“ Hija Mía, di que esta Fiesta ha brotado de las entrañas de Mi
misericordia para el consuelo del mundo entero.”(1517) “ (...) y está
confirmada en el abismo de Mis gracias. Toda alma que cree y tiene confianza en
Mi misericordia, la obtendrá.”(420)
La Fiesta de la Divina
Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada
persona el siguiente mensaje:
Dios es Misericordioso y
nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande
es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).
De acuerdo
con el deseo de Jesús, debe celebrarse el primer domingo después
de
Pascua. Esto nos demuestra una vez más la estrecha relación que existe entre el
misterio pascual de la salvación y esta Fiesta.
|
“ Deseo que haya una Fiesta de la
|
Misericordia. Quiero
que esta imagen (...) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de
la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia.”
(49)
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“La Fiesta de la Misericordia ha
salido
|
de Mis entrañas, deseo
que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua. La humanidad
no conocerá paz hasta que no se dirija a la Fuente de Mi misericordia”(699)
Ese
día no es solamente un día de adoración especial a Jesús, sino que es el día en
que Dios colma de gracias a toda la humanidad y, en especial, a los pecadores.
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“Deseo que la Fiesta de la
|
Misericordia sea
refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres
pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo
un mar de gracias sobre
las almas que se acercan al manantial
de Mi misericordia.”(699)
las almas que se acercan al manantial
de Mi misericordia.”(699)
Al
recibir durante ese domingo, el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia y
la Comunión el Señor nos concede “el perdón de culpas y penas”. Significa que
nos vuelve a conceder aquello mismo que nos dio el día de nuestro Bautismo, la
Indulgencia Plenaria. Si un cristiano muere en este estado, su alma penetra
directamente en la Gloria de la Vida Divina por toda la eternidad.
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“El alma que se confiese y reciba la
|
Santa Comunión obtendrá
el perdón
total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema
acercarse a Mí, aunque sus pecados
sean como escarlata.”(699)
total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema
acercarse a Mí, aunque sus pecados
sean como escarlata.”(699)
La escencia de la devoción
La esencia de la devoción
se sintetiza en cinco puntos fundamentales:
1. Debemos confiar en la
Misericordia del Señor.
Jesús, por medio de Sor
Faustina nos dice: "Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que
confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran
confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos
en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora
de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina".
2. La confianza es la
esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias.
"Las gracias de mi
misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más
confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi
gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro
de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía
en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella.
Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha
sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi
bondad".
3. La misericordia define
nuestra actitud ante cada persona.
"Exijo de ti obras de
misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia
siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni
justificarte. Te doy tres formar de ejercer misericordia: la primera es la
acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas
se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del
amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia".
4. La actitud del amor
activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias.
"Si el alma no
practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el
día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no
serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio".
5. El Señor Jesús desea que
sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia
al día.
al día.
"Debes saber, hija mía
que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las
gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi
misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a
través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin
confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas"
LA VIDA DE SANTA FAUSTINA
María
Faustina Kowalska, nació el 25 de Agosto de 1905 en la aldea de Glogoviec, en
Swinice Varckie, Polonia. Fue la tercera hija entre diez hermanos en la familia
de Mariana Babel y Estanislao Kowalski. Fue bautizada dos días después con el
nombre de Elena Kowalska, en la Iglesia de San Casimiro.
Desde
pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad y una gran
sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres
años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada
doméstica y así mantenerse a sí misma y ayudar a sus padres.
Ya
desde los 7 años sentía en su alma la llamada a la vida religiosa. El 1 de
Agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de
la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en
distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia,
Płock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.
Las
compañeras de la congregación la describen como una mujer callada, pero a la
vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida,
aparentemente ordinaria, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su
unión con Dios.
Durante
toda su vida, escribió en su diario sobre la fuerte unión que sentía con la
divinidad, quedando así registrados muchos hechos de su vida de gran valor.
