En el año de la Fe pidamos al dueño del campo que envíe
más trabajadores a su mies
Este “Domingo del Buen Pastor” es nuestro
tradicional “día de las vocaciones”. En efecto, es Nuestro Señor Jesucristo
quien llama un joven al sacerdocio o a la vida religiosa, es NSJC quien
constituye el ideal sacerdotal y religioso. El Buen Pastor es, entonces, el
principio y el fin del sacerdocio para que sus ovejas sean alimentadas y
conducidas hasta los pastos eternos del Cielo.
La vocación es algo a la vez normal y
milagroso:
·
Normal, porque Dios es Dios y merece que una
criatura suya le consagre su vida para alabarlo y servirlo. Además, si la
expresión “consagrarse a” se usa para tal o tal actividad humana (una
profesión, un arte, un deporte), es aún más normal y conveniente usarla para
Dios, el Creador y Artista todopoderoso, la Bondad y la Belleza infinitas. De
hecho, en otros tiempos, raras eran las familias que no contaban varias
vocaciones entre sus hijos e hijas. Monseñor Lefebvre, por ejemplo, tuvo 4
hermanos consagrados al servicio divino. La vocación es también algo normal e
incluso necesario en relación con tantas almas que serán salvadas por el
ministerio eclesiástico y la vida religiosa. Si los médicos son necesarios para
curar las enfermedades del cuerpo, ¿no lo serían los sacerdotes para curar las
enfermedades del alma? Es un triste síntoma de la decadencia actual que la
vocación sea a menudo considerada como una especie de cosa un poco extraña,
semejante a una enfermedad que se contrae: “¿Qué le pasó a Fulanito,
que va entrar en el seminario, o a Fulanita que entró al convento? Sin embargo
son simpáticos, inteligentes y guapos, no entiendo, ¿Qué pasó?…”. No
entiende porque se hace una falsa idea de la grandeza de Dios y de las
necesidades espirituales de las almas. ¿Qué pasó?: nada especial sino que amó a
Dios más que otras cosas infinitamente inferiores a Dios; eso es sumamente
razonable. En realidad, lo extraño es que se susciten tan pocas vocaciones.
·
La vocación es también algo milagroso,
sobre todo hoy en día. Que en este mundo egoísta, materialista, orgulloso, un
mundo donde Jesucristo no reina, un joven, que tiene todo lo suficiente para
ejercer una profesión y formar una familia, tome la decisión de vivir para
siempre en sotana, pobremente, castamente y en la obediencia, es un verdadero
milagro moral, el fruto de una gracia particular, el primer escalón de un ideal
elevado, una gran prueba de amor a la Santa Cruz. Seguir a Nuestro Señor
Jesucristo en un mundo que lo rechaza es, en efecto, comprometerse más para sufrir
que para disfrutar de la vida.Una vocación no nace por generación
espontánea, sin causas, sin condiciones que la favorecen. El joven que Dios
llama a su servicio no caerá de repente de su bicicleta en la calle,
deslumbrado por una luz sobrenatural y escuchando una voz que le diga: ¡“Pablo,
Juan, Pedro, sígueme”! ¡Este joven destinado al sacerdocio no recibirá un mail
celestial expresándole la Voluntad divina! Entonces, ¿cómo nace, cómo se
suscita la vocación?
·
En primer lugar, porque DIOS LO
QUIERE; quiere que se celebre el santo Sacrificio, quiere que las almas se
salven. Entonces, llamará tal o tal joven. ¿Cómo? En general, suscitando en su
corazón un deseo de darse a Nuestro Señor para continuar su Misión redentora.
Esta es la intención recta que debe animar a un futuro sacerdote. Pero no basta
la pureza de intención, es preciso también que este joven tenga las aptitudes
necesarias para cumplir su misión sacerdotal: sentido común, ciencia y rectitud
moral suficientes. El llamamiento del obispo, en el día de la ordenación,
constituye la última condición para cumplir la voluntad de Dios y ejercer el
santo ministerio. Estas son las condiciones generales de la vocación, las
cuales van casi siempre con circunstancias que la favorecen. ¿Cuáles son?
·
LA ORACIÓN: Siendo una gran
gracia, la oración contribuye mucho en la obtención de esta gracia. Hay que
pedir con fervor y constancia vocaciones, santas vocaciones, muchas santas
vocaciones. Ofrezcan, queridos fieles, por ejemplo, una decena cotidiana de su
rosario por esta gran intención de la Iglesia. Así, la vocación de San Pablo
fue obtenida por la oración y el sacrificio de San Esteban.
