domingo, 25 de enero de 2015

El Papa en la hora del Ángelus del 25 de Enero: "Recemos a María para que nos una a todos".


Hoy la Palabra del Señor en este III Domingo del Tiempo Ordinario. nos esta invitando a la reflexión y al compromiso, al cambio radical, a arrepentirnos y dejar  el mal camino, aferrándonos al camino de vida y salvación que es Jesucristo. 
 
El Santo Evangelio, nos invitan a  buscar a Dios, y dejarlo todo por seguirlo.
  Jesús, con sus predicaciones invita a la conversión, y  a creer en el Evangelio, a ver al reino de Dios presente entre nosotros en su persona,llama entonces a cuatro de sus discípulos y los hace sus compañeros de vida y los sucesores para anunciar  y testimoniar  sobre  la vida, pasión, muerte y resurrección, de Jesucristo, ser testigos de su inmenso amor.
Hoy, quizá  Jesús nos este llamando a nosotros mismos, solo nos pide dejar  el pecado y seguir hacer su voluntad, pues  Él vino para darnos la libertad  y la vida. 



Este domingo 25 de enero en la Solemnidad de la Conversión de San Pablo, el Papa Francisco presidirá la celebración de las Segundas Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros y con la cual concluye la Semana de oración por la unidad de los cristianos.

El acto será a las 5.30pm (hora de Roma). La Semana de oración por la unidad de los cristianos es promovido por el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.

Los textos y materiales de la semana están inspirados en el pasaje bíblico del Evangelio de Juan 4, 1-42. De aquí deriva el lema de este evento: “Dame de beber”, centrado en el diálogo entre Jesús y la mujer samaritana.

En las Segundas Vísperas participaran representantes de las otras confesiones cristianas presentes en Roma, que junto al clero y los fieles de la diócesis del Papa renovarán la oración al Señor por el don de la unidad.

Globos y no palomas fueron soltados el domingo en un símbolo de paz en la Plaza de San Pedro, un año después de que una gaviota y un cuervo atacaran a las simbólicas aves, desatando protestas por parte de los grupos defensores de animales.
Durante muchos años, niños asomados junto al papa desde el balcón del estudio papal que da a la plaza han soltado un par de palomas el último domingo de enero. La iglesia católica por tradición dedica El mes a los temas de paz.
El año pasado, está práctica bien intencionada se volvió un desastre de relaciones públicas. Después de que los niños soltaran al par de aves desde la ventana, primero una gaviota y luego un cuervo atacaron a las palomas. Se desconoce su destino final.
 
