Salió de la iglesia en una columna de cardenales que cantaban una letanía pidiendo el apoyo de los santos, incluidos Papas anteriores, para el nuevo pontífice.
Se detuvo en varias ocasiones para saludar a algunas de las cientos de miles de personas reunidas en la plaza, besando niños y saliendo del auto en un momento para bendecir a una persona discapacitada.
Usó una sotana blanca y zapatos negros, en contraste con los lujosos atuendos que atrajeron la atención con su antecesor.
La ceremonia conducida desde un altar en la escalinata de la enorme basílica también fue acortada a dos horas desde un servicio de tres horas en el 2005 cuando Benedicto XVI comenzó su papado.
Dirigiéndose a unas 200.000 personas y muchos líderes extranjeros reunidos bajo un sol radiante en la Plaza de San Pedro, el Papa argentino subrayó su mensaje constante, desde que fue elegido en un cónclave secreto de cardenales el miércoles pasado, que la misión de la Iglesia es defender a los pobres y desamparados.
En línea con ese mensaje, la misa en las escalinatas de la gigantesca basílica de San Pedro fue más simple que el esplendor barroco de la inauguración de su antecesor Benedicto XVI en el 2005.
"Esto significa respetar a cada una de las criaturas de Dios y respetar el medio ambiente en que vivimos. Significa proteger a las personas, mostrando preocupación amorosa por cada persona, especialmente por los niños, los ancianos, los necesitados, que suelen ser los últimos en los que pensamos", dijo en la homilía de su misa inaugural.
Francisco, el ex cardenal Jorge Bergoglio de Argentina, tomó su nombre de San Francisco de Asís, un símbolo de pobreza, simpleza, caridad y amor por la naturaleza.
El Papa dijo que cuando los humanos fallaban en cuidar el medio ambiente y a los demás, "de esa manera se abre un camino a la destrucción y los corazones se endurecen. Trágicamente en cada período de la historia hay Herodes que complotan para la muerte, para sembrar el caos y dañan el carácter de hombres y mujeres".
La simpleza característica de Francisco, el primer Papa jesuita, ha alimentado las esperanzas de cambio y renovación en una Iglesia afectada por una profunda crisis global.
El ex cardenal de Buenos Aires Jorge Bergoglio ha generado un entusiasmo e interés enormes en el mundo católico debido a la forma modesta con que ha asumido un puesto que se ha modelado desde el Renacimiento y acarrea títulos como "Vicario de Jesucristo" y "Pontífice Supremo de la Iglesia Universal".
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