de multiplicarse y llenar la tierra. Aquel don que Jesús ha confirmado y sellado en su Evangelio”. 

Texto completo de la Catequesis del Papa 

La familia: Nazaret

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Sínodo de los Obispos sobre la Familia, apenas celebrado, ha sido la primera etapa de un camino, que se concluirá el próximo octubre con la celebración de otra Asamblea sobre el tema “Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo”. La oración y la reflexión que deben acompañar este camino involucran a todo el Pueblo de Dios. Quisiera que también las meditaciones habituales de las audiencias del miércoles se inserten en este camino común.
Por esto, he decidido reflexionar con ustedes, en este año, precisamente sobre la familia, sobre este gran don que el Señor hizo al mundo desde el principio, cuando confirió a Adán y Eva la misión de multiplicarse y de llenar la tierra (cfr Gen 1,28). Aquel don que Jesús ha confirmado y sellado en su Evangelio.
Y la cercanía de la Navidad enciendo sobre este misterio una gran luz. La encarnación de Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer. Y este nuevo inicio acaece en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía venir especularmente, o como un guerrero, un emperador…No, no. Viene como un hijo de familia, en una familia. Esto es importante: mirar en el pesebre esta escena tan bella.
Dios ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado Él mismo. La ha formado en un apartado pueblo de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que esta la ciudad capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, o mejor dicho, más bien de mala fama. Lo recuerdan también los Evangelios, casi como un modo de decir: “De Nazaret, ¿puede salir alguna vez algo bueno?” (Jn, 1,46). Quizás, en muchas partes del mundo, nosotros mismos hablamos todavía así, cuando escuchamos el nombre de algún lugar periférico de una grande ciudad. Pues bien, precisamente de allí, de aquella periferia del gran Imperio, ¡inició la historia más santa y más buena, aquella de Jesús entre los hombres! Y allí estaba esta familia.
Jesús permaneció en esa periferia por más de treinta años. El evangelista Lucas resume este periodo así: “…vivía sujeto a ellos", es decir a María y José. Pero uno dice: ¿pero este Dios que viene a salvarnos ha perdido treinta años allí, en aquella periferia de mala fama? ¡Ha perdido treinta años! Y Él ha querido esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. "La madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres”. (2, 51-52). No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones – no hizo ninguna en aquel tiempo – no se habla de predicaciones, de muchedumbres que se aglomeran; en Nazaret todo parece suceder “normalmente”, según las costumbres de una pía y trabajadora familia israelí: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas…todas cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años: “¡pero que desperdicio padre! Pero, nunca se sabe. Los caminos de Dios son misteriosos. ¡Pero aquello era importante, allí estaba la familia! ¡Y eso no era un desperdicio, eh! Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo. La familia.
Ciertamente estaríamos enternecidos por el relato de cómo Jesús adolescente afrontaba los encuentros de la comunidad religiosa y los deberes de la vida social; en el conocer cómo, cuando era un joven obrero, trabajaba con José; y luego su modo de participar en la escucha de las Escrituras, en la oración de los salmos y en tantas otras costumbres de la vida cotidiana. Los Evangelios, en su sobriedad, no refieren nada acerca de la adolescencia de Jesús y dejan esta tarea a nuestra afectuosa meditación. El arte, la literatura, la música han recorrida esta vía de la imaginación. Ciertamente, ¡no es difícil imaginar cuánto las mamás podrías aprender de los cuidados de María por el hijo! ¡Y cuánto los papás podrían ganar del ejemplo de José, hombre justo, que dedicó su vida a sostener y a defender el niño y la esposa – su familia – en los momentos difíciles! ¡Y no digamos cuánto los jóvenes podrían ser alentados por Jesús adolescente a comprender la necesidad y la belleza de cultivar su vocación más profunda y de soñar a la grande! Y Jesús ha cultivado en aquellos treinta años su vocación por la cual el Padre lo ha enviado, ¿no? El Padre Dios. Jesús jamás en aquel tiempo se desalentó, sino que creció en coraje para seguir adelante con su misión.
Cada familia cristiana – como hicieron María y José -  puede en primer lugar acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él;  y así mejorar el mundo. 
Hagamos espacio en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor. Así hicieron también María y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia fingida, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, da toda familia. Y como sucede en aquellos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no el odio, hacer que se transforme común la mutua ayuda, no la indiferencia o la enemistad. Entonces, no es casualidad, que Nazaret signifique “Aquella que custodia”, como María, que – dice el Evangelio “… conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.” (cfr Lc 2, 19-51)). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, aunque esté en la periferia del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, está obrando. Y viene para salvar al mundo. Y ésta es la grande misión de la familia: hacer lugar a Jesús que viene, recibir a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos, porque Jesús está allí. Recibirlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos de esta gracia en estos últimos días antes de Navidad. Gracias.

Síntesis pronunciada en español por el Papa

"Queridos hermanos y hermanas,
 Con vistas al Sínodo sobre la familia, que tendrá lugar en el próximo mes de Octubre, he decidido dedicar las Catequesis de este año a reflexionar sobre la familia, este gran don que Dios dio al mundo desde el principio de la creación. La cercanía de la Navidad nos recuerda que Dios quiso nacer en una familia, en un pequeño y apartado pueblo del Imperio Romano. Jesús permaneció en Nazaret alrededor de 30 años, llevando una vida normal, en el seno de una familia israelita piadosa y trabajadora. Entre otras costumbres de la vida cotidiana, se dedicó al cumplimiento de los deberes sociales y religiosos, el trabajo con José, la escucha de la Escritura y el rezo de los salmos. María y José acogieron con amor a Jesús, teniendo que superar muchas dificultades por ello. La suya no era una familia irreal, de fábula. Cuánto podemos aprender de María y de José, y especialmente de su amor a Jesús. Ellos nos ayudan a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de toda familia. Cada vez que una familia, en cualquier parte del mundo, acoge este misterio, en ella actúa el misterio del Hijo de Dios que viene a salvar el mundo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, y otros países latinoamericanos. Que la proximidad del nacimiento de Jesús avive en todas nuestras familias el deseo de recibirlo con un corazón puro y agradecido. Muchas gracias y que Dios los bendiga".

Al final de la audiencia, el Papa hizo un llamamiento por Pakistán, Sidney y Yemen: Que Dios convierta el corazón de los violentos.
"Quisiera rezar junto con ustedes por las víctimas de los inhumanos ataques terroristas perpetrados en los días pasados, en Australia, en Pakistán  y en Yemen. Que el Señor acoja en su paz a los difuntos, consuele a sus familiares y convierta el corazón de los violentos, que no se detienen ni siquiera ante los niños. Cantemos el Padrenuestro pidiendo esta gracia".


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