martes, 23 de julio de 2013

EVANGELIO DEL DOMINGO XVII del Tiempo Ordinario-Ciclo C*28 de Julio de 2013

El Señor nos invita a ser constantes en la oración y tener plena confianza de que Dios nos escucha y nos da lo que necesitamos.


Jesús nos va a enseñar que somos comunidad y no individualidades. Somos comunidad y la comunidad reza al Padre que es Nuestro. Esta es la Enseñanza de Jesús de Nazaret.
 Sabemos por la Sagrada Escritura que Jesús rezaba constantemente y que iba a un lugar despoblado a rezar al Padre. Hoy, el Evangelio de Lucas nos muestra como es El quien nos enseña a orar. Enseña a sus apóstoles y a nosotros el Padre Nuestro, que es una plegaria fundamental y modélica. Pero además nos revela la constante disposición del Padre a escuchar a sus hijos.



Lectura del Santo Evangelio,
 según San Lucas 11, 1-13
Gloria a Ti Señor.

 Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»




 Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»
Y les dijo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

PALABRA DE DIOS.
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.


  
Roma, 20 de junio de 2013 (Zenit.org) Redacción |
Para rezar el Padre nuestro debemos tener el corazón en paz con nuestros hermanos. Es lo que ha indicado esta mañana el papa Francisco en la misa celebrada en la Casa Santa Marta. El papa subrayó que creemos en un Dios que es Padre, que está muy cerca de nosotros, no es anónimo, no es "un Dios cósmico". Según informa Radio Vaticana, la misa fue concelebrada, entre otros, por el cardenal Zenon Grocholewski, y participó un grupo de colaboradores de la Congregación para la Educación Católica y otro grupo de empleados de los Museos Vaticanos.
La oración no es magia
La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. El papa centró su homilía en la oración del "Padre Nuestro" que Jesús enseñó a sus discípulos, de la que habla el evangelio de hoy. Jesús, dijo, nos da un consejo en la oración: "No malgasten palabras, no creen ruido", el ruido "de lo mundano, los ruidos de la vanidad". Y advirtió que "la oración no es algo mágico, no se hace magia con la oración". Alguien, prosiguió, me dice que cuando uno va a un "curandero", le dice un montón de palabras para sanarlo. Pero aquello "es pagano". A nosotros Jesús nos enseña: "No debemos ir con tantas palabras donde Él", porque "Èl lo sabe todo". Y añade: la primera palabra es "Padre", esta "es la clave de la oración". "Sin decir, sin escuchar esa palabra –-advirtió-- no se puede orar".
"¿A quién debo orar?, ¿al Dios Todopoderoso?, demasiado lejos. Ah, esto no lo siento. Jesús ni siquiera lo sentía. ¿A quién debo orar?, ¿al Dios cósmico?, un tanto habitual en estos días, ¿no?... orar al Dios cósmico, ¿no? Esta cultura politeísta que viene con esta cultura light… ¡Tú debes rezarle al Padre! Es una palabra fuerte: "Padre". Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida. No a todos: a todos es demasiado anónimo. A ti, a  mí. Y también orar a aquel que te acompaña en tu camino: que conoce toda tu vida. Todo: lo que es bueno y lo que no es tan bueno. Él lo sabe todo. Si no empezamos la oración con esta palabra, no dicha de los labios, sino dicha desde el corazón, no podemos orar en cristiano".
Confiar en el Padre de todos
La palabra "Padre", reiteró, "es una palabra fuerte", pero que "abre las puertas". En el momento del sacrificio, dijo el papa, Isaac se da cuenta de que "algo andaba mal", ya que "faltaba la oveja", pero confía en su padre y su "preocupación" la ha "depositado en el corazón de su padre" . Y reitera: "Y aún más, Padre, es la palabra que pensó en decir aquel hijo que se fue con la herencia y que después quería volver a casa. Y aquel padre "lo ve llegar y va corriendo" hacia él, "se le lanza al cuello, para llenarlo de amor".  Y el "Padre, he pecado": esta es, continuó Francisco, "la clave de toda oración, sentirse amado por un Padre":
"Tenemos un Padre. Cercanísimo, ¡eh!, que nos abraza... Todas estas preocupaciones, inquietudes que tenemos, dejémoslas al Padre: Él sabe lo que necesitamos. Padre, ¿qué?, ¿mi padre?
No, ¡Padre nuestro! Porque no soy hijo único, ninguno de nosotros, y si no puedo ser un hermano, será difícil convertirme en un hijo de este Padre, porque es el padre de todos. Sin duda que es el mío, pero también de los demás, de mis hermanos. Y si no estoy en paz con mis hermanos, no puedo decirle ‘Padre’ a Él".

