jueves, 25 de julio de 2013

J.M.J. RIO 2013 *Jueves 25 de Julio



RÍO DE JANEIRO, 25 Jul. 13 / 08:52 am (ACI/EWTN Noticias).-
 El Papa Francisco recibió este jueves las llaves de Río de Janeiro (Brasil), de manos del alcalde Eduardo Paes durante una breve ceremonia en el Palacio de la Ciudad, donde posteriormente bendijo dos imágenes religiosas, así como la bandera olímpica y la bandera paraolímpica de los juegos Río 2016.
El Santo Padre partió a las 9:20 (hora local) de la residencia Sumaré donde está hospedado, rumbo al Palacio de la Ciudad. Al llegar fue recibido por Paes y otros funcionarios locales.
Posteriormente, frente a unos trescientos invitados, el Papa impartió desde el balcón del palacio la bendición apostólica.
“Buen día a todos. Muchas gracias por estar aquí en este momento, y ahora de corazón les voy a dar la bendición a todos ustedes, a sus familias, a sus amigos, al barrio, a todos (…) y recen por mí”, expresó el Papa en español.
Dentro de la agenda de hoy, también está prevista la visita a la favela Varginha y un encuentro con jóvenes argentinos en la Catedral de San Sebastián en Río de Janeiro.




Varginha es una zona pobre y violenta del norte de Río de Janeiro (sureste de Brasil), que contrasta con el glamour del Complejo de Manguinhos (zona norte). Fue por décadas muy violenta hasta que fue reconquistada por la policía de manos de narcotraficantes hace menos de un año.
Pero el narcotráfico continúa de manera más discreta en esta barriada donde el pontífice bendecirá el nuevo altar de la iglesia, aún sin terminar, caminará por la cuadra y visitará a una familia.
Desde el techo de una casa precaria que da a un campo de fútbol, se dirigirá a unos 25.000 fieles.


Los vecinos de Varginha, en el complejo de favelas Manguinhos, se preparan para recibir este jueves al papa Francisco y acondicionan las viviendas modestas de ese asentamiento del norte de Río de Janeiro, donde se espera con expectativa que el pontífice ingrese en alguna de ellas. Pese al entusiasmo, los vecinos se consideran "olvidados" y esperan que el Papa los haga "visibles" ante las autoridades.
El Papa llegará a las 11 a la parroquia de San Jerónimo Emiliano, con capacidad para unos 150 fieles, que fue visitada por la beata Teresa de Calcuta en 1972 y es la más pequeña de las tres que hay en el complejo de favelas.
"Su visita es una obra de Dios, es una oportunidad para que mostremos cuán viva está la Iglesia", dijo el sacerdote Marcio Queiroz, responsable de la capilla. 
 Allí, el Papa bendecirá el nuevo altar y conversará con referentes de la comunidad y vecinos, para luego caminar por la calle interna hasta una cancha de fútbol en donde habrá un palco para que dirija unas palabras a los pobladores. No habrá rejas o defensas en especial, dijeron los organizadores de esa actividad, y si el Papa lo decide, como se cree, ingresará en alguna de esas viviendas precarias.

La pequeña favela, también conocida como la "Franja de Gaza carioca", es la menos peligrosa de la zona, cuyo control retomó la policía brasileña después de expulsar a narcotraficantes en el marco de un plan de "pacificación", de cara al Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Más tarde, a las 12:30, el Papa mantendrá un encuentro con los peregrinos argentinos que viajaron a Brasil, en la Catedral de Río de Janeiro. Para participar del encuentro de argentinos con el Papa Francisco, los jóvenes deberán presentar su credencial de inscripción en la Jornada Mundial de la Juventud acompañada por el Documento Nacional de Identidad. 

 
RIO DE JANEIRO, 25 Jul. 13 / 09:56 am (ACI).-
Queridos hermanos y hermanas

Es bello estar aquí con ustedes. Ya desde el principio, al programar la visita a Brasil, mi deseo era poder visitar todos los barrios de esta nación. Habría querido llamar a cada puerta, decir «buenos días», pedir un vaso de agua fresca, tomar un «cafezinho», hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos... Pero Brasil, ¡es tan grande! Y no se puede llamar a todas las puertas. Así que elegí venir aquí, a visitar vuestra Comunidad, que hoy representa a todos los barrios de Brasil. ¡Qué hermoso es ser recibidos con amor, con generosidad, con alegría! Basta ver cómo habéis decorado las calles de la Comunidad; también esto es un signo de afecto, nace del corazón, del corazón de los brasileños, que está de fiesta. Muchas gracias a todos por la calurosa bienvenida. Agradezco a Mons. Orani Tempesta y a los esposos Rangler y Joana sus cálidas palabras.

1. Desde el primer momento en que he tocado el suelo brasileño, y también aquí, entre  vosotros, me siento acogido. Y es importante saber acoger; es todavía más bello que cualquier adorno. Digo esto porque, cuando somos generosos en acoger a una persona y compartimos algo con ella —algo de comer, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo— no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos. Ya sé que, cuando alguien que necesita comer llama a su puerta, siempre encuentran ustedes un modo de compartir la comida; como dice el proverbio, siempre se puede «añadir más agua a los frijoles». Y lo hacen con amor, mostrando que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón.
Y el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra a menudo olvidada u omitida, porque es incomoda.

Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano.

Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria. Ningún esfuerzo de «pacificación» será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma. Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella. Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza.

2. También quisiera decir que la Iglesia, «abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo» (Documento de Aparecida, 395), desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre. Queridos amigos, ciertamente es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia. Pero hay también un hambre más profunda, el hambre de una felicidad que sólo Dios puede saciar. No hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales: la vida, que es un don de Dios, un valor que siempre se ha de tutelar y promover; la familia, fundamento de la convivencia y remedio contra la desintegración social; la educación integral, que no se reduce a una simple transmisión de información con el objetivo de producir ganancias; la salud, que debe buscar el bienestar integral de la persona, incluyendo la dimensión espiritual, esencial para el equilibrio humano y una sana convivencia; la seguridad, en la convicción de que la violencia sólo se puede vencer partiendo del cambio del corazón humano.

3. Quisiera decir una última cosa. Aquí, como en todo Brasil, hay muchos jóvenes. Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo.

La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).
Hoy digo a todos ustedes, y en particular a los habitantes de esta Comunidad de Varginha: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición.





RIO DE JANEIRO, 25 Jul. 13 / 10:59 am (ACI).- En un breve e intenso discurso improvisado ante miles de argentinos reunidos en la Catedral San Sebastián de Rio, el Papa Francisco ofreció a los jóvenes un programa de vida basado en las Bienaventuranzas y les pidió que "no licúen la fe en Jesucristo".

"Gracias,  gracias, por estar hoy aquí,  por haber venido. Gracias a los que están adentro  y muchas gracias a los que están afuera, a los 30 mil me dicen que hay afuera. Desde acá los saludo,  están bajo la lluvia.
Gracias por el gesto de acercarse, gracias por haber venido a la Jornada de la Juventud, yo  le sugerí al doctor Gasbarri que es el que maneja, que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para encontrarme con ustedes. Y en medio día tenía arreglado todo, así que también quiero agradecer públicamente también al doctor Gasbparri, esto que ha logrado hoy.
Quisiera decir una cosa. ¿Qué es lo que espero como consecuencia  de la  Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá dentro va a haber lío va a haber, que acá en Río va a haber lío va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!
Que me perdonen los obispos y los curas, si alguno después le arma lío a ustedes, pero es el consejo. Gracias por lo que puedan hacer.
Miren, yo pienso que en este momento esta civilización mundial se pasó de ‘rosca’, se pasó de ‘rosca’, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos.
Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida es decir, no se cuida a los ancianos pero también está una eutanasia cultural. No se los deja hablar, no se los deja actuar. Exclusión de los jóvenes, el porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo y sin empleo es muy alto y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo, o sea esta civilización nos ha llevado a excluir dos puntas que son el futuro nuestro.
Entonces los jóvenes tiene que salir, tienen que hacerse valer, los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores, y los viejos abran  la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos, transmítannos la sabiduría de los pueblos.
En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos, no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro  pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que trasmite  los valores , que transmite la memoria de pueblo. Y ustedes, por favor,  no se metan contra los viejos, déjenlos hablar, escúchenlos y lleven adelante. Pero sepan, sepan que en este momento ustedes los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir, ¿está claro? Por eso creo que tienen que trabajar.
Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, es un escándalo, y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la cruz. La cruz sigue siendo escándalo pero es el único camino seguro, el de la cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús.
Por favor, ¡no licúen la fe en Jesucristo!, hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana pero, por favor, ¡no tomen licuado de fe!
¡La fe es entera, no se licúa, es la fe en Jesús!, es la fe en el hijo de Dios hecho hombre que me amó  y murió por mí.
Entonces hagan  lío, cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes, no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licúen la fe en Jesucristo.
Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer padre?, Mira lee las bienaventuranzas que te van a venir bien y si querés saber qué cosa práctica tienes que hacer, lee Mateo 25 que es el protocolo con el cual nos van juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: las bienaventuranzas y Mateo 25 no necesitan leer otra cosa, se los pido de corazón.
Bueno, les agradezco ya esta cercanía. Me da pena que estén enjaulados. Pero les digo una cosa, yo por momentos siento qué feo que es estar enjaulado, se los confieso de corazón.
Los comprendo y me hubiera gustado estar más cerca de ustedes pero comprendo que por razón de orden no se puede.  Gracias por acercarse, gracias por rezar por mí. Se los pido de corazón, necesito, necesito de la oración de ustedes, necesito mucho. Gracias por eso.
Les voy a dar la bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen que va a recorrer toda la república y la cruz de San Francisco que van a recorrer ‘misionaramente.
Pero no se olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos que son los ancianos y los jóvenes, y no licúen la fe".
Para tener en cuenta:
El doctor Alberto Gasbarri es un laico que desde el año 2005 se encarga de organizar los viajes papales.
Al decir que quiere "lío", el Papa se refiere a que quiere que los jóvenes se muevan, se levanten, no se queden quietos y hagan ruido.




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