sábado, 19 de abril de 2014

VIGILIA PASCUAL: " es necesario volver a Galilea, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su Resurrección".




Es el día de la Semana Santa en el que los cristianos rememoran a Jesucristo en el sepulcro. Una vez  de noche, se celebra la principal celebración cristiana que es lo que se denomina la Vigilia Pascual ".

Con esta ceremonia, la cristiandad vela por el tránsito de Jesús, que pasa de la Cruz a la Vida, de la Muerte a la Resurrección.

El Papa Francisco presidió este sábado la celebración de la Vigilia pascual, uno de los ritos más antiguos de la liturgia y en el que bautizó a diez personas de entre 7 y 58 años, procedentes de Italia, Vietnam, Bielorrusia, Senegal, Líbano y Francia.
   Con esta ceremonia, la cristiandad vela por el tránsito de Jesús, que pasa de la cruz a la vida, de la muerte a la resurrección, según el Vaticano.
El rito comienza con la bendición del fuego, por lo que el pontífice incidiró con un punzón sobre el Cirio Pascual, que lleva una cruz con la primera y la última letra del alfabeto griego, la alfa y la omega, y las cifras del año en curso.
   Mientas, el obispo de Roma pronunció en latín un antiguo pregón que reza
 "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A Él pertenece el tiempo y los siglos, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos".
    Después, dio comienzo la procesión hacia el altar mayor, en un ambiente de pleno recogimiento, encabezada por el diácono que portaba el Cirio y conformada por el pontífice, diferentes miembros del clero y algunos fieles que asistieron a la vigilia.
  Una vez en el altar mayor, y tras la bendición del Papa, el diácono impregnó el Cirio con incienso al tiempo que proclamaba el "Exultet", el anuncio de la Pascua, al que los fieles atendieron con una vela encendida.
   Tras el rito del encendido, marcación y bendición del Cirio se celebró la "Liturgia de la Palabra" y la "Liturgia Bautismal".

  La tradicional y antigua "Liturgia de la Palabra" consistió en la lectura del libro del Génesis, en esta ocasión en francés, del libro del Éxodo, en español, y del libro del profeta Ezequiel, en inglés.
  Acto seguido se procedió a la "Liturgia Bautismal", en la que el papa bautizó a varios catecúmenos (personas que aspiran al bautismo).
Este acto precede a la misa solemne de este domingo (a las 5.15 de la Argentina), Domingo de Resurrección, en la que el papa leerá el Mensaje Pascual en una plaza de San Pedro decorada con miles de flores obsequio de floricultores holandeses, según Radio Vaticano.
   Además, en esta ceremonia se procederá al canto pascual de la Liturgia bizantina para celebrar que este año el occidente y el oriente cristiano celebran la Pascua el mismo día.
   Por último y como acto conclusivo, el papa argentino impartirá la tradicional bendición Urbi et Orbi (para la ciudad y para el mundo) desde la logia central de la basílica.


Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual 2014
El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7).
Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).
Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán».
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22). Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino.
Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.

 Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.

El Evangelio de Pascua es claro: es necesario volver a Galilea, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su Resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.
«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino! 







No hay comentarios:

Publicar un comentario