domingo, 11 de agosto de 2013

Fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María - 15 Agosto - I I Parte

1862  - 15 de agosto – 2013



Desde hace 151 años, primero Barracas la Sud, luego Avellaneda, festejan a su Patrona Nstra.Sra. de la Asunción. Ella, testigo privilegiada de cada acontecimiento que sucedió en nuestra Patria chica, cobijó bajo su manto a cada uno de sus hijos e hijas. ¿Cuántos pedidos, lágrimas y ruegos, pero también agradecimientos, escuchó la vieja imagen de Nuestra Señora a lo largo de estos 151 años? 



Imagen de Nstra. Sra. de la Asunción que presidió por años el altar mayor del viejo templo parroquial hasta su demolición en 1971






La Catedral que hoy tenemos es producto de una larga e intrincada historia, en la que los cuantiosos problemas edilicios que afectaron a su antecesora quedan eclipsados por el fervor religioso del pueblo de Avellaneda, que supo sobreponerse a todas las vicisitudes. Hagamos un poco de historia.



Origen
Los futuros pueblos de Lomas de Zamora y Barracas al Sur comenzaron a crecer simultáneamente después de 1810. Formaban geográficamente con Quilmes los vértices de un triángulo casi equilátero. Eran las tres más grandes poblaciones del partido de Quilmes (alrededor de 200 personas cada una en 1820)
Tanto Lomas como Barracas pasaban largo tiempo sin estar comunicadas con Quilmes, porque las crecidas del Arroyo Santo Domingo impedían el paso. Por eso ambas tuvieron el mismo deseo: separarse de Quilmes y formar otro partido. Barracas al Sur lo logró en 1852 y Lomas nueve años después.
La primera capilla que tuvo Barracas al Sur estaba cerca del puente Gálvez (hoy J. J. Podestá y Carlos Pellegrini) y era atendida por el Padre Julio Baca. Fue instalada en la casa de que había sido de Juan Gutiérrez Gálvez después de 1810, pero siete años después ya estaba muy deteriorada. Las parroquias más cercanas, como San Pedro Telmo, Santa Lucía y Exaltación de la Cruz de Quilmes (de la que se dependía), quedaban lejos.
La “capilla del italiano”
En 1817, el panadero y pulpero de origen itálico Don Nicolás Paduán construyó una capilla en terrenos de su propiedad (hoy Av. Mitre 949 y 955). Los habitantes con los que contaba el pueblo en aquél entonces (mayormente trabajadores de un saladero instalado en la ribera del Riachuelo y algunos comerciantes) convirtieron rápidamente a “la capilla del italiano” –denominación con la que se conocía el templo- en el epicentro del culto religioso local.
Tiempo después, Paduán quebró en sus negocios y se vio obligado a vender sus tierras, pasando éstas por sucesivos propietarios hasta quedar en manos del teniente coronel Fabián Rozas. Éste –militar, saladero, pariente del “Restaurador de las Leyes”- reconstruyó la capilla y en 1835 solicitó permiso al Obispado para instalar en ella un oratorio público.
El permiso fue concedido al año siguiente, pero recién en 1839 un Fiscal Eclesiástico verificó las reparaciones hechas en el edificio (del cual según Rozas “no existía sino las paredes”) y señaló que tenía “campana, entrada y salida pública y está decentemente adornada y con los elementos precisos para celebrar el santo sacrificio de la misa”. Finalmente, el 8 de agosto de ese año, la capilla fue reinaugurada  bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.
Cuando en 1832 se creó el partido de Barracas al Sur, el distrito siguió dependiendo del Curato de la Exaltación de la Cruz de los Quilmes, hasta que dos años más tarde, el 13 de enero de 1854, el Obispado de Buenos Aires crea el Curato del Tránsito o Asunción de la Virgen Santísima. Entonces, la que fuera la “capilla del italiano”, que atendía el Padre José de Lara, fue designada sede parroquial aunque sólo provisoriamente, “hasta tanto se construya otra con la comodidad y la decencia correspondiente al Culto Divino y a la Administración de los Santos Sacramentos”, según expresaron en su momento las autoridades eclesiásticas. La capilla cumplió con dignidad su función de templo parroquial, aunque era pequeña para un pueblo de cinco mil habitantes. Así fue como se puso en marcha la edificación de la que llegaría a ser la Catedral de Avellaneda.