Los años en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de varios acontecimientos místicos.
Los años en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de varios acontecimientos místicos.
Sentía
un contacto vivo con Dios en su interior, con ángeles y santos. Todo este mundo
metafísico no era para ella menos real que el mundo que percibía a través de
los sentidos físicos. Colmada de tantas gracias extraordinarias sabía, sin
embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En su Diario
escribió: “Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don
concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con
Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la
sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha
unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”. (Diario 1107).
Según
Sor María Faustina, su misión era la de escribir todo lo que experimentaba en
su interior para el provecho de aquellos que leyendo esos escritos, pudieran
encontrar en sus almas consuelo y valor. (Diario 1693). El Diario ha sido
traducido a muchos idiomas: Inglés, alemán, italiano, español, francés,
portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
Sor
María Faustina extenuada físicamente por la enfermedad murió en Cracovia el 5
de octubre de 1938, con apenas 33 años. Entre los años 1965-67 en Cracovia fue
llevado a cabo el proceso informativo sobre su vida y sus virtudes y en 1968 se
abrió en Roma el proceso de beatificación, concluido en diciembre de 1992. El
18 de abril de 1993, en la Plaza de San Pedro de Roma, el Padre Juan Pablo II
beatificó a Sor María Faustina. Sus reliquias yacen en el santuario de la
Divina Misericordia de Cracovia-Łagiewniki.
LA IMAGEN DE JESÚS MISERICORDIOSO
MANIFESTADA A FAUSTINA
El 22
de febrero de 1931. Santa Faustina describe la situación en su Diario:
“Me encontraba en mi habitación por la tarde y me di cuenta que Jesús estaba ante mí, vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir, y la otra descansaba sobre su pecho. Del pecho, por la abertura de la túnica, salían dos grandes rayos de luz, uno rojo y el otro pálido. Contemplé a Jesús con fervor y en silencio; mi alma se llenó de temor, pero también de un gozo que no se puede describir”.
“Me encontraba en mi habitación por la tarde y me di cuenta que Jesús estaba ante mí, vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir, y la otra descansaba sobre su pecho. Del pecho, por la abertura de la túnica, salían dos grandes rayos de luz, uno rojo y el otro pálido. Contemplé a Jesús con fervor y en silencio; mi alma se llenó de temor, pero también de un gozo que no se puede describir”.
Después de un rato, Jesús me dijo: “Pinta una imagen según la imagen que
ves y escribe debajo: “Jesús en Ti confío”. Deseo que esta imagen sea venerada,
primero en vuestra capilla y después en el mundo entero”.
Esta imagen de Jesús fue pintada por Eugene Kazimirowski en Vilnius en 1934
bajo la dirección de Santa Faustina Kowalska.
La
imagen fue venerada públicamente por primera vez el 26 de abril de 1935. En
1937, fue puesta en la iglesia de San Miguel hasta 1948. Después fue escondida
por un tiempo hasta 1956 cuando fue llevada a la iglesia en Nova Ruda
(Bielorrusia). La imagen estuvo ahí hasta el año de 1986 a pesar del hecho de
que la iglesia se cerró en 1970 y el cuadro estuvo expuesto a malas condiciones
que pudieron haber dañado la pintura. Nuevamente, en el año de 1986, la imagen
fue secretamente sacada y llevada a la iglesia del Espíritu Santo en Vilnius,
Lituania. En el año de 1991 la pintura fue retocada por un artista local por
causa de unos daños recibidos, pero la cara perdió su apariencia original
durante este proceso. Bajo la orientación del cardenal Backis la imagen fue
restaurada profesionalmente en mayo de 2003, y aún sigue siendo venerada en la
Iglesia del Espíritu Santo en Vilnius.
Durante
el pontificado de Juan Pablo II, se proclamó la fiesta de la Divina
Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua, el 30
de Abril del 2000, al canonizar a santa Faustina.