·
Aunque la oración es como el rayo de sol
que hace abrir la semilla de la vocación, no basta: hace falta la buena tierra
en la cual se desarrolla. Esta buena tierra es la FAMILIA. La
inmensa mayoría de los sacerdotes, religiosos y religiosas, deben mucho al
ejemplo cristiano de sus padres, a la oración hecha en familia, al respeto
manifestado por los sacerdotes y las religiosas, a la docilidad al gobierno de
la autoridad sacerdotal: ¡nunca, nunca, hablen mal de los sacerdotes! Sus hijos
que escuchan perderán su admiración y confianza al señor Padre, lo juzgarán, lo
criticarán, no seguirán sus consejos, y menos aún querrán ser sacerdotes). No
comenten tal o tal imperfección del Padre (él tiene superiores para
corregirlo), subrayen siempre la fe que lo anima, el bien que hace. Aconsejen a
sus hijos que elijan un confesor regular, que escuchen sus consejos. Sigan en
familia los avisos que el Padre hace en la iglesia. Créanme, es algo
importante. También, la familia, por ser, católica, aleja del hogar las malas
cosas del mundo, estos venenos que matan las semillas de la vocación: la
televisión, las modas indecentes, el espíritu de independencia, la ociosidad…
·
Lo que también puede favorecer de modo
eficaz las vocaciones son los GRUPOS CATÓLICOS DE JÓVENES. En
efecto, “la unión hace la fuerza”. Y la fuerza moral es particularmente
necesaria hoy en día. Entonces, el estudio, la oración, el apostolado, la
amistad cristiana que unen a los jóvenes en estos grupos, bajo el cuidado del
sacerdote, favorecen mucho el gran paso de la consagración a Dios. Adhieran con
generosidad, queridos jóvenes a la “Legión de los Macabeos”, a la “SAS”, sigan
sus actividades, hagan, si fuera posible, el Año de Humanidades en el
seminario. Como decía Pío XII: “No seáis una juventud blandengue, sino una
juventud ardiente. Encended y haced que se difunda el fuego que Jesús vino
traer al mundo”. Estos movimientos tienen la gran ventaja de proteger a los
jóvenes de la corrupción del mundo y de mantener en ellos un espíritu de
conquista, clarividente, alegre y contagioso, que debería ser el atributo
propio de la juventud.
·
Por fin, es claro que UNA BUENA
ESCUELA CA-TÓ-LI-CA es un vivero de futuros sacerdotes, religiosos y
religiosas, un apoyo poderoso a la educación dada en familia, es como el
rodrigón (sin juego de palabras) que ayuda al niño a crecer tieso como una
vela, una vela que iluminará a los demás y se consumirá por ellos.
Tales son las condiciones
concretas, prácticas, de la vocación sacerdotal y religiosa. No hay efecto sin
causa; salvo excepciones rarísimas, no habrá jóvenes que respondan al
llamamiento de Nuestro Señor Jesucristo sin estas condiciones, principalmente
la oración perseverante y familias que promuevan el sacerdocio con su vida
cristiana ejemplar y muy respetuosa de la vida consagrada a Dios.
"Caminando por la orilla del mar de
Galilea, vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés,
echando las redes en el mar pues eran pescadores. Y les dijo: Venid conmigo y
os haré pescadores de hombres. Ellos, al instante, dejando las redes lo
siguieron". (Mt 4, 18-20)
Peticiones para la Eucaristía en la
Celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones
ORACIÓN DE LOS FIELES VOCACIONALES
ORACIÓN DE LOS FIELES VOCACIONALES
“Rogad al dueño de la mies...” (Mt 9, 38)
1.-Por nuestra comunidad para que se
estrechen los vínculos de comunión entre todos los que la formamos y nos
convirtamos así en un ámbito propicio en el que puedan surgir las diversas
vocaciones. OREMOS.
2.-Para que redescubramos la riqueza que Implica la propia vocación bautismal y potenciemos así todas las vocaciones consagradas al servicio del la Iglesia. OREMOS.
3.-Para que el Señor conceda a su Iglesia la alegría del don de las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada a nuestra Iglesia Diocesana y universal. OREMOS.
4.-Para que haya jóvenes que se sientan llamados a seguir a Jesús pobre, casto, obediente; y a servirlo en los hermanos a través de los diversos carismas que el Espíritu Santo suscita en su Iglesia. OREMOS.
