Un
miércoles más el papa Francisco ha salido a la Plaza de San Pedro para
compartir la mañana con los participantes en la audiencia general. El tiempo de
primavera ha acompañado y la plaza podía verse repleta de peregrinos que con
alegría y entusiasmo han recibido al Santo Padre a su llegada. Eran las 9.45
cuando Francisco ha cruzado el Arco de las Campanas subido al jeep descubierto.
En una
soleada plaza de San Pedro repleta de fieles de diversas partes del mundo,
muchos de los cuales terminan recién hoy su peregrinación por las recientes
canonizaciones de san Juan XXII y san Juan Pablo II.
Durante
los 20 minutos que ha pasado recorriendo la plaza, ha saludado a los fieles que
gritaban y coreaban ¡Francisco, Francisco! agitando sus manos para saludarle.
Todavía se podían ver muchas banderas polacas entre la multitud, de los
peregrinos que han acudido a Roma para asistir a la canonización de su
compatriota, san Juan Pablo II, del domingo 27 de abril.
A ellos
les ha dicho, en el saludo en polaco al finalizar la catequesis que
"el testimonio de la fe" de Juan Pablo II "de la
esperanza, de la caridad y de la confianza a la Divina Misericordia permanece
en nosotros particularmente viva en estos días. Su intercesión sostenga la vida
y las buenas intenciones de cada uno de vosotros, las preocupaciones y las
alegrías de vuestros seres queridos, el desarrollo y el futuro sereno de la
Iglesia en Polonia y de toda vuestra Patria".
Como ya
es habitual, los niños son los absolutos protagonistas durante el recorrido de
Francisco en papamóvil por la Plaza de San Pedro. En brazos de los hombres de
seguridad del Papa, los más pequeños reciben una bendición especial del papa
Francisco. Aunque, si el niño llora, Francisco pide que por favor no se lo
acerquen, que se quede en brazos de sus padres y lo bendice desde ahí.
En la Catequesis sobre los dones del Espíritu de Dios, el Obispo de Roma afrontó el
don de inteligencia, explicando que no se trata aquí de la inteligencia humana,
de la capacidad intelectual de la cual podemos ser más o menos dotados. Sino
que se trata "de una gracia que solo el Espíritu puede infundir y que
suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la
realidad y escrutar la profanidad del pensamiento de Dios y de su designio de
salvación". Aquello que ningún ojo vio, ni ningún oído escucho que Dios
tiene preparado para aquellos que lo aman, según el decir de san Pablo.
No es que uno tenga conocimiento pleno de Dios, explicó el Sucesor de Pedro,
pero sí somos introducidos en la intimidad de Dios, para percibir todas las
cosas como un don de su amor con nosotros.
El
vicario de Cristo concluyó con un enérgico pedido:
"Invito a todos a dejar
al Espíritu Santo rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro
corazón, para hacer de nosotros verdaderos creyentes, capaces de gustar cuanto
el Señor nos revela en su Palabra y de alegrarnos con su designio de amor en
nuestras vidas. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas
Gracias".
Texto
completo
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después
de haber analizado la Sabiduría, como el primero de los siete dones del
Espíritu Santo, hoy quisiera llamar la atención sobre el segundo don, la Inteligencia.
No se trata en este caso de inteligencia humana, es decir de la
capacidad intelectual de la que podamos estar más o menos dotados. Es un gracia
que solo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la
capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las
profundidades del pensamiento de Dios y de su diseño de salvación.
El
apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los
efectos de este don, ¿Qué hace este dpon del intelecto en nosotros? Pablo dice
esto: "Lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni entraron en el corazón del
hombre, Dios las ha preparado para los que le aman. Pero a nosotros Dios nos
las ha revelado por medio del Espíritu" (1 Cor 2, 9-10). Esto, obviamente no
significa que el cristiano pueda comprender cada cosa y tenga un conocimiento
pleno del diseño de Dios: todo esto permanece a la espera de manifestarse con
toda claridad cuando nos encontremos ante Dios y seamos verdaderamente una cosa
sola con Él. Pero, como sugiere la misma palabra, el intelecto permite
"intus legere", leer el interior. Este don nos hace entender las
cosas como las hace Dios, como las entiende Dios, con la inteligencia de Dios.
Uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia y va
bien, pero entender una situación en profundidad como lo hace Dios es el efecto
de este don. Jesús quiso enviarnos el Espíritu Santo para que tuviéramos este
don, para que todos nosotros podamos entender las cosas como Dios lo hace, con
la inteligencia de Dios. Es un buen regalo el que Dios nos ha hecho a todos
nosotros. Es el don con el que el Espíritu santo nos introduce en la intimidad
con Dios y nos hace partícipes del diseño de amor que Él tiene para nosotros.
Está
claro que el don del intelecto está estrechamente conectado con la fe. Cuando
el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace
crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor nos ha dicho y ha
realizado. El mismo Jesús dijo a sus discípulos: "Os enviaré el Espíritu
Santo y Él os hará entender lo que yo os he enseñado" Entender las
enseñanzas de Jesús, entender la Palabra, el Evangelio, entender la Palabra de
Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si leemos el Evangelio
con este don del Espíritu Santo podemos entender con profundidad la Palabra de
Dios y esto es un gran don, un gran don que debemos pedir y pedir juntos: dános
Señor el don del intelecto.
Hay un
episodio del Evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad y la fuerza
de este don. Tras haber asistido a la muerte en cruz y a la sepultura de Jesús,
dos de sus discípulos, desilusionados y afligidos, se van de Jerusalén y se
vuelven a su pueblo de nombre Emaús. Mientras están en camino, Jesús resucitado
se pone a su lado y empieza a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por la
tristeza y la desesperación, no son capaces de reconocerlo. Jesús camina con
ellos, pero ellos están tan tristes y desesperados que no lo reconocen.
Cuando
el Señor les explicas las Escrituras, para que comprendan que Él debía sufrir y
morir para después resucitar, sus mentes se abren y en sus corazones vuelve a
encenderse la esperanza (cfr Lc 24,13-27). Esto es precisamente lo que el
Espíritu Santo opera en nosotros, nos abre la mente, nos la abre para entender
mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas.
Importante el don del intelecto para nuestra vida cristiana. Pidamos al Señor
que nos dé este don a todos nosotros, para entender, como Él lo hace, las cosas
que nos suceden y para entender sobre todo las palabras del Evangelio ¡Gracias!
En el
resumen que Francisco hace de la Catequesis en lengua española ha indicado:
"Queridos
hermanos y hermanas
En esta Catequesis les hablaré del don del entendimiento
(intelecto). No se trata de una cualidad intelectual natural, sino de una
gracia que el Espíritu Santo infunde en nosotros y que nos hace capaces de
escrutar el pensamiento de Dios y su plan de salvación. San Pablo dice que, por
medio del Espíritu Santo, Dios nos revela lo que ha preparado para los que le
aman. ¿Qué significa esto? No es que uno tenga conocimiento pleno de Dios, pero
sí que el Espíritu nos va introduciendo en su intimidad, haciéndonos partícipes
del designio de amor con el que teje nuestra historia. En perfecta unión con la
virtud de la fe, el entendimiento nos permite comprender cada vez más las
palabras y acciones del Señor y percibir todas las cosas como un don de su amor
para nuestra salvación.
Como Jesús a los discípulos de Emaús, el Espíritu
Santo, con este don, abre nuestros ojos, incapaces por sí solos de reconocerlo,
dando de este modo una nueva luz de esperanza a nuestra existencia".
A
continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española,
"en
particular a los grupos venidos de España, Honduras, México, Uruguay, Argentina
y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dejar al Espíritu Santo
rasgar el velo de oscuridad que ciega nuestra mente y nuestro corazón, para
hacer de nosotros verdaderos creyentes, capaces de gustar cuanto el Señor nos
revela en su Palabra y de alegrarnos con su designio de amor en nuestras vidas.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas Gracias".
Al concluir
todos los saludos en todos las lenguas, el Santo Padre ha dirigido un
pensamiento especial "a los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados". El Pontífice ha recordado que ayer hemos celebrado la fiesta
litúrgica de Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa. Por eso ha
pedido "queridos jóvenes, aprended de ella a vivir con la conciencia recta
de quien no cede a los compromisos humanos". A los enfermos les ha pedido
"inspiraos en su ejemplo de fortaleza en los momentos de mayor
dolor". Y finalmente, a los recién casados les ha exhortado a imitar
"la fuerza de la fe de quien se fía de Dios".
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