EL MILAGRO EN LA TUMBA DE SOR FAUSTINA
Antes de la edad de 15, Maureen Digan gozó de una vida sana normal.
Poco después, fue diagnosticada con una enfermedad terminal lentamente
progresiva llamada Lymphedima. Ésta es una enfermedad que no responde a ningún
medicamento y no entra la remisión. En los siguientes diez años Maureen
fue intervenida quirúrgicamente 59 veces y tenia largas estadías en los
hospitales, hasta de un año a la vez.
Los amigos y familiares le sugirieron a ella que ella rogara y pusiera su
confianza en Dios. Pero Maureen no podría entender por qué Dios había
permitido que ella contrajera esta enfermedad en el primer lugar, y había
perdido su fe totalmente.
Su condición se deterioraba y fue necesario la eventual amputación de una
pierna. Un día mientras Maureen estaba en el hospital, su esposo Bob fue a ver
una película llamada “Divina Misericordia Sin Escape”, y allí él se convenció
de las energías curativas de la intercesión por Sor Faustina. Bob
persuadió a Maureen y a los doctores que ella debía ir a la tumba de Sor
Faustina en Polonia.
Llegaron a Polonia el 23 de marzo de 1981. En la tumba (ahora la Capilla de
la Beata Faustina) Maureen recuerda haber dicho en su estilo único: “O.K.
Faustina vengo de muy lejos, ahora haga algo”…… En su corazón ella oyó a Sor
Faustina decirle: “Si usted pide mi ayuda, yo se la daré”. De pronto,
Maureen piensa que tiene un ataque de nervios. Todo el dolor de su cuerpo
se iba, y su pierna hinchada que debía ser amputada pronto, volvió a su tamaño
normal. Cuando ella volvió a los E.E.U.U., cinco doctores independientes
la examinaron y concluyeron que estaba curada. No tenían ninguna
explicación médica para la repentina cura de esta incurable enfermedad.
La evidencia acumulada por este milagro fue designada por la congregación
sagrada para las causas de santos, pasando esta prueba que fue examinada por un
equipo de teólogos, y finalmente por un equipo de cardenales y de obispos. La
curación fue aceptada por todos como milagro causado por la intercesión de Sor
Faustina a la Misericordia Divina. Sor Faustina fue beatificada el 18 de
abril de 1993.
FRASES DE SANTA FAUSTINA
“El amor puro es capaz de grandes logros,
una cosa es necesaria: hacer las cosas más pequeñas con gran amor, amor y
siempre amor.” (Santa Faustina)
“El amor puro no se equivoca, tiene
singularmente mucha luz” (Santa Faustina)
“Si hay en la tierra un alma
verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde.” (Santa
Faustina)
“De repente vi a Jesús que me dijo: “Yo
estoy siempre en tu corazón”. Un gozo inconcebible inundó mi alma y llenó de
gran amor mi corazón. Veo que Dios nunca permite sufrimientos por encima de lo
que podemos soportar” (Santa Faustina)
“¿Por qué tienes miedo y tiemblas cuando
estás unida a Mí? No Me agrada el alma que se deja llevar por inútiles temores.