La antigua Catedral
En 1857 la Municipalidad de Barracas al Sur resolvió la construcción del templo parroquial. El 1º de julio encomienda urgentemente al arquitecto Felipe Senillosa el proyecto, la dirección y el presupuesto de la obra. Pero Senillosa muere el 20 de abril de 1828. El vacío es cubierto por su colega Miguel Barabino, quien dirigió la obra sobre el proyecto de Senillosa.
El presupuesto asignado, de acuerdo a crónicas de la época, oscilaba los 350 mil pesos. Unos lo consideraban excesivo; otros lo estimaron adecuado, como un comentarista de aquellos tiempos que señalaba: “no es caro si se considera que la arquitectura está proyectada de acuerdo con el gusto italianizante, colmada de ornamentaciones, pilastras, balaustradas, ménsulas y cornisamentos”. Parte de los fondos provinieron de una partida de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, pero en su gran mayoría fueron recaudados por colecta popular.
La construcción se inició en octubre de 1858. El 28 de agosto de 1859 asumió como párroco el P. Domingo Alemán. El 18 de marzo de 1860 fue bendecida e inaugurada la nueva Iglesia Parroquial, aún con la nave lateral, que daba al sur, inconclusa, la nave norte terminada a medias, una torre levantada sin cúpula y la otra recién comenzada, sin revoques y sin imagen, ya que esta se adquirió recién en 1866. Las primeras Fiestas Patronales bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción se celebraron en 1862.
No transcurrió mucho tiempo hasta que comenzaron a evidenciarse sus problemas estructurales. Las causas: el asentamiento de la construcción sobre el terreno y la calidad de los materiales empleados (una descripción de la obra menciona “un sólido edificio de paredes exteriores soldadas con argamasa de cal e interiores de barro”).
Con el cambio de siglo llegaron las primeras reformas: entre 1904 y 1913 se modificó el frente, se levaron las torres, se amplió la nave central, se erigió una nueva bóveda y se reconstruyeron el piso, la sacristía, el baptisterio y el despacho parroquial. Estudios posteriores demostraron que estas refacciones, en realidad, agravaron los problemas edilicios de la Iglesia parroquial.
Otro hito fundamental de su historia es la creación, en 1961, la de Diócesis de Avellaneda. En este momento fue designada oficialmente como Catedral y albergó al primero obispo, Monseñor Emilio di Pasquo. En esos años, el deterioro alcanzó niveles preocupantes: la humedad carcomía las paredes, los revoques se caían y las primeras grietas asomaron.
La clausura y demolición
Una inspección municipal al templo, realizada en 1966, detectó “señales que aconsejan la necesidad de cerrarlo; parte de los cimientos han cedido y las dos torres, así como la fachada, manifiestan inestabilidad. Las causas serán la antigüedad propia del edificio y la constante trepidación de automotores por la Avenida Mitre. Y la próxima construcción de un edificio de varios pisos en San Martín y Lavalle, estimándose que los golpes del martillo mecánico que introducirá los pilotes provocará vibraciones de consecuencias imprevisibles para la Catedral”. Atento a estas consideraciones técnicas, Monseñor Jerónimo Podestá, obispo de la diócesis en aquél momento, dictaminó su clausura.
El 11 de junio de 1967 se realizó la última misa, en la cual Monseñor Podestá expresó: “pienso que rehacer completamente este templo costaría mucho, en un momento en que grandes sectores de nuestra población padecen necesidades, por lo cual convendría ahora arreglar este templo esperando tiempos mejores”. Sin embargo una serie de estudios aconsejaban demolerlo “en consideración a su precaria estabilidad” y “el excesivo costo de las reparaciones”. El cierre habría de ser definitivo.
La demolición de la antigua catedral de Avellaneda comenzó el 9 de abril de 1971, y sus elementos religiosos fueron subastados públicamente.