6.-Para que los matrimonios y familias cristianas vivan su vocación con fidelidad y se conviertan en un símbolo claro del amor de Cristo a su Iglesia. OREMOS.
7.-Para que el Señor haga experimentar en el corazón de muchos jóvenes la llamada a ir a países de misión y proclamar la Buena Nueva del Evangelio. OREMOS.
8.-Por nuestros monasterios, que son también el corazón de la Iglesia donde late constantemente las necesidades del mundo para que sean fecundos en nuevas vocaciones a la vida contemplativa. OREMOS.
9.-Por las familias cristianas para que,
viviendo la fe con responsabilidad y alegría, acojan generosamente la vocación
sacerdotal o consagrada en sus hijos como una bendición de Dios. OREMOS.
10.-Para que los educadores y catequistas se sientan corresponsables en la animación y promoción de las vocaciones consagradas en sus encuentros con los niños, adolescentes y jóvenes. OREMOS.
11.-Para que todo nuestro trabajo pastoral se vea empapado de la preocupación por la oración, promoción y animación de la pastoral vocacional. OREMOS.
12.-Para que las familias sean sensibles al despertar vocacional de sus hijos y les ayuden a descubrir y cumplir la voluntad de Dios es su vidas. OREMOS.
13.-Para que confiando en el Dueño de la Mies, que llama a seguirlo más de cerca, a muchos niños, jóvenes y adultos en la vida consagrada, no tengamos miedo de proponer la vocación sintiéndonos mediación de Dios. OREMOS.
14.-Para que se vaya creando en toda la Diócesis: parroquias, comunidades, grupos eclesiales, consagrados y laicos: una "cultura vocacional" que fomente y favorezca el germen de nuevas vocaciones. OREMOS.
16.-Para que potenciemos el espíritu orante de nuestras parroquias, grupos, comunidades eclesiales... por las vocaciones al Señor que nos ha mandado orar, porque " es mucha la mies y pocos los obreros" OREMOS.
17.-Para que el Señor, por el amor que tiene a su Iglesia, le conceda los pastores que necesita según su corazón. OREMOS.
18.- Para que el testimonio entregado, alegre, y fiel de los consagrados suscite en nuestros jóvenes interrogantes para plantearse la llama del Señor a una posible vocación consagrada. OREMOS.
19.-Para que favorezcamos todos el clima propicio donde puedan surgir las vocaciones a la vida consagrada. OREMOS.
2o.-Para que la oración y ofrenda de los
enfermos en favor de las vocaciones de especial consagración se vea bendecida
ante Dios. OREMOS
21.-Por nuestro Seminario Diocesano; por nuestros seminaristas, para que el Señor les conceda fidelidad y alegría en la respuesta vocacional y se preparen con entusiasmo para un día servir al pueblo de Dios corno pastores según el corazón de Cristo. OREMOS.
22.-Por todos los centros de formación: noviciados, seminarios... para que el Señor acompañe con el don del Espíritu Santo a todos los encargados de la formación de los vocacionados. OREMOS.
23.-Para que el atractivo de jesucristo siga conquistando el corazón de muchos jóvenes y dejándolo todo sigan la aventura más maravillosa de entregar la vida por el Evangelio. OREMOS.
24.-Para que nuestros jóvenes abran el corazón a Cristo, "que no quita nada y lo da todo", y se planteen con valentía ¿Señor que quieres de míí?. OREMOS
25.-Para que el ejemplo de la Virgen María, la siempre joven y disponible a hacer la voluntad de Dios, entusiasme a nuestros jóvenes a plantearse la vocación consagrada y a responder con generosidad. OREMOS.
26.-Para que el grito silencioso de tantos hombres y mujeres que no conocen ni han experimentado el amor y salvación de Dios resuene en el corazón de nuestros jóvenes y respondan a la llamada vocacional que el Señor les hace. OREMOS.
27.-Que la oración de tanta gente preocupada, sensible y constante por las vocaciones de especial consagración sea acogida y bendecida por el Señor. OREMOS
28.-Para que la pastoral vocacional sea realmente una urgencia y preocupación en toda la pastoral de la Iglesia, empezando por la oración fiel y perseverante al Señor. OREMOS.
Que la Santísima Virgen, Madre de los otros
Cristos que son los sacerdotes, y ejemplo perfecto de vida religiosa, nos
obtenga muchas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario