domingo, 7 de abril de 2013

‘¡Señor mío y Dios mío!’.

VATICANO, 07 Abr. 13 / 10:27 am (ACI/EWTN Noticias).


En sus palabras previas al rezo del Regina Coeli, ante las miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro para participar en la oración mariana, el Papa Francisco exhortó a los fieles a no tener miedo “de ser cristianos y de vivir como cristianos”.

 


El Santo Padre señaló que “el Espíritu de Cristo Resucitado expulsa el miedo del corazón de los Apóstoles y los impulsa a salir del Cenáculo para llevar el Evangelio”.
“¡Tengamos también nosotros más coraje para testimoniar la fe en Cristo Resucitado! ¡No debemos tener miedo de ser cristianos y de vivir como cristianos!”, exclamó.
Los cristianos, señaló, “debemos tener este coraje de ir y anunciar a Cristo Resucitado. Porque Él es nuestra paz. Él ha hecho la paz con su amor, con su perdón, con su sangre, con su misericordia”.
“La Iglesia es enviada por Cristo resucitado a transmitir a los hombres la remisión de los pecados, y así hacer crecer el Reino del amor, sembrar la paz en los corazones, para que se afirme también en las relaciones, en las sociedades, en las instituciones”.
El Santo Padre además subrayó que “la verdadera paz, esa paz profunda, viene de hacer la experiencia de la misericordia de Dios”.



El Papa recordó que hoy se celebra el Domingo de la Divina Misericordia, “por voluntad del Beato Juan Pablo II, que cerró sus ojos a este mundo precisamente en la vigilia de esta celebración”.

“El evangelio de Juan nos refiere que Jesús apareció dos veces a los Apóstoles encerrados en el Cenáculo: la primera, la misma tarde la Resurrección, y aquella vez no estaba Tomás, quien dijo: si no veo y no toco, no creo. La segunda vez, ocho días después, estaba también Tomás. Y Jesús de dirigió precisamente a él, lo invitó a mirar las heridas, a tocarlas; y Tomás exclamó: ‘¡Señor mío y Dios mío!’”, recordó el Santo Padre.
“Entonces Jesús dijo: ‘Porque me has visto has creído. ¡Dichosos los que no han visto y han creído!’”.
El Papa señaló que quienes habían creído sin ver fueron “otros discípulos, otros hombres y mujeres de Jerusalén que, aun no habiendo encontrado a Jesús resucitado, creyeron por el testimonio de los Apóstoles y de las mujeres”.
“Esta es una palabra muy importante sobre la fe, podemos llamarla la bienaventuranza de la fe. Bienaventurados los que han creído sin haber visto”.
Francisco señaló que “en todo tiempo y en todo lugar son bienaventurados aquellos que, a través de la Palabra de Dios, proclamada en la Iglesia y testimoniada por los cristianos, creen que Jesucristo es el amor de Dios encarnado, la Misericordia encarnada. ¡Y esto vale para cada uno de nosotros!”.



 


Al recordar que esta tarde, hora de Roma, celebrará la Eucaristía en la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral del Obispo de Roma, pidió que “recemos juntos a la Virgen María, para que nos ayude, Obispo y Pueblo, a caminar en la fe y en la caridad”.



 





“Confiados siempre en la Misericordia del Señor. Él siempre nos espera. Nos ama. Nos ha perdonado con su sangre y nos perdona cada vez que vamos a Él a pedirle perdón. Tengamos confianza en su Misericordia”, concluyó.





 Oración a la Divina Misericordia pronunciada por Juan Pablo II para confiar el mundo a la Divina Misericordia, en el Santuario de la Misericordia Divina, Cracovia, el sábado 17 de agosto de 2002.

                     Dios, Padre Misericordioso, 
      que has revelado Tu Amor en tu Hijo Jesucristo 
y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo:
 Te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. 
Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad;
                         derrota todo mal; 
haz que todos los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia,
              para que en Ti, Dios Uno y Trino,
        encuentren siempre la fuente de la esperanza.

Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, 
      Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. 
                                    Amén.

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