martes, 3 de diciembre de 2013

2º DOMINGO DE ADVIENTO: Tiempo de espera y conversión


En el mundo, además de sombras y oscuridad, no están bien definidos ni arreglados, los caminos por los cuales van los hombres.

Juan, ante la llegada del Señor, nos invita a reparar las calzadas de nuestra vida. A no conformarnos con un parcheo de nuestras actitudes. Con esta segunda lámpara, encendemos nuestros más sinceros deseos de querer cambiar. 
¡Señor; que a tu llegada nos encuentres distintos! 
¡Señor; que a tu llegada nos encuentres totalmente reformados y renovados!

 En este segundo domingo de Adviento, la Iglesia nos presenta a Juan Bautista, llamándonos a la conversión de corazón. Mientras que el mensaje de Juan es severo, el profeta Isaías, en la primera lectura, nos presenta un rey ideal dotado de los dones del espíritu y cuyo reinado nos traerá la paz y la justicia. Nosotros los cristianos, sabemos en fe, que Cristo vino a este mundo y que constantemente nos ofrece sus dones. 


Primera lectura
Is 11, 1-10 "Con equidad dará sentencia al pobre"

La Primera Lectura nos relata una de las grandes profecías mesiánicas de Isaías. El mesías, como verdadero y justo rey, está dotado del espíritu de Yavé y posee sus dones. Él será un nuevo brote que nace de una raíz vieja para darnos nueva vida, precisamente en este Adviento..



"Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios
TE ALABAMOS SEÑOR


Salmo (Sal 71,1-2.7-8.12-13.17)


R/.
Que en sus días florezca la justicia,
y la paz abunde eternamente


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
 
Segunda lectura: 
Rom 15, 4-9 "Cristo salvó a todos los hombres"

"Nosotros los cristianos vivimos una vida de tensiones; vivimos en la presente vida de pecado y oscuridad y también en la nueva época de gracia y luz. San Pablo, en su carta a los romanos, nos exhorta a despertar del sueño porque nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer.

"Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: "Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre".
Palabra de Dios
TE ALABAMOS SEÑOR. 
 

En el Evangelio según San Mateo, San Juan Bautista entra en escena como predicador penitencial. La conversión que él exige es un cambio radical en la relación del individuo con Dios. El motivo de esta exigencia es la próxima venida del reino de Dios.
 "Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Palabra del Señor
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.
 



Hace muchos años apareció un gran profeta en Judea; Juan el Bautista, un descontento, un rebelde que se arriesgaba a llamar «raza de víboras» a los saduceos y fariseos. Y gritaba: «Arrepentíos porque el Reino de Dios está cerca». 

Juan Bautista apunta una pista: no manda cambiar la sociedad; proclama que hay un paso previo: la conversión personal.
Me sorprende mucho que hoy hombres y mujeres que se llaman creyentes en el Dios de Jesús no sienten la necesidad de conversión. Creen que ya son “buenas personas”. ¿De qué me v
Dios está muy cerca. Es lo que LA PALABRA te quiere comunicar hoy. Pueden parecer palabras de siempre, pero es la realidad más grande del mundo. DIOS ESTÁ MUY CERCA.
No sé si me entiendes; no sé si esto se puede explicar. Sé que es difícil comprenderlo. Pero Dios está muy cerca.

En esto consiste la predicación de Juan Bautista: anunciar que Dios está cerca. Por cierto, Mateo nos describe la forma de vestir y de comer Juan. Vestido austero. Comida austera, frugal. Vida de silencio en el desierto. Y ya está. Juan Bautista toca lo esencial, dice la verdad, anuncia la novedad. Hay cosas muy sencillas al alcance de la mano: ser capaces de vivir en austeridad en medio de un mundo de consumo; ser capaces de no dejarse revestir de cosas, de no cosificarnos. La verdad tiene sus exigencias e impone un modo de vivir también externo.
A veces nos quedamos mirando hacia dentro y contemplamos nuestros sueños más íntimos: ¡Cómo desearía...! ¡Sería feliz si...! Enseguida añadimos: pero no puedo salir... no puedo cortar..., no puedo dejar mi realidad. Portamos dentro un paraíso, un ideal que, de entrada, damos por descartado. ¿Razón? No podemos mover ni cambiar la realidad que nos envuelve.

oy a convertir yo si no hago esto ni lo otro ni...? Creernos buenos nos está impidiendo ser nuevos, descubrir la necesidad de conversión. Creernos buenos es la postura de los fariseos y saduceos a los que Juan dispara los dardos más feroces de su predicación hasta llamarles “raza de víboras”. no es que no seas bueno; lo malo es que no seas mejor, que te contentes con la meta alcanzada. No es que no seas bueno, es que no escuchas a Dios que te pide nueva conversión. No es que no seas bueno, es que no dejas que el Espíritu te lleve donde Él quiere.

El Mesías no necesita gente buena, necesita personas que se sientan pecadoras, personas urgidas a la conversión. El Mesías no viene para los que ya se sienten intocables y perfectos. Con ésos el Mesías no tiene nada que hacer. Toda esa gente no necesita nada ni a nadie, menos al Mesías. El Mesías necesita personas que cuando escuchan las palabras del profeta, convertíos, el corazón se les estremezca y reconozcan su necesidad de cambio de vida. El Mesías necesita personas que se acerquen al desierto o que sientan desierto en su corazón. Él trae palabras que sólo se pueden entender si se está en el desierto, no en el ruido o en el pozo de la abundancia.
Dios está cerca. Sí. Dios está muy cerca de todos aquellos que viven desierto o se sienten pecadores. Dios está muy cerca de todos aquellos que anhelan algo nuevo en su vida. No es posible que Dios esté lejos del corazón que quiere florecer. Dios está muy cerca de todos aquellos que se agachan para tender la mano a sus hermanos. Una cosa: Dios está cerca sólo significa eso, que está cerca; pero todavía hay una barrera de distancia. Cuando sea el tiempo oportuno tendremos que cambiar la frase Dios está cerca por otra: Dios está en mí, dentro de mí. No obstante, que esté cerca ya es una gran cosa.
Sabrás que Dios está dentro de ti cuando seas capaz de convivir con el que te hace la guerra y te pone zancadillas... Ese día proclamarás que el Espíritu del Mesías te ha lavado en agua y en fuego.
¡Qué bueno es Dios que no busca justos sino pecadores! Pues a disfrutar de este Dios que nos viene como Mesías.
La conversión cristiana tiene como punto de partida al Señor que viene y como punto de llegada al Señor que resucita .



PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"

Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
II. Los misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús

Los preparativos

522 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la "Primera Alianza"(Hb 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.

523 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). "Profeta del Altísimo" (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22; Lc 16,16); desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser "el amigo del esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29). Precediendo a Jesús "con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1, 17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).

524 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30).

 CAPÍTULO TERCERO
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

ARTÍCULO 8
“CREO EN EL ESPÍRITU SANTO”
IV El Espíritu de Cristo en la plenitud de los tiempos

Juan, Precursor, Profeta y Bautista

717 "Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue "lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15. 41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo. La "Visitación" de María a Isabel se convirtió así en "visita de Dios a su pueblo" (Lc 1, 68).

718 Juan es "Elías que debe venir" (Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr delante [como "precursor"] del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de "preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17).

719 Juan es "más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el "hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la "voz" del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las "indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12): "Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).

720 En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la "semejanza" divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).

«En la liturgia del Domingo de hoy, que es el segundo del período de Adviento, se repite muy frecuentemente la misma palabra invitando, por así decirlo, a concentrar sobre ella nuestra atención. Es la palabra: «preparad»…Cuando la Iglesia en esta liturgia del Adviento nos repite hoy la llamada de Juan Bautista pronunciada en el Jordán, quiere que todo este «prepararse» de día en día, de etapa en etapa, que constituye la trama de toda la vida, lo llenemos con el recuerdo de Dios. Porque, en fin de cuentas, nos preparamos para el encuentro con Él.

Y toda nuestra vida sobre la tierra tiene su definitivo sentido y valor cuando nos preparamos siempre para ese encuentro constante y coherentemente: «Cierto de que el que comenzó en vosotros la buena obra – escribe San Pablo a los filipenses – la llevará a cabo hasta el día de Cristo Jesús» (Flp. 1, 6)».
Juan Pablo II. Homilía del segundo Domingo de Adviento, 9 de diciembre de 1979.  

 Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana
     

1. Nos dice el Beato Juan Pablo II: «La penitencia es, por tanto, la conversión que pasa del corazón a las obras y, consiguientemente, a la vida entera del cristiano». ¿Mis obras testimonian mi conversión?


2. Vale la pena preguntarnos si es que estamos preparándonos adecuadamente en este Adviento. San Pablo nos ha dicho: «acogeos mutuamente como os acogió Cristo». ¿Cómo estoy viviendo la caridad en este tiempo? ¿De qué manera concreta vivo la solidaridad con mis hermanos?




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