El nuevo templo
La construcción de la nueva catedral recién comenzó en 1979, cuando ya era obispo de Avellaneda Mons. Antonio Quarracino y su obispo auxiliar, Mons. Rubén Di Monte estaba a cargo de la diócesis, las obras se prolongaron hasta 1984. Finalmente, el 1º de mayo de ese año, festividad de San José Obrero, la nueva Catedral quedó inaugurada.
En esta oportunidad, a diferencia de lo que había sucedido con el primer templo, los materiales fueron elegidos para mantenerse en el tiempo: cemento, ladrillo, granito Sierra Chica, mármol de Carrara, carpintería metálica de acero inoxidable, puertas, bancos y cielorraso de viraró paraguayo, lajas de San Luis, pino Brasil y cobre en el techo.
La confección de las obras de arte que ornamentan la Catedral fue adjudicada por concurso internacional, al que se presentaron destacados artistas de Argentina, Perú e Italia. El Cristo central, lo mismo que la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, fueron realizados por Ernesto Murillo y Diego Curuchet, mientras que la representación de Nuestra Señora de Luján fue especialmente hecha por el orfebre Juan Carlos Pallarols. El bordado de su manto es obra de las Hermanas Benedictinas de Santa Escolástica de Victoria, quienes también hicieron el frente del sagrario.
En la Capilla del Santísimo Sacramento hay una talla de la Resurrección realizada por el escultor Ricardo E. Longhini; en el espacio interior debajo de esa talla se encuentran las cenizas de dos párrocos de esta Parroquia: el Pbro. Enrique Levantini (fallecido en 1907) y Mons. Bartolomé Ayrolo (fallecido en 1943). En la misma capilla se encuentra una imagen del Sagrado Corazón tallada en madera por el escultor Omar Estela.
En la parte trasera del templo existen seis tumbas, en las que se encuentran sepultados: el primer obispo de Avellaneda, Mons. Emilio Antonio di Pasquo (fallecido en 1961), y Mons. Francisco Tumini (fallecido en 1988, durante muchos años párroco de la Asunción)
En los nichos del altar se encuentran imágenes talladas en madera de San José, San Pedro, San Pablo y Santa Teresa de Jesús. Los vitrales, bendecidos el 20 de diciembre de 2000, según una idea de Guillermo Buitrago y ejecución de Antonio J Estruch, representan seis de los siete sacramentos y la coronación de la Virgen en el Cielo, en tanto que la fuente bautismal –uno de los pocos elementos que se conservan del antiguo templo- expresa el primero de los sacramentos.
En la medianera sur han sido restaurados seis arcos de la antigua Catedral; los tres primeros recubiertos de ladrillos rojos y los tres últimos con mayólicas que representan el pasado y el presente de Avellaneda.
Cada domingo, y más aún cada celebración de las Fiestas Patronales, el pueblo de Avellaneda colma la nueva Catedral. Pese a la inevitable nostalgia por el antiguo templo que invade a quienes ya peinan canas, no hay dudas de que esta es la casa que María se merece.





Con motivo de la celebración a Nuestra Señora de la Asunción, el lunes 15 de agosto el Municipio organiza las Fiestas Patronales con una jornada (es importante recordar que el lunes 15 es feriado en Avellaneda) llena de actividades.





El Programa de festejos para el jueves 15 de agosto es el siguiente:

8:30 hs: Repique de campanas en homenaje a Nuestra Patrona.
10.00 hs: Santa Misa.
12.00 hs: Sesión extraordinaria del Honorable Concejo Deliberante de Avellaneda en honor a la Santísima Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de la Asunción. P
articiparán el intendente Jorge Ferraresi y Mons. Rubén Frassia. El obispo ofrecerá su discurso ante los representantes de todos los bloques políticos de nuestra ciudad y de numerosas instituciones locales.
15.00 hs: Salida de la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, Patrona de la Diócesis de Avellaneda-Lanús y del Partido de Avellaneda e inicio de la procesión por las calles de la ciudad.
16.00 hs: Santa Misa de precepto en honor a nuestra Patrona; presidida por mons. Rubén Oscar Frassia, junto al clero de la diócesis y la comunidad diocesana.
17.00 hs: Acto cultural "Misa Criolla", con la presencia de Jaime Torres, Zamba Quipildor y coro invitado, con la Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda.
19.00 hs: Santa Misa de precepto en honor a Nuestra Patrona.

Oración a nuestra Patrona
“Señora de la Asunción,
Hoy queremos hablar contigo, muy filialmente,
de un modo especial y nuevo, para decirte:
Que nos consagramos a ti con toda el alma,
guárdanos en tu corazón y ayúdanos a ser “fieles”;
a vivir, como tú, en el silencio, en la pobreza,
en la disponibilidad;
a realizar con alegría la voluntad del Padre;
a servir con generosidad a nuestros hermanos.
Te consagramos la Diócesis de Avellaneda-Lanús,
se tú nuestra Señora y nuestra Madre.
Santifica a los sacerdotes, diáconos,
y seminaristas, a las religiosas y religiosos,
a los apóstoles laicos.
Ilumina a los que gobiernan.
Conserva la inocencia de los niños,
la generosidad ardiente de los jóvenes,
la armonía fecunda de los hogares.
Socorre,  muy especialmente,  a los pobres,
a los enfermos, a los que sufren.
alivia nuestra tristeza,
aumente nuestra alegría,
asegura nuestra paz.
Y llévanos de la mano Señora y Madre nuestra,
hasta que seamos glorificados contigo
en la casa del Padre . Amén.


1 comentario:

  1. Deberías citar fuente de las fotografías y los textos: https://www.patronales-avellaneda.blogspot.com

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