Jesús nos pide este domingo un
seguimiento radical a su persona y a su doctrina. “Si
alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a
sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede
ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo
mío”. Y hoy todo ello está en actualidad y no solo para los
consagrados. El mundo de hoy nos pide –nos exige—que olvidemos a Jesús o que,
al menos, no mencionemos su nombre o mostremos su cruz. No podemos hacerlo.
Jesús nos pide un seguimiento radical.
Hoy, debemos estar hoy especialmente
atentos. Jesús nos va a pedir un compromiso radical de seguimiento, que no
tiene paliativos, ni admite excusas. Hemos de seguirle, por encima de todo.
Incluso por encima de lo que nos parece digno y bueno. La llamada de Jesús no
nos debe producir tristeza. Jesús brinda ayuda y sabiduría para saber exactamente
lo que tenemos que hacer. Pero hemos de seguirle, sin rodeos, sin mirar atrás.
Con alegría, humildad y esperanza.
Y, en fin, en este segundo domingo de
septiembre la crisis, las dificultades económicas siguen marcando gravemente
nuestra vida cotidiana. Y eso también nos debe abrir a la solidaridad, a la
fraternidad.
El
texto del Libro de la Sabiduría es nuestra primera lectura de hoy. Nos dice que
sólo es posible comprender los caminos de Dios cuando el Espíritu Santo ilumina
con la fe. Y esas resonancias del Espíritu, que tienen un claro matiz
cristiano, ya se expresaban en tiempos de los judíos, lo que nos demuestra la
unidad –en el tiempo y en el espacio-- de toda la Palabra de Dios.
Sab 9, 13-19: “¿Qué hombre conoce los
proyectos de Dios?”
¿Qué
hombre conoce los proyectos de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los
pensamientos de los mortales son frágiles, e inseguras nuestras reflexiones;
porque el cuerpo mortal es un peso para el alma, y esta morada terrena oprime a
la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo
encontramos lo que está a nuestro alcance, pues, ¿quién rastreará las cosas del
cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu
santo espíritu desde el cielo?
Sólo así
se enderezaron los caminos de quienes habitan la tierra, los hombres
aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.
PALABRA DE DIOS
TE ALABAMOS SEÑOR.
El
salmo 89 es el primero del Libro Cuarto del Salterio. Y nos muestra la oración
de Moisés. Pero es, además, el inicio del reconocimiento del género humano de
la existencia de un camino de contrastes entre Dios y el hombre. Se muestra la
inconmensurable grandeza de Dios que supera enormemente la débil condición
humana, la cual Dios remedia si invocamos su misericordia.
Sal 89, 3-6.12-14 y 17: “Señor, tú has sido nuestro
refugio de generación en generación”
Tú
reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornen, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.
diciendo: «Retornen, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.
Los
siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde se marchita y se seca.
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde se marchita y se seca.
Enséñanos
a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Por la
mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
El
texto de Pablo a la carta a Filemón –la más breve de todas las del Apóstol--
habla de abolir la esclavitud por uso del amor fraterno. ¿No es esta una buena
reflexión para nosotros en estos tiempos donde la emigración y el trabajo
precario –dos formas de esclavitud— forman parte de nuestra vida?
Fil 9-10.12-17: “Por el Evangelio sufro la
prisión”
Querido
hermano:
Yo,
Pablo, ya anciano y ahora también prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a
Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como si te
enviara mi propio corazón.
Me
hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar
contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá él
te abandonó por breve tiempo, precisamente para que ahora lo recuperes para
siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano muy querido.
Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de
querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como si me recibieras a
mí.
PALABRA DE DIOS.
TE ALABAMOS SEÑOR.
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33
GLORIA A TI SEÑOR.
“Quien no lleve su cruz detrás
de mí no puede ser discípulo mío”
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él
se volvió y les dijo:
— «Si alguno viene a mí y no me ama más que a su
padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus
hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su
cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una
torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para
terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabarla y se
pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a
construir y no ha sido capaz de terminar”.
¿O qué rey, si va a dar batalla a otro rey, no se
sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que
le ataca con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos,
envía delegados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo ustedes: el que no renuncia a todos sus
bienes no puede ser discípulo mío».
PALABRA DE DIOS
GLORIA A TI SEÑOR JESUS.
Como
entonces, también hoy los que “van con Cristo” por el camino son una
muchedumbre. ¡Los católicos somos más de mil millones en el mundo entero! ¿Pero
cuántos de entre esos millones de católicos bautizados son verdaderamente discípulos
de Cristo?
En su
Evangelio Lucas marca una diferencia fundamental entre “seguir” al Señor e “ir
con Él de camino”. El que “va de camino” con Cristo lo ve como un gran hombre,
un maestro sabio, alguien que acaso tiene que resolver inmediatamente sus
problemas cuando sufre, pero que no se compromete con Él a fondo. ¡Cuántos lo
siguen sólo mientras todo va bien, pero dejan de acompañarlo cuando sienten
cansancio y fatiga, o cuando tienen otros asuntos “más importantes” que atender
(ver Mt 22,3-5), o cuando el lenguaje del Señor se torna “demasiado
duro” (ver Jn 6, 60.66), cuando las exigencias y renuncias que propone
son demasiado costosas (ver Mc 10,21-22)! Sí, son muchedumbre los que
acompañan al Señor un trecho, mientras no les pida sino aquello que están
dispuestos a darle, mientras no les pida cargar sino la cruz que ellos quieren
elegir y están dispuestos a cargar. En realidad, lo buscan y lo acompañan
mientras algo puedan obtener de Él: una milagrosa curación (ver Mc
1,32-37), un bien material (ver Lc 12,13), la pronta solución de un
problema, etc.
El
seguimiento del Señor implica, en cambio, estar con Él siempre, implica
seguirlo adonde Él vaya, permanecer junto a Él en las buenas y en las
malas, no sólo cuando todo resulta fácil sino también cuando la cuesta se
hace empinada. Y yo, ¿abandono al Señor cuando me pide “demasiado”? ¿Lo
abandono por aferrarme a mis bienes materiales? ¿Antepongo el amor humano al
amor al Señor? ¿Prefiero “sentirme querida”, consintiendo una situación de
pecado, en vez de vivir como Él me enseña?
El Señor
Jesús amó a María tanto como ningún hijo podrá jamás amar a su madre. Sin
embargo, su amor al Padre lo llevó a cumplir fielmente su misión, aunque ello
significase separarse de su Madre totalmente y verla sufrir tanto al pie de la
Cruz. Su inmenso amor a María no fue un obstáculo para dar la vida, para
sacrificarse Él mismo en favor de la humanidad entera. Al contrario, el amor a
su Madre y a cada uno de nosotros lo impulsó a entregarse totalmente al
cumplimiento de su misión reconciliadora.
Seguir
verdaderamente al Señor Jesús implica necesariamente hacerse su discípulo, es
decir, tomarlo como Maestro, ponerse a la escucha de sus enseñanzas, aprender
de su estilo de vida, asumir sus criterios de juicio, su visión de la realidad,
su aproximación a las cosas y a las personas. Ser discípulo de Cristo implica
por sobre todo entrar en un proceso de transformación interior, sólo posible
por la acción del Espíritu Santo en nosotros, proceso por el que nos vamos
asemejando cada vez más a Él (ver Ef 4,13; Gál 2,20).
A quien
quiera ser cristiano no sólo de nombre sino también de hecho, el Señor le pide
amarlo a Él por sobre todas las cosas y personas, por más sagrados e intensos
que sean los vínculos que nos unen a ellas. Al amarlo a Él sobre todo y sobre
todos, el Señor Jesús nos enseña que el amor a nuestros padres, parientes,
amigos y a todos los seres humanos se purifica, se eleva, adquiere finalmente
una dimensión divina. Ese amor durará por toda la eternidad.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
ARTÍCULO 3
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
"JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA
DEL ESPÍRITU SANTO Y NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN"
Párrafo 3
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
Llamados a ser discípulos de Cristo
520: Toda su vida, Jesús se muestra
como nuestro modelo (ver Rom 15,5; Flp 2,5): Él es el «hombre
perfecto» que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su
anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar; con su oración atrae a la
oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las
persecuciones (ver Mt 5,11-12).
562: Los discípulos de Cristo deben
asemejarse a Él hasta que Él crezca y se forme en ellos (ver Gál 4,19).
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
ARTÍCULO 4
“JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO”
“JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO”
Párrafo 2
JESÚS MURIÓ CRUCIFICADO
JESÚS MURIÓ CRUCIFICADO
Nuestra participación en el sacrificio de Cristo
618: Él llama a sus discípulos a
«tomar su cruz y a seguirle» (Mt 16,24) porque Él «sufrió por nosotros
dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1Pe 2,21). Él quiere,
en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus
primeros beneficiarios. Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada
más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor:
Fuera de
la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (Sta. Rosa de Lima).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
ARTÍCULO 7
LAS VIRTUDES
LAS VIRTUDES
1816: El discípulo de Cristo no debe
sólo guardar la fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con
firmeza y difundirla: «Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de
los hombres y seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones
que nunca faltan a la Iglesia» (LG 42).
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
LA VIDA EN CRISTO
SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
CAPÍTULO SEGUNDO
«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
ARTÍCULO 10
EL DÉCIMO MANDAMIENTO
EL DÉCIMO MANDAMIENTO
2544: Jesús exhorta a sus discípulos a
preferirle a Él respecto a todo y a todos y les propone «renunciar a todos sus
bienes» (Lc 14,33) por Él y por el Evangelio. Poco antes de su Pasión
les mostró como ejemplo la pobre viuda de Jerusalén que, de su indigencia, dio
todo lo que tenía para vivir. El precepto del desprendimiento de las riquezas
es obligatorio para entrar en el Reino de los Cielos.
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