“Quien escucha a Jesucristo y lo sigue entra en el Reino de Dios”, lo dijo el Papa Francisco antes de la oración mariana del Ángelus este domingo, recibido con una gran ovación de los fieles que llegaron a la Plaza de San Pedro a rezar con él.  Hablando del Evangelio de hoy que presenta la predicación de Jesús en Galilea, explica que San Marcos nos hace ver como “Jesús inicia los caminos de su tierra para llevar a todos, especialmente a los pobres, el Evangelio de Dios".
Francisco explica que Jesús es el cumplimento de las promesas divinas, porque Él regala al hombre el Espíritu Santo, es “el agua viva” que sacia nuestro corazón sediento de vida, de amor, de libertad, de paz: “sediento de Dios”.
 Y así Francisco recuerda a la mujer samaritana  que le dice “Dame de beber”, y son precisamente estas palabras las que han constituido el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que termina este domingo. Recordó además, que esta tarde irá a la Basílica de San Pablo extra Muros para rezar por la unidad de todos los creyentes en Cristo, “Jesús nos quiere a todos unidos”, dijo.
Después del rezo a la Reina de la Paz, a quien pidió “que nos una todos", el Papa mostró su preocupación por los hechos que están ocurriendo en Ucrania, y apeló a que se vuelva al diálogo para que se finalicen todas las hostilidades. Además recordó que este domingo se celebra la Jornada Mundial de los enfermos de lepra, y aseguró estar cercano a todos los afectados y a quienes los cuidan.
Finalmente saludó detalladamente a diferentes grupos de peregrinos llegados desde diversas partes del mundo e hizo un especial hincapié a la comunidad filipina en Roma, país donde él ha estado sólo hace unos días por su séptimo viaje internacional, “el pueblo filipino es maravilloso, su fe es fuerte y alegre”, dijo mientras decenas de banderas filipinas se alzaban en la plaza de San Pedro.
"La paz es la solución", mensaje de los niños de la Acción Católica
Después del Ángelus, dos muchachos de la Acción Católica de Roma, Sara y Matteo, leyeron desde la ventana del Palacio Apostólico, un mensaje de paz al Papa. Y es que este domingo se dio vida a la caravana de la paz del proyecto “Da vida a la paz”, esta vez con el eslogan “La paz es la solución”, a través de la cual se recaudaron fondos para diversos proyectos en Burkina Faso. 
En su mensaje, los niños explicaron al Papa que su intención es testimoniar el deseo de paz de tantos otros en un tiempo “en el que hay una gran necesidad  de estar en paz con la alegría del Señor, de ser felices y sonreír”. Indicaron que como niños están aprendiendo, de sus padres, profesores, del Papa, y sobre todo de la Palabra de Dios, para conocer sus cualidades y utilizarlas para construir armonía entre todos.
Además expresaron al Santo Padre su convicción de que la paz sólo podrá existir “si todos nos reconocemos hermanos, sólo así los conflictos podrán terminar”.
 Finalmente dijeron al Papa que rezan por él y le dijeron en español “Te queremos mucho”
Texto completo de las palabras del Papa en la hora del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, 
¡buenos días!
el Evangelio de hoy nos presenta el comienzo de la predicación de Jesús en Galilea. San Marcos subraya que Jesús comenzó a predicar, «después que Juan [el Bautista] fue arrestado» (1,14). Precisamente en el momento en el que la voz profética del Bautista, que anunciaba la venida del Reino de Dios, es silenciada por Herodes, Jesús comienza a recorrer las calles de su tierra para llevar a todos, especialmente a los pobres, «el Evangelio de Dios»(ibíd.). El anuncio de Jesús es similar al de Juan, con la diferencia sustancial de que Jesús ya no indica más otro que está por venir: Jesús es Él mismo el cumplimiento de las promesas, Él mismo la “buena noticia” que hay que creer, recibir y comunicar a los hombres y mujeres de todos los tiempos, para que también ellos confíen a Él su existencia. Jesucristo en persona es la Palabra viva y la Palabra operante en la historia: quien lo escucha y lo sigue entra en el Reino de Dios.


Jesús es el cumplimiento de las promesas divinas porque es Aquel que dona al hombre el Espíritu Santo, el “agua viva” que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, de amor, de libertad, de paz: sediento de Dios. ¡Cuántas veces sentimos o hemos sentido, nuestro corazón sediento! Él mismo lo reveló a la mujer samaritana, encontrada en el pozo de Jacob, a quien dijo: «Dame de beber» (Jn. 4,7). Precisamente estas palabras de Cristo, dirigidas a la mujer samaritana, han sido el tema de la actual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que concluye hoy. Esta tarde, con los fieles de la diócesis de Roma y con los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales, nos reuniremos en la Basílica de San Pablo Extramuros para rezar intensamente al Señor, de modo que refuerce nuestro compromiso para la plena unidad de todos los cristianos. Es una cosa fea que los cristianos estén divididos. Jesús nos quiere unidos: un solo cuerpo. Nuestros pecados, nuestra historia, nos han dividido y por ello debemos rezar mucho para que el Espíritu Santo nos una de nuevo.

Dios, haciéndose hombre, hizo propia nuestra sed, no sólo del agua material, sino sobre todo, la sed de una vida plena, de una vida libre de la esclavitud del mal y de la muerte. Al mismo tiempo, con su encarnación, Dios ha puesto su sed - porque también Dios tiene sed - su sed en el corazón de un hombre: Jesús de Nazaret. Así, en el corazón de Cristo se encuentran la sed humana y la sed divina. Y el deseo de la unidad de sus discípulos pertenece a esta sed. Lo encontramos expresado en la oración elevada al Padre antes de la Pasión: «Que todos sean uno» (Jn. 17,21). Eso es lo que quería Jesús, la unidad de todos. El diablo - lo sabemos - es el padre de las divisiones, es uno que siempre divide, que siempre hace guerras, hace tanto mal.