De este modo, agregó, se puede explicar el hecho de que Jesús, después de habernos enseñado el Padrenuestro, subraya que si no perdonamos a los demás, tampoco el Padre perdonará nuestros pecados. "Es muy difícil perdonar a los demás, verdaderamente es muy difícil, porque siempre tenemos aquel pesar dentro". Pensamos: "Me lo hiciste, espera un poco..., para devolverle el favor que me había hecho":
"Oh no, no se puede orar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en el corazón. Esto es difícil, sí, es difícil, no es fácil. ‘Padre, no puedo decir Padre, no me viene'. Es cierto, yo lo entiendo. ‘No puedo decir nuestro, porque este me hizo esto, eso y...’ ¡no se puede! ‘Estos deben de ir al infierno, ¿no? ¡no son de los míos!’.
Es cierto, no es fácil. Pero Jesús nos ha prometido el Espíritu Santo: Él es quien nos enseña, desde dentro, desde el corazón, como decir 'Padre' y cómo decir ‘nuestro’. Pidamos hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a decir ‘Padre’ y a poder decir ‘nuestro’, haciendo la paz con todos nuestros enemigos"
.

Traducido y adaptado por José Antonio Varela V.






CUARTA PARTE
LA ORACIÓN CRISTIANA
PRIMERA SECCIÓN
LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
LA REVELACIÓN DE LA ORACIÓN
ARTÍCULO 2
EN LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS


2601 «Estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Maestro, enséñanos a orar”» (Lc 11, 1). ¿No es acaso, al contemplar a su Maestro en oración, cuando el discípulo de Cristo desea orar? Entonces, puede aprender del Maestro de oración. Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos aprenden a orar al Padre.


Jesús enseña a orar
2607 Con su oración, Jesús nos enseña a orar. El camino teologal de nuestra oración es su propia oración al Padre. Pero el Evangelio nos entrega una enseñanza explícita de Jesús sobre la oración. Como un pedagogo, nos toma donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre. Dirigiéndose a las multitudes que le siguen, Jesús comienza con lo que ellas ya saben de la oración por la Antigua Alianza y las prepara para la novedad del Reino que está viniendo. Después les revela en parábolas esta novedad. Por último, a sus discípulos que deberán ser los pedagogos de la oración en su Iglesia, les hablará abiertamente del Padre y del Espíritu Santo.
2608 Ya en el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en la conversión del corazón: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar (cf Mt 5, 23-24), el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores (cf Mt 5, 44-45), orar al Padre “en lo secreto” (Mt 6, 6), no gastar muchas palabras (cf Mt 6, 7), perdonar desde el fondo del corazón al orar (cf, Mt 6, 14-15), la pureza del corazón y la búsqueda del Reino (cf Mt 6, 21. 25. 33). Esta conversión se centra totalmente en el Padre; es lo propio de un hijo.
2609 Decidido así el corazón a convertirse, aprende a orar en la fe. La fe es una adhesión filial a Dios, más allá de lo que nosotros sentimos y comprendemos. Se ha hecho posible porque el Hijo amado nos abre el acceso al Padre. Puede pedirnos que “busquemos” y que “llamemos” porque Él es la puerta y el camino (cf Mt 7, 7-11. 13-14).
2610 Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: “todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (Mc 11, 24). Tal es la fuerza de la oración, “todo es posible para quien cree” (Mc 9, 23), con una fe “que no duda” (Mt 21, 22). Tanto como Jesús se entristece por la “falta de fe” de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la “poca fe” de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la “gran fe” del centurión romano (cf Mt 8, 10) y de la cananea (cf Mt 15, 28).
2611 La oración de fe no consiste solamente en decir “Señor, Señor”, sino en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad de cooperar con el plan divino (cf Mt 9, 38; Lc 10, 2; Jn 4, 34).
2612 En Jesús “el Reino de Dios está próximo” (Mc 1, 15), llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a Aquel que es y que viene, en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13; Lc 21, 34-36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf Lc 22, 40. 46).


 Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor
 La oración dominical  se pide el pan de cada día, con lo que también se alude, para los cristianos, el pan eucarístico, y se implora el perdón de los pecados. El embolismo, que desarrolla la última petición, pide para todos los fieles la liberación del poder del mal.






No digas: PADRE
Si cada día no te comportas como hijo.
No digas: NUESTRO
Si vives aislado en tu egoísmo
No digas: QUE ESTAS EN LOS CIELOS
Si solo piensas en las cosas terrenales.
No digas: SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
Si no lo honras, ni lo alabas.
No digas: VENGA A NOSOTROS TU REINO
Si lo confundes con el éxito material.
No digas: HAGASE TU VOLUNTAD
Si no lo aceptas cuando es dolorosa.
No digas: DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
Si no te preocupas por la gente que tiene hambre.
No digas: PERDONA NUESTRAS OFENSAS
Si guardas rencor a tu hermano.
No digas: NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACION
Si tienes la intención de seguir pecando.
No digas: LIBRANOS DEL MAL
Si no tomas partido contra el mal.
No digas: AMEN
Si no has entendido o no has tomado en serio las palabras del Padre nuestro.





No hay comentarios:

Publicar un comentario