25 de agosto de 2013.-
Este mediodía el Papa Francisco ha rezado el ángelus dominical con varios miles de fieles y peregrinos procedentes de Italia y de diversos países que se habían dado cita en la Plaza de San Pedro para escuchar sus palabras y recibir su bendición apostólica.
Francisco ha destacado que en la actualidad pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que dura un instante, que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Y preguntó: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida? Y ha explicado que si bien se trata de una “puerta estrecha” la que nos conduce al Padre, esta puerta, que es el mismo Jesús, jamás está cerrada, sino que siempre está abierta a todos, sin distinción, sin exclusión ni privilegios.
Después de rezar el ángelus, el Papa
Francisco ha hecho un llamamiento por la paz en Siria, en el que ha pedidoó a
la Comunidad Internacional que se muestre más sensible hacia esta trágica
situación, y para que se empeñe a ayudar a esta querida Nación a encontrar una
solución a una guerra que siembra destrucción y muerte. En el vídeo se
visualiza y escucha la meditación completa del Pontífice traducida al
castellano. El texto completo de las palabras del Papa es el siguiente:
El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre el tema de la salvación. Jesús está saliendo de Galilea hacia la ciudad de Jerusalén y a lo largo del camino un tal – relata el evangelista Lucas – se le acerca y le pregunta: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (13, 23). Jesús no responde directamente a la pregunta: no es importante saber cuántos se salvan, sino que más bien es importante saber cuál es el camino de la salvación.
Y he aquí entonces que a la pregunta Jesús responde diciendo: “Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, les digo, muchos pretenderán entrar y no podrán”. (v. 24). ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es la puerta por la que debemos entrar? ¿Y por qué Jesús habla de una puerta estrecha?
La imagen de la puerta vuelve varias veces en el Evangelio y se remonta a la de la casa, a la del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor y calor. Jesús nos dice que hay una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él.
Y esa puerta es el mismo Jesús (Cfr. Jn 10, 9). Él es la puerta. Él es el pasaje para la salvación. Él nos conduce al Padre. Y la puerta que es Jesús jamás está cerrada, esta puerta jamás está cerrada. Está abierta siempre y a todos sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.
Porque saben, Jesús no excluye a nadie. Alguno de ustedes quizá podrá decirme, pero Padre, yo estoy excluido, porque soy un gran pecador. He hecho cosas feas. He hecho tantas en la vida. No, no estás excluido. Precisamente por esto eres el preferido. Porque Jesús prefiere al pecador. Siempre, para perdonarlo, para amarlo. Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo. Él te espera. Anímate, ten coraje para entrar por su puerta.
Todos somos invitamos a pasar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerlo entrar en nuestra vida, para que Él la transforme, la renueve, le de alegría plena y duradera.
En la actualidad pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que después, nos damos cuenta de que duran un instante. Que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Pero yo les pregunto: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida?
Quisiera decir con fuerza: no tengamos miedo de atravesar la puerta de la fe en Jesús, de dejarlo entrar cada vez más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás.
Porque Jesús ilumina nuestra vida con una luz que no se apaga jamás. No es un fuego artificial, un flash, no, es una luz tranquila, que dura siempre. Y que nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por la puerta de Jesús.
Ciertamente la de Jesús es una puerta estrecha, no porque es una sala de tortura, no por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y hacernos renovar por Él.
Jesús en el Evangelio nos dice que el ser cristianos no es tener una “etiqueta”. Y yo les pregunto a ustedes: ¿Ustedes son cristianos de etiqueta o de verdad? Eh esa se responde dentro. No cristianos, jamás cristianos de etiqueta, cristianos de verdad, de corazón. Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en promover la justicia, en realizar el bien.
Por la puerta estrecha que es Cristo, debe pasar toda nuestra vida.
A la Virgen María, Puerta del Cielo, le pedimos que nos ayude a pasar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme nuestra existencia como ha transformado la suya para llevar a todos la alegría del Evangelio.
(Después de rezar el Ángelus el Papa ha dicho:)
Con gran, con gran, sufrimiento y preocupación sigo la situación en Siria. El aumento de la violencia en una guerra entre hermanos, con el multiplicarse de estragos y actos atroces, que todos hemos podido ver también en las terribles imágenes de estos días, me impulsa, una vez más, a alzar la voz para que se detenga el rumor de las armas.
El enfrentamiento no ofrece perspectivas de esperanza para resolver los problemas, sino la capacidad de encuentro y de diálogo.
Desde lo profundo de mi corazón, quisiera manifestar mi cercanía con la oración y la solidaridad a todas las víctimas de este conflicto, a todos aquellos que sufren, especialmente a los niños, e invitar a tener siempre encendida la esperanza de paz.
Hago un llamamiento a la Comunidad Internacional para que se
muestre más sensible hacia esta trágica situación y ponga todo su empeño para
ayudar a la querida Nación Siria a encontrar una solución a una guerra que
siembra destrucción y muerte.
Todos juntos
oremos, todos juntos oremos, a la Virgen Reina de la Paz: María, Reina de la
paz ruega por nosotros. Todos. María, Reina de la paz ruega por nosotros.Saludo con afecto a todos los peregrinos presentes: a las familias, a los numerosos grupos y a la Asociación Albergoni. En particular, saludo a las religiosas Maestras de Santa Dorotea, a los jóvenes de Verona, Siracusa, Nave, Modica y Trento; a los confirmandos de las Unidades Pastorales de Angárano y Val Liona; a los seminaristas y a los sacerdotes del Pontificio Colegio Norteamericano; a los trabajadores de Cuneo y a los peregrinos de Verrua Po, San Zeno Naviglio, Urago d’Oglio, Varano Borghi y San Pablo de Brasil.
Para muchos estos días marcan el fin del período de las vacaciones de verano. Deseo a todos un regreso sereno y comprometido en la normal vida cotidiana mirando hacia el futuro con esperanza.
¡A todos deseo feliz domingo y una buena semana! ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Papa Francisco
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