¡Que esta sed de Jesús se convierta cada vez más también en nuestra sed! Continuemos, pues, rezando y comprometiéndonos por la plena unidad de los discípulos de Cristo, en la certeza de que Él mismo está a nuestro lado y nos sostiene con la fuerza de su Espíritu para que esta meta se acerque. Y confiamos nuestras oraciones a la materna intercesión de la Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia para que Ella nos una a todos, como buena Madre. 



Palabras del Papa después del Ángelus
Llamamiento por la Paz en Ucrania
Sigo con profunda preocupación la escalada de los combates Ucrania oriental, que siguen causando numerosas víctimas entre la población civil. Mientras aseguro mis oraciones por todos los que sufren, renuevo un apremiante llamamiento para que se reanuden los tentativos de diálogo y se ponga fin a todas las hostilidades.
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy se celebra la Jornada mundial de los enfermos de Lepra. Expreso mi cercanía a todas las personas que sufren por esta enfermedad, así como a aquellos que cuidan de ellos, y a quienes luchan para eliminar las causas del contagio, es decir, las condiciones de vida no dignas del hombre. ¡Renovamos nuestro compromiso de solidaridad hacia estos hermanos y hermanas!

Saludo con afecto a todos ustedes, queridos peregrinos venidos de diversas parroquias de Italia y otros países, así como a las asociaciones y grupos escolares.

En particular, saludo a la comunidad filipina de Roma. Queridos, el pueblo filipino es maravilloso, por su fe fuerte y alegre. Que el Señor sostenga siempre también a ustedes que viven lejos de casa. ¡Muchas gracias por su testimonio! Y muchas gracias por todo el bien que hacen aquí, porque ustedes siembran la fe entre nosotros, ustedes dan un bello testimonio de fe. ¡Muchas gracias!
Saludo a los estudiantes de Cuenca, Villafranca de los Barros y Badajoz (España), a los grupos parroquiales de las Islas Baleares y a las jóvenes de Panamá. Saludo a los fieles de Catania, Diamante, y Delianuova y Crespano del Grappa.

 Me dirijo ahora a los chicos y chicas de la Acción Católica de Roma. Queridos chicos, también este año, acompañados por el Cardenal Vicario y por Mons. Mansueto, han venido en gran número al finalizar su “Caravana de la Paz”. Les agradezco, y los animo a continuar con alegría el camino cristiano, llevando a todos la paz de Jesús. Ahora escuchamos el mensaje que leerán sus amigos, aquí a mi lado (lectura del Mensaje).
He aquí: estos globos quieren decir Paz. ¡Gracias, chicos! Les deseo a todos buen domingo y buen almuerzo. Y por favor, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Hasta la vista!

 FUENTE:






SEGUNDA PARTE 
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO

SEGUNDA SECCIÓN:
LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

CAPÍTULO SEGUNDO
LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN

ARTÍCULO 4
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

 Y DE LA RECONCILIACIÓN


III. La conversión de los bautizados
1427 Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva.
IV. La penitencia interior
1430 Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores "el saco y la ceniza", los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).
1431 La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversión del corazón va acompañada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi cruciatus (aflicción del espíritu), compunctio cordis (arrepentimiento del corazón) (cf Concilio de Trento: DS 1676-1678; 1705; Catecismo Romano, 2, 5, 4).
1432 El corazón del hombre es torpe y endurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él nuestros corazones: "Conviértenos, Señor, y nos convertiremos" (Lm 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (cf Jn 19,37; Za 12,10).
«Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cuán preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación, ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento» (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 7, 4).
VII. Los actos del penitente

 La confesión de los pecados
1458 Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia (cf Concilio de Trento: DS 1680; CIC 988, §2). En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso (cf Lc 6,36):
«Quien confiesa y se acusa de sus pecados hace las paces con Dios. Dios reprueba tus pecados. Si tú haces lo mismo, te unes a Dios. Hombre y pecador son dos cosas distintas; cuando oyes, hombre, oyes lo que hizo Dios; cuando oyes, pecador, oyes lo que el mismo hombre hizo. Deshaz lo que hiciste para que Dios salve lo que hizo. Es preciso que aborrezcas tu obra y que ames en ti la obra de Dios Cuando empiezas a detestar lo que hiciste, entonces empiezan tus buenas obras buenas, porque repruebas las tuyas malas. [...] Practicas la verdad y vienes a la luz» (San Agustín, In Iohannis Evangelium tractatus 12, 13).
1489 Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás.





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