Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa pronunció estas palabras:
Cristo ha vencido el mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad.
Por esto me parece importante subrayar lo que hoy le pedimos a Dios en la liturgia: "Oh Padre, que haces crecer tu Iglesia dándole siempre nuevos hijos, concede a tus fieles que expresen en su vida el sacramento que han recibido en la fe" (Oración Colecta del Lunes de la Octava de Pascua).
Es verdad, el Bautismo que nos hace hijos de Dios, la Eucaristía que nos une a Cristo, deben convertirse en vida, es decir, traducirse en actitudes, comportamientos, gestos, opciones.
La gracia que está en los Sacramentos pascuales es un potencial de renovación enorme para la existencia personal, para la vida de las familias, para las relaciones sociales.
Pero todo pasa a través del corazón humano: si yo me dejo alcanzar por la gracia de Cristo resucitado, si le permito que me cambie en ese aspecto mío que no es bueno, que puede hacerme mal a mí y a los demás, yo permito a la victoria de Cristo que se afirme en mi vida, que extienda su acción benéfica.
¡Éste es el poder de la gracia! Sin la gracia no podemos hacer nada. Sin la gracia no podemos nada.
Y con la gracia del Bautismo y de la Comunión eucarística puedo llegar a ser instrumento de la misericordia de Dios.
De esa bella misericordia de Dios.
Expresar en la vida el sacramento que hemos recibido: he aquí, queridos hermanos y hermanas, nuestro empeño cotidiano, pero diría también ¡nuestra alegría cotidiana! ¡La alegría de sentirse instrumentos de la gracia de Cristo, como sarmientos de la vid que es Él mismo, animados por la linfa de su Espíritu!
Oremos juntos, en el nombre del Señor muerto y resucitado, y por intercesión de María Santísima, para que el Misterio pascual obre profundamente en nosotros y en nuestro tiempo, para que el odio deje el lugar al amor, la mentira a la verdad, la venganza al perdón, la tristeza a la alegría".
Tras concluir el rezo del Regina Caeli, el Santo Padre saludó a los llegados de los distintos continentes y deseó a todos que vivan serenamente este Lunes del Ángel, en el que resuena con fuerza el anuncio gozoso de la Pascua: "¡Cristo ha resucitado!" y concluyó deseando "¡Buena Pascua a todos! ¡Buena Pascua a todos y buen almuerzo!".
SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
PRIMERA SECCIÓN:
LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
CAPÍTULO PRIMERO:
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
ARTÍCULO 2
EL MISTERIO PASCUAL EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
EL MISTERIO PASCUAL EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
1131 Los sacramentos son signos eficaces de la
gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es
dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos
son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento.
Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas.
1132 La Iglesia celebra los sacramentos como
comunidad sacerdotal estructurada por el sacerdocio bautismal y el de los
ministros ordenados.
1133 El Espíritu Santo dispone a la recepción de los
sacramentos por la Palabra de Dios y por la fe que acoge la Palabra en los
corazones bien dispuestos. Así los sacramentos fortalecen y expresan la fe.
1134 El fruto de la vida sacramental es a la vez
personal y eclesial. Por una parte, este fruto es para todo fiel la vida para
Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es para la Iglesia crecimiento en la
caridad y en su misión de testimonio.
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