domingo, 20 de abril de 2014

Mensaje y bendición Urbi et Orbe del Papa Francisco al mundo el domingo de Pascua



El papa Francisco, como es tradición, pronunció este mensaje desde la logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano, ante 150.000 personas que participaron hoy en la ceremonia del Domingo de Resurrección y que recibieron la tradicional bendición "Urbi et orbi" (para la ciudad y el mundo).

El papa Francisco clausuró hoy la Semana Santa con la ceremonia del Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro, que estuvo sucedida por su mensaje de Pascua, en el que invocó la paz mundial y pidió el final de todos los conflictos "grandes o pequeños, antiguos o recientes". Así como lo hiciera el pasado año, Francisco volvió a utilizar su mensaje de Pascua para llevar a cabo un llamamiento desde el balcón central de la basílica con el que solicitó el final de conflictos como los que se desarrollan actualmente en Siria, Ucrania, Irak, la República Centroafricana o Venezuela.
Sobre Venezuela pidió que "las almas se encaminen a la reconciliación y a la concordia fraterna" para poner fin, así, a este conflicto entre el Gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores.

También solicitó a Cristo que interceda para poner fin a la epidemia de ébola en países como Liberia, Sierra Leona o Guinea.

Del mismo modo, Bergoglio se encomendó a Jesús para que le ayude a derrotar "la plaga del hambre" agravada, a su juicio, por estos conflictos y por "los inmensos desperdicios".

El papa Francisco, como es tradición, pronunció este mensaje desde la logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano, ante 150.000 personas que participaron hoy en la ceremonia del Domingo de Resurrección y que recibieron la tradicional bendición "Urbi et orbi" (para la ciudad y el mundo).

Bajo el balcón, un piquete de honor de la Guardia Suiza y una representación de las Fuerzas Armadas del Estado italiano acompañaron al papa, al tiempo que una banda engalanada para la ocasión hacía sonar la Marcha Pontificia, el himno del Vaticano adoptado en 1949 por Pío XII.

El mensaje de Francisco estuvo precedido por la misa del Domingo de Resurrección, que cierra la Semana Santa y en la que el papa no pronunció ninguna homilía.

Esta misa solemne comenzó a las 10.15 horas (08.15 GMT) de esta soleada mañana, mientras los miles de congregados entonaban el "Resurrexit", el canto que conmemora el regreso de Cristo.

Para la realización de esta Eucaristía, la célebre explanada vaticana apareció decorada con miles de flores de múltiples colores procedentes de Holanda, tal y como se hace desde 1985, año en el que un florista holandés decidió realizar esta ofrenda floral al Vaticano cada Domingo de Resurrección.

Así pues, los pies del tempo se convirtieron en un improvisado jardín compuesto por 12.000 tulipanes de diversos colores, por 6.000 narcisos y 2.500 jacintos, además de múltiples arbustos.

La eucaristía estuvo presidida por el Cirio que el papa bendijo durante la vigilia de anoche y sobre el que inscribió, con un punzón, la señal de la cruz, la alfa y la omega y los números que conforman el año 2014.

Del mismo modo, ante el altar en el que se celebró la ceremonia fue colocado, como ocurre desde el año 2000, el icono del Santísimo Salvador, una imagen que según la tradición católica no ha sido realizada por una mano humana.

Se trata de un venerado pantócrator que forma parte del tesoro que se custodia en el Sancta Santorum de Roma, anexo a la basílica de San Juan de Letrán y donde está, también, la Escalera Santa por la que según la tradición subió Jesús durante su pasión.

En esta ocasión, la celebración católica de la Resurrección coincidió con la ortodoxa, por lo que un grupo de personas cantó ante el papa el "Stichi" y el "Stichirá", un particular rito bizantino que anuncia la llegada de Cristo tras la muerte y que data del medievo.

La misa tuvo una duración de poco más de una hora y, a su término, el papa fue recogido por su papamóvil desde el que, señalando a su reloj y riendo, dijo a los cardenales sentados en la zona preferencial que no tenía tiempo de saludarles.

Y es que diez minutos más tarde el pontífice debía asomarse a la logia central del templo para hablar y bendecir a "Roma y al mundo".

Sin embargo, si tuvo tiempo para recorrer brevemente la plaza de San Pedro, saludar a los fieles que le aclamaron y le ovacionaron con banderas de diversos países de todo el mundo, como españolas, brasileñas, chilenas y, por supuesto, argentinas.

Con esta bendición, el obispo de Roma puso fin a la Semana Santa aunque regresará mañana a la plaza vaticana para rezar el Regina Coeli, la oración que sustituye al Ángelus en tiempo de Pascua.

La Santa Sede se prepara, ahora, para celebrar, el próximo domingo, las canonizaciones de los pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II, un acto conjunto en el que se espera la participación de miles de personas que abarrotarán el pequeño Estado y la capital italiana. 

 «¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra! Tú, que has vencido la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz». Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, de todas las violencias, y a proteger a los indefensos, pidió el Papa Francisco, rezando por los pueblos del mundo que más sufren y culminando su Mensaje Urbi et Orbi de la Pascua de Resurrección 2014, con su bendición. Después de la Santa Misa multitudinaria que presidió en la Plaza de San Pedro, engalanada como un jardín con flores y plantas llegadas de Holanda, el Papa Bergoglio recorrió en papamóvil la plaza, saludando y bendiciendo a las más de 150 mil personas presentes. Sin contar otros miles de fieles que estaban también en las calles aledañas.


 «¡Cristo ha resucitado, vengan y vean!» . Es el anuncio que el Obispo de Roma hizo resonar en su mensaje pascual, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, abrazando a toda la familia humana: «El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte».
En su mensaje reiteró que «en toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto».
Con esta gozosa certeza, el Santo Padre invocó la ayuda del Señor resucitado para todos los que sufren, en especial debido a los conflictos, los inmensos derroches, las enfermedades, la extrema pobreza, los cristianos que sufren persecución y los secuestrados en diferentes partes del mundo. También pidió el Santo Padre por «Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna». Y por la paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País.
Renovando luego su felicitación pascual, que extendió a los numerosísimos fieles que en tantos países siguieron la celebración a través de los medios de comunicación, el Papa alentó a llevar a todas las familias y comunidades el alegre anuncio de que ¡Cristo nuestra paz y nuestra esperanza ha resucitado! Agradeció la multitudinaria presencia de peregrinos que acudieron a la Plaza de San Pedro, por su oración y testimonio de fe y terminó sus palabras con su gratitud por las bellísimas flores llegadas desde los Países Bajos.
 



 Texto completo del Mensaje del Papa:

«Christus surrexit, venite et videte!».
Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6).
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.

 Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.

Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.
Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.
Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.
Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País.

 ¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
«Christus surrexit, venite et videte!». ¡Feliz Pascua!










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