¿Quién se atreve a tocarte cuando estás Conmigo? El alma más querida para mí es
la que cree fuertemente en Mi bondad y la que Me tiene confianza plenamente; le
ofrezco Mi confianza y le doy todo lo que pide.” (Jesús a Santa Faustina)
“Cuando contemplas en el fondo de tu
corazón lo que te digo, sacas un provecho mucho mayor que si leyeras muchos
libros. Oh, si las almas quisieran escuchar Mi voz cuando les hablo en el fondo
de sus corazones, en poco tiempo llegarían a la cumbre de la santidad.” (Jesús
a Santa Faustina)
“El alma silenciosa es fuerte; ninguna
contrariedad le hará daño si persevera en el silencio. El alma silenciosa es
capaz de la más profunda unión con Dios; vive casi siempre bajo la inspiración
del Espíritu Santo. En el alma silenciosa Dios obra sin obstáculos.” (Santa
Faustina)
“Según mi opinión y mi experiencia, la
regla del silencio debería estar en el primer lugar. Dios no se da a un alma
parlanchina, que como un zángano en la colmena zumba mucho, pero no produce
miel. El alma hablantina está vacía en su interior. No hay en ella ni virtudes
fundamentales, ni intimidad con Dios. Ni hablar de una vida más profunda, ni de
una paz dulce, ni del silencio en el que mora Dios. El alma sin gustar la
dulzura del silencio interior, es un espíritu inquieto y perturba este silencio
en los demás.” (Santa Faustina)
“La
lengua es un órgano pequeño, pero hace cosas grandes. Hay que tener la
serenidad en el alma y observar el silencio, no un silencio triste, sino un
silencio en el alma, es decir, el recogimiento en Dios. Se pueden decir muchas
cosas sin interrumpir el silencio y, al contrario, se puede hablar poco y
romper continuamente el silencio. Oh, qué daños irreparables causa no guardar
el silencio. Se hace mucho daño al prójimo, pero sobre todo a su propia alma.”
(Santa Fausti
La Coronilla de
la Divina Misericordia
Novena de la
Divina Misericordia
María, Madre de
Dios y Madre de Misericordia
|
|
Encomendamos a María, Madre
de Dios y Madre de Misericordia, nuestras personas, los
sufrimientos y las alegrías de nuestra existencia, la vida moral de los
creyentes y de los hombres de buena voluntad, las investigaciones de los
estudiosos de moral.
María es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre como revelación
de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18). El ha
venido no para condenar sino para perdonar, para derramar misericordia (cf. Mt
9, 13). Y la misericordia más grande radica en su estar en medio de
nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo y
proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Ningún
pecado del hombre puede cancelar la Misericordia de Dios, ni
impedirle poner en acto toda su fuerza victoriosa, con tal de que la
invoquemos. Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor
del Padre que, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo: Su
misericordia para nosotros es redención. Esta misericordia alcanza la
plenitud con el don del Espíritu Santo, que genera y exige la vida nueva.
Por numerosos y grandes que sean los obstáculos opuestos por la fragilidad y el
pecado del hombre, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104
[103], 30), posibilita el milagro del cumplimiento perfecto del bien. Esta renovación,
que capacita para hacer lo que es bueno, noble, bello, grato a Dios y conforme
a su voluntad, es en cierto sentido el colofón del don de la misericordia, que
libera de la esclavitud del mal y da la fuerza para no pecar más. Mediante el
don de la vida nueva, Jesús nos hace partícipes de su amor y nos conduce al
Padre en el Espíritu.
Esta
es la consoladora certeza de la fe cristiana, a la cual ella debe su profunda
humanidad y su extraordinaria sencillez. A veces, en las discusiones sobre los
nuevos y complejos problemas morales, puede parecer como si la moral cristiana
fuese en sí misma demasiado difícil: ardua para ser comprendida y casi
imposible de practicarse. Esto es falso, porque -en términos de sencillez
evangélica- ella consiste fundamentalmenteen el seguimiento de
Jesucristo, en el abandonarse a El, en el dejarse transformar por su gracia y
ser renovados por su Misericordia, que se alcanzan en la vida de comunión de su
Iglesia.«Quien quiera vivir -nos recuerda san Agustín-, tiene en donde
vivir, tiene de donde vivir. Que se acerque, que crea, que se deje incorporar
para ser vivificado. No rehuya la compañía de los miembros». Con la luz del
Espíritu, cualquier persona puede entenderlo, incluso la menos erudita, sobre
todo quien sabe conservar un «corazón entero»(Sal 86 [85], 11). Por otra parte,
esta sencillez evangélica no exime de afrontar la complejidad de la realidad,
pero puede conducir a su comprensión más verdadera porque el seguimiento de
Cristo clarificará progresivamente las características de la auténtica
moralidad cristiana y dará, al mismo tiempo, la fuerza vital para su
realización. Vigilar para que el dinamismo del seguimiento de Cristo se
desarrolle de modo orgánico, sin que sean falsificadas o soslayadas sus
exigencias morales -con todas las consecuencias que ello comporta- es tarea del
Magisterio de la Iglesia. Quien ama a Cristo observa sus mandamientos (cf. Jn
14, 15).
También María es Madre de Misericordia porque Jesús
le confía su Iglesia y toda la humanidad. A los pies de la Cruz, cuando acepta
a Juan como hijo; cuando, junto con Cristo, pide al Padre el perdón para
aquellos que no saben lo que hacen (cf. Lc 23, 34), María, en perfecta
docilidad al Espíritu, experimenta la riqueza y universalidad del amor de Dios,
que le dilata el corazón y le capacita para abrazar a todo el género humano. De
este modo, se nos entrega como Madre de todos y de cada uno de nosotros. Se
convierte en la Madre que nos alcanza la Misericordia Divina.
María es signo luminoso y ejemplo preclaro
de vida moral: «la vida de ella sola es enseñanza para todos», escribe san
Ambrosio. Vive y realiza la propia libertad donándose a Dios y acogiendo en sí
el don de Dios. Hasta el momento del nacimiento, custodia en su seno virginal
al Hijo de Dios hecho hombre, lo nutre, lo hace crecer y lo acompaña en aquel
gesto supremo de libertad que es el sacrificio total de la propia vida. Con el
don de sí misma, María entra plenamente en el designio de Dios, que se entrega
al mundo. Acogiendo y meditando en su corazón acontecimientos que no siempre
puede comprender (cf. Lc 2, 19), se convierte en el modelo de todos aquellos
que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cf. Lc 11, 28) y merece el título
de «Sede de la Sabiduría». Esta Sabiduría es Jesucristo mismo, el Verbo eterno
de Dios, que revela y cumple perfectamente la voluntad del Padre (cf. Heb 10,
5-10).
María invita a todo ser humano a acoger
esta Sabiduría. También nos dirige la orden dada a los sirvientes en Caná de
Galilea durante el banquete de bodas: «Haced lo que él os diga» (Jn
2, 5).
María convive nuestra condición humana pero
con total transparencia a la gracia de Dios. No habiendo conocido el pecado,
está en condiciones de compadecerse de toda debilidad. Comprende al hombre
pecador y lo ama con amor de Madre. Precisamente por esto se pone de parte de
la verdad y convive el peso de la Iglesia en el recordar constantemente a todos
las exigencias morales. Por el mismo motivo, no acepta que el hombre pecador
sea engañado por quien pretende amarlo justificando su pecado, pues sabe que,
de este modo, se vaciaría de contenido el sacrificio de Cristo, su Hijo.
Ninguna absolución, incluso la ofrecida por complacientes doctrinas filosóficas
o teológicas, puede hacer verdaderamente feliz al hombre: sólo la Cruz y la
gloria de Cristo resucitado pueden dar paz a su conciencia y salvación a su
vida.
María
Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil
la cruz de Cristo,
para que el hombre
no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado y crezca
en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia» (Ef 2, 4),
para que haga libremente las buenas obras
que El le asignó (cf. Ef 2, 10) y,
de esta manera, toda su vida sea
«un himno a su gloria» (Ef 1, 12).
Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil
la cruz de Cristo,
para que el hombre
no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado y crezca
en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia» (Ef 2, 4),
para que haga libremente las buenas obras
que El le asignó (cf. Ef 2, 10) y,
de esta manera, toda su vida sea
«un himno a su gloria» (Ef 1, 12).
JUAN PABLO II -CONCLUSIÓN DE LA CARTA
ENCÍCLICA "VERITATIS
SPLENDOR" - SOBRE ALGUNAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DE LA
ENSEÑANZA MORAL DE LA IGLESIA - 6 de Agosto de